"De pensamiento es la guerra mayor que se nos hace: ganémosla a pensamiento" José Martí

domingo, 15 de junio de 2014

El resurgir de la economía mixta: eficiencia y equilibrio .(Debate)

Por Adolfo Castilla Doctor Ingeniero del ICAI y Catedrático de Economía Aplicada, es también Licenciado en Económicas por la Universidad Autónoma de Madrid, Licenciado en Informática por la Universidad Politécnica de Madrid, MBA por Wharton School, Master en Ingeniería de Sistemas e Investigación Operativa por Moore School (Universidad de Pennsylvania). En la actualidad es asimismo Presidente de AESPLAN.



Ha surgido un cierto debate en España sobre la economía mixta al hilo de las políticas de privatización de hospitales y otros servicios públicos de salud. Doy mi opinión sobre estas cuestiones a un nivel muy general y divulgativo.

La economía que se ensañaba en los Estados Unidos, y por extensión en medio planeta, en los últimos años 60 y primeros 70 del pasado siglo, era Economía Mixta, dicho así, con mayúsculas. Paul Samuelson (1915-2009), el autor que nos enseñó economía a muchos a través de las múltiples ediciones de su libro Economics: An Introductory Analysis, con más de 19 ediciones hoy y 4 millones de copias en más de 40 lenguas mundiales, hablaba siempre de economía mixta y lo hacía como si fuera el último y definitivo escalón al que la economía como ciencia social había llegado y podía llegar. El mundo que describía y la teoría económica que explicaba su funcionamiento parecían algo completo, perfecto y muy bien estructurado. Todas las piezas encajaban en aquella época en la que todos éramos keynesianos. 

Algo anterior, como economista de reconocido prestigio mundial que muchos conocíamos y admirábamos, y como casi el único autor de bestsellers económicos, al que todos leíamos, fueJohn Kenneth Galbraith (1908-2009), un keynesiano también pero institucionalista y líder indiscutible del llamado Liberalismo Americano. El que esto escribe que llegó a la Universidad de Pennsylvania en los años mencionados, lo conoció personalmente (no en dicha Universidad en la que nunca enseñó) y habló con él en varias ocasiones, recibiendo lecciones magistrales de historia y de teoría económica. Por cierto que en una ocasión oí la presentación que hizo de él un conocido personaje en una conferencia pública, creo que fue en Chicago, y me impresionó porque lo que dijo se correspondía con lo que nos había ocurrido a muchos aficionados a la economía hasta aquella época. Dijo: “yo soy una persona de un solo Dios, un solo Papa y un solo Economista, John Kenneth Galbraith”. 

Fue un hombre enormemente popular hasta su muerte, con casi 100 años, pero nunca fue premiado con el Nobel de Economía. Samuelson sí lo fue, en 1970. Fue, de hecho, el primer economista americano en recibir dicho premio, instituido, como se sabe, en 1969 y otorgado en su primera convocatoria a Ragnar Frisch (1895-1973) y Jan Tinberger (1903-1994). 

Galbraith me habló con detalle de Veblen, al que admiraba, pero al que nunca conoció personalmente ya que cuando llegó a Berkeley Veblen ya se había marchado de aquella universidad. La economía institucional o institucionalista, iniciada por Thorstein Veblen (1857-1929) y más formalmente por John R. Commons (1862-1945), se supone que es una concepción progresista de la economía y pone énfasis no sólo en la racionalidad y el equilibrio sino también en la evolución de los sistemas de producción, en el aprendizaje, en el papel de la tecnología y sobre todo en las instituciones y en las relaciones institucionales y sociales. Karl Marx (1818-1883) es en su origen un institucionalista y pertenece a la tradición del institucionalismo. 

Lo que yo he visto siempre en los economistas mencionados y en otros muchos, no mencionados aquí por falta de espacio, pero bien conocidos, exceptuando, claro está a Marx, por su racionalismo e idealismo excesivos, por su mesianismo y por su totalitarismo, es que no le hacen ascos a las síntesis de interpretaciones varias. Samuelson, de hecho, puede considerarse el iniciador del neo- keynesianismo y uno de los creadores de la síntesis neoclásica, a la que probablemente hayamos vuelto ahora. Algunos creen que el pensamiento actual es la síntesis neoclásica-neokeynesiana, es decir, para mi, el resurgimiento y aceptación de la economía mixta.

Pero volviendo a mi propia experiencia debo decir que los que me conocen saben que aprendí economía también, y econometría, con Lawrence R. Klein(1920-2013), con el que he colaborado toda mi vida hasta su reciente fallecimiento en octubre de 2013, y a través del que he sido miembro y sigo siéndolo del Proyecto LINK, creado por él y hoy radicado en las Naciones Unidas. Klein era sólo cinco años más joven que Samuelson pero a pesar de ello hizo su tesis doctoral con él, siendo conocida la declaración hecha por Samuelson en el sentido de que la de Klein fue la primera y al mismo tiempo la mejor de todas las que dirigió en su dilatada carrera académica. 

Klein fue premiado con el Nobel en 1980 y es considerado el padre de la econometría moderna. Sus modelos econométricos, que difundió por todo el mundo, eran modelos de demanda y de concepción keynesiana. Parte de su tesis doctoral fue publicada en forma de libro con el título de The Keynesian Revolution. Siempre admitió la existencia en las economías de sectores públicos y privados, nunca se opuso al papel regulador del Estado y le parecía normal que existieran servicios públicos como la sanidad, la educación y otros, además de considerar que el Estado tenía un papel que jugar en la regulación de los mercados y de la economía en su conjunto. Durante muchos años fue asesor de sucesivos gobiernos chinos y nunca le oí nada que no estuviera relacionado con la eficiencia y el equilibrio, dos condiciones básicas para que nuestras sociedades funcionen. 

Samuelson, por su parte, se hizo keynesiano porque la economía neoclásica que había estudiado parecía mostrar fuertes disonancias con el mundo que había surgido tras la Gran Depresión, en el que el papel del Estado era mucho más importante de lo que se había considerado a lo largo de todo el siglo XIX y desde que la economía surgió como ciencia a partir de 1776 con la obra destacada de Adam Smith (1723-1790), La Riqueza de las Naciones. 

La economía mixta se define hoy como mezcla de mercado libre y de economía planificada y como coexistencia de la propiedad privada del capitalismo con la propiedad comunitaria del socialismo, aunque no creo que la interpretación de Samuelson y otros sea tan ideológica. Samuelson, de hecho, interpreta las cosas más tranquilamente. En la propia Internet se puede encontrar la siguiente frase extraída de la última edición de su famoso libro: 

“Para nuestra sorpresa, esta 19a edición podría resultar una de las revisiones más importantes. La llamamos la edición centrista (énfasis en el original). Proclama el valor de la economía mixta - una economía que combina la dura disciplina del mercado con la justicia del control gubernamental equitable. Habiendo estudiado el terreno, esta es nuestra conclusión. La historia económica confirma que ni el capitalismo sin regulación ni una economía centralizada sobreregulada pueden organizar efectivamente la sociedad moderna” 

Es decir, que no hay ninguna referencia a izquierdas ni derechas ni a socialismos y capitalismos como armas arrojadizas, lenguaje que tanto nos gusta emplear todavía en España y en Europa.

Lo que yo he visto en los economistas americanos y en otros buenos economistas de cualquier parte del mundo es que cuando hablan de economía, como ciencia social, les preocupa el bien de todos y, sobre todo, el crecimiento, el desarrollo, el empleo, la eficiencia, el equilibrio, la iniciativa, la innovación y el emprendimiento. Los neoliberales serios son gente que cree de verdad en que el liberalismo es lo mejor para todos y lo mismo pasa con los keynesianos serios. No son ideologías a priori lo que los guía sino el famoso tema de la “eficiencia”, sin el cual no podemos hacer nada en nuestro mundo. 

Tan importante como esa cuestión de la eficiencia sabemos que son otras como la ética, la justicia social, el bienestar, el cuidado del medio ambiente, la atención a las clases pasivas, a los desempleados y a los más débiles y muchas cosas más, pero, como digo, no hay economista serio que se olvide hoy de ellas. Los neoliberales pueden creer que todo eso se consigue mejor con el libre mercado, y los más keynesianos que es la regulación y el poder distribuidor del Estado el que mejor puede conseguirlo, pero un economista profesional no hará sangre de ello y se adaptará perfectamente a la complementariedad de los sectores públicos y privados y a la leyes del mercado compatibles con las actuaciones de los gobiernos. 

A estas alturas de la historia mundial pensamos que la eficiencia es algo “sine qua non” y el equilibrio de todo tipo más de lo mismo. No podemos vivir en un mundo sin equilibrio, o lo que es lo mismo con desigualdades inaceptables. Lo sabemos muy bien, los aspectos económicos, los políticos y los sociales deben ir juntos y solucionarse a la vez. Fíjense que hablo de equilibrio y no de igualdad, una palabra, esta última, capciosa y tautológica. 

El equilibrio es un concepto más amplio. Dentro de él cabe la desigualdad siempre que no sea excesiva, los déficits públicos y de las balanza de pagos, siempre que no sean exagerados, la deuda pública y la de las familias, siempre que no sean insoportables, y los subsidios y transferencias de los estados, siempre que estén hechos con orden y concierto y no sean fuente de corrupción e ineficiencia, y, por supuesto, la propiedad privada y la pública, siempre que cumplan cada una con su misión. 

Si tuviéramos más espacio hablaríamos adicionalmente de cómo en los años 70 comenzaron a fallar las recetas keynesianas, de cómo, venciendo el recelo del olor a azufre del que se había rodeado a los economistas de la Escuela de Chicago, leímos y estudiamos a Milton Friedman (1912-2006) y a sus colegas y nos parecieron unos economistas muy notables con propuestas muy razonables. Incluso la terrible frase de Friedman, “no hay almuerzo gratis para nadie”, estaba llena de sentido, entre otras cosas porque ya había sido escrita por San Pablo en su segunda epístola a los Tesalonicenses: “Si alguno no quiere trabajar, tampoco coma”. 

No disponemos de mucho más tiempo y espacio, pero lo tuviéramos de ambos hablaríamos también de George Stigler (1911-1991), uno de los mejores economistas de la historia, además de un gran escritor. De Ronald Coase (1910-2013), que escribió artículos geniales, como “The Nature of the Firm” y “The Problem of Social Cost”, que han valido por sí solos un Premio Nobel. Y, en fin, de James Buchanan (1919.2013), Gary Becker (1930 - 2014), Robert Lucas (nacido en 1937) y algún otro que ganaron el Nobel con sus explicaciones liberales de la economía. 

Indicaríamos, con más tiempo, cómo nos gustaron y nos convencieron las ideas del neoliberalismo que daban importancia de nuevo a la microeconomía justo en una época en la que se había agotado el mundo de las magnitudes agregadas y de la macroeconomía en el que triunfó el keynesianismo. Nos pareció razonable poner énfasis de nuevo en la tecnología, en el empresario-emprendedor, en la empresa y en el mercado como motor del mundo. Y no sólo nos gustó a nosotros sino a mucha gente, tal como puede verse por el gran número de premios Nobel que se dieron a finales de la década de los 70, de los 80 y principios de los 90, a economistas de la Esuela de Chicago. 

Y nos referiríamos también, si hubiera más espacio, a la crisis del 2007-2009 de la que aún no hemos salido. De nuevo se nos agotó el invento conceptual y ni lo liberal ni lo keynesiano funcionaron entonces. Al hilo de dicha crisis surgieron las llamadas sin fundamento al keynesianismo clásico y, lo que es peor, el recuerdo de la Escuela Austriaca y otras corrientes de pensamiento económico, quizás no erróneas, pero sí trasnochadas y fundamentalistas. 

Tema que nos llevaría a la permanencia de los ciclos económicos, tantas veces teóricamente eliminados pero que resucitan con gran vitalidad, produciendo siempre crisis profundas cada vez más frecuentes. Fenómeno al que parece llevarnos la economía financiera actual y el papel excesivo del capital, con su generación continua de beneficios especulativos y su creación, sin aparente solución, de burbujas financieras. 

Habría que mencionar a otros economistas más jóvenes, alguno de ellos también premios Nobel, como Joseph Stiglitz (nacido en 1943), Paul Krugman (nacido en 1953), keynesianos de pro, y a otros, para mi gusto más razonables, como Jeffrey Sachs (nacido en 1954) y Amartya Sen (nacido en 1933), estos dos últimos de corte institucionalista. 

Sachs y Sen no discuten la realidad de la economía mixta y el segundo en concreto ha dejado dicho, como también se puede ver en Internet, lo siguiente: 

“No hay ninguna economía en el mundo que no sea una economía mixta. En USA hay muchas instituciones ("establishments" en el original) controladas por el gobierno, mientras en muchos países socialistas se esta permitiendo la propiedad privada sobre la tierra. La cuestión es que tipo de equilibrio existe y cual es el papel del gobierno y del sector privado” 

Si los economistas austriacos, con Ludwig von Mises (1981-1973) a la cabeza, consideran que nuestra economía y nuestro sistema capitalista es un fenómeno espontáneo que se produciría igualmente mil veces que comenzáramos la historia de la humanidad, no sé por qué no aceptan que la economía mixta es también algo espontáneo y natural que hay que aceptar. a

Comentario HHC: Importa ver como el articulista escribe agresivamente contra Marx, para al final aceptar un modelo Insitucionalista (segun el, el de Marx), acepta la intervención del Estado, la lucha contra la desigualdad, etc, características de una Economía Mixta, no ajena a la construcción del Socialismo en el Siglo XXI:





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