Marianela Martín González
marianela@juventudrebelde.cu
Cuentan que en 1970, en una de las jornadas de la zafra de los 10 millones, el poeta nacional Nicolás Guillén fue abordado en plena guardarraya cañera, para que dejara constancia con su verso chispeante de lo que se siente en el surco, cara a cara con los plantones de caña.
Mientras Guillén degustaba un agua con azúcar, que los avezados consideran un infalible escudo antifatiga, uno de los compañeros que compartía con él como machetero voluntario le pidió que improvisara algunos versos alusivos al importante cultivo, que en ese entonces tenía en vilo a toda una nación: «¡Coño, caña! ¡Caña, coño!», le brotó instantáneamente al autor de Sóngoro Cosongo, una improvisación que los trabajadores azucareros recuerdan con mucho agrado, porque resume lo que significa la faena en los cañaverales.
Aunque la economía cubana se ha diversificado y su destino no recae en este renglón como ocurrió durante siglos, la caña sigue siendo un rubro estratégico e igual de difíciles de domeñar las condiciones donde se cultiva. El cambio climático ha disparado el calor, ha enviado lluvias a destiempo y otras veces sequías, que dislocan los vaticinios de la ciencia probada y hasta la ancestral sabiduría guajira prevaleciente aún en los campos como potencial inestimable.
Antonio García Fernández. Foto: Roberto Ruiz.
No obstante, hay miles de trabajadores que apuestan por la caña, aunque sea duro trabajar en ella. Antonio García Fernández, presidente de la unidad básica de producción cooperativa Chapeo, en la provincia de Cienfuegos, es de los que opina que «ya el campo cañero no es solo insolación y fanguero»; aconseja «no tener miedo a la hora de ponerle billetes a este cultivo, porque todo lo que en él se invierte se devuelve con más ganancias».
Durante los últimos tres años, de los cinco que lleva frente a la UBPC, los resultados económicos han sido un reconstituyente para el bolsillo de los 220 cooperativistas emplantillados. Las utilidades en ese trienio se estiman en aproximadamente un millón de pesos en cada año.
Cuando visitábamos Cienfuegos —a principios de agosto— se comenzaba a repartir una parte de las ganancias netas de esta base productiva. Más de 9 000 pesos, como promedio, le pertenecían a cada socio de la UBPC.
Este año, según su Presidente, los más beneficiados con las utilidades fueron los vinculados directamente a la producción, quienes recibieron un diez por ciento por encima del resto de los cooperativistas.
Foto: Roberto Ruiz.
Maikel Jaramillo Zagasta, un joven de 29 años que trabaja como operario de riego, aseguró que todo lo que posee en su casa es de la «shoping» y se lo ha ganado sudando.
«La lavadora moderna, el televisor, el equipo para oír música…, todo lo he comprado con lo que me pagan en la cooperativa».
Aclaró que cuando sufre alguna avería el sistema de riego por goteo modernísimo que opera trata de arreglarlo pronto: «No es lo mismo ganar 300 pesos mensuales como anticipo, por trabajar a medias, que ganar 500 o más por hacer todo lo que me corresponde».
Él, sin ningún otro operario, riega 120 hectáreas con una tecnología que es automática, la cual por su principio de funcionamiento además de humanizar el trabajo, ahorra volúmenes de agua y triplica los rendimientos cañeros en relación con los que se obtienen en las áreas en secano.
«Tenemos 1 500 hectáreas ocupadas con caña, y en la zafra pasada promediamos 55,4 toneladas por hectárea. Aportamos a la zafra más de 55 000 toneladas», apuntó García Fernández.
Precisó que las 17 medidas aprobadas por el Consejo de Ministros para desatar la productividad en las UBPC han prendido allí como una cepa de mucho valor, aunque todavía quedan detalles por perfeccionar. La autonomía que refrendan estas indicaciones la están aplicando de modo general, y una muestra es la manera en que distribuyen las utilidades en la cooperativa.
«Lo hacemos de acuerdo con lo estimado por la asamblea, la cual decidió que para el año venidero se aplicará la repartición con un poco más de igualdad, pues se tendrán en cuenta los días laborados».
En Chapeo también se transforma la imagen de la cooperativa. Como pueden comprar a precios sin subsidios los materiales que les permiten mejorar las condiciones de vida de los trabajadores, construyen los lotes que deben ubicarse próximos a las áreas de trabajo. Estos deben ser dotados con frutales para el consumo de los cooperativistas y contar con un ranchón para almorzar.
Para todo hay un tiempo debajo del sol
Otro colectivo que se regodea de tener como línea fundamental a la producción cañera es la cooperativa de producción agropecuaria (CPA) Nicaragua Libre, enclavada también en suelo cienfueguero.
Hace años, cuando esta base productiva poseía 319 hectáreas para caña y promediaba 54 toneladas por cada una de ellas, se le entregaron dos lotes cañeros improductivos que correspondían a otra entidad, cuyos exiguos promedios eran de 17 y 26 toneladas por hectárea, respectivamente. A golpe de esfuerzo han nivelado los rendimientos de modo general a 51,4 toneladas.
Diversificada con ganadería y cultivos varios, esta entidad cuenta con 838,50 hectáreas consagradas a la que «baila, baila en el viento» —como también la describió Guillén en un poema—, de las 1 566,16 que tiene como patrimonio. Actualmente 756,64 de las cañeras están en pleno desarrollo, y para la etapa de frío sembrarán otras 70.
Foto: Roberto Ruiz.
Su presidente durante 33 años, Juan Miraldo Mir López, quien en 2014 recibió la condición de Héroe Nacional del Trabajo de la República de Cuba, manifestó que son tan estimulantes los resultados que reciben de la tierra que hay que estar frenando a la gente para que no se incorpore a la cooperativa, pues son muchos los que procuran trabajo allí; porque «las palomas suelen ir adonde hay pan».
«Tenemos 102 cooperativistas, 11 menores de 30 años, y con ellos hemos alcanzado la eficiencia sin pedirle ni siquiera crédito al Banco. Este año nos quedó un millón 165 pesos de utilidades y distribuimos el 70 por ciento de ese dinero entre todos. Dejamos en la cuenta 530 501 pesos, para no tener que depender de capital ajeno.
«También contamos con otra cuenta con 156 304 pesos, disponibles para determinadas necesidades de la cooperativa. Tenemos otra con 43 236 pesos para las actividades socioculturales, entre ellas el arreglo y construcción de viviendas de los socios de la CPA.
«Los cooperativistas se benefician con sumas de entre 7 000 y 10 000 pesos por concepto de distribución de utilidades, además del anticipo que reciben todos los meses y del pago en divisa que tienen estipulado de acuerdo con el comportamiento de los volúmenes y rendimientos cañeros.
«Una de las razones por las cuales podemos librarnos de los créditos bancarios es que aquí hace tan solo dos años que distribuimos el 70 por ciento de las utilidades. Siempre pensábamos que había que dejar plata para inversiones y distribuíamos solo el 40 o 50 por ciento», refirió.
Rendimientos en ascenso
Gilberto Boza Fernández, programador de la Empresa Azucarera de Cienfuegos, a quien por primera vez le escuché decir que «no hay mejor camino que una buena sequía», manifestó que la provincia de Cienfuegos luego de tocar fondo en la zafra de 2010 —con 22,9 toneladas por hectárea— ha experimentado un ascenso constante en sus rendimientos.
«La producción en las últimas tres campañas ha dado un salto que se expresa en las 45,9 toneladas por hectárea logradas en la zafra 2014. En el mes de junio realizamos en las unidades cañeras el primer estimado de producción para la próxima contienda, el cual apunta a que se mantendrá el crecimiento.
«Esperamos esta vez llevar a los tándem una producción 5,5 por ciento superior a la lograda el año anterior y con un rendimiento similar».
Boza Fernández señaló que por quinto año consecutivo se cumplen las proyecciones de producción acordadas, y de este modo dan respuesta al lineamiento 209 de la Política Económica y Social del Partido y la Revolución emanado del VI Congreso del Partido, el cual plantea: «La agroindustria azucarera tendrá como objetivo primario incrementar de forma sostenida la producción de caña, priorizando el reordenamiento de las áreas para lograr su acercamiento al central. En su desarrollo deberá perfeccionar la relación entre el central azucarero y sus productores cañeros, aprovechar la tradición azucarera y la experiencia existente».
Explicó que se trabaja en el reordenamiento de las áreas alrededor de los centrales. Como consecuencia de esa labor se prevé utilizar para caña en la provincia 71 344 hectáreas, de las cuales la gramínea tendrá 49 028 hectáreas al cerrar este año.
«Todavía nos quedan vacías 22 316 hectáreas (12 800 cercanas al ingenio 5 de Septiembre). Cubrirlas de caña es el reto mayor para mantener los crecimientos. Más del 50 por ciento de estas tierras se encuentran infestadas de marabú, y otras tenemos que asumirlas luego de que sean liberadas legalmente de los usos que ahora tienen.
«En Cienfuegos hay una estrategia para elevar los niveles de siembra por encima de las 10 000 hectáreas anualmente. Para eso se han trasladado buldóceres de otros territorios hacia el nuestro».
El incremento de las inversiones en el riego es otra de las acciones que se acometen en esta región, en aras de elevar rendimientos. Gracias a la infraestructura montada para el desarrollo de la voluntad hidráulica que lideró personalmente el Comandante en Jefe Fidel Castro, la provincia cuenta con un potencial capaz de irrigar casi todo el territorio.
«Desde ahora y hasta el 2020 estaremos rescatando parte de estas obras que permitirán regar más del 40 por ciento de las áreas cañeras. En las proyecciones se pronostica cubrir con nuevos sistemas de riego 22 000 hectáreas, que representan el 30 por ciento del total que poseemos», afirmó Boza Fernández.
Sostuvo que las inversiones continuarán si son capaces de producir con eficiencia, y que no se acometerán proyecciones costosas si se incumplen las ventas al exterior y no se sustituyen importaciones.
«La producción estimada en Cienfuegos para la zafra 2015 representa el 60,8 por ciento del potencial productivo que se debe lograr en la zafra 2020. En ofrecer las atenciones culturales a las cepas en tiempo y con calidad, y corregir todas las demás violaciones de disciplina tecnológica que todavía presentamos, estriban los potenciales ocultos para continuar elevando los rendimientos y la producción cañera-azucarera», concluyó.
Ciencia y Técnica a pie de surco
Foto: Roberto Ruiz.
El ingeniero Juan Miguel González Rodríguez, especialista de Servicios Científico-Técnicos en Cienfuegos, nos demostró que los modestos avances aquí no son obra de la casualidad, sino consecuencias de una sinergia entre todos los factores que repercuten en la producción azucarera, y que ubica al conocimiento y los avances tecnológicos en su justo lugar.
Los servicios que brinda esta dirección abarcan la recomendación de variedades y semillas adecuadas a las condiciones del suelo y clima de cada lugar, con resistencia a plagas y enfermedades, así como la recomendación de fertilizantes y enmiendas para los distintos tipos de suelos, entre otros.
«En estos momentos es prioridad el rescate del drenaje de las áreas cañeras, una asignatura pendiente desde hacía aproximadamente 20 años, que crea una situación desfavorable, pues causa problemas tanto para la producción cañera como de manera indirecta en los rendimientos industriales.
«Hemos intervenido en más 10 000 hectáreas que tenían afectaciones por el mal drenaje. Es un programa que llegó para quedarse. Todos los años, a partir de la detección de ese problema en la época de lluvia, se planifican las actividades por ejecutar para el siguiente. Entre las acciones están el rescate de canales y otros elementos infraestructurales y medidas agrotécnicas», afirmó.
Rescatar, rescatar e innovar, para que el azúcar vuelva a dejarle su dulce sabor a la economía criolla y para que en vez de los planes se muela eficientemente la caña.
La zafra que viene
En la próxima zafra, que se iniciará la tercera semana de noviembre por la provincia de Mayabeque, participarán 50 centrales, dos más que en la anterior. Se incorporarán el Dos Ríos, de Santiago de Cuba, y el Brasil, de Camagüey. La contienda se prevé que dure 148 días y que expire en la primera semana de mayo en Holguín, explicó Ángel Miguel Méndez Torres, director de Atención a plantas industriales del Grupo Azucarero Azcuba.
«Planificamos crecimientos de un 12,3 por ciento en la producción de caña, y mantener la tendencia del crecimiento de los últimos cuatro años en la producción de azúcar», acotó.
En este momento —señaló— los esfuerzos se dirigen a la reparación de los centrales. Esta etapa preparatoria decide su arrancada en tiempo. En noviembre se espera que comiencen seis, y en diciembre 37; los otros siete lo harán en enero. Para controlar la calidad de las acciones que se ejecutan se realizan inspecciones sistemáticas y se certifica si los parámetros cubren las exigencias cualitativas.
«El tiempo industrial perdido es lo que más nos preocupa, pues eso fue lo que más nos golpeó en la contienda pasada y en otras. En la anterior hubo 11 centrales con esa dificultad, los cuales se ubican en las provincias de Mayabeque, Matanzas, Las Tunas y Granma. En esos territorios estamos redoblando los chequeos para que las reparaciones se hagan con el rigor requerido», dijo.
Las reparaciones, de modo general, marchan al 50 por ciento en todo el país, con los valores más elevados en Camagüey, Sancti Spíritus, Ciego de Ávila, Cienfuegos y Artemisa, por este orden. En todos por encima del 51 por ciento.
«Estamos trabajando no solo en las reparaciones, sino en mejorarles también las condiciones de vida a los trabajadores. Se construyen los baños y taquillas de los centrales, y se avanza en el cercado perimetral y techado de estos, a la vez que se mejora la imagen de todas estas entidades. Igualmente se remotorizan y ejecutan otras reparaciones a los medios de transporte que trasladan al personal hacia los ingenios», precisó.
Al referirse a la calidad de los materiales y piezas de repuesto para reparar las industrias azucareras, señaló a las chumaceras de bronce de producción nacional como el componente más conflictivo, conjuntamente con las cadenas industriales, por ser los que más se averían.
Dijo que el tema medioambiental ocupa un lugar importante en el ordenamiento de la zafra que se aproxima. Se ejecutan inversiones en 13 centrales para darles un adecuado tratamiento a los residuales.
«Tenemos, además, que trabajar con más rigor en todo lo concerniente a la inocuidad y la calidad del azúcar, para evitar posibles contaminaciones con ácaros y otros elementos», precisó.
Sostuvo que la producción de energía dentro de la zafra tendrá una importancia similar a la del crudo. Todos los ingenios son capaces de abastecerse de energía eléctrica y están conectados con el Sistema Electroenergético Nacional.
Explicó que se avanza en las negociaciones con una firma foránea para la ejecución de una bioeléctrica en el central Ciro Redondo, en Ciego de Ávila. También se construirá otra en el Jesús Rabí, de Matanzas, con capital y ejecución completamente autóctonos.
Aseguró que existen estudios para que se ejecuten, en un plazo relativamente mediano, bioeléctricas en los centrales 30 de Noviembre, en Artemisa; Mario Muñoz, en Matanzas; 5 de Septiembre, en Cienfuegos, y en el Fernando de Dios, en Holguín.
«También contamos con un estudio de factibilidad hasta el 2030, que contempla la posibilidad de construir 17 bioeléctricas en todo el país, en aras de auxiliar a la transformación de la matriz energética. Eso le sumará una generación de 775 megaWatts al Sistema Eléctroenergético Nacional. Triplicará el índice de generación de kiloWatts hora por tonelada de caña, el cual se comporta en estos momentos en 37 kiloWatts, y aspiramos a elevarlo a más de 110 kiloWatts», indicó.
Dentro de las prioridades inversionistas para la zafra 2014-2015 se incluye el rescate de las capacidades de almacenamiento de mieles y azúcar.
El funcionario alertó sobre el aprovechamiento del potencial de sacarosa de la caña, el cual debe comportarse al 90 por ciento para hacer una zafra eficiente. Ese indicador es y seguirá siendo una de los desafíos de la industria azucarera en el archipiélago, y se optimiza cuando los ingenios trabajan sin problemas.
La sacarosa perdida
Según datos ofrecidos por Azcuba, 1970 sigue siendo el año de mayor producción de crudo en la historia de esta industria en el país, cuando se alcanzaron los 8,5 millones de toneladas. La más exigua de las contiendas durante la Revolución se inscribe en 2007, cuando se logró un poco más de 1,1 millones de toneladas. La última se reconoce como la mayor de los últimos diez años.
«Por las condiciones de la siembra de la gramínea, las variedades que se emplean, los problemas industriales y climáticos (principalmente muchas precipitaciones), se ha perdido un entero en los rendimientos, en relación con los años de la década del 80. Eso significa que con la misma cantidad de caña antes se obtenía más crudo», explicó Méndez Torres.
Según el especialista, el país debe sembrar más variedades que contengan contenidos superiores de sacarosa para contribuir a revertir ese problema, el que se refleja negativamente en los resultados industriales.
Expertos de Azcuba significaron que con el Instituto Nacional de Investigaciones de la Caña de Azúcar (Inica) se está trabajando en el ordenamiento de la composición varietal, porque de esta depende la calidad del cultivo. No todas las variedades maduran con igual prontitud. Eso ayudará a resolver la dicotomía que ahora existe entre el aumento de los rendimientos agrícolas y los rendimientos de la caña a la hora de convertirse en crudo.
Señalaron que ha prevalecido la tendencia de que el productor mande bastante caña para el central, pero no se ha llegado a establecer como práctica que lo que más importa no es la cantidad, sino la calidad por el contenido de azúcar, lo que se conoce como rendimiento potencial de la caña (RPC).
Advirtieron que el país debe introducir tecnologías para detectar los niveles de sacarosa en caña, lo cual asegurará un alto RPC. En el central Jesús Rabí, en Matanzas, ya se cuenta con ese costoso equipo que permitirá defender la calidad en aras de un desarrollo sostenible.
Bernardo de la Peña Celecia, especialista de caña del Grupo Azucarero Azcuba, explicó que el crecimiento de un 12,3 por ciento de la caña se debe al incremento de las áreas con ese cultivo, y a que las zafras son cada vez más extensas, por haber mayor cantidad de materia prima para producir azúcar.
«Actualmente existen 617 731 hectáreas con caña, de las cuales el 73 por ciento está comprometido para la zafra que se avecina».
Insistió en que hay que ser más formales con la estrategia de corte e incorporar la aplicación de maduradores a la caña, pues hay volúmenes comprometidos para los meses de noviembre y diciembre que no han alcanzado la madurez vegetativa óptima en ese tiempo.
Al valorar las bondades del riego dijo que durante dos o tres años no ha habido sequía, pero cuando esta azota se destruyen las cepas y bajan estrepitosamente los rendimientos agrícolas, por lo que irrigar significa enfrentar ese fenómeno y poder sembrar caña todo el año.
«Si dependiéramos solo del período de lluvia habría que sembrar exclusivamente entre mayo y agosto, cuando el régimen de precipitaciones debe comportarse más alto. En los mejores años de la economía del país llegamos a tener entre 25 y 30 por ciento de los cañaverales bajo riego. Hubo un momento muy crítico, no muy lejano del presente, que apenas poseíamos el tres por ciento con riego.
«Ahora se trabaja con inversiones muy costosas en el rescate de los canales y sistemas para poder cubrir la mayor área posible. Gracias a eso tenemos aproximadamente el 10,6 por ciento de lo sembrado para moler con ese servicio garantizado», estimó.
Especialistas de Azcuba informaron que para el año 2015 el Grupo Azucarero contará con un monto de 13 millones de dólares para importar equipos y recuperar el valor de uso de las obras hidráulicas que incrementen las áreas bajo riego.
De la Peña se refirió a la manera en que se están acercando las áreas agrícolas a los ingenios, medida con la que el fondo de tierras debe crecer hasta llegar a 903 000 hectáreas. El año 2020 es la fecha acordada para lograr esa finalidad, que permitirá acortar a menos de 20 kilómetros la distancia entre la industria y los cañaverales. Eso contribuirá al ahorro de recursos, que es una fuente inestimable para alcanzar la prosperidad y sustentabilidad necesarias en la agroindustria azucarera cubana.
marianela@juventudrebelde.cu
Cuentan que en 1970, en una de las jornadas de la zafra de los 10 millones, el poeta nacional Nicolás Guillén fue abordado en plena guardarraya cañera, para que dejara constancia con su verso chispeante de lo que se siente en el surco, cara a cara con los plantones de caña.
Mientras Guillén degustaba un agua con azúcar, que los avezados consideran un infalible escudo antifatiga, uno de los compañeros que compartía con él como machetero voluntario le pidió que improvisara algunos versos alusivos al importante cultivo, que en ese entonces tenía en vilo a toda una nación: «¡Coño, caña! ¡Caña, coño!», le brotó instantáneamente al autor de Sóngoro Cosongo, una improvisación que los trabajadores azucareros recuerdan con mucho agrado, porque resume lo que significa la faena en los cañaverales.
Aunque la economía cubana se ha diversificado y su destino no recae en este renglón como ocurrió durante siglos, la caña sigue siendo un rubro estratégico e igual de difíciles de domeñar las condiciones donde se cultiva. El cambio climático ha disparado el calor, ha enviado lluvias a destiempo y otras veces sequías, que dislocan los vaticinios de la ciencia probada y hasta la ancestral sabiduría guajira prevaleciente aún en los campos como potencial inestimable.
Antonio García Fernández. Foto: Roberto Ruiz.
No obstante, hay miles de trabajadores que apuestan por la caña, aunque sea duro trabajar en ella. Antonio García Fernández, presidente de la unidad básica de producción cooperativa Chapeo, en la provincia de Cienfuegos, es de los que opina que «ya el campo cañero no es solo insolación y fanguero»; aconseja «no tener miedo a la hora de ponerle billetes a este cultivo, porque todo lo que en él se invierte se devuelve con más ganancias».
Durante los últimos tres años, de los cinco que lleva frente a la UBPC, los resultados económicos han sido un reconstituyente para el bolsillo de los 220 cooperativistas emplantillados. Las utilidades en ese trienio se estiman en aproximadamente un millón de pesos en cada año.
Cuando visitábamos Cienfuegos —a principios de agosto— se comenzaba a repartir una parte de las ganancias netas de esta base productiva. Más de 9 000 pesos, como promedio, le pertenecían a cada socio de la UBPC.
Este año, según su Presidente, los más beneficiados con las utilidades fueron los vinculados directamente a la producción, quienes recibieron un diez por ciento por encima del resto de los cooperativistas.
Foto: Roberto Ruiz.
Maikel Jaramillo Zagasta, un joven de 29 años que trabaja como operario de riego, aseguró que todo lo que posee en su casa es de la «shoping» y se lo ha ganado sudando.
«La lavadora moderna, el televisor, el equipo para oír música…, todo lo he comprado con lo que me pagan en la cooperativa».
Aclaró que cuando sufre alguna avería el sistema de riego por goteo modernísimo que opera trata de arreglarlo pronto: «No es lo mismo ganar 300 pesos mensuales como anticipo, por trabajar a medias, que ganar 500 o más por hacer todo lo que me corresponde».
Él, sin ningún otro operario, riega 120 hectáreas con una tecnología que es automática, la cual por su principio de funcionamiento además de humanizar el trabajo, ahorra volúmenes de agua y triplica los rendimientos cañeros en relación con los que se obtienen en las áreas en secano.
«Tenemos 1 500 hectáreas ocupadas con caña, y en la zafra pasada promediamos 55,4 toneladas por hectárea. Aportamos a la zafra más de 55 000 toneladas», apuntó García Fernández.
Precisó que las 17 medidas aprobadas por el Consejo de Ministros para desatar la productividad en las UBPC han prendido allí como una cepa de mucho valor, aunque todavía quedan detalles por perfeccionar. La autonomía que refrendan estas indicaciones la están aplicando de modo general, y una muestra es la manera en que distribuyen las utilidades en la cooperativa.
«Lo hacemos de acuerdo con lo estimado por la asamblea, la cual decidió que para el año venidero se aplicará la repartición con un poco más de igualdad, pues se tendrán en cuenta los días laborados».
En Chapeo también se transforma la imagen de la cooperativa. Como pueden comprar a precios sin subsidios los materiales que les permiten mejorar las condiciones de vida de los trabajadores, construyen los lotes que deben ubicarse próximos a las áreas de trabajo. Estos deben ser dotados con frutales para el consumo de los cooperativistas y contar con un ranchón para almorzar.
Para todo hay un tiempo debajo del sol
Otro colectivo que se regodea de tener como línea fundamental a la producción cañera es la cooperativa de producción agropecuaria (CPA) Nicaragua Libre, enclavada también en suelo cienfueguero.
Hace años, cuando esta base productiva poseía 319 hectáreas para caña y promediaba 54 toneladas por cada una de ellas, se le entregaron dos lotes cañeros improductivos que correspondían a otra entidad, cuyos exiguos promedios eran de 17 y 26 toneladas por hectárea, respectivamente. A golpe de esfuerzo han nivelado los rendimientos de modo general a 51,4 toneladas.
Diversificada con ganadería y cultivos varios, esta entidad cuenta con 838,50 hectáreas consagradas a la que «baila, baila en el viento» —como también la describió Guillén en un poema—, de las 1 566,16 que tiene como patrimonio. Actualmente 756,64 de las cañeras están en pleno desarrollo, y para la etapa de frío sembrarán otras 70.
Foto: Roberto Ruiz.
Su presidente durante 33 años, Juan Miraldo Mir López, quien en 2014 recibió la condición de Héroe Nacional del Trabajo de la República de Cuba, manifestó que son tan estimulantes los resultados que reciben de la tierra que hay que estar frenando a la gente para que no se incorpore a la cooperativa, pues son muchos los que procuran trabajo allí; porque «las palomas suelen ir adonde hay pan».
«Tenemos 102 cooperativistas, 11 menores de 30 años, y con ellos hemos alcanzado la eficiencia sin pedirle ni siquiera crédito al Banco. Este año nos quedó un millón 165 pesos de utilidades y distribuimos el 70 por ciento de ese dinero entre todos. Dejamos en la cuenta 530 501 pesos, para no tener que depender de capital ajeno.
«También contamos con otra cuenta con 156 304 pesos, disponibles para determinadas necesidades de la cooperativa. Tenemos otra con 43 236 pesos para las actividades socioculturales, entre ellas el arreglo y construcción de viviendas de los socios de la CPA.
«Los cooperativistas se benefician con sumas de entre 7 000 y 10 000 pesos por concepto de distribución de utilidades, además del anticipo que reciben todos los meses y del pago en divisa que tienen estipulado de acuerdo con el comportamiento de los volúmenes y rendimientos cañeros.
«Una de las razones por las cuales podemos librarnos de los créditos bancarios es que aquí hace tan solo dos años que distribuimos el 70 por ciento de las utilidades. Siempre pensábamos que había que dejar plata para inversiones y distribuíamos solo el 40 o 50 por ciento», refirió.
Rendimientos en ascenso
Gilberto Boza Fernández, programador de la Empresa Azucarera de Cienfuegos, a quien por primera vez le escuché decir que «no hay mejor camino que una buena sequía», manifestó que la provincia de Cienfuegos luego de tocar fondo en la zafra de 2010 —con 22,9 toneladas por hectárea— ha experimentado un ascenso constante en sus rendimientos.
«La producción en las últimas tres campañas ha dado un salto que se expresa en las 45,9 toneladas por hectárea logradas en la zafra 2014. En el mes de junio realizamos en las unidades cañeras el primer estimado de producción para la próxima contienda, el cual apunta a que se mantendrá el crecimiento.
«Esperamos esta vez llevar a los tándem una producción 5,5 por ciento superior a la lograda el año anterior y con un rendimiento similar».
Boza Fernández señaló que por quinto año consecutivo se cumplen las proyecciones de producción acordadas, y de este modo dan respuesta al lineamiento 209 de la Política Económica y Social del Partido y la Revolución emanado del VI Congreso del Partido, el cual plantea: «La agroindustria azucarera tendrá como objetivo primario incrementar de forma sostenida la producción de caña, priorizando el reordenamiento de las áreas para lograr su acercamiento al central. En su desarrollo deberá perfeccionar la relación entre el central azucarero y sus productores cañeros, aprovechar la tradición azucarera y la experiencia existente».
Explicó que se trabaja en el reordenamiento de las áreas alrededor de los centrales. Como consecuencia de esa labor se prevé utilizar para caña en la provincia 71 344 hectáreas, de las cuales la gramínea tendrá 49 028 hectáreas al cerrar este año.
«Todavía nos quedan vacías 22 316 hectáreas (12 800 cercanas al ingenio 5 de Septiembre). Cubrirlas de caña es el reto mayor para mantener los crecimientos. Más del 50 por ciento de estas tierras se encuentran infestadas de marabú, y otras tenemos que asumirlas luego de que sean liberadas legalmente de los usos que ahora tienen.
«En Cienfuegos hay una estrategia para elevar los niveles de siembra por encima de las 10 000 hectáreas anualmente. Para eso se han trasladado buldóceres de otros territorios hacia el nuestro».
El incremento de las inversiones en el riego es otra de las acciones que se acometen en esta región, en aras de elevar rendimientos. Gracias a la infraestructura montada para el desarrollo de la voluntad hidráulica que lideró personalmente el Comandante en Jefe Fidel Castro, la provincia cuenta con un potencial capaz de irrigar casi todo el territorio.
«Desde ahora y hasta el 2020 estaremos rescatando parte de estas obras que permitirán regar más del 40 por ciento de las áreas cañeras. En las proyecciones se pronostica cubrir con nuevos sistemas de riego 22 000 hectáreas, que representan el 30 por ciento del total que poseemos», afirmó Boza Fernández.
Sostuvo que las inversiones continuarán si son capaces de producir con eficiencia, y que no se acometerán proyecciones costosas si se incumplen las ventas al exterior y no se sustituyen importaciones.
«La producción estimada en Cienfuegos para la zafra 2015 representa el 60,8 por ciento del potencial productivo que se debe lograr en la zafra 2020. En ofrecer las atenciones culturales a las cepas en tiempo y con calidad, y corregir todas las demás violaciones de disciplina tecnológica que todavía presentamos, estriban los potenciales ocultos para continuar elevando los rendimientos y la producción cañera-azucarera», concluyó.
Ciencia y Técnica a pie de surco
Foto: Roberto Ruiz.
El ingeniero Juan Miguel González Rodríguez, especialista de Servicios Científico-Técnicos en Cienfuegos, nos demostró que los modestos avances aquí no son obra de la casualidad, sino consecuencias de una sinergia entre todos los factores que repercuten en la producción azucarera, y que ubica al conocimiento y los avances tecnológicos en su justo lugar.
Los servicios que brinda esta dirección abarcan la recomendación de variedades y semillas adecuadas a las condiciones del suelo y clima de cada lugar, con resistencia a plagas y enfermedades, así como la recomendación de fertilizantes y enmiendas para los distintos tipos de suelos, entre otros.
«En estos momentos es prioridad el rescate del drenaje de las áreas cañeras, una asignatura pendiente desde hacía aproximadamente 20 años, que crea una situación desfavorable, pues causa problemas tanto para la producción cañera como de manera indirecta en los rendimientos industriales.
«Hemos intervenido en más 10 000 hectáreas que tenían afectaciones por el mal drenaje. Es un programa que llegó para quedarse. Todos los años, a partir de la detección de ese problema en la época de lluvia, se planifican las actividades por ejecutar para el siguiente. Entre las acciones están el rescate de canales y otros elementos infraestructurales y medidas agrotécnicas», afirmó.
Rescatar, rescatar e innovar, para que el azúcar vuelva a dejarle su dulce sabor a la economía criolla y para que en vez de los planes se muela eficientemente la caña.
La zafra que viene
En la próxima zafra, que se iniciará la tercera semana de noviembre por la provincia de Mayabeque, participarán 50 centrales, dos más que en la anterior. Se incorporarán el Dos Ríos, de Santiago de Cuba, y el Brasil, de Camagüey. La contienda se prevé que dure 148 días y que expire en la primera semana de mayo en Holguín, explicó Ángel Miguel Méndez Torres, director de Atención a plantas industriales del Grupo Azucarero Azcuba.
«Planificamos crecimientos de un 12,3 por ciento en la producción de caña, y mantener la tendencia del crecimiento de los últimos cuatro años en la producción de azúcar», acotó.
En este momento —señaló— los esfuerzos se dirigen a la reparación de los centrales. Esta etapa preparatoria decide su arrancada en tiempo. En noviembre se espera que comiencen seis, y en diciembre 37; los otros siete lo harán en enero. Para controlar la calidad de las acciones que se ejecutan se realizan inspecciones sistemáticas y se certifica si los parámetros cubren las exigencias cualitativas.
«El tiempo industrial perdido es lo que más nos preocupa, pues eso fue lo que más nos golpeó en la contienda pasada y en otras. En la anterior hubo 11 centrales con esa dificultad, los cuales se ubican en las provincias de Mayabeque, Matanzas, Las Tunas y Granma. En esos territorios estamos redoblando los chequeos para que las reparaciones se hagan con el rigor requerido», dijo.
Las reparaciones, de modo general, marchan al 50 por ciento en todo el país, con los valores más elevados en Camagüey, Sancti Spíritus, Ciego de Ávila, Cienfuegos y Artemisa, por este orden. En todos por encima del 51 por ciento.
«Estamos trabajando no solo en las reparaciones, sino en mejorarles también las condiciones de vida a los trabajadores. Se construyen los baños y taquillas de los centrales, y se avanza en el cercado perimetral y techado de estos, a la vez que se mejora la imagen de todas estas entidades. Igualmente se remotorizan y ejecutan otras reparaciones a los medios de transporte que trasladan al personal hacia los ingenios», precisó.
Al referirse a la calidad de los materiales y piezas de repuesto para reparar las industrias azucareras, señaló a las chumaceras de bronce de producción nacional como el componente más conflictivo, conjuntamente con las cadenas industriales, por ser los que más se averían.
Dijo que el tema medioambiental ocupa un lugar importante en el ordenamiento de la zafra que se aproxima. Se ejecutan inversiones en 13 centrales para darles un adecuado tratamiento a los residuales.
«Tenemos, además, que trabajar con más rigor en todo lo concerniente a la inocuidad y la calidad del azúcar, para evitar posibles contaminaciones con ácaros y otros elementos», precisó.
Sostuvo que la producción de energía dentro de la zafra tendrá una importancia similar a la del crudo. Todos los ingenios son capaces de abastecerse de energía eléctrica y están conectados con el Sistema Electroenergético Nacional.
Explicó que se avanza en las negociaciones con una firma foránea para la ejecución de una bioeléctrica en el central Ciro Redondo, en Ciego de Ávila. También se construirá otra en el Jesús Rabí, de Matanzas, con capital y ejecución completamente autóctonos.
Aseguró que existen estudios para que se ejecuten, en un plazo relativamente mediano, bioeléctricas en los centrales 30 de Noviembre, en Artemisa; Mario Muñoz, en Matanzas; 5 de Septiembre, en Cienfuegos, y en el Fernando de Dios, en Holguín.
«También contamos con un estudio de factibilidad hasta el 2030, que contempla la posibilidad de construir 17 bioeléctricas en todo el país, en aras de auxiliar a la transformación de la matriz energética. Eso le sumará una generación de 775 megaWatts al Sistema Eléctroenergético Nacional. Triplicará el índice de generación de kiloWatts hora por tonelada de caña, el cual se comporta en estos momentos en 37 kiloWatts, y aspiramos a elevarlo a más de 110 kiloWatts», indicó.
Dentro de las prioridades inversionistas para la zafra 2014-2015 se incluye el rescate de las capacidades de almacenamiento de mieles y azúcar.
El funcionario alertó sobre el aprovechamiento del potencial de sacarosa de la caña, el cual debe comportarse al 90 por ciento para hacer una zafra eficiente. Ese indicador es y seguirá siendo una de los desafíos de la industria azucarera en el archipiélago, y se optimiza cuando los ingenios trabajan sin problemas.
La sacarosa perdida
Según datos ofrecidos por Azcuba, 1970 sigue siendo el año de mayor producción de crudo en la historia de esta industria en el país, cuando se alcanzaron los 8,5 millones de toneladas. La más exigua de las contiendas durante la Revolución se inscribe en 2007, cuando se logró un poco más de 1,1 millones de toneladas. La última se reconoce como la mayor de los últimos diez años.
«Por las condiciones de la siembra de la gramínea, las variedades que se emplean, los problemas industriales y climáticos (principalmente muchas precipitaciones), se ha perdido un entero en los rendimientos, en relación con los años de la década del 80. Eso significa que con la misma cantidad de caña antes se obtenía más crudo», explicó Méndez Torres.
Según el especialista, el país debe sembrar más variedades que contengan contenidos superiores de sacarosa para contribuir a revertir ese problema, el que se refleja negativamente en los resultados industriales.
Expertos de Azcuba significaron que con el Instituto Nacional de Investigaciones de la Caña de Azúcar (Inica) se está trabajando en el ordenamiento de la composición varietal, porque de esta depende la calidad del cultivo. No todas las variedades maduran con igual prontitud. Eso ayudará a resolver la dicotomía que ahora existe entre el aumento de los rendimientos agrícolas y los rendimientos de la caña a la hora de convertirse en crudo.
Señalaron que ha prevalecido la tendencia de que el productor mande bastante caña para el central, pero no se ha llegado a establecer como práctica que lo que más importa no es la cantidad, sino la calidad por el contenido de azúcar, lo que se conoce como rendimiento potencial de la caña (RPC).
Advirtieron que el país debe introducir tecnologías para detectar los niveles de sacarosa en caña, lo cual asegurará un alto RPC. En el central Jesús Rabí, en Matanzas, ya se cuenta con ese costoso equipo que permitirá defender la calidad en aras de un desarrollo sostenible.
Bernardo de la Peña Celecia, especialista de caña del Grupo Azucarero Azcuba, explicó que el crecimiento de un 12,3 por ciento de la caña se debe al incremento de las áreas con ese cultivo, y a que las zafras son cada vez más extensas, por haber mayor cantidad de materia prima para producir azúcar.
«Actualmente existen 617 731 hectáreas con caña, de las cuales el 73 por ciento está comprometido para la zafra que se avecina».
Insistió en que hay que ser más formales con la estrategia de corte e incorporar la aplicación de maduradores a la caña, pues hay volúmenes comprometidos para los meses de noviembre y diciembre que no han alcanzado la madurez vegetativa óptima en ese tiempo.
Al valorar las bondades del riego dijo que durante dos o tres años no ha habido sequía, pero cuando esta azota se destruyen las cepas y bajan estrepitosamente los rendimientos agrícolas, por lo que irrigar significa enfrentar ese fenómeno y poder sembrar caña todo el año.
«Si dependiéramos solo del período de lluvia habría que sembrar exclusivamente entre mayo y agosto, cuando el régimen de precipitaciones debe comportarse más alto. En los mejores años de la economía del país llegamos a tener entre 25 y 30 por ciento de los cañaverales bajo riego. Hubo un momento muy crítico, no muy lejano del presente, que apenas poseíamos el tres por ciento con riego.
«Ahora se trabaja con inversiones muy costosas en el rescate de los canales y sistemas para poder cubrir la mayor área posible. Gracias a eso tenemos aproximadamente el 10,6 por ciento de lo sembrado para moler con ese servicio garantizado», estimó.
Especialistas de Azcuba informaron que para el año 2015 el Grupo Azucarero contará con un monto de 13 millones de dólares para importar equipos y recuperar el valor de uso de las obras hidráulicas que incrementen las áreas bajo riego.
De la Peña se refirió a la manera en que se están acercando las áreas agrícolas a los ingenios, medida con la que el fondo de tierras debe crecer hasta llegar a 903 000 hectáreas. El año 2020 es la fecha acordada para lograr esa finalidad, que permitirá acortar a menos de 20 kilómetros la distancia entre la industria y los cañaverales. Eso contribuirá al ahorro de recursos, que es una fuente inestimable para alcanzar la prosperidad y sustentabilidad necesarias en la agroindustria azucarera cubana.
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