Científicos cubanos debaten para aclarar los términos medicina tradicional y medicina alternativa.
La Habana, 15 sep.- La polémica sobre la medicina tradicional y alternativa se incluye en la última edición de la Revista de Medicina Cubana, que reproduce el prólogo a un libro con análisis de ocho expertos sobre lo que debe incluirse o no dentro de las ciencias médicas.
El texto, lanzado en la XXIII Feria del Libro de La Habana en febrero de este año, toca una arista candente de las discusiones al interior de la comunidad científica del país, donde cobran auge desde hace 20 años prácticas curativas basadas en el uso de plantas, distintos tipos de energía y otros elementos como el agua y el ozono.
El volumen, resultado de una polémica suscitada por la publicación en la revista Juventud Técnica del artículo “Medicina sin apellidos”, que da título al libro, indica que en Cuba se desarrollaron estas opciones a raíz de la crisis económica que comenzó en 1991 -conocida como Período Especial- y persiste hasta hoy.
En el prólogo, el físico cubano Ernesto Altshuler comentó que “la medicina natural y tradicional, al combinarse con la psicología social asociada a la crisis, también abrió una verdadera caja de Pandora”.
A su juicio, extendió una “pléyade de tratamientos exóticos”, cuyo rasgo más común es “la universalidad”, es decir, la capacidad atribuida para resolver todo tipo de problemas.
Algunas de estas prácticas, como la fitoterapia, apiterapia, medicina tradicional asiática, ozonoterapia, homeopatía, terapia floral (de Bach), hidrología médica, ejercicios terapéuticos tradicionales y orientación nutricional naturalista, han sido admitidas como válidas por el Ministerio -cubano- de Salud Pública.
Una resolución de 2009 emitida por esa instancia de gobierno aprueba estos procedimientos, a pesar de que varios especialistas se cuestionan todavía su cientificidad.
Incluso, resaltó, la principal red en línea de las ciencias médicas en este archipiélago, Infomed, divulga prácticas como el uso de las pirámides con fines terapéuticos, la cual ni está recogida en el listado del ministerio cubano.
En el prólogo, a propósito de la compilación coordinada por el investigador Osvaldo de Melo, Jorge A. Bergado, del Centro Internacional de Restauración Neurológica, solicitó que las prácticas amparadas por las autoridades sanitarias pasen “por la experimentación rigurosa y la comprensión de los mecanismos implicados en tal o cual efecto”.
Sin embargo, la línea de análisis central en este libro es la desconstrucción de los conceptos medicina tradicional y natural. A decir de Bergado, estas definiciones a veces se usan para amparar “todo lo que no cabe en el concepto de medicina con base científica”, más que para dar unicidad y sustentos teóricos comunes a un grupo de prácticas.
En su artículo, reflexiona sobre la inutilidad de llamar “tradicional” en Cuba a procedimientos importados de Asia, que en realidad son “exóticos”, o sobre la paradoja de considerar “naturales” a las picaduras de abejas o la introducción de ozono en la sangre para aliviar enfermedades.
El investigador proporciona otros ejemplos y encuentra refutaciones y apoyo de especialistas en distintas áreas del conocimiento, como la física, biotecnología, matemática y la propia medicina.
La presencia de representantes de ambos bandos (el que defiende la medicina alternativa y el que apuesta por la medicina occidental), es, a juicio del profesor Altshuler, el motivo fundamental por el cual este libro resulta el “testimonio más directo de que se tenga noticia sobre el enfrentamiento entre medicinas con apellidos”. (2014)
La Habana, 15 sep.- La polémica sobre la medicina tradicional y alternativa se incluye en la última edición de la Revista de Medicina Cubana, que reproduce el prólogo a un libro con análisis de ocho expertos sobre lo que debe incluirse o no dentro de las ciencias médicas.
El texto, lanzado en la XXIII Feria del Libro de La Habana en febrero de este año, toca una arista candente de las discusiones al interior de la comunidad científica del país, donde cobran auge desde hace 20 años prácticas curativas basadas en el uso de plantas, distintos tipos de energía y otros elementos como el agua y el ozono.
El volumen, resultado de una polémica suscitada por la publicación en la revista Juventud Técnica del artículo “Medicina sin apellidos”, que da título al libro, indica que en Cuba se desarrollaron estas opciones a raíz de la crisis económica que comenzó en 1991 -conocida como Período Especial- y persiste hasta hoy.
En el prólogo, el físico cubano Ernesto Altshuler comentó que “la medicina natural y tradicional, al combinarse con la psicología social asociada a la crisis, también abrió una verdadera caja de Pandora”.
A su juicio, extendió una “pléyade de tratamientos exóticos”, cuyo rasgo más común es “la universalidad”, es decir, la capacidad atribuida para resolver todo tipo de problemas.
Algunas de estas prácticas, como la fitoterapia, apiterapia, medicina tradicional asiática, ozonoterapia, homeopatía, terapia floral (de Bach), hidrología médica, ejercicios terapéuticos tradicionales y orientación nutricional naturalista, han sido admitidas como válidas por el Ministerio -cubano- de Salud Pública.
Una resolución de 2009 emitida por esa instancia de gobierno aprueba estos procedimientos, a pesar de que varios especialistas se cuestionan todavía su cientificidad.
Incluso, resaltó, la principal red en línea de las ciencias médicas en este archipiélago, Infomed, divulga prácticas como el uso de las pirámides con fines terapéuticos, la cual ni está recogida en el listado del ministerio cubano.
En el prólogo, a propósito de la compilación coordinada por el investigador Osvaldo de Melo, Jorge A. Bergado, del Centro Internacional de Restauración Neurológica, solicitó que las prácticas amparadas por las autoridades sanitarias pasen “por la experimentación rigurosa y la comprensión de los mecanismos implicados en tal o cual efecto”.
Sin embargo, la línea de análisis central en este libro es la desconstrucción de los conceptos medicina tradicional y natural. A decir de Bergado, estas definiciones a veces se usan para amparar “todo lo que no cabe en el concepto de medicina con base científica”, más que para dar unicidad y sustentos teóricos comunes a un grupo de prácticas.
En su artículo, reflexiona sobre la inutilidad de llamar “tradicional” en Cuba a procedimientos importados de Asia, que en realidad son “exóticos”, o sobre la paradoja de considerar “naturales” a las picaduras de abejas o la introducción de ozono en la sangre para aliviar enfermedades.
El investigador proporciona otros ejemplos y encuentra refutaciones y apoyo de especialistas en distintas áreas del conocimiento, como la física, biotecnología, matemática y la propia medicina.
La presencia de representantes de ambos bandos (el que defiende la medicina alternativa y el que apuesta por la medicina occidental), es, a juicio del profesor Altshuler, el motivo fundamental por el cual este libro resulta el “testimonio más directo de que se tenga noticia sobre el enfrentamiento entre medicinas con apellidos”. (2014)
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