Los precios se resisten a bajar en las tarimas de productos del campo, mientras se caldea el debate social a la espera de beneficios por medidas sucesivas para reordenar ese comercio.
Los precios en los mercados de productos del agro subieron en Cuba durante el primer semestre del año. Lo indican cálculos a partir de reportes oficiales, la eclosión de comentarios en la prensa local y la percepción del consumidor común.
El tema se mantiene vivo en el debate popular por las tensiones a que somete el bolsillo y por medidas que ha adoptado el gobierno sucesivamente para tratar de reordenar, sin mucho éxito, una de las áreas más sensibles de la economía doméstica.
En las últimas semanas, tanto la televisión como periódicos y revistas de los más leídos han tratado el asunto con un enfoque crítico. Sin embargo, uno de los más extensos, publicado en el diario Juventud Rebelde en dos partes, defiende la tesis de que los precios experimentaron una desaceleración en el primer semestre del actual año. Tomando como referencia datos presentados por la Oficina Nacional de Estadísticas e Información (ONEI), el periodista René Tamayo sostiene que los precios de ese mercado “entre enero y junio subieron de forma más lenta”.
Según sus cuentas, el precio de una tonelada promedio de productos agrícolas y cárnicos creció en ese período sobre un cuatro por ciento en el mercado agropecuario, en comparación con similar etapa de 2013. Aunque el alza sigue golpeando a los consumidores, el analista observa que “el incremento de un dígito (…) quedó muy por debajo de las subidas de dos dígitos –alrededor del 20 por ciento-, en uno y otro de período de 2012 y 2013”.
El informe Ventas de productos agropecuarios. Indicadores seleccionados, de la ONEI, reportó que en el primer semestre de 2014 las ventas en valores de las diferentes formas de mercados y puntos agropecuarios ascendieron a un total de 1.533 millones de pesos, un 16,1 por ciento por encima de igual etapa del año previo. Pero medida en unidades físicas (toneladas), la venta en los puntos comerciales de mayor concurrencia trepó menos.
En los mercados agropecuarios estatales (MAE), que soportan la mitad de todo ese comercio, la ejecución de productos agrícolas llegó hasta cerca de 181 mil toneladas, un 5,4 por ciento más que en el primer semestre del 2013, mientras en valores ascendió un 16,6 por ciento, hasta casi 631 millones de pesos.
El acento más fuerte para el crecimiento medido en valores indica a las claras un encarecimiento de las hortalizas, viandas, granos y frutas.La creación del mercado mayorista de El Trigal, administrado por una cooperativa, es uno de los pasos para reorganizar el comercio agrícola entre la capital y dos provincias vecinas, Artemisa y Mayabeque.
Con los productos cárnicos ocurrió diferente. En los MAE, aumentó un 60 por ciento la cantidad de toneladas vendidas, pero en valores la venta solo avanzó un 43 por ciento. De cualquier manera, la transacción de cerdo y otras carnes es mucho menos voluminosa que la oferta agrícola (3,455 toneladas por 108 millones de pesos, de enero a junio).
La ralentización general de precios observada por Juventud Rebelde, el diario la consideró “una buena señal”. Aunque el periodista admite que “no muchos compartirán mi entusiasmo, afirma que las medidas de la actualización o transformación del modelo económico cubano empiezan a madurar y dar resultados en el sector agropecuario. Reconoce, en cambio, la insuficiencia de datos de la ONEI para hacer afirmación tan rotunda.
Lo cierto es que la población cubana continúa mostrando insatisfacción frente a las tarimas de los mercados. En comentarios reproducidos en el programa Cuba dice, del Noticiero Estelar de la Televisión Cubana, los encuestados manifestaron incomodidad con la resistencia de los precios a bajar y con la falta de correspondencia entre las tendencias inflacionarias de esos productos y los niveles salariales del país. Con el salario medio en Cuba -471 pesos al cierre de 2013, según la ONEI-, un consumidor dispone de estrecha capacidad adquisitiva para enfrentarse a un mercado donde una libra de carne de puerco promedia –sin discriminar calidades o partes del cerdo- entre 16 y 20 pesos.
La polémica en torno al escalón comercial responsable de los altos precios ocupa a medios de prensa y consumidores desde hace meses. Las voces juzgan lo mismo a los productores agrarios que a los comerciantes minoristas en sus diversas formas: mercados agropecuarios (MAE), mercados de oferta y demanda (MAOD), puntos de ventas en barrios, carretilleros.
Los ojos en más de un caso se dirigen hacia el primer mercado mayorista que funciona como cooperativa en el país, El Trigal, cuya utilidad como escalón intermedio aparece cuestionada por la población, periodistas o los propios productores. Los campesinos achacan parte de la culpa del encarecimiento de los alimentos a los intermediarios que compran en El Trigal los productos que luego distribuyen por los mercados minoristas.
Sin embargo, algunos productores entrevistados en El Trigal por Cuba dice no pudieron explicar la razón de sus altos precios, mientras otros apuntaron hacia el incremento este año del costo de los insumos agrícolas empleados en los cultivos. En un reportaje publicado en la revista de más circulación en Cuba, Bohemia, varios campesinos señalaron esos gastos entre factores que impactan sobre el costo de producción de las cosechas y, por consiguiente, en los precios que ponen a su oferta.
Las empresas suministradoras del Estado también se defienden. Según argumenta a Bohemia el director general de uno de sus grupos empresariales, Tomás Rafael Rodríguez, “la medida estatal de venderlos sin subsidios (los recursos para la producción) comenzó en mayo de este año, pero antes ¿por qué los agricultores ponían los mismos precios altos a sus producciones? Es una justificación sin sentido”.
Pero lo cierto es que el crecimiento de los costos en cualquier actividad económica empujará siempre los precios al alza.
El gobierno ha reorganizado en más de una oportunidad el comercio de producciones agrícolas. Entre los pasos más recientes se encuentran la creación del mercado mayorista de El Trigal y la liberación experimental de la mayoría de los precios que ponen los productores en tres provincias, La Habana, Mayabeque y Artemisa. Mientras, la capital es la mayor consumidora de alimentos, Artemisa y Mayabeque clasifican tradicionalmente entre las potencias agropecuarias del país.
Pero los beneficios tardan. Los consumidores, entretanto, continúan aguardando por un reflejo de las medidas en su poder adquisitivo. (2014)
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