"De pensamiento es la guerra mayor que se nos hace: ganémosla a pensamiento" José Martí

viernes, 24 de octubre de 2014

En Panamá acuarelas de Tony Guerrero: Yo me muero como viví

Por Luis Manuel Arce Isaac
 
Panamá, 24 oct (PL) Una exposición de 15 acuarelas pintadas por el antiterrorista cubano Antonio Guerrero, preso injustamente en Estados Unidos, fue inaugurada hoy en la Galería de Arte de la Facultad de Derecho de la Universidad de Panamá por su hermana María Eugenia.Se trata de una angustiosa y dramática crónica que narra en líneas, formas y colores la supervivencia, más que la vivencia, de Gerardo Hernández, Ramón Labañino, el propio Tony, Fernando González y René González, en aquellos 17 meses que pasaron confinados en el "hueco", la tristemente célebre celda de castigo del Centro Federal de Detención de Miami.

Como expresara Tony las 15 imágenes, que proyectan una visión desde adentro hacia afuera, tienen en común recuerdos imborrables para ellos del injusto y cruel tratamiento que han recibido desde el primer día de su arresto aquel 12 de septiembre de 1998.

Entre el primer cuadro con el grotesco recibimiento de una colcha y un rollo de papel sanitario, hasta el último que habla de mala salud por el maltrato, el estrés que provoca la injusticia, y la falta de atención médica, median 15 años de sufrimiento, pero también de una entereza y heroísmo antológicos.

Tony quiso hacer esa cantidad exacta de acuarelas porque el año que concretó la idea, 2013, se cumplían 15 de encerramiento brutal, injusto, ilegítimo e inhumano, y en una síntesis envidiable describe cómo en ese largo tiempo les roban sus nombres con la intención de borrar sus identidades y convertirlos en números.

Pero qué paradoja, los números que trascendieron la historia no fueron los que les asignaron en prisión, sino el que surgió de la unión inquebrantable de Los Cinco para expresar que Gerardo, Ramón, Tony, Fernando y René, son uno y todos a la vez.

Y esa invalorable colección de acuarelas cuenta eso y mucho más: el vejamen de los guardias en el chequeo, las rejillas de ventilación como conductos de comunicación entre sí, las cadenas que amarraban pies y manos pero jamás sus voluntades, o las ingeniosas formas para burlar el tedio y combatir la angustia.

Esos dibujos, creados con la premura de quien busca ganar tiempo al mismísimo tiempo antes que se agote, pero a la vez con la meticulosidad del pensador para que no escape ningún detalle que pueda dejar incompleta la historia, tienen la virtud de agigantar más la admiración por esos hombres fieles a su himno y título de la exposición de Tony: "Yo me muero como viví".

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