Por Tania Chappi Docurro, Temas
Quienes pensaron que se trataba de un asunto de menor interés o nivel polémico, sin duda cometieron un error de apreciación. El pronóstico de Raúl Garcés, subdirector de la revista y moderador del encuentro, acerca de que durante las dos horas siguientes habría mucha tela por dónde cortar se cumplió plenamente. A ello contribuyeron tanto el público presente en el Centro Cultural Fresa y Chocolate, del ICAIC, como un panel integrado por Natalia Bolívar, escritora e investigadora (quien en 1959 dirigiera el Museo nacional de Bellas Artes, el Napoleónico y luego el Numismático); Telmo Lorenzo Ledo Llanes, especialista de la Dirección de desarrollo del Ministerio de Turismo, a cargo del turismo de naturaleza, aventuras y rural; Gladys Collazo, presidenta del Consejo Nacional de Patrimonio Cultural; y Michael González, jefe del Departamento de investigaciones históricas y museológicas, de la Oficina del Historiador de la ciudad de La Habana.
Como es de rigor, el primer acercamiento al tema (el futuro del patrimonio) fue de carácter conceptual. ¿Cuándo algo tiene condición patrimonial?, inquirió Garcés.
“Para mí, patrimonio es lo que me ha legado la familia, los abuelos y bisabuelos, pero también el legado de las diversas comunidades que viven en el mundo”, reflexionó Natalia Bolívar. “En el caso de Cuba, nos nutren muchos elementos de herencia africana, y de los indígenas. Eso ha venido a formar parte de lo que llamamos la identidad nacional, el patrimonio tangible –este se toca, se oye, o se ve- y el intangible, que recibimos por tradición oral”. Estudiosos como Lydia Cabrera han recopilado tal conocimiento, por ejemplo “los patakíes, las enseñanzas que nos da Ifá en su sistema adivinatorio, el cual ha sido declarado por la UNESCO patrimonio intangible”.
La renombrada investigadora añadió que ella no es partidaria de esa división, pues generalmente cada tipo de patrimonio provee al otro. Luego rememoró sus primeros pasos al frente del Museo Nacional de Bellas Artes: al inicio de la Revolución formó parte de quienes intervinieron militarmente la institución, para impedir que las piezas expuestas en ella fueran sacadas del país. De inmediato trabajaron, con el entonces Ministro de Relaciones Exteriores, en la elaboración de regulaciones sobre protección patrimonial, de modo que las obras de arte no pudieran pasar por la Aduana. Poco después ella se reunió con Julio Lobo, Gómez Mena, el Conde de Lagunillas y otros propietarios -o sus apoderados- de las colecciones existentes en el Museo; en presencia de abogados y notarios firmaron documentos que legalizaban mantener allí, en calidad de depósito, las obras.”
Precisiones en torno al concepto de patrimonio cultural ofreció Gladys Collazo: “Son los bienes muebles o inmuebles relevantes o representativos de una manifestación determinada: la arqueología, las artes plásticas y decorativas, las ciencias naturales. Los tipos de patrimonio son variados; todavía muchos expertos del tema no se ponen de acuerdo para definir qué es patrimonio intangible o inmaterial o patrimonio vivo.
“Cuba es signataria de convenciones internacionales: la Convención del patrimonio mundial, la Convención en contra del tráfico ilícito, la del Patrimonio inmaterial, y la Convención de la diversidad cultural. Es decir, se debe regir por lo expresado en ellas. Yo concuerdo con Natalia en que hay que ver el patrimonio de manera integral, pero para los profesionales y la academia se hacen esas distinciones. Dentro del patrimonio inmueble están las construcciones conmemorativas, las domésticas, las militares, y cada una tiene su especificidad”.
Michael González se refirió al patrimonio industrial. Este es una manifestación del cultural y en las últimas décadas ha ganado en bagaje teórico y en organización. La tarea de protegerlo “se inició en Inglaterra a mediados del siglo XX, aunque había algunas ideas previas. No es más que el rescate de antiguas manufacturas, fábricas, minas; sobre todo al inicio de esta vertiente se escogieron las muy vinculadas con la Revolución Industrial inglesa. Se trata de reproducir el entorno en que se realizaban aquellas producciones, no solo mostrar la arquitectura, sino también el modo de vida de los obreros, las agotadoras jornadas de trabajo de hombres, mujeres y niños, la relación de las fábricas con el transporte, cómo eso iba conformando una región, una manera de ser. El patrimonio industrial tiene un componente tecnológico, de procesos, pero puede ser considerado desde el punto de vista social, demográfico”.
Además, “en países punteros en el cuidado del patrimonio, como Italia, se utilizan esas instalaciones industriales para darles un sentido diferente, instalar en ellas galerías de arte, salas de música”.
Uno de los propósitos de la Oficina del Historiador es restaurar algunos sitios vinculados con la industria que se desarrolló alrededor del puerto de La Habana: almacenes, lugares de construcción de barcos y ferrocarriles, entre otros. Cerca de la rada habanera, en Blanco y Colón, permanece un edificio erigido a inicios del siglo XX con el objetivo de generar electricidad para los tranvías, en este momento tiene otras funciones; “un proyecto de rescate es recrear ahí el ambiente, el entorno, cómo transcurría a nivel de procesos tecnológicos y social la vida en ese lugar”, informó el panelista.
Según Telmo Lorenzo Ledo, el Ministerio del Turismo y todas sus dependencias consideran el patrimonio “un atributo de primer nivel. Entre los principales motivos de viajar a Cuba está el interés por conocer al pueblo cubano, cuyas características pertenecen al patrimonio intangible. Las playas y en general la naturaleza constituyen también importantes atractivos”. Acto seguido mencionó enclaves patrimoniales en los cuales se realizan actividades turísticas: las Cuevas de Bellamar (el más antiguo sitio turístico de la Isla), los hoteles Nacional, Inglaterra y Riviera, el cabaret Tropicana, la Casa Dupont (Xanadú) en Varadero; la localidad de Viñales (Patrimonio Cultural de la Humanidad), los Parques Nacionales Alejandro de Humboldt, en Guantánamo y Holguín, y el Desembarco del Granma. “También hay actividad turística en las siete primeras villas construidas en Cuba”, puntualizó.
Realidades y aspiraciones
Políticas, limitaciones materiales, insuficiente información, educación, conciencia ciudadana, fueron expresiones recurrentes en la segunda parte del encuentro.
Es necesario invertir mucho dinero y recursos para conservar el patrimonio natural y el cultural, aseveró Gladys Collazo. El país “posee 333 museos y 527 sitios declarados monumentos nacionales, locales, o zona de protección. En 1977 la Asamblea Nacional votó dos leyes: la del Patrimonio Cultural y la de los Monumentos y Sitios (después sustituidas por la Ley 106 de 2009, relacionada con el sistema de museos). En este sentido Cuba es privilegiada y se puede decir que tiene una política al respecto. Pero no basta con las leyes, hay que hacerlas cumplir.
“Los problemas son variados. El tener nueve sitios registrados como Patrimonio de la Humanidad es un compromiso de Cuba con el mundo”. Contra el empeño de preservarlos conspiran las indisciplinas ciudadanas, que son cada vez mayores. Y el hecho de que las entidades responsabilizadas con ese fin -la Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana, las oficinas del Conservador en el resto de las provincias, los centros provinciales de Patrimonio, las direcciones de Cultura, el gobierno de cada territorio- a veces no actúan de manera coordinada con otros organismos, por ejemplo Comunales. “Si cada cual hace lo que le parece conveniente y no tiene en cuenta a los expertos, se afecta el patrimonio”. Otra práctica negativa es el afán de incrementar la lista de lugares patrimoniales sin tener en cuenta la falta de recursos indispensables para garantizar el cuidado que requieren. De ese modo resulta difícil para los gobiernos establecer las prioridades y decidir qué poner en el plan de mantenimiento.
Por otro lado, aunque existen espacios en la radio y la televisión donde se aborda la temática, por ejemplo el programa Punto de partida, todavía la información transmitida no es suficiente, opinó la funcionaria.
El valor de la Educación Patrimonial, una disciplina impartida en universidades y generadora de eventos y talleres tendientes a sensibilizar a la población, fue reconocido por Michael González. Sin embargo, poco se logra con “decir que algo es importante porque muestra un fragmento de la historia, a la vez hay que buscar –de hecho se hace- qué puede representar ese patrimonio en la vida espiritual y material de las personas, cómo las puede beneficiar. Esto es un problema común para todas las naciones poseedoras de instituciones encargadas de gestionar o administrar patrimonio. En el caso de la Oficina del Historiador, responsabilizada con el Centro Histórico de La Habana (Patrimonio de la Humanidad desde 1982), las dificultades son numerosas. No siempre se tienen los fondos necesarios”.
Muy importante es el dinero, no obstante, los problemas inherentes a la actividad del turismo deben enfrentarse en primera instancia con voluntad y previsión, considera Telmo Lorenzo Ledo. Un muestra representativa de tal estrategia fue la apertura en Cayo Coco, durante 1992, del Centro de Investigaciones de Ecosistemas Costeros, incluso antes de edificar el primer hotel. “En aquel entonces todavía no se hablaba de cambio climático, pero Cuba ya se preparaba porque los estudios sobre el modelo de desarrollo turístico en la costa del Mediterráneo mostraban que allí el impacto había sido nefasto”.
Un sitio lesionado por desastres naturales y por las acciones de los seres humanos es Viñales, Monumento Nacional y Patrimonio Cultural de la Humanidad. En el poblado, el paso de dos ciclones conllevó la pérdida de tejados. Al reconstruirlos, los propietarios de algunos inmuebles no respetaron las regulaciones urbanísticas y en lugar de emplear tejas prefirieron dejar los techos planos, al parecer con la intención de edificar en el futuro una segunda planta y ampliar la cantidad de habitaciones que destinan a alquilar a los turistas. A la par, el lugar “parecía el potrero de Don Pío. Allí encontramos extranjeros subiendo los mogotes cuando todavía la escalada no está autorizada, y con manuales sobre las rutas elaborados en Miami. Ese Parque Nacional creó entonces un cuerpo de guardaparques que hoy controla el acceso al área”, relató el disertante.
Natalia Bolívar no se anduvo con medias tintas al exponer su criterio en relación con lo mal hecho: “He visto perder el patrimonio de mi país a través de diferentes vías: barcos, diplomáticos, coleccionistas… Fui a Puerto Rico en 1991 y encontré una publicación donde aparecía la Reina Sofía inaugurando su museo en España y en el fondo de la fotografía se veían dos grandes Sorolla del Museo Nacional de Cuba”.
Desde el auditorio varios asistentes expusieron sus inquietudes. Un joven que vio construir en Varadero un hotel sobre la Laguna del Mangón preguntó: ¿Cómo se vinculan el desarrollo turístico y la conservación del patrimonio ambiental en Cuba?
¿Cómo se establecen las prioridades en cuanto a la conservación, quiénes las deciden, cuál es la transparencia? ¿Cómo se maneja la relación entre el patrimonio arquitectónico de centros turísticos como Varadero y las nuevas construcciones? ¿Cómo enfrenta el Consejo Nacional de Patrimonio Cultural las políticas de actualización económica del país, al abordar la gestión de los museos locales?, preguntó otra persona.
La gestión del patrimonio conlleva un proceso que empieza con el conocimiento, no se puede amar lo que no se conoce. La información y la difusión son fundamentales, sentenció un experto.
A sensibilizar a la población hay que empezar desde la niñez, dijo una señora. Su razonamiento fue secundado por la directora de un famoso museo habanero: “Se han perdido las visitas de los niños, hoy en día se filman los museos para dar esas clases por la TV, eso no es defender el patrimonio”.
¿De qué manera contribuye con recursos económicos el Ministerio de Turismo en la conservación y salvaguarda del patrimonio? En el caso del turismo rural, ¿en qué medida participan las comunidades y se reflejan las ganancias en la sostenibilidad de esos asentamientos?, preguntó otra de las asistentes.
Algunos mostraron preocupación por el precario estado constructivo de inmuebles de relevancia histórica, y por la situación de las ciudades cubanas, en especial La Habana, “la más agredida del país. Se desbarata lo que se edificó durante siglos y lo que ahora se construye no sirve. En el Vedado, por ejemplo, los jardines están siendo ocupados por construcciones. Las instituciones responsables de controlar dan licencias para esas obras. Se está hablando de flexibilizar las regulaciones y eso es un riesgo serio. Siempre se responsabiliza a la ciudadanía, pero hay que empezar por los organismos, que son los principales violadores y no cumplen con lo establecido”, criticó una ciudadana. Mientras yo tomaba notas, mentalmente compartí el aplauso originado por esas palabras.
Las siguientes intervenciones de los panelistas pretendieron responder de modo puntual la mayoría de las interrogantes. Por razones de espacio me veo obligada a sintetizar al máximo los parlamentos.
Gladys Collazo es partidaria de no reabrir aquellos museos municipales que durante décadas han permanecido cerrados a causa de su deterioro y que no están comprendidos en los planes de restauración elaborados por los gobiernos respectivos. Las actuales regulaciones permiten trasladar sus colecciones hacia otras entidades. Sobre tal decisión inciden limitaciones financieras y la imposibilidad de adquirir la madera necesaria para rehabilitar los inmuebles construidos con ese material.
A los interesados en el futuro de la fábrica de tabacos La Corona, ofreció una primicia: el edificio, poseedor de valores patrimoniales, albergará “los almacenes del Museo Nacional de Bellas Artes, con las mejores condiciones; queremos que sea un lugar vivo, va a tener cafeterías, tiendas, centro de documentación”. También adelantó que el Museo de la Revolución, sometido en la actualidad a una reparación capital, exhibirá en una sala dedicada al Directorio 13 de Marzo lo que donaron varios integrantes de ese movimiento.
Para celebrar el quinientos aniversario de las primeras villas fundadas en Cuba (Baracoa y Bayamo, por ejemplo) ha habido en ellas una fuerte labor de restauración. En 2015 lo cumplirá Santiago de Cuba. “El gobierno de esa urbe está trabajando mucho con vista a esa conmemoración, junto con el Ministerio de Cultura y la Oficina del Historiador”, indicó.
Respecto a Viñales, alertó que si sus habitantes continúan priorizando la actividad turística y no protegen el paisaje cultural (las vegas de tabaco, las viviendas pintadas con colores tradicionales), la UNESCO puede retirar la Declaratoria de Patrimonio de la Humanidad que otorgó a la localidad.
Michael González explicó: imbricar los otrora espacios industriales con las diversas manifestaciones del arte posibilita que para el público la visita sea más emotiva y coadyuva a la sustentabilidad del rescate emprendido. “Es difícil que el patrimonio sea sustentable por sí mismo, ni siquiera lo logran los grandes museos del mundo; instituciones privadas y los Estados mantienen esos lugares”.
Como acciones educativas concebidas por la Oficina del Historiador de La Habana señaló el proyecto de las Rutas y Andares, y las denominadas aulas museo: parte de los niños del Centro Histórico recibe clases en locales habilitados en esas instituciones.
Natalia Bolívar insistió en “salvar la educación en las escuelas”, revisar lo que se imparte, crear nuevos planes de estudio, dotar a los alumnos de una base histórica seria. “Si no se empieza educando al niño estamos perdidos”.
Telmo Lorenzo Ledo reconoció que en décadas pasadas se tomaron decisiones dañinas para el patrimonio natural, como rellenar lagunas en algunos cayos y otros enclaves turísticos y sobre ellas edificar hoteles. Tal desacierto fue posible porque “faltaba una visión de conjunto e integralidad en los análisis”, por parte de los organismos que tenían que dar su aprobación. Por lo general ya no sucede en el ámbito de las nuevas construcciones; pero aún subsisten decisiones unilaterales que perjudican a los sitios patrimoniales. Una muestra son los permisos otorgados por el Ministerio de Trabajo para dedicar los locales a determinadas actividades, sin un consenso previo con los gobiernos y con las entidades a cargo de la política en materia de protección.
Dos prácticas ventajosas fueron implementadas por el Ministerio del Turismo: los proyectos de nuevas edificaciones necesitan el aval de arquitectos cubanos muy reconocidos “que trabajan en el Sistema del Turismo”, y desde mayo del presente año rige una Resolución que determina el procedimiento para aprobar productos turísticos de naturaleza y aventuras y rural; es decir, las ofertas a cargo de entidades estatales y de la población. Uno de sus capítulos recoge los principios de la sostenibilidad económica, social, ambiental, tecnológica y cultural que debe cumplir cualquier propuesta. Un postulado fundamental es la vinculación con las comunidades locales, precisó el funcionario.
Para cerrar esta reseña acudo a la intervención de un directivo del Colegio Universitario San Gerónimo, de la Oficina del Historiador de La Habana, quien manifestó que en Cuba poseemos “muy poca conciencia patrimonial, incluso el pueblo culto carece de suficiente sensibilidad en relación con el patrimonio, le falta información, conocimiento”. Instó a considerar con suma cautela el argumento económico, pues “muchas veces se plantea que no es factible económicamente restaurar alguna cosa, sin embargo, moralmente lo es, porque forma parte de la tradición, de la memoria histórica del país”. Y agregó: “Natalia Bolívar señalaba, con mucha razón, que cuando se pierde un documento, un inmueble, o se vandaliza un monumento, se está haciendo una herida profunda en el tejido moral de la nación cubana”.
Quienes pensaron que se trataba de un asunto de menor interés o nivel polémico, sin duda cometieron un error de apreciación. El pronóstico de Raúl Garcés, subdirector de la revista y moderador del encuentro, acerca de que durante las dos horas siguientes habría mucha tela por dónde cortar se cumplió plenamente. A ello contribuyeron tanto el público presente en el Centro Cultural Fresa y Chocolate, del ICAIC, como un panel integrado por Natalia Bolívar, escritora e investigadora (quien en 1959 dirigiera el Museo nacional de Bellas Artes, el Napoleónico y luego el Numismático); Telmo Lorenzo Ledo Llanes, especialista de la Dirección de desarrollo del Ministerio de Turismo, a cargo del turismo de naturaleza, aventuras y rural; Gladys Collazo, presidenta del Consejo Nacional de Patrimonio Cultural; y Michael González, jefe del Departamento de investigaciones históricas y museológicas, de la Oficina del Historiador de la ciudad de La Habana.
Como es de rigor, el primer acercamiento al tema (el futuro del patrimonio) fue de carácter conceptual. ¿Cuándo algo tiene condición patrimonial?, inquirió Garcés.
“Para mí, patrimonio es lo que me ha legado la familia, los abuelos y bisabuelos, pero también el legado de las diversas comunidades que viven en el mundo”, reflexionó Natalia Bolívar. “En el caso de Cuba, nos nutren muchos elementos de herencia africana, y de los indígenas. Eso ha venido a formar parte de lo que llamamos la identidad nacional, el patrimonio tangible –este se toca, se oye, o se ve- y el intangible, que recibimos por tradición oral”. Estudiosos como Lydia Cabrera han recopilado tal conocimiento, por ejemplo “los patakíes, las enseñanzas que nos da Ifá en su sistema adivinatorio, el cual ha sido declarado por la UNESCO patrimonio intangible”.
La renombrada investigadora añadió que ella no es partidaria de esa división, pues generalmente cada tipo de patrimonio provee al otro. Luego rememoró sus primeros pasos al frente del Museo Nacional de Bellas Artes: al inicio de la Revolución formó parte de quienes intervinieron militarmente la institución, para impedir que las piezas expuestas en ella fueran sacadas del país. De inmediato trabajaron, con el entonces Ministro de Relaciones Exteriores, en la elaboración de regulaciones sobre protección patrimonial, de modo que las obras de arte no pudieran pasar por la Aduana. Poco después ella se reunió con Julio Lobo, Gómez Mena, el Conde de Lagunillas y otros propietarios -o sus apoderados- de las colecciones existentes en el Museo; en presencia de abogados y notarios firmaron documentos que legalizaban mantener allí, en calidad de depósito, las obras.”
Precisiones en torno al concepto de patrimonio cultural ofreció Gladys Collazo: “Son los bienes muebles o inmuebles relevantes o representativos de una manifestación determinada: la arqueología, las artes plásticas y decorativas, las ciencias naturales. Los tipos de patrimonio son variados; todavía muchos expertos del tema no se ponen de acuerdo para definir qué es patrimonio intangible o inmaterial o patrimonio vivo.
“Cuba es signataria de convenciones internacionales: la Convención del patrimonio mundial, la Convención en contra del tráfico ilícito, la del Patrimonio inmaterial, y la Convención de la diversidad cultural. Es decir, se debe regir por lo expresado en ellas. Yo concuerdo con Natalia en que hay que ver el patrimonio de manera integral, pero para los profesionales y la academia se hacen esas distinciones. Dentro del patrimonio inmueble están las construcciones conmemorativas, las domésticas, las militares, y cada una tiene su especificidad”.
Michael González se refirió al patrimonio industrial. Este es una manifestación del cultural y en las últimas décadas ha ganado en bagaje teórico y en organización. La tarea de protegerlo “se inició en Inglaterra a mediados del siglo XX, aunque había algunas ideas previas. No es más que el rescate de antiguas manufacturas, fábricas, minas; sobre todo al inicio de esta vertiente se escogieron las muy vinculadas con la Revolución Industrial inglesa. Se trata de reproducir el entorno en que se realizaban aquellas producciones, no solo mostrar la arquitectura, sino también el modo de vida de los obreros, las agotadoras jornadas de trabajo de hombres, mujeres y niños, la relación de las fábricas con el transporte, cómo eso iba conformando una región, una manera de ser. El patrimonio industrial tiene un componente tecnológico, de procesos, pero puede ser considerado desde el punto de vista social, demográfico”.
Además, “en países punteros en el cuidado del patrimonio, como Italia, se utilizan esas instalaciones industriales para darles un sentido diferente, instalar en ellas galerías de arte, salas de música”.
Uno de los propósitos de la Oficina del Historiador es restaurar algunos sitios vinculados con la industria que se desarrolló alrededor del puerto de La Habana: almacenes, lugares de construcción de barcos y ferrocarriles, entre otros. Cerca de la rada habanera, en Blanco y Colón, permanece un edificio erigido a inicios del siglo XX con el objetivo de generar electricidad para los tranvías, en este momento tiene otras funciones; “un proyecto de rescate es recrear ahí el ambiente, el entorno, cómo transcurría a nivel de procesos tecnológicos y social la vida en ese lugar”, informó el panelista.
Según Telmo Lorenzo Ledo, el Ministerio del Turismo y todas sus dependencias consideran el patrimonio “un atributo de primer nivel. Entre los principales motivos de viajar a Cuba está el interés por conocer al pueblo cubano, cuyas características pertenecen al patrimonio intangible. Las playas y en general la naturaleza constituyen también importantes atractivos”. Acto seguido mencionó enclaves patrimoniales en los cuales se realizan actividades turísticas: las Cuevas de Bellamar (el más antiguo sitio turístico de la Isla), los hoteles Nacional, Inglaterra y Riviera, el cabaret Tropicana, la Casa Dupont (Xanadú) en Varadero; la localidad de Viñales (Patrimonio Cultural de la Humanidad), los Parques Nacionales Alejandro de Humboldt, en Guantánamo y Holguín, y el Desembarco del Granma. “También hay actividad turística en las siete primeras villas construidas en Cuba”, puntualizó.
Realidades y aspiraciones
Políticas, limitaciones materiales, insuficiente información, educación, conciencia ciudadana, fueron expresiones recurrentes en la segunda parte del encuentro.
Es necesario invertir mucho dinero y recursos para conservar el patrimonio natural y el cultural, aseveró Gladys Collazo. El país “posee 333 museos y 527 sitios declarados monumentos nacionales, locales, o zona de protección. En 1977 la Asamblea Nacional votó dos leyes: la del Patrimonio Cultural y la de los Monumentos y Sitios (después sustituidas por la Ley 106 de 2009, relacionada con el sistema de museos). En este sentido Cuba es privilegiada y se puede decir que tiene una política al respecto. Pero no basta con las leyes, hay que hacerlas cumplir.
“Los problemas son variados. El tener nueve sitios registrados como Patrimonio de la Humanidad es un compromiso de Cuba con el mundo”. Contra el empeño de preservarlos conspiran las indisciplinas ciudadanas, que son cada vez mayores. Y el hecho de que las entidades responsabilizadas con ese fin -la Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana, las oficinas del Conservador en el resto de las provincias, los centros provinciales de Patrimonio, las direcciones de Cultura, el gobierno de cada territorio- a veces no actúan de manera coordinada con otros organismos, por ejemplo Comunales. “Si cada cual hace lo que le parece conveniente y no tiene en cuenta a los expertos, se afecta el patrimonio”. Otra práctica negativa es el afán de incrementar la lista de lugares patrimoniales sin tener en cuenta la falta de recursos indispensables para garantizar el cuidado que requieren. De ese modo resulta difícil para los gobiernos establecer las prioridades y decidir qué poner en el plan de mantenimiento.
Por otro lado, aunque existen espacios en la radio y la televisión donde se aborda la temática, por ejemplo el programa Punto de partida, todavía la información transmitida no es suficiente, opinó la funcionaria.
El valor de la Educación Patrimonial, una disciplina impartida en universidades y generadora de eventos y talleres tendientes a sensibilizar a la población, fue reconocido por Michael González. Sin embargo, poco se logra con “decir que algo es importante porque muestra un fragmento de la historia, a la vez hay que buscar –de hecho se hace- qué puede representar ese patrimonio en la vida espiritual y material de las personas, cómo las puede beneficiar. Esto es un problema común para todas las naciones poseedoras de instituciones encargadas de gestionar o administrar patrimonio. En el caso de la Oficina del Historiador, responsabilizada con el Centro Histórico de La Habana (Patrimonio de la Humanidad desde 1982), las dificultades son numerosas. No siempre se tienen los fondos necesarios”.
Muy importante es el dinero, no obstante, los problemas inherentes a la actividad del turismo deben enfrentarse en primera instancia con voluntad y previsión, considera Telmo Lorenzo Ledo. Un muestra representativa de tal estrategia fue la apertura en Cayo Coco, durante 1992, del Centro de Investigaciones de Ecosistemas Costeros, incluso antes de edificar el primer hotel. “En aquel entonces todavía no se hablaba de cambio climático, pero Cuba ya se preparaba porque los estudios sobre el modelo de desarrollo turístico en la costa del Mediterráneo mostraban que allí el impacto había sido nefasto”.
Un sitio lesionado por desastres naturales y por las acciones de los seres humanos es Viñales, Monumento Nacional y Patrimonio Cultural de la Humanidad. En el poblado, el paso de dos ciclones conllevó la pérdida de tejados. Al reconstruirlos, los propietarios de algunos inmuebles no respetaron las regulaciones urbanísticas y en lugar de emplear tejas prefirieron dejar los techos planos, al parecer con la intención de edificar en el futuro una segunda planta y ampliar la cantidad de habitaciones que destinan a alquilar a los turistas. A la par, el lugar “parecía el potrero de Don Pío. Allí encontramos extranjeros subiendo los mogotes cuando todavía la escalada no está autorizada, y con manuales sobre las rutas elaborados en Miami. Ese Parque Nacional creó entonces un cuerpo de guardaparques que hoy controla el acceso al área”, relató el disertante.
Natalia Bolívar no se anduvo con medias tintas al exponer su criterio en relación con lo mal hecho: “He visto perder el patrimonio de mi país a través de diferentes vías: barcos, diplomáticos, coleccionistas… Fui a Puerto Rico en 1991 y encontré una publicación donde aparecía la Reina Sofía inaugurando su museo en España y en el fondo de la fotografía se veían dos grandes Sorolla del Museo Nacional de Cuba”.
Desde el auditorio varios asistentes expusieron sus inquietudes. Un joven que vio construir en Varadero un hotel sobre la Laguna del Mangón preguntó: ¿Cómo se vinculan el desarrollo turístico y la conservación del patrimonio ambiental en Cuba?
¿Cómo se establecen las prioridades en cuanto a la conservación, quiénes las deciden, cuál es la transparencia? ¿Cómo se maneja la relación entre el patrimonio arquitectónico de centros turísticos como Varadero y las nuevas construcciones? ¿Cómo enfrenta el Consejo Nacional de Patrimonio Cultural las políticas de actualización económica del país, al abordar la gestión de los museos locales?, preguntó otra persona.
La gestión del patrimonio conlleva un proceso que empieza con el conocimiento, no se puede amar lo que no se conoce. La información y la difusión son fundamentales, sentenció un experto.
A sensibilizar a la población hay que empezar desde la niñez, dijo una señora. Su razonamiento fue secundado por la directora de un famoso museo habanero: “Se han perdido las visitas de los niños, hoy en día se filman los museos para dar esas clases por la TV, eso no es defender el patrimonio”.
¿De qué manera contribuye con recursos económicos el Ministerio de Turismo en la conservación y salvaguarda del patrimonio? En el caso del turismo rural, ¿en qué medida participan las comunidades y se reflejan las ganancias en la sostenibilidad de esos asentamientos?, preguntó otra de las asistentes.
Algunos mostraron preocupación por el precario estado constructivo de inmuebles de relevancia histórica, y por la situación de las ciudades cubanas, en especial La Habana, “la más agredida del país. Se desbarata lo que se edificó durante siglos y lo que ahora se construye no sirve. En el Vedado, por ejemplo, los jardines están siendo ocupados por construcciones. Las instituciones responsables de controlar dan licencias para esas obras. Se está hablando de flexibilizar las regulaciones y eso es un riesgo serio. Siempre se responsabiliza a la ciudadanía, pero hay que empezar por los organismos, que son los principales violadores y no cumplen con lo establecido”, criticó una ciudadana. Mientras yo tomaba notas, mentalmente compartí el aplauso originado por esas palabras.
Las siguientes intervenciones de los panelistas pretendieron responder de modo puntual la mayoría de las interrogantes. Por razones de espacio me veo obligada a sintetizar al máximo los parlamentos.
Gladys Collazo es partidaria de no reabrir aquellos museos municipales que durante décadas han permanecido cerrados a causa de su deterioro y que no están comprendidos en los planes de restauración elaborados por los gobiernos respectivos. Las actuales regulaciones permiten trasladar sus colecciones hacia otras entidades. Sobre tal decisión inciden limitaciones financieras y la imposibilidad de adquirir la madera necesaria para rehabilitar los inmuebles construidos con ese material.
A los interesados en el futuro de la fábrica de tabacos La Corona, ofreció una primicia: el edificio, poseedor de valores patrimoniales, albergará “los almacenes del Museo Nacional de Bellas Artes, con las mejores condiciones; queremos que sea un lugar vivo, va a tener cafeterías, tiendas, centro de documentación”. También adelantó que el Museo de la Revolución, sometido en la actualidad a una reparación capital, exhibirá en una sala dedicada al Directorio 13 de Marzo lo que donaron varios integrantes de ese movimiento.
Para celebrar el quinientos aniversario de las primeras villas fundadas en Cuba (Baracoa y Bayamo, por ejemplo) ha habido en ellas una fuerte labor de restauración. En 2015 lo cumplirá Santiago de Cuba. “El gobierno de esa urbe está trabajando mucho con vista a esa conmemoración, junto con el Ministerio de Cultura y la Oficina del Historiador”, indicó.
Respecto a Viñales, alertó que si sus habitantes continúan priorizando la actividad turística y no protegen el paisaje cultural (las vegas de tabaco, las viviendas pintadas con colores tradicionales), la UNESCO puede retirar la Declaratoria de Patrimonio de la Humanidad que otorgó a la localidad.
Michael González explicó: imbricar los otrora espacios industriales con las diversas manifestaciones del arte posibilita que para el público la visita sea más emotiva y coadyuva a la sustentabilidad del rescate emprendido. “Es difícil que el patrimonio sea sustentable por sí mismo, ni siquiera lo logran los grandes museos del mundo; instituciones privadas y los Estados mantienen esos lugares”.
Como acciones educativas concebidas por la Oficina del Historiador de La Habana señaló el proyecto de las Rutas y Andares, y las denominadas aulas museo: parte de los niños del Centro Histórico recibe clases en locales habilitados en esas instituciones.
Natalia Bolívar insistió en “salvar la educación en las escuelas”, revisar lo que se imparte, crear nuevos planes de estudio, dotar a los alumnos de una base histórica seria. “Si no se empieza educando al niño estamos perdidos”.
Telmo Lorenzo Ledo reconoció que en décadas pasadas se tomaron decisiones dañinas para el patrimonio natural, como rellenar lagunas en algunos cayos y otros enclaves turísticos y sobre ellas edificar hoteles. Tal desacierto fue posible porque “faltaba una visión de conjunto e integralidad en los análisis”, por parte de los organismos que tenían que dar su aprobación. Por lo general ya no sucede en el ámbito de las nuevas construcciones; pero aún subsisten decisiones unilaterales que perjudican a los sitios patrimoniales. Una muestra son los permisos otorgados por el Ministerio de Trabajo para dedicar los locales a determinadas actividades, sin un consenso previo con los gobiernos y con las entidades a cargo de la política en materia de protección.
Dos prácticas ventajosas fueron implementadas por el Ministerio del Turismo: los proyectos de nuevas edificaciones necesitan el aval de arquitectos cubanos muy reconocidos “que trabajan en el Sistema del Turismo”, y desde mayo del presente año rige una Resolución que determina el procedimiento para aprobar productos turísticos de naturaleza y aventuras y rural; es decir, las ofertas a cargo de entidades estatales y de la población. Uno de sus capítulos recoge los principios de la sostenibilidad económica, social, ambiental, tecnológica y cultural que debe cumplir cualquier propuesta. Un postulado fundamental es la vinculación con las comunidades locales, precisó el funcionario.
Para cerrar esta reseña acudo a la intervención de un directivo del Colegio Universitario San Gerónimo, de la Oficina del Historiador de La Habana, quien manifestó que en Cuba poseemos “muy poca conciencia patrimonial, incluso el pueblo culto carece de suficiente sensibilidad en relación con el patrimonio, le falta información, conocimiento”. Instó a considerar con suma cautela el argumento económico, pues “muchas veces se plantea que no es factible económicamente restaurar alguna cosa, sin embargo, moralmente lo es, porque forma parte de la tradición, de la memoria histórica del país”. Y agregó: “Natalia Bolívar señalaba, con mucha razón, que cuando se pierde un documento, un inmueble, o se vandaliza un monumento, se está haciendo una herida profunda en el tejido moral de la nación cubana”.
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