Por Marco Antonio Moreno
Si bien las reuniones de la semana pasada entre la UE y el gobierno griego habían generado un poco de optimismo, la reunión de ayer cerró todas la puertas y dio cuenta de la inevitable fractura de Europa. Alemania no está dispuesta a ceder ni un ápice, pese a que las políticas que ha implantado para toda Europa en los últimos siete años han sido un rotundo fracaso y están condenando a Europa a una tercera recesión. Este malestar económico ya comienzan a sufrirlo los propios alemanes (de ahí que Angela Merkel sufriera el pasado domingo su mayor derrota política en Hamburgo). Esto ha llevado al gobierno alemán a desconocer las elecciones democráticas, tal como ayer lo planteó Wolfgang Schauble, el ministro de finanzas de Alemania: "Yanis Varoufakis es un pésimo ministro para Grecia". Olvida Schauble que el gobierno de Tsipras fue elegido por amplia mayoria y que los planes de Varoufakis tienen un respaldo del 79 por ciento de la población.
Con sus palabras, Schauble sigue demostrando la ceguera de la troika frente a la crisis, que en siete años no ha hecho nada más que enriquecer a los banqueros y sus dueños. Esta es una de las múltiples variantes europeas que alientan los espiritus antidemocráticos de Europa. Schauble ya había declarado que para él las elecciones griegas era como si no existieran. Y ayer reafirmó que la actitud del gobierno griego es irresponsable, seguramente por aplicar consistentemente su mandato electoral y no obedecer los dictados de la Troika. El miedo de Schauble es muy claro: si se acepta la petición de Grecia, Portugal e Italia seguirán el ejemplo y eso pondría en serios apuros a Alemania y todo el proyecto-negocio de la moneda única.
Si bien las reuniones de la semana pasada entre la UE y el gobierno griego habían generado un poco de optimismo, la reunión de ayer cerró todas la puertas y dio cuenta de la inevitable fractura de Europa. Alemania no está dispuesta a ceder ni un ápice, pese a que las políticas que ha implantado para toda Europa en los últimos siete años han sido un rotundo fracaso y están condenando a Europa a una tercera recesión. Este malestar económico ya comienzan a sufrirlo los propios alemanes (de ahí que Angela Merkel sufriera el pasado domingo su mayor derrota política en Hamburgo). Esto ha llevado al gobierno alemán a desconocer las elecciones democráticas, tal como ayer lo planteó Wolfgang Schauble, el ministro de finanzas de Alemania: "Yanis Varoufakis es un pésimo ministro para Grecia". Olvida Schauble que el gobierno de Tsipras fue elegido por amplia mayoria y que los planes de Varoufakis tienen un respaldo del 79 por ciento de la población.
Con sus palabras, Schauble sigue demostrando la ceguera de la troika frente a la crisis, que en siete años no ha hecho nada más que enriquecer a los banqueros y sus dueños. Esta es una de las múltiples variantes europeas que alientan los espiritus antidemocráticos de Europa. Schauble ya había declarado que para él las elecciones griegas era como si no existieran. Y ayer reafirmó que la actitud del gobierno griego es irresponsable, seguramente por aplicar consistentemente su mandato electoral y no obedecer los dictados de la Troika. El miedo de Schauble es muy claro: si se acepta la petición de Grecia, Portugal e Italia seguirán el ejemplo y eso pondría en serios apuros a Alemania y todo el proyecto-negocio de la moneda única.
Un programa disfuncional, analfabeto e insostenible
Varoufakis rechazó la oferta de la UE de extender sus actuales 240 mil millones de euros de rescate, por considerarlo un plan que calificó de "absurdo" e "inaceptable". Varoufakis dijo que estaba dispuesto a aceptar un acuerdo, pero en condiciones diferentes. Como señalamos aquí, la deuda griega es impagable y todo plan que pretenda seguir exigiendo su pago es tan absurdo como demencial. La deuda no se puede pagar y eso lo sabe el BCE, la UE, la CE y el FMI. Por eso quehacer planes de pago sin considerar el crecimiento económico no lleva a ninguna parte. Varoufakis ha pedido que el pago se establezca en relación al crecimiento del país, pero la UE hace oídos sordos. Más aún: impone el mismo plan de austeridad, recortes y privatizaciones que ha impuesto en el sur de Europa, una estrategia que no ha dado resultados. El régimen de la troika ha demostrado ser disfuncional, económicamente analfabeto, y políticamente insostenible como se aprecia con las revueltas en Grecia, Portugal, Italia y España.
El documento presentado al gobierno griego reitera que el programa de la troika se mantiene y debe prorrogarse por seis meses. Para la troika, el gobierno griego debe renunciar a cualquier tipo de acción unilateral. En otras palabras, debe obedecer a sus socios europeos y seguir todas las instrucciones referidas a la política fiscal, las privatizaciones, el mercado laboral, las pensiones, etc. Es decir, lo mismo que la troika viene exigiendo desde hace seis años, lo que demuestra incluso la falta de imaginación de la burocracia de Bruselas. El documento también afirma que todos los fondos financieros otorgados por la UE y el BCE se utilizarán para recapitalizar a los bancos y se concederán sobre la base de las decisiones de las instituciones del eurogrupo.
Como vemos, se trata de una propuesta que el gobierno griego, con razón, rechazó con gran determinación, juzgándola de "absurda e inaceptable". Las presiones sobre Grecia confirman que el sistema financiero está al borde del colapso, amenazando con arrastrar a todo el sistema capitalista a su enorme agujero negro. Y como ante todo agujero negro, hay que buscar mantenerse lejos del círculo de acreción. La inevitable salida de Grecia del euro, puede ayudarla a escapar de la fuerza de este black hole creado en Alemania... y que puede hundir a toda Europa.
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