El maltrato de género califica como un problema de salud según organismos sanitarios mundiales y regionales.
La Habana, 19 feb.- "Es un asunto privado", "no hay tantas mujeres víctimas" o "a ellas les gusta sufrir", son varios de los mitos sobre la violencia de género que portan las personas de Cuba, incluso profesionales de la medicina, enfermería y psicología que atienden en alguna medida este fenómeno social.
Para contribuir al imprescindible conocimiento sobre este problema de salud que requiere de aprendizajes y capacidades específicas, vio la luz en 2015 la segunda edición del manual "Violencia contra las mujeres, Alerta para el personal de la salud", publicado por la Editorial de la Mujer de la no gubernamental Federación de Mujeres de Cubanas (FMC).
Su autora, la psiquiatra Ada Caridad Alfonso, consideró pertinente incluir en este libro temas como la violencia como problema de y en salud, la violencia contra las mujeres y las niñas, mitos acerca de la violencia hacia las mujeres, el ciclo de la violencia, la baja denuncia, secuelas y daños sociales.
"El manual no es académico. Recoge citas y referencias de algunos autores que han aportado a la comprensión del fenómeno como un problema de salud, de las organizaciones Mundial y Panamericana de la Salud (OMS/OPS), pero está escrito en un lenguaje sencillo y puede servirle a cualquier persona que se desempeñe en el sector", dijo la experta.
"Da pistas sobre una ruta de escape que pueden ayudar a las personas en esos casos a protegerse y cuidar a sus hijos e hijas", detalló en una presentación durante la Feria Internacional del Libro 2015.
Alfonso explicó que "la primera edición de 2007 fue apoyada por Unifem, ahora ONU Mujeres, y desde entonces a la fecha no se ha avanzado en la formación de los recursos humanos. Por eso sigue siendo válido que se presente (el manual) y se proyecte para actualizar nuestra formación".
En declaraciones a la Redacción IPS Cuba, la investigadora calificó de importante la segunda edición del texto así como su aporte a los profesionales de la salud. El personal sanitario "puede estar viendo niñas, niños y mujeres con determinados síntomas en su quehacer cotidiano y no tener las herramientas para identificar que estos se producen como resultado de la violencia", apuntó.
"Contribuir a develar los múltiples rostros y formas de la violencia debe ser importante para cualquier profesional comprometido con la calidad de vida de la población cubana. Y ese es mi caso", enfatizó.
A su juicio, en el país se ha avanzado en visibilizar el flagelo del maltrato de género porque cada vez hay más investigadores y personas que se interesan en identificar, detectar las formas de violencia y acompañar a las víctimas.
No obstante, Alfonso opinó que los progresos ha sido lentos a pesar de ser un problema tan serio.
Valoró de insuficiente el tratamiento del tema en las asignaturas de pregrado de los futuros profesionales de la salud, y lamentó que no exista un programa de atención integrada, sistémica y ecológica para enfrentar el problema social.
Para ella, en la atención a este asunto deberían estar "trabajando de conjunto todas las instituciones y organismos vinculados al tema. Esto no es solo un problema de salud pública, es de todas las personas comprometidas porque la sociedad cubana se desarrolle".
Todavía, dijo, queda bastante por entender sobre la magnitud de la violencia de género, que afecta a otros colectivos como las lesbianas y mujeres trans. Esto ha llevado al estatal Centro Nacional de Educación Sexual (Cenesex) a desarrollar una línea de investigación que tiene a la violencia entre sus prioridades, detalló.
"La contribución del Cenesex, la FMC y otras organizaciones pudiera hacer que definitivamente se entienda que la violencia es un problema de salud porque tiene consecuencias y secuelas serias en las personas que la sufren", declaró.
El libro recoge en el último capítulo recomendaciones para el autocuidado de toda persona que atiende la violencia.
Al respecto, Alfonso apuntó que estas pueden ser válidas también para proteger a los agentes del orden que se dedican al problema en los distintos ámbitos y tienen que lidiar con situaciones de violencia, que corroen su bienestar como sujetos sociales. (2015)
La Habana, 19 feb.- "Es un asunto privado", "no hay tantas mujeres víctimas" o "a ellas les gusta sufrir", son varios de los mitos sobre la violencia de género que portan las personas de Cuba, incluso profesionales de la medicina, enfermería y psicología que atienden en alguna medida este fenómeno social.
Para contribuir al imprescindible conocimiento sobre este problema de salud que requiere de aprendizajes y capacidades específicas, vio la luz en 2015 la segunda edición del manual "Violencia contra las mujeres, Alerta para el personal de la salud", publicado por la Editorial de la Mujer de la no gubernamental Federación de Mujeres de Cubanas (FMC).
Su autora, la psiquiatra Ada Caridad Alfonso, consideró pertinente incluir en este libro temas como la violencia como problema de y en salud, la violencia contra las mujeres y las niñas, mitos acerca de la violencia hacia las mujeres, el ciclo de la violencia, la baja denuncia, secuelas y daños sociales.
"El manual no es académico. Recoge citas y referencias de algunos autores que han aportado a la comprensión del fenómeno como un problema de salud, de las organizaciones Mundial y Panamericana de la Salud (OMS/OPS), pero está escrito en un lenguaje sencillo y puede servirle a cualquier persona que se desempeñe en el sector", dijo la experta.
"Da pistas sobre una ruta de escape que pueden ayudar a las personas en esos casos a protegerse y cuidar a sus hijos e hijas", detalló en una presentación durante la Feria Internacional del Libro 2015.
Alfonso explicó que "la primera edición de 2007 fue apoyada por Unifem, ahora ONU Mujeres, y desde entonces a la fecha no se ha avanzado en la formación de los recursos humanos. Por eso sigue siendo válido que se presente (el manual) y se proyecte para actualizar nuestra formación".
En declaraciones a la Redacción IPS Cuba, la investigadora calificó de importante la segunda edición del texto así como su aporte a los profesionales de la salud. El personal sanitario "puede estar viendo niñas, niños y mujeres con determinados síntomas en su quehacer cotidiano y no tener las herramientas para identificar que estos se producen como resultado de la violencia", apuntó.
"Contribuir a develar los múltiples rostros y formas de la violencia debe ser importante para cualquier profesional comprometido con la calidad de vida de la población cubana. Y ese es mi caso", enfatizó.
A su juicio, en el país se ha avanzado en visibilizar el flagelo del maltrato de género porque cada vez hay más investigadores y personas que se interesan en identificar, detectar las formas de violencia y acompañar a las víctimas.
No obstante, Alfonso opinó que los progresos ha sido lentos a pesar de ser un problema tan serio.
Valoró de insuficiente el tratamiento del tema en las asignaturas de pregrado de los futuros profesionales de la salud, y lamentó que no exista un programa de atención integrada, sistémica y ecológica para enfrentar el problema social.
Para ella, en la atención a este asunto deberían estar "trabajando de conjunto todas las instituciones y organismos vinculados al tema. Esto no es solo un problema de salud pública, es de todas las personas comprometidas porque la sociedad cubana se desarrolle".
Todavía, dijo, queda bastante por entender sobre la magnitud de la violencia de género, que afecta a otros colectivos como las lesbianas y mujeres trans. Esto ha llevado al estatal Centro Nacional de Educación Sexual (Cenesex) a desarrollar una línea de investigación que tiene a la violencia entre sus prioridades, detalló.
"La contribución del Cenesex, la FMC y otras organizaciones pudiera hacer que definitivamente se entienda que la violencia es un problema de salud porque tiene consecuencias y secuelas serias en las personas que la sufren", declaró.
El libro recoge en el último capítulo recomendaciones para el autocuidado de toda persona que atiende la violencia.
Al respecto, Alfonso apuntó que estas pueden ser válidas también para proteger a los agentes del orden que se dedican al problema en los distintos ámbitos y tienen que lidiar con situaciones de violencia, que corroen su bienestar como sujetos sociales. (2015)
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