Por CHUI WEI YAP
BEIJING—Una pelea por un pequeño fabricante de semillas en China el año pasado echa luz sobre los planes de Beijing para asegurarse recursos alimentarios mediante la creación de un rival de Monsanto Co. MON -1.95%
La segunda economía mundial necesita un desarrollador de semillas que pueda competir contra gigantes mundiales del sector agrícola como DuPont Co. DD +0.11% y SyngentaAG SYT +1.14% en un mercado interno donde ese negocio representa US$17.000 millones.
El año pasado, Hunan Xindaxin Co., una firma respaldada por el Estado, lanzó una oferta no solicitada de US$60.000 millones por Origin Agritech Ltd. SEED +46.36% , un desarrollador de semillas que cotiza en Nasdaq y controla los derechos del primer maíz chino modificado genéticamente. Agritech rechazó la oferta en noviembre, pero sus altos ejecutivos creen que Xindaxin prepara otro intento conforme China busca encontrar un líder nacional que pueda limitar la influencia de los gigantes extranjeros y a la vez aumentar sustancialmente el gasto en investigación y desarrollo.
“Xindaxin tiene sus fortalezas; la pregunta es si puede darle margen a Origin”, dijo el presidente de la junta de Agritech, Han Gengchen. Xindaxin no respondió a pedidos de comentarios.
Durante dos décadas, las grandes empresas internacionales de semillas se han abierto camino en China, atraídas por un mercado tan grande que se proyecta que eclipse a Estados Unidos como el mayor consumidor de alimentos para 2018, según la Asociación de Industrias de Alimentos de EE.UU.
El segundo mercado de semillas del mundo después de EE.UU., China limita a los productores extranjeros a participaciones minoritarias en empresas conjuntas. Las semillas de empresas extranjeras proveen a cerca de 20% del mercado, pero es probable que esa cifra se incremente debido a la creciente brecha de calidad entre los productos locales y los extranjeros, señalan agricultores y analistas. “Hay preocupación de que las empresas de semillas chinas no puedan competir con Monsanto, DuPont y Syngenta porque no tienen el vigor ni la tecnología”, dice Loren Puette, director de la consultora agrícola ChinaAg.
Una tierra labrada en exceso y los rendimientos decrecientes de las semillas locales han planteado interrogantes entre funcionarios sobre la viabilidad de satisfacer la demanda china sólo a través de medios nacionales. No obstante, Beijing quiere que sus empresas estén preparadas para fabricar semillas que puedan competir con productos extranjeros antes de abrir el mercado, señalan funcionarios.
A pesar del gran consumo del país, los fabricantes de semillas de China son muy pequeños y están demasiado dispersos como para que el gobierno pueda agruparlos con la intención de controlar la biotecnología que sustenta el poder competitivo de los fabricantes globales de semillas. “China se abrirá; la pregunta es cuándo”, dice Pierre Cohadon, director regional para China de Syngenta. “Probablemente será cuando tenga la confianza suficiente en que posee la tecnología y la capacidad”.
Los planes de desarrollo de Beijing instan a que los principales 50 fabricantes de semillas del país dupliquen su cuota del mercado chino a 60% para fin de esta década. “Para 2020, se formará un nuevo sistema para desarrollar nuevas variedades de semillas con alto rendimiento, buena calidad y resistencia a peste”, indicó el año pasado el Consejo Estatal, el gabinete de China.
Los cambios ya están en marcha. Beijing redujo la cantidad de empresas nacionales de semillas a unas 5.200 el año pasado, desde 8.700 en 2011. Está presionando a las compañías para que tripliquen su cantidad de patentes de tecnología agrícola para 2020 frente a 2013. Las firmas estatales, según Beijing, liderarán la iniciativa.
La cantidad de compras de compañías de semillas chinas el año pasado se triplicó frente a 2012, según la firma de investigación CCM. Yuan Longping High-Tech Agriculture Co., que cotiza en Shenzhen, fue una de las más enérgicas, al comprar al menos tres fabricantes de semillas más pequeños desde 2013. De todos modos, no es realista prever que surja una Monsanto china en los próximos cinco años, dice ChinaAg.
Sin embargo, el tamaño del país le da una ventaja. Su mayor productor, Yuan Longping High-Tech Agriculture Co., tiene un valor de mercado de 20.200 millones de yuanes (US$3.260 millones), lo que lo convierte en el cuarto mayor fabricante mundial de semillas según esa medida. El problema es que Longping, filial de Hunan Xindaxin, actúa como un conjunto de productores relacionados, más que como un gigante corporativo unificado, afirma Cohadon, de Syngenta.
Longping no respondió a pedidos de comentarios.
El déficit clave de China es en investigación y desarrollo, dicen analistas. Los fabricantes locales de semillas no le dieron mucha importancia a la investigación hasta 2011, cuando una directriz estatal obligó a las firmas de semillas a incluir su gasto en I+D en sus informes anuales. Longping indicó que su I+D en 2013 fue de US$15 millones, menos de 1% de lo que gasta Monsanto.
Si los fabricantes chinos no se ponen al día, analistas señalan que las empresas quedarán reducidas a intermediarios cuando el país abra su mercado.
“Cuando (el maíz modificado genéticamente) sea presentado, nos complacerá ser parte del juego”, dice Thierry Boyer, director de Monsanto en China, quien estima que su cuota del mercado de maíz en China asciende a 3%. “Por ahora, jugamos con las reglas existentes”.
Las empresas chinas de semillas consideran que poseen reservorios de valor. Actualmente China permite importaciones de alimentos transgénicos para animales y los prohíbe, excepto la papaya, para consumo humano. Ejecutivos proyectan que la producción comercial de estos alimentos para consumo humano probablemente sea permitida para 2020 y los productores internos están posicionados para beneficiarse de su acceso a cepas transgénicas locales.
—Jacob Bunge, en Chicago, contribuyó a este artículo.
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