Por Jose Luis Rodriguez
Una visión actual de las dificultades financieras del país es necesario enmarcarla en los antecedentes acerca del manejo de estos temas desde períodos anteriores de nuestra historia. De tal modo, pocos recuerdan que en Cuba la deuda externa en moneda convertible era prácticamente inexistente en los años 60 del pasado siglo, totalizando solamente 291 millones de dólares en 1969.1 En el bajo nivel de préstamos otorgados al país durante los diez primeros años de la Revolución había incidido el bloqueo económico de Estados Unidos, pero también las reclamaciones de firmas extranjeras producto de los procesos de nacionalización llevados a cabo por el gobierno.
En la medida en que se lograron acuerdos para indemnizar la propiedad de los dueños de las firmas nacionalizadas -proceso que duraría hasta los años 80 y que no incluyó a empresas norteamericanas debido a la hostilidad del gobierno de los Estados Unidos-, comenzaron a crearse condiciones para capitalizar el país a través de un masivo flujo de financiamiento externo ante la insuficiente capacidad de ahorro interno.
Por otra parte, los acuerdos alcanzados con la Unión Soviética en diciembre de 1972 permitieron posponer el pago de la deuda con ese país hasta 1986, para liquidarla en 25 años sin intereses.
Ello, junto a la firma de otros convenios para financiar importantes inversiones en el país, y a la indexación del valor de las exportaciones cubanas con las importaciones soviéticas acordada en 1976, creó condiciones favorables para tomar nuevos créditos en moneda convertible –que se estima llegaron a entre de 4 250 y 4 750 millones de dólares en los años 70– y asumir el pago de esa nueva deuda, que se elevó a 2 914 millones de dólares a mediados de 1982 y cuya amortización pasó a cubrir el 8,8% del valor de los ingresos externos en 1975, elevándose al 28,1% en 1981.
A inicios de los años 80 se desató en América Latina la crisis de la deuda, al elevarse abruptamente los costos del financiamiento externo. Esa situación afectó también a Cuba que –sin embargo– logró una renegociación favorable de sus adeudos con el Club de París entre 1982 y 1986.
No obstante, en ese año se paralizó el pago de esos créditos a partir de la posición injerencista de los acreedores en la política económica interna de nuestro país. Ello llevó consecuentemente a que en la práctica se redujeran a un mínimo los créditos en moneda convertible y a que Cuba suspendiera el pago del servicio de la deuda en 1987.
En 1989 la deuda en esa moneda alcanzó 6 165 millones de dólares, de los cuales ya el 38% era deuda vencida y no pagada.
A pesar de las dificultades financieras en moneda convertible que se agudizaron en la segunda mitad de los años 80, y de un deterioro marcado en las relaciones económicas con la Unión Soviética, las condiciones de financiamiento externo que prevalecieron durante la mayor parte de estos años coadyuvaron a que la formación bruta de capital pasara del 18% en la década de los años 70 al 25% entre 1980 y 1989, y a que la economía nacional creciera a un ritmo promedio anual de 5,6% entre 1970 y 1989.
Esta tendencia desapareció abruptamente con la crisis del Período especial, que provocó una caída del PIB equivalente al 35% de su valor entre 1989 y 1993, y que tardaría 15 años en recuperarse. Parejamente, el país vio reducido a cero el flujo de recursos financieros y –a pesar de algunos esfuerzos por implementar un swap de deuda por inversiones– cesaron los pagos de todos los adeudos. Esto llevó a que en 1994 la deuda en moneda convertible se elevara a 9 083 millones de dólares con un 22,4% de intereses contractuales vencidos y no pagados en esos momentos.
En la misma medida en que la economía comenzó a recuperarse, también se reiniciaron esfuerzos por normalizar la situación con los acreedores de nuestra deuda externa. Esto llevaría a procesos de renegociación con China regularmente a partir de 1995; en el año 2000 se firmó un acuerdo para renegociar un monto de 115 millones de dólares de deuda con Alemania, y se acordó con Japón una posposición de pago por 20 años, que incluyó una condonación estimada en 1 400 millones de dólares.
El último informe publicado por el Banco Central de Cuba en 2004 daba una cifra total de deuda externa estimada de 13 802 millones de dólares, que representaba el 33,6% del PIB. Con posterioridad a esa fecha, la información oficial solo está disponible en el Anuario Estadístico de Cuba, que únicamente brinda la cifra de la deuda renegociada, la que denomina como deuda activa.
A partir de 2009 se comenzó a implementar una nueva política dirigida a normalizar las relaciones con todos los acreedores, en tanto que la deuda total en ese año se estimaba por el Economist Intelligence Unit en 20,606 millones de dólares, equivalente al 37,3% del PIB.
A partir de ese momento se inicia un proceso de renegociación y pago puntual de la deuda que cobra un nuevo impulso en 2015 y que –luego de este recuento histórico indispensable y debido a su importancia– es necesario analizar en detalle.
(Continuará)
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