Las obras de infraestructura portuaria ocupan un lugar en la prioridad de las inversiones
Foto: Jorge Luis Baños
¿Podrá crecer la economía cubana más de cuatro por ciento en 2015? La interrogante es inevitable después de una tríada de años en desaceleración, al punto de tocar un nivel de estancamiento en 2014: 1,3 por ciento de crecimiento del producto interno bruto (PIB). A pesar de transformaciones emprendidas desde hace siete años, y de manera mejor programada a partir de 2011, todavía la economía no evidencia síntomas de una reacción esperada. Pero la acumulación gradual de medidas, profundas unas, otras francamente cautelosas, introducen nuevas reglas del juego en áreas sensibles y tiende a transfigurar el escenario cada vez más radicalmente.
¿Cuándo se percibirán los efectos o resultados? ¿O acaso se observan ya?
La evolución económica en 2014 malogró una vez más los planes presentados un año antes a la Asamblea Nacional del Poder Popular. El gobierno se había propuesto un avance de 2,2 por ciento del PIB, pero quedó una décima por debajo de los peores registros del actual siglo. En 2002 y 2009 la economía había cerrado con alzas mediocres de 1,4 por ciento y, desde entonces, ha mostrado un comportamiento irregular, sin emprender el despegue previsto por las autoridades y soñado por los cubanos.
Al aprobar en 2011 el programa de transformaciones económicas –los Lineamientos de la Política Económica y Social–, el gobierno se había propuesto crecer alrededor del 4,4 por ciento anualmente, pero solo ha promediado 2,4 por ciento.
En el incumplimiento del año pasado, la industria manufacturera y la azucarera cargaron con las mayores culpas, según comentarios breves hechos al respecto por el ministro de Economía y Planificación, Marino Murillo, en una reunión del Consejo de Ministros en diciembre. Mejor le fue a otras actividades como la construcción, pero no equilibraron la balanza.
Inaugurada por Dilma Rousseff y Raúl Castro a inicios de 2014, la Terminal de Contenedores adjunta a la Zona Especial de Desarrollo Mariel contó con un financiamiento brasileño superior a 800 millones de dólares.
A mediados de año el gobierno fue más amplio al analizar los pobres resultados de la economía. Además de mencionar ya el mal paso de la manufactura y la agroindustria azucarera, mencionó ingresos externos menores a los previstos, condiciones climáticas adversas e “insuficiencias internas que continúa enfrentando nuestra economía”.
La renta por exportaciones sufrió por un descenso de los precios del azúcar de casi 10 por ciento y por una contracción de la producción de níquel, debido a reparaciones capitales en las plantas de Moa, en el oriente cubano. El alza de 9,4 por ciento en los precios internacionales de ese mineral no compensó la reducción de la capacidad de producción.
A diferencia del níquel, crecieron las producciones e ingresos de otros dos sectores fundamentales para el balance cubano en moneda dura: el turismo y la propia agroindustria azucarera. Pero avanzaron mucho menos de lo previsto.
Expectativas azucareras y dudas agrarias
La zafra, de importancia clave aunque perdió hace años el trono cubano de la producción y las exportaciones, tropezó con “adversidades como una temporada invernal anómala, con frecuentes lluvias”, informó el director de la Sala de Análisis del Grupo Empresarial Azcuba, Dionis Pérez. Pero admitió también “deficiencias organizativas, roturas y falta de preparación del personal”. La producción de azúcar aumentó 4,2 por ciento, pero quedó 12 por ciento por debajo del plan.
La agroindustria azucarera incumplió por tercer año consecutivo, aunque ha entrado en un proceso gradual de recuperación que pudiera conducir la zafra 2014-2015 a un alza superior al 20 por ciento planificado, a juzgar por la favorable evolución hasta el cierre del primer trimestre del actual año. Indicadores clave como el rendimiento industrial mantienen estabilidad. De confirmarse tal paso, la producción de azúcar podría convertirse en uno de los renglones que más influyera en un cambio de color en el PIB cuando cierre 2015.
Las alteraciones del clima también afectaron en 2014 a otro sector, la agricultura. La sequía castigó a las producciones agropecuarias. Combinada con limitaciones para desarrollar el riego con el agua represada, frenó en particular la siembra y cosecha de arroz. Después de varios años en expansión, la producción de este cereal, básico en la dieta cubana, retrocedió 8,1 por ciento.
La sequía afectó en el 2013 a varios renglones agrícolas como el arroz, que vio mermar en más de un 8 por ciento la cosecha.
Otros renglones agrícolas navegaron con mejor fortuna. La producción de viandas creció 21,6 por ciento, a más de dos millones 117.000 toneladas, sobre todo por la buena cosecha de plátanos (652.000 toneladas, para un incremento de 25,5 por ciento). En cambio, uno de los productos más demandados, la papa, se mantiene en depresión, con otro fuerte desplome anual consecutivo. Esta vez la cosecha bajó a menos de la mitad del año anterior, a 59.000 toneladas, según la Oficina Nacional de Estadísticas e Información (ONEI).
Entretanto, el acopio de hortalizas aumentó 14,3 por ciento, hasta un millón 903.000 toneladas.
Las entidades pecuarias aún no consiguen un ascenso sólido. Mientras las producciones de carne de res y la de carne de cerdo subieron 8,6 por ciento y 11,3 por ciento, respectivamente, el acopio de leche de vaca bajó 1,3 por ciento y la producción de huevos, otro alimento básico en la dieta insular, se mantuvo sin cambios, en un nivel que no satisface aún la demanda.
Aunque los indicadores reflejan incrementos apreciables en algunos casos, todavía los niveles de producción permanecen por debajo de la demanda y los precios resisten en los mercados agropecuarios en cotas muy altas para el ingreso medio del cubano.
Ante las insuficiencias de la agricultura, la alimentación sigue descansando sobre la importación de arroz, frijoles, pollo, chícharos, maíz, soya y otros víveres. El año pasado el país gastó 2.057 millones de dólares en alimentos importados, superior en 8,3 por ciento al gasto de 2013. El gobierno achaca el crecimiento a la tendencia alcista de los precios de la mayoría de esos productos en el mercado mundial.
Locomotora del turismo
De acuerdo con estimados del ex ministro de Economía, José Luis Rodríguez, el valor total de las importaciones aumentó alrededor de 7 por ciento, mientras las exportaciones se contrajeron 1,6 por ciento en el año. Como consecuencia, el superávit comercial externo disminuyó 47 por ciento en comparación con 2013 y concluyó en 1.591 millones de dólares.
Los servicios se mantienen como principal fuente de divisas del país. Con entradas en torno a 8.200 millones de dólares, los servicios profesionales, médicos en primer lugar, cargan con alrededor de la mitad de los ingresos por exportaciones. El turismo aporta la cuarta parte, mientras las remesas, estimadas desde hace años entre 1.500 y 2.000 millones de dólares –un monto cercano al ingreso bruto de la industria del ocio-, compensan oportunamente la balanza de pagos.
Los gastos en importación siguieron al alza hasta pasar de 2.000 millones de dólares en 2014. Foto: Archivo IPS-Cuba
En el frente de las exportaciones, al turismo le va mejor. Después de un 2013 prácticamente estancado, la recepción de visitantes extranjeros se recuperó al año siguiente y ha despegado vigorosamente en 2015. De un mediocre 0,5 por ciento de crecimiento en 2013, ese indicador saltó a 5,3 por ciento el año pasado. Por primera vez alcanzó entoncesla cifra soñada de tres millones de llegadas: 3.002.745, según la ONEI. Aún así, quedó muy por debajo del plan. El Mintur se había propuesto un incremento de visitantes de 10 por ciento.
Los ingresos en moneda dura del sector mantuvieron una tendencia similar: subieron 5,6 por ciento. Las instalaciones turísticas recaudaron más de 1.888 millones de dólares en el año, de acuerdo con la ONEI.
Este año ha comenzado mucho mejor. El número de visitantes creció 14 por ciento en el primer trimestre, una arrancada que, de mantenerse el resto del año, ubicaría al turismo como sector de doble influencia en la recuperación de la economía. Además de los ingresos que aporta, consolidaría su misión de locomotora de la economía; es un sector que garantiza demanda para otras múltiples actividades de la economía: la industria mecánica y textil, la energía, la agricultura y la industria alimentaria, la construcción, el transporte, la producción de muebles y otros.
Un crecimiento del turismo repercutiría positivamente sobre el resto de la economía, incluidas actividades básicas como las inversiones, que tienen en la industria del ocio uno de sus principales fuentes de financiamiento.
Deuda en ejecución de inversiones
Flanco débil habitual en la economía cubana, sobre la actividad inversionista se encendió el botón de alarma, una vez más, en el primer semestre de 2014. La entrega tardía de obras, el déficit de fuerza de trabajo, la baja productividad, la incultura en materia de contrataciones y la incapacidad para ejecutar con eficiencia financiamientos externos se enlazan en el rosario de problemas que criticó en ese momento el entonces ministro de Economía, Adel Yzquierdo.
Sin embargo, antes del cierre anual, las inversiones entraron en crecimiento: redondearon 5.564 millones de pesos, monto mayor al total del año previo en alrededor del 7 por ciento.
El salario del personal de salud casi se triplicó el año pasado, bajo el criterio de que la exportación de servicios médicos es la primera fuente cubana de moneda dura.
De mantenerse en la senda de cumplimientos, los indicadores de inversiones también pudieran empujar el PIB al alza. Para el actual año, el gobierno se propone ejecutar 7.159 millones de pesos con ese destino, superior en 1.595 millones al estimado de ejecución de 2014. Esa magnitud representa un ambicioso ascenso de 28 por ciento.
“Las inversiones productivas alcanzan 57,1 por ciento y las de infraestructura 17,7 por ciento”, comentó Murillo en diciembre.
Como reflejo de los problemas mencionados, 151 empresas cerraron el año con pérdidas por insuficiencias de su gestión económica y trabas de las estructuras comerciales del país. Una buena parte pertenece al sector agropecuario. Por organismos, el Ministerio de la Agricultura encabeza la lista negra, con 71 entidades con saldos deficitarios. Le siguen los ministerios de Industria y de Turismo. También Azcuba. Entre todos, acumularon pérdidas de 439 millones de pesos en 2014.
Las fallas de la gestión económica de empresas y del comercio se trasladaron al presupuesto del Estado en 2014. El impuesto de circulación y ventas dejó de recaudar 826 millones de pesos por la caída en la oferta. Como expresión de las transformaciones emprendidas en el modelo económico, aumentó en 29 por ciento la contribución tributaria de los sectores privado y cooperativo. Pero, aunque ambos están en expansión, su aporte todavía es limitado; representa solo 4 por ciento de los ingresos brutos del Estado.
En resumen, los ingresos superaron en 7 por ciento el monto presupuestado, mientras los gastos se pasaron en 6 por ciento. Como resultado, el déficit fiscal llegó a 4,1 por ciento en relación con el PIB.
Cambios del modelo y de la estrategia financiera
El año 2014 fue clave en el desarrollo de políticas básicas y programas esenciales para cualquier economía. Confirmó el anuncio hecho por el presidente Raúl Castro cuando dijo ante el Parlamento, en diciembre de 2012: “la actualización del modelo económico cubano, tras las medidas iniciales de supresión de prohibiciones y otras trabas para el desarrollo de las fuerzas productivas, marcha con paso seguro y se empieza a adentrar en cuestiones de mayor alcance, complejidad y profundidad”.
Sobresalen cuatro líneas, conectadas entre sí: finanzas externas, inversiones extranjeras, relaciones empresariales, incluida política salarial, y programa de unificación monetaria.
Por la función esencial que cumplen es previsible que le confieran mayor solidez al proceso de actualización o renovación del modelo económico cubano. Si avanzan y tienen éxito, puede esperarse una reacción más vigorosa de la economía, a cuatro años de aprobados los Lineamientos de la Política Económica y Social.
El proceso de transformaciones llegó en 2014 a la empresa estatal mediante un conjunto de normas legales que le otorgan mayor autonomía.
El saneamiento de las finanzas externas y de las relaciones con el capital extranjero, que el gobierno cubano ha defendido como objetivo estratégico, se anotó otro triunfo importante el año pasado. Rusia le condonó a Cuba 90 por ciento de la deuda externa más grande que arrastraba la nación antillana desde los tiempos de la Unión Soviética: 35.200 millones de dólares era el monto total de viejas obligaciones financieras.
La operación sirve de colofón a una sostenida labor de recuperación de las relaciones comerciales y políticas con Rusia, como parte de un programa de diversificación de nexos comerciales externos, que también incluye a dos países más del grupo BRICS, China y Brasil. Durante una visita a La Habana, el canciller ruso Serguei Lavrov ratificó que el 10 por ciento restante de la deuda, alrededor de 3.520 millones de dólares, sería reinvertido en la nación antillana cuando esta lo pague. Lavrov participó también en la firma de documentos e instrumentos jurídicos que amplían la colaboración bilateral, planificada hasta 2020 desde la X reunión de la Comisión Intergubernamental efectuada en noviembre de 2012.
El acuerdo para reestructurar la deuda con el gobierno de Vladimir Putin dio continuidad a una serie de maniobras similares con acreedores de varias banderas (China en 2010, Japón en 2012 y México en 2013), con el objetivo explícito de recuperar la credibilidad financiera internacional.
El convenio con Rusia, que era el principal acreedor de Cuba, colocó a este país “en una posición de negociación más fuerte para la reestructuración de sus restantes deudas con los países occidentales del Club de París”, observó el analista Richard Feinberg, del Brookings Institution, con sede en Washington. La visita a La Habana, en marzo de 2015, del presidente del Club de París, Bruno Bézard, confirma el comentario de Feinberg.
Cuba también liquidó 447,3 millones de dólares de dividendos pendientes de pago a asociaciones económicas internacionales, operación que afianza aún más su posición.
El economista Rodríguez coincide con el efecto positivo externo que puede tener esta política. “Un incremento del pago del servicio de la deuda –dijo-, que puede estimarse en 84 por ciento, no pasará inadvertido a los medios financieros internacionales, lo que apunta a favor de la retoma de créditos por una cifra similar”. Pero advierte que “si bien el país ha venido honrando sus compromisos de pagos externos en los últimos años, reduciendo el monto de la deuda de 37 por ciento a 30 por ciento del PIB, estimados internacionales plantean que aún quedan pendientes de liquidación un volumen de pagos atrasados, equivalentes a 27 por ciento del total de los adeudos”.
Apuesta dura a inversiones
El ministro de Comercio Exterior, Rodrigo Malmierca, presentó la Cartera de Oportunidades de Negocios, poco después de aprobar el Parlamento una nueva Ley de Inversión Extranjera.
El empeño por mejorar la credibilidad financiera del país entronca con cambios introducidos en otra política básica. En marzo de 2014, el Parlamento aprobó una Ley de Inversión Extranjera, en línea con una nueva concepción del rol que desempeña en la economía cubana.
Como jefe de la comisión gubernamental que conduce el proceso de actualización del modelo económico, Murillo admitió que las inversiones de empresas de otros países cumplen un papel determinante para el desarrollo de sectores decisivos de la economía cubana. Esta postura se aleja de la interpretación previa que reducía el capital extranjero a mero complemento de la inversión del Estado.
La nueva ley incorpora o amplía garantías fiscales, con un régimen especial que exonera a los inversionistas del pago de impuesto sobre las utilidades durante ocho años, con posibilidades de extender el plazo o eliminar el pago en caso de reinversión de dichas ganancias. También se les exime del impuesto por la utilización de la fuerza de trabajo, entre otros alivios tributarios.
El gobierno tiene el propósito de atraer firmas extranjeras que inviertan, en frecuencia con la estrategia anunciada por Cuba de ampliar la línea general de inversiones, a fin de levantar la tasa de formación bruta de capital o tasa de inversión hasta un rango superior al 20 por ciento del PIB. Ese indicador alcanzó 6.846 millones de dólares en 2013, el 8,9 por ciento del PIB, según la ONEI, un dato muy inferior al promedio regional de 22,9 por ciento del PIB, según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL).
En opinión de Murillo, la ampliación de todas las alternativas de inversión, incluida la extranjera, sería lo que permitiría un alza anual del PIB del siete por ciento. Los economistas estiman necesario que la economía crezca no menos del seis por ciento cada año para poder hablar de desarrollo.
Como evidencia de lo anterior, las nuevas políticas de inversión apuntan a infraestructuras básicas como los sistemas ferroviario, de acueductos, portuario y energético, todos de un valor estratégico. El programa de desarrollo de fuentes alternativas de energía, por ejemplo, divulgado a inicios de año, busca transformar la matriz energética para elevar la participación de fuentes renovables en la generación eléctrica: de 4,3 por ciento actual hasta 24 por ciento en un plazo de 15 años.
La Cartera de Oportunidades de Negocios presentada por el ministro de Comercio Exterior, Rodrigo Malmierca, poco después de aprobada la Ley de Inversión Extranjera, mantiene al turismo, la energía, minas y transporte en la oferta especial al capital extranjero, pero ha abierto el abanico de prioridades hasta sectores menos favorecidos antes, como la agricultura, la construcción y la mayoría de las industrias, incluida la azucarera y otra en plena expansión, la farmacéutica y biotecnológica, que ha llegado a ubicarse entre las primeras fuentes de exportación. La oferta promueve 246 proyectos con capital foráneo por un monto de 8.700 millones de dólares.
El gobierno invierte en obras de infraestructura básica como ferrocarriles y acueductos, fundamentales para implementar planes de desarrollo de largo plazo. Foto: Archivo IPS-Cuba
La definición más radical del nuevo paso la anticipó el presidente Raúl Castro en persona, en febrero pasado. A los delegados del Congreso de la Central de Trabajadores de Cuba (CTC) les dijo que esta ley respondía a la “imperiosa necesidad de fomentar y atraer la inversión extranjera en interés de dinamizar el desarrollo económico y social del país”.
En los primeros meses de 2015 el gobierno adoptó un paquete de normas legales para reordenar e impulsar las inversiones en el país. Este movimiento, además de completar los cambios iniciados con la Ley de Inversión Extranjera, confirma la importancia otorgada a la búsqueda de capital y la decisión de ejecutar estos gastos con eficiencia, una de las deudas pendientes en el modelo económico cubano.
La primera Zona Especial de Desarrollo
La estrategia de reactivar las inversiones como columna vertebral de la economía se completa con la apertura de la Zona Especial de Desarrollo Mariel, 45 kilómetros al oeste de La Habana. En 2014, compañías de 36 países –España, Cuba, Italia, Vietnam, China, Francia, Brasil, México, Holanda y Canadá, entre otros– iniciaron negociaciones para establecerse en dicho enclave, concebido como plataforma para liderar la nueva etapa de fomento de alianzas con el capital extranjero.
A la inauguración oficial, en enero de 2014, de la moderna Terminal de Contenedores del Mariel, base de operaciones clave para la ZED, asistieron personalmente la presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, y el mandatario Raúl Castro. Tras invertir el gigante suramericano 802 millones de dólares en la primera etapa, a través del Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social (BNDES), Rousseff anunció un nuevo financiamiento de 290 millones destinados a la ZED del Mariel.
Aunque promovió ensayos en tiendas y la preparación del personal técnico, el programa de unificación monetaria continúa entre las deudas del proceso de actualización del modelo económico.
“Ahora comienza una nueva etapa –dijo Raúl Castro a los invitados a la inauguración de la Terminal de Contenedores- en la que nos proponemos fomentar importantes inversiones nacionales y extranjeras en la Zona Especial de Desarrollo Mariel que permitan incrementar la exportación, la sustitución efectiva de importaciones, los proyectos de alta tecnología y desarrollo local y que contribuyan con nuevas fuentes de empleo”.
Tiembla el bloqueo económico de EE.UU. a Cuba
La aprobación de una nueva política y ley de inversiones extranjeras se adelantó oportunamente al anuncio simultáneo por los presidentes de Cuba y Estados Unidos, Raúl Castro y Barack Obama, del inicio de conversaciones para restablecer relaciones diplomáticas entre ambos países.
A la sorpresiva noticia le han antecedido también la persistente estrategia cubana para ordenar sus relaciones con acreedores internacionales y fortalecer nexos comerciales con países que tienden a convertirse en activos polos geopolíticos del mundo.
Uno de los efectos previsibles de una normalización gradual de relaciones, para poner fin más adelante al bloqueo económico de EE.UU. a Cuba, es el acercamiento más expedito de empresarios e inversores de terceros países a la mayor de las Antillas. El carácter extraterritorial de las presiones estadounidenses se ha concentrado en años recientes sobre la banca europea, una línea que desestimula a posibles socios externos de La Habana.
Según el informe que en octubre pasado presentó el ministro de Relaciones Exteriores de Cuba, Bruno Rodríguez, a la Asamblea General de Naciones Unidas, desde 2010 el gobierno de Obama ha realizado 130 acciones de carácter extraterritorial en virtud del bloqueo, 81 de las cuales las ha ejecutado en espacios financieros. De enero de 2009 a junio de 2014, el Departamento del Tesoro multó a 36 entidades bancarias estadounidenses y extranjeras con un monto total de 2.600 millones de dólares por atender operaciones comerciales o financieras de Cuba.
Un mes después, el banco francés BNP Paribas cedió y aceptó pagarle a Washington una multa récord de 8.900 millones de dólares, por violar sanciones económicas de EE.UU. a un trío de países, entre los cuales se encuentra Cuba. El alemán Commerzbank se sumó a los sancionados en marzo del actual año, con una multa estadounidense de 1.710 millones de dólares por mantener operaciones financieras en USD con cuatro países, incluida la nación caribeña.
La aceptación estadounidense de dialogar con Cuba para reanudar relaciones diplomáticas puede alentar el acercamiento de nuevas compañías industriales, de comercio, turismo y financieras.
A pesar de la agresividad del bloqueo económico, ver dialogando civilizadamente a los gobiernos de Cuba y Estados Unidos en torno a una mesa alivia de facto tensiones mantenidas durante décadas. La reacción del turismo en los primeros meses del actual año puede constituir un síntoma favorable de acercamiento y recuperación de vínculos de otros países con Cuba. También, la fuerte alza de acciones de compañías europeas como el grupo hotelero Meliá Hotels International, mayor empresa del sector en España, inmediatamente después de que Raúl Castro y Barack Obama informaran el inicio de conversaciones.
Reforma toca la puerta de la empresa estatal
El sorpresivo giro de la actitud estadounidense tiene lugar en un año en que se profundiza en Cuba el programa de transformaciones identificado como actualización del modelo económico. En mayo de 2014 salió a la luz un paquete de normas legales que llevan la reforma a uno de los terrenos que pudiera tener mayores efectos económicos, por constituir las empresas estatales el soporte principal de la economía cubana.
Un conjunto de decretos y resoluciones que entró en vigor a mediados de 2014 otorga a las direcciones empresariales mayor autonomía y facultades y, a la par, responsabilidad. Mientras el Decreto-Ley 320 ratifica la planificación como principio en el modelo de economía socialista, otras normas legales publicadas simultáneamente orientan los ojos hacia el mercado a la hora de trazar planes.
El reordenamiento de las relaciones financieras entre empresas, y entre dichas entidades y los organismos del Estado, apunta a deslindar más claramente el carácter rector de los ministerios y las funciones ejecutivas de las empresas. Propone un cambio con el verticalismo o centralismo dominante en el modelo económico cubano durante décadas. Las empresas tendrán más autonomía para mover, ampliar, poner precios y vender las producciones y servicios que sean capaces de engendrar.
Pero la implementación de nuevas estructuras, como la organización superior de dirección empresarial (OSDE), ha dejado poco claro elementos del sistema o ha revelado debilidades que merecieron la crítica en la sesión parlamentaria de diciembre pasado.
¿La hora del salario?
Quizás una de las novedades de mayor impacto la introduce la Resolución 17 del Ministerio de Trabajo y Seguridad Social: las direcciones empresariales podrán aplicar sus políticas salariales sin las cortapisas burocráticas que amarraban o trababan asunto tan sensible.
Con el propósito de “eliminar restricciones administrativas para estimular el incremento de la productividad del trabajo”, la disposición establece formas de pago por rendimiento que serán aprobadas por los directores de empresas o de grupos empresariales, sin sujeción a tarifas establecidas en oficinas de un Ministerio de Trabajo alejado de la realidad interna de cada empresa.
El paquete de normas legales, y en particular la Resolución 17, abre las puertas a la solución de uno de los problemas más agudos que arrastra la economía cubana: sistemas de pago que no estimulan el trabajo. Pero recorre caminos espinosos. En diciembre, Murillo informó que 320 empresas pagaron 189 millones de pesos de salarios sin el indispensable respaldo productivo, una tendencia que, de generalizarse, amenaza con provocar el aborto de esta transformación.
Después de varios años de comportamiento irregular, el turismo intenta retomar una senda de crecimiento vigoroso
Antes de publicar el gobierno la Resolución 17 y demás normas legales para reformar el sistema empresarial, Raúl Castro reconoció en febrero, ante el XX Congreso de la Central de Trabajadores de Cuba (CTC), que “el salario no satisface todas las necesidades del trabajador y su familia”. Razonó que la baja retribución “genera desmotivación y apatía hacia el trabajo, influye negativamente en la disciplina e incentiva el éxodo de personal calificado hacia actividades mejor remuneradas con independencia del nivel profesional requerido”.
Pese a admitir estos conflictos, las autoridades han optado explícitamente por la cautela en materia de políticas salariales. Evitan un brote inflacionario. Aún así, en marzo casi triplicaron el salario de más de 440.000 trabajadores de la salud, bajo el criterio de que se han convertido en el sector que mayor volumen de moneda dura aporta al país. La medida elevó en miles de millones de pesos los gastos del presupuesto estatal.
Otro paso clave en la estrategia de transformaciones del ámbito laboral y económico fue la aprobación en el Parlamento del nuevo Código de Trabajo. Además de proponer proyecciones más radicales del movimiento sindical ante las administraciones, el plan y las políticas salariales, el documento se suma a las normas legales que reconocen la existencia de gestión empresarial privada en Cuba, al extender las garantías de protección laboral a los trabajadores contratados por otras personas naturales.
Este paso apuntala, por tanto, una de las transformaciones más visibles en la reforma económica cubana: la ampliación del espacio del trabajo por cuenta propia. Tras sumarse unos 30.000, el año cerró con 477.000 incorporados a esta opción de empleo.
El desarrollo de las formas de gestión no estatal tomó otro vuelo en 2014, a partir de la creación, de forma experimental, de cooperativas en el entorno no agropecuario. Al cierre del año, el gobierno había autorizado la constitución de 498 cooperativas y ya se encontraban funcionando 329.
Hacia la unificación monetaria
El problema del salario y del ingreso de los cubanos aguarda por la solución de uno de los conflictos más enrevesados y tensos de la economía cubana desde la pasada década del noventa: la eliminación de la dualidad de monedas y de tasas de cambio.
En octubre de 2013, el gobierno puso en marcha un programa de unificación monetaria que desató de inmediato especulaciones y rumores de todo tipo acerca de la fecha definida como Día Cero por un trío de resoluciones que el Ministerio de Finanzas y Precios publicó en marzo de 2014.
Estas disposiciones establecen metodologías para la contabilidad y las políticas de precios cuando exista una sola moneda, el peso cubano o CUP. Los seminarios desarrollados a lo largo del año para preparar al personal técnico han puesto en evidencia la alta complejidad que plantea el retorno a un escenario monetario radicalmente diferente, desde el punto de vista cambiario también. Control de inventarios, deudas, gastos, salarios, cuentas bancarias, contratos, operaciones contables y formación de precios mayoristas y minoristas… Mientras los ministerios, empresas, unidades presupuestadas y gobiernos territoriales se preparan para operar con reglas de juego diferentes en todos esos campos, las autoridades ensayan fórmulas que acercan al consumidor, gradualmente, a un ambiente de una moneda.
Las tiendas que operan en pesos convertibles (CUC) han incorporado gradualmente, en 2014, sistemas de precios simultáneos en ambas monedas, así como la posibilidad de pagar en cualquiera de las dos de acuerdo con la tasa de las Casas de Cambio CADECA: 24 CUP x 1 CUC (la tasa de cambio oficial, entretanto, se mantiene en 1 USD x 1 CUC, igual a la vez a 1 CUP).
A juzgar por definiciones hechas al anunciar el Consejo de Ministros el inicio del cronograma de ejecución de las medidas que conducirán a la unificación monetaria y cambiaria, el proceso tendrá lugar, primero, en el ámbito de las relaciones económicas de las personas jurídicas y luego para el comercio minorista y las personas naturales.
El año y medio transcurrido desde entonces ha confirmado que no será un proceso fácil; pero continúan altas las expectativas entre la población. El mandatario cubano en persona advirtió hace un par de años que la solución de muchos problemas depende de la eliminación de la dualidad monetaria. Entre tales problemas mencionó los precios y el salario.
Aunque no marcha con la celeridad soñada, es evidente que el proceso de transformaciones ha entrado en aguas más profundas. “Las tareas más complejas y técnicas en la actualización del modelo económico, las acometeremos y enfrentaremos en los próximos años”, dijo el ministro de Economía, Marino Murillo, a las puertas del 2014. En la misma medida en que se emprenden cambios en políticas básicas, de valor estratégico, pudiera percibirse mayor impacto a escala de toda la economía.
Tierra adentro todavía se perciben poco los resultados esperados o soñados, pero mar afuera ya comienzan a verse reacciones. (2014).
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Gracias por opinar