Militares, contratistas y operadores civiles han robado miles de millones de dólares durante las guerras de Iraq y Afganistán, donde el caos organizativo permitía actuar con impunidad a los responsables de decenas de casos de fraude y abusos, según un reportaje publicado esta semana por el magacín estadounidense ‘Slate’.
El caso más ejemplar es el mercado negro de combustible en Afganistán, donde los militares estadounidenses se embolsaron grandes beneficios alterando los manifiestos de gasolina antes de venderla fuera de las bases. Al menos 115 integrantes de la misión estadounidense en Afganistán e Iraq han sido condenados desde 2005 por delitos que ascienden a 52 millones de dólares aunque los investigadores sospechan que la cifra es muchísimo mayor.
El fraude total cometido por personal militar estadounidense y contratistas va a ser mucho más grande de lo que somos capaces de perseguir”, comentó el ex inspector general especial para la reconstrucción de Iraq, Stuart Bowen.
A fecha de febrero de este año, siguen abiertas 327 investigaciones que involucran a 31 integrantes del Ejército de Estados Unidos. “Uno no tiene ni idea de la cantidad de dinero que ha sido robado en Afganistán hasta que llega ahí”, ha manifestado el actual jefe de supervisión de Estados Unidos para la reconstrucción en Afganistán, John F. Sopko.
Por ejemplo, la especialista Stephanie Charboneau fue declarada cómplice de robo por valor de al menos 15 millones de dólares durante la guerra de Afganistán. El procedimiento, relata la militar, consistía en encargar camiones con más combustible del necesario para a continuación falsificar informes que demostraban que la carga había sido entregada.
Dado que los contratos militares concedían un plazo de siete días para completar entregas que podrían realizarse en pocas horas, los delincuentes tenían tiempo de sobra para llevar el camión a un lugar remoto, efectuar la transacción ilegal y regresar con el vehículo vacío. En cada desplazamiento, los responsables obtenían unos 5 000 dólares limpios.
Estos delitos se veían facilitados por la incapacidad del personal militar para controlar grandes sumas de dinero en efectivo en dos países donde la corrupción es endémica y los sobornos están a la orden del día. Además, los altos mandos militares estaban tan distraídos por el combate que les resultaba imposible investigar ‘in situ’ irregularidades en los contratos o robos de combustible.
Charboneau fue condenada a siete años de cárcel en la prisión militar de Fort Worth (Texas). “Yo les diría a los jóvenes que se mantuvieran al margen y que se limitaran a hacer el trabajo que necesitan aprender. Los cuarenta y pico mil dólares que conseguí en Afganistán a cambio de estar siete años lejos de mi familia no me compensan en absoluto”, ha declarado Charboneau, de 31 años, condenada junto al contratista Jonathan Hightower.
El comandante retirado Glenn McDonald, redactor jefe de la web MilitaryCorruption.com, ha asegurado que el volumen total de los delitos de robo y fraude cometidos en Afganistán excede a los que percibió como joven soldado durante la guerra de Vietnam. “(La cantidad de dinero) que puedes sacar en limpio de estas últimas guerras es alucinante. Es una oportunidad de oro para cualquiera, militar o no, para hacerse rico de la noche al día”, ha lamentado.
(Tomado de Europa Press)
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