El mojito –ron, hierbabuena, azúcar, jugo de lima y agua de soda– es un coctel reconocido en el mundo entero. Havana Club, el más famoso de todos los rones cubanos, es una mezcla menos conocida, pero más explosiva: capitalismo, comunismo cubano y un toque de “hecho en Francia”.
Havana Club, propiedad del gigante francés Pernod Ricard(1), líder mundial en vinos y licores espirituosos, prepara en este momento un asalto a Estados Unidos. Un reto colosal, ya que el mercado norteamericano representa más de un tercio (36 por ciento) del volumen de ron consumido en el mundo –unos 18 millones de cajas de 9 litros, con un valor de venta de $3,5 mil millones de dólares.
La base de avanzada para la conquista es la ultramoderna destilería de San José de las Lajas, a unos 30 kilómetros al sur de La Habana, parte de una joint venture establecida en 1993 con Cuba. Doscientos empleados producen hasta 12 000 botellas por hora.
San José de las Lajas, Cuba. Situado a una treintena de kilómetros al sur de La Habana, la planta de Havana Club tiene aquí 200 trabajadores y produce alrededor de 12 000 botellas de ron por hora. Foto: Adalbert Roque / AFP.
“Desde la creación de la empresa mixta, las ventas se han incrementado diez veces”, dice Jérôme Cottin-Bizonne, ejecutivo principal de Havana Club International. “Nuestra estrategia y organización están orientadas claramente al crecimiento”.
En 2014, se vendieron 4 millones de cajas de Havana Club en más de 120 países, Alemania, Francia, Italia, España, Chile, Canadá, México y Cuba están entre los mercados más importantes. ¿Cuál es ahora la nueva frontera?
La nueva frontera, que empequeñece el gigantesco volumen de ventas de Pernod Ricard, está a corta distancia de las costas cubanas: el estado de la Florida –donde muchos exiliados cubanos sueñan con volver a saborear el ron de su país de origen– y el resto de Estados Unidos.
“Si se eliminara el embargo de EE.UU. a los productos cubanos, seríamos los primeros en vender un ron ciento por ciento cubano en Estados Unidos”, dice Cottin-Bizonne lleno de impaciencia. “Estamos listos, con planes de logística, comerciales y de marketing”.
Habrá escollos y adversarios: los rones (Bacardí Superior, Bacardí 151) fabricados por el exiliado Bacardí –fundado en Santiago de Cuba y actualmente en Bermuda–, Captain Morgan, que les encanta a los norteamericanos, y el ron ingles Diageo. La batalla de las imágenes promete ser sangrienta, con mucho cañoneo de marketing y fuego cruzado de los medios.
Las municiones –bajo la forma de cajas de ron– ya están listas en Cuba, y la cabeza de puente de la conquista ya está en operaciones en Estados Unidos.
“Por medio de nuestra subsidiara Pernod Ricard USA, podemos garantizar la promoción y el desarrollo de nuestro ron con los norteamericanos”, nos asegura la gente de Pernod Ricard.
A principios de este mes (10-11 de abril), el cuartel general del grupo francés lanzó una mirada hacia Panamá y la Cumbre de las Américas.
“Cuando Raúl Castro y Barack Obama se dieron la mano, Pernod Ricard se frotó las suyas”, bromeó un ejecutivo de la industria. Se espera que el 11 de mayo llegue a La Habana el presidente François Hollande en la primera visita de un presidente francés a la isla comunista.
Existe el rumor de que el Palacio El Elíseo se acercó a Alexandre Ricard(2), el ejecutivo principal del grupo, para invitarlo a viajar en el avión presidencial.
(1) Los rones Havana Club son propiedad de Havana Club International, una corporación formada por la empresa cubana Cuba Ron S.A. y el grupo francés Pernod Ricard. (Nota del Traductor.)
(2) Alexandre Ricard, de 42 años, nieto del fundador, se convirtió en director general de Pernod Ricard en febrero de este año.
(Tomado de Le Parisien)
Traducido por Germán Piniella para Progreso Semanal
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