Por Víctor Casaus
La deuda de esta segunda crónica tiene varias raíces. Por un lado, el azul es mi color preferido. Como decía un amigo querido cuando se hablaba de helados: el helado es el chocolate, los demás son sucedáneos. Comparto aquella opinión honorable y chocolatera y puedo aplicarla a los colores. El azul es el color. Hay otros colores con linajes históricos respetables: lo sé e incluso comparto admiraciones por algunos otros (el rojo, el verde…) aunque siempre después del azul.
Pero el azul en el título de esta croniquita urgente (escrita ya en Mendoza, donde nos presentaremos hoy continuando esta gira de Nuestra voz para vos) es también –según supe, aprendí y disfruté allí tres días atrás– el nombre de una ciudad argentina a donde llegamos desde La Plata, invitados por el Festival Cervantino, las Fulanas Trío, Stella Maris Taverna y otras gentes amigas y azuleñas.
Este Festival con apellido cervantino y vínculos con instituciones e intelectuales de la Península, se realiza en un lugar que pudiera parecer impredecible como Azul a partir de la colección de libros y documentos del autor del Quijote que Carlos Ronco, en el siglo pasado, y que ahora se conservan en la Casa que continúa llevando como nombre ese apellido respetado y es un centro cultural activo y reconocido en la comunidad azuleña. El Festival Cervantino felizmente rebasa cualquier estrecha definición que pueda dictar o sugerir su nombre y se convierte en una jornada de actividades culturales en las que caben manifestaciones diversas: la literatura, la música, las artes plásticas, el teatro…
Tras un momento reciente de incertidumbre financiera y logística, el Festival final y felizmente volvió a celebrarse este año, animado por José Bendersky, su coordinador, pero sobre todo apoyado por artistas y promotores de la ciudad interesados en salvar y dar continuidad a evento que trae y atrae incluso a creadores y creadoras de otras regiones argentinas y de otros países. Contando con menos recursos, me explican, el Festival quizás disminuyó un tanto su proyección global, pero está ahí, listo para continuar el año próximo con nuevos azuleños bríos.
Por un golpe de azar callejero pude participar, fugazmente, en otro de los espacios que se desarrollan dentro del Festival: el evento de poesía que organiza con pasión y tenacidad el poeta Jotaele. Lo llamo así porque es el apelativo que recibe comúnmente de la tanta gente que le conoce. En el camino hacia dos programas de radio en los que debía participar junto al Dúo Cofradía para comentar el programa que nos esperaba en la ciudad y repartir saludos traídos desde el Centro Pablo y desde Cuba, Stella se detuvo para presentarme al poeta que andaba en los preparativos urgentes de su evento, como suele suceder. Allí, saludándole, recordé que una amiga común –y muy querida– Liliana Herrero me había hablado de Jotaele, con quien participó en uno de sus formidables conciertos y cuya poesía disfruta y admira.
Fue suficiente para tensar un poco más el programa de nuestras actividades en el Festival y llegarnos en la tarde al inicio de la acampada poética que se realizaría en el parque de Azul, al calor de la vegetación hermosa del lugar y de la parrilla en la que ya se preparaba el asado para la sesión de la noche –en la que fatalmente no podríamos participar porque debíamos partir hacia Mendoza. Nos tocó entonces este evento poético con la lectura de un puñado de poemas de mi libro Amar sin papeles, que presentamos en dos escenarios azuleños, junto con el disco del mismo nombre en el que los poemas leídos integran el contenido sonoro con las poderosas y tiernas canciones que una amiga muy querida, la cantautora andaluza Lucía Sócam, creó a partir de algunos poemas del libro.
A la lectura de los poemas siguió la participación del dúo Cofradía en esta inauguración poética y festivalera. Canciones de Cuba interpretadas por Pachi Ruiz y Lía Llorente, sirvieron entonces también de prólogo a la tarde-noche de poesía que el Festival animado por Jotaele iniciaba en aquel parque acogedor.
Nuestras presentaciones en Azul incluyeron entonces –además de un programa televisivo y varias entrevistas radiales– dos momentos durante los días 6 y 7 de este mes de noviembre que comienza.
El primero se desarrolló en el centro cultural La Criba, que ofrece su espacio a las manifestaciones teatrales y talleres organizados y promovidos por su director Sergio Camarotte, y que en esta ocasión ampliaría sus horizontes temáticos con la presentación que realicé, con la ayuda tecnológica de nuestra amiga Cecilia Picaroni, deFulanas Trío, mostrando audiovisuales de todos los programas que el Centro Pablo ha venido desarrollando a lo largo de estos 19 años: nueva trova, arte digital, literatura testimonial, nuevas tecnologías, diseño gráfico, fotografia, artes plásticas, memoria… Las imágenes proyectadas en la sala de La Criba fueron, en realidad, una especie de antología condensada de los trabajos que artistas de todas esas manifestaciones y gente amiga realizaron en los territorios de Muralla 63 y otros cayos adyacentes y fraternos. En esa fiesta de recordar y celebrar lo hecho de esa forma colectiva y solidaria andaremos durante el año entrante, cuando el Centro Pablo cumplirá sus 20 años de fundado.
En la segunda parte de este encuentro de La Criba tuve la suerte de contar con la participación de un reciente amigo azuleño, Santiago Súñer, profesor de literatura, animador de la ONG CEFOAZ, organizadora de esta actividad, quien me acompañó en el diálogo sobre la labor cultural realizada por el Centro y posteriormente hizo la presentación del libro y el disco Amar sin papeles, con atinados comentarios sobre la poesía que transita por sus páginas. Entre los textos que Santiago me invitó a leer estuvo, para mi alegría, la “Increpación a Víctor Casaus”, que nuestro hermano Juan Gelman generosamente escribió para saludar y bienvenir mi poesía amorosa y que aparece como prólogo en esta edición, junto a los dibujos inquietantes y hermosos de otro hermano, Roberto Fabelo, el gran artista plástico cubano.
Por esa y otras muchas razones he dedicado las presentaciones de Amar sin papelesen esta gira a la memoria viva de Juan, a quien tanto debemos los poetas de mi generación (y de otras generaciones, en otros países) por su fidelidad a la palabra y su compromiso permanente con las luchas de nuestros pueblos a lo largo de décadas particularmente terribles, como los años 70 en Argentina y otras naciones hermanas del Cono Sur.
A esta emotiva primera presentación nuestra en Azul, siempre con la atractiva presencia musical de Cofradía, se sumó, al día siguiente el Mano a mano de poemas y canciones que trajimos a la gente amiga de Azul, después de inaugurarlo dos días atrás en el bello espacio de Ciudad Vieja, en La Plata. En este Mano a mano alternamos la lectura de poemas con las interpretaciones musicales, diversas y cálidas, de Cofradía, para establecer una conversación con el público que me recuerda las tertulias de los jóvenes trovadores y los poetas de mi generación en parques, casas amigas (no teníamos las propias), instituciones fraternas, centros de estudio, unidades militares… Los Cofradía(me) han regalado en estos días el estreno de su versión musicalizada de mi poema “Querencias”, que nos proponemos convertir en un proyecto más amplio durante el año que viene, dando continuidad a esa labor fraterna que trovadoras y trovadores han realizado (y realizan) tomando como punto de partida algunos de mis textos poéticos.
Esos breves, felices días azules transcurrieron vertiginosamente y en ellos se comprobó, una vez más, la importancia de la amistad, de la solidaridad, en esto empeños culturales abiertos y tenaces como Nuestra voz para vos. Por ello contamos con las fotos que tomó nuestro hermano Kaloian Santos en Ciudad Vieja, el apoyo en ese terreno de imágenes fotográficas y de videos que nos ofrecieron, con cariño, Cecilia Picaroni y Silvina Cañoni, integrantes de Fulanas Trío.
Por ello –por la amistad y el compromiso con la canción, la justicia, la verdad y otras hierbas imprescindibles en estos tiempos que corren– nos esperaron hace apenas un día las gentes amigas de Mendoza, donde ahora escribo estas líneas en un paréntesis del movimiento constante que supone e impone, para bien, esta gira (casi) interminable que estamos realizando. Aquí en Mendoza Violeta Ayles, su mamá Stella Tortolini y gente muy cercana y amiga han estado trabajando para que Nuestra voz… llegue a estas otras tierras argentinas en su camino hacia Santiago del Estero, Córdoba, Tucumán y finalmente la capital federal donde seguiremos siguiendo estos sueños en el concierto Mano a mano donde tendremos como invitadas especiales a la gran cantora Liliana Herrero y a nuestras Fulanas Trío en el Centro Cultural Néstor Kirchner el sábado 5 de diciembre.
Así de azules, de maravillosos, fueron estos días fugaces de Nuestra voz… La realidad, ya se sabe, supera siempre eso que para entendernos llamamos ficción. Por eso no me asombró totalmente pero me emocionó tanto que en la Casa Ronco nos mostrarán una formidable edición del Martin Fierro de Hernández, publicada en 1930 en la que aparece, junto a otras palabras y firmas valiosas, las escritas como recuerdo, de puño y letra, por Nicolás Guillén, que fue el primer poeta cubano en llegar a este territorio azuleño, a mediados del siglo pasado.
Con el alma en carne viva
abajo, sueño y trabajo:
ya estará el de abajo arriba
cuando el de arriba esté abajo
Han pasado varias décadas desde que el poeta recibió, como regalo, de manos de Carlos Ronco un ejemplar del Ismaelillo martiano (que hoy se encuentra en la Biblioteca Nacional, en La Habana). Las palabras que escribió Guillén en el libro de Fierro, conservan, a mi modo de ver, esa vocación de lucha y de utopía a las que no debiéramos renunciar. Junto a estos momentos culturales –por llamarlos mal y rápido–, estamos viviendo, mientras hacemos el recorrido que culminará en Tucumán el día 28, la atmósfera de estos días argentinos, al borde de los resultados que se producirán con el balotaje del domingo 22.
En los escenarios, entrevistas, encuentros, la gente de Nuestra voz para vos ponemos músicas, poemas, imágenes, todo lo que traemos desde el Centro Pablo, desde Cuba, a favor de una continuidad que cierre el paso a la otra opción, neoliberal y negadora de los logros y valores que trajo la última década para el pueblo argentino.
El triunfo del proyecto de país que permita seguir siguiendo, avanzar en lo logrado, deberá también abrir espacios –amplios, múltiples, necesarios– al debate de toda esa década, incluyendo desaciertos y errores, para que se fortalezca –se construya realmente– ese necesario, poderoso movimiento de los más, de los nadies de antes, alrededor de las fuerzas que integran el Frente para la Victoria –y todos los sectores e individualidades que quieran poner sus hombros en esa tarea de construir estructuras aún más participativas, fundir pasiones, empeños y voluntades en el sueño común de libertad, justicia, solidaridad y bienestar que las argentinas y los argentinos merecen tanto. Lo merecen Argentina y América Latina. Porque en este pulseo también está en juego la integración de Nuestra América. Razón mayor aún para seguir siguiendo: ahora, con la unidad como bandera para derrotar el pasado que quiere regresar; después con la voluntad, la inteligencia y el tesón para concientizar, mediante el debate. Y construir, con el apoyo de todas y de todos.
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