"De pensamiento es la guerra mayor que se nos hace: ganémosla a pensamiento" José Martí

sábado, 1 de octubre de 2016

NYT: Por qué Donald Trump no debería ser presidente de Estados Unidos




Por EL COMITÉ EDITORIAL NYT

Donald Trump es un hombre que vive de la intolerancia, la fanfarronería y las falsas promesas. ¿Este es el ejemplo que queremos que sigan nuestros hijos?


Cuando Donald Trump comenzó su inverosímil campaña presidencial hace quince meses dijo que su riqueza y su condición de celebridad televisiva le daban crédito; después, astutamente le añadió un giro catastrófico a sus declaraciones al hablar de los mexicanos “violadores” que ingresan por la frontera sur.

A partir de ese momento quedó claro que las opiniones de Trump respondían a peligrosos impulsos y mimos cínicos en lugar de ser una política razonada. No obstante, Trump ha atraído a una multitud de estadounidenses que le atribuyen un propósito más elevado del que ha demostrado en su irresponsable campaña llena de arranques, escándalos, acusaciones falsas, insultos personales, nacionalismo xenofóbico, sexismo sin remordimientos y posturas que cambian según su público y caprichos.

Es tiempo de que los indecisos, que tal vez esperan un cambio drástico en la política y el gobierno de Estados Unidos, examinen seriamente a Trump y lo vean tal cual es. Tienen la obligación de sopesar sus supuestas virtudes como político renovador. De lo contrario, podrían enfrentar las consecuencias de entregarle la Casa Blanca a un hombre mucho más interesado en sí mismo que en el bienestar de la nación. A continuación, veremos cómo se ha publicitado Trump y por qué no es creíble.

¿Un mago financiero puede aplicar su magia en el gobierno ejecutivo?

A pesar de sus altos rascacielos, Trump tiene un extenso historial de quiebras y empresas fracasadas, como la Trump University, investigada por las autoridades tras innumerables denuncias de fraude. Su nombre ha sido borrado de sus casinos fallidos en Atlantic City.

El descarado rechazo que tiene ante la posibilidad de mostrar sus declaraciones de impuestos —cosa que Clinton y otros candidatos han hecho desde hace décadas— debería agudizar la desconfianza sobre sus negocios y beneficencias. No hay duda de que publicar esa información encendería muchas alertas; los registros públicos ya indican que durante algunos años aprovechó todo lo que pudo las lagunas disponibles en las leyes y no pagó impuestos.

Las dudosas inversiones mundiales de Trump en Rusia y en muchos otros lugares se han realizado con opacidad, lo cual podría acarrearle conflictos de interés como presidente, en especial si sus intereses comerciales quedan en manos de sus hijos, como pretende hacerlo. Las investigaciones han descubierto que ha actuado en beneficio propio. En particular, se sabe que tomó 258.000 dólares de donantes de su fundación de beneficencia para acabar con las demandas en contra de sus empresas con fines de lucro, según The Washington Post.

¿Una persona directa que dice las cosas como son?

Trump, quien carece de experiencia en seguridad nacional, declara que tiene un plan para derrotar por completo a los milicianos del Estado Islámico en Siria, pero no lo da a conocer, y ha evadido responder si involucraría a fuerzas terrestres. Los electores no pueden juzgar si tiene alguna idea de lo que dice sin un resumen general de su plan; no obstante, Trump insiste absurdamente en que no le dará pistas al enemigo.

Las dudas sobre algunas de sus propuestas angulares —su promesa de un “bloqueo total y absoluto” de los migrantes musulmanes, además de la deportación de 11 millones de inmigrantes indocumentados y la construcción de un muro fronterizo que pagará México— han sido innumerables, mientras oscila de un lado a otro en busca de los votantes indecisos. Sin importar cuáles sean sus giros, Trump siempre deja claro hacia dónde se inclina, gracias a los indicadores antimigratorios, locales y racistas que ha empleado para construir una base de seguidores.

Recurrió a la vergonzosa campaña del “lugar de nacimiento” (birthering) para atacar la legitimidad del presidente Barack Obama con el fin de causar polémica sobre su candidatura. Pero después, de manera oportunista, negó sus declaraciones con la intención de enganchar a los electores indecisos aceptando que Obama es estadounidense por nacimiento. En el proceso, trató de calumniar a Clinton diciendo que era la incitadora de los cuestionamientos sobre el lugar de nacimiento de Obama, y luego rehuyó las preguntas de los periodistas.

Desde que comenzó su campaña, NBC News ha tabulado que Trump ha efectuado 117 cambios de política en 20 temas de importancia, incluyendo tres opiniones opuestas sobre el aborto en el transcurso de ocho horas. Mientras los periodistas tratan de identificar sus contradicciones, Trump se burla de ellos en sus mítines políticos. Declaró que “relajaría” las leyes de difamación para que sea más sencillo demandar a las organizaciones noticiosas que no sean de su agrado.

¿Un negociador experto que puede arreglar el gobierno y superar a otros líderes mundiales?

Su plan de reducir la deuda interna estuvo lejos de generar confianza. Dijo que trataría de persuadir a los acreedores para que acepten menos de lo que el gobierno debe y esa idea caprichosa, importada del mundo de los bienes raíces llenos de deudas de Trump, debilitaría la fe en el gobierno y la estabilidad de los mercados financieros mundiales.

Su plan de recorte fiscal no ha sido menos alarmante. En un inicio, calculó que obtendría 10 billones de dólares en ingresos fiscales; después, tras revisar sus propuestas, la cifra se redujo a 3 billones, según los cálculos de un asesor. No hay indicadores creíbles de cómo se pagará, solo garantías de que se favorecerá a aquellos que se encuentran en los niveles superiores.

Si Trump fuera presidente, las dudas que ha manifestado sobre el valor de la OTAN constituirían un importante desafío diplomático y de seguridad, al igual que sus reiteradas denuncias sobre los tratados comerciales y las relaciones con China. Trump promete renegociar el acuerdo de control nuclear con Irán, como si fuera un acuerdo sobre los derechos de transmisión de Broadway.

Numerosos expertos en defensa nacional y asuntos internacionales han reculado ante la idea de que el arsenal nuclear esté bajo su control. El exsecretario de Estado Colin Powell se refirió a Trump como “un paria internacional”. Trump ha denunciado una y otra vez que el calentamiento global es una “farsa”, aunque en uno de sus campos de golf ubicado en Irlanda usa el argumento del calentamiento global al buscar construir un muro de protección porque el nivel del mar está aumentando.

Al expresar su admiración por el presidente ruso Vladimir Putin, Trump insinúa la aceptación del maltrato dictatorial de Putin hacia sus opositores y disidentes, algunos de los cuales han sido asesinados, así como su despiadada mano dura contra la prensa. Todavía peor resulta el exhorto que Trump le hizo a Rusia para que se inmiscuyera en la campaña presidencial al hackear el correo electrónico de Clinton. Los electores deberían considerar qué tipo de transacciones podría obtener Putin si Trump, su admirador, ganara la Casa Blanca.

¿Un agente de cambio para la nación y el mundo?

De esto no cabe duda. Sin embargo, los electores deberían preguntarse si Trump les dará el tipo de cambio que quieren. Iniciar una serie de guerras al comercio es una receta que conduce a la recesión, no a la creación de nuevos empleos para los estadounidenses.

Provocar un hueco en el déficit al recortar los impuestos de los ricos no asegurará el futuro financiero de los estadounidenses, y la enemistad con nuestros aliados no protegerá nuestra seguridad. Trump también ha declarado que eliminará el nuevo sistema nacional de seguro de salud del que actualmente dependen millones, sin decir con qué lo remplazará.

La lista sigue: acabará con las reformas financieras y protecciones al consumidor que nacieron de la Gran Recesión. Cambiará totalmente el avance en cuestiones ambientales del gobierno de Obama, prometiendo “cancelar el Acuerdo de París” en materia de cambio climático. Volverá a hacer uso del ahogamiento simulado, un método de tortura que viola las leyes de los tratados internacionales. Trump ha hecho un llamado irresponsable a reconsiderar el compromiso de Japón de no desarrollar armas nucleares. Apoya una campaña nacional que favorece una política de “detención y cateo”, que ya se dictaminó como inconstitucional.

El candidato republicano también ha dicho que está a favor de las aspiraciones de la National Rifle Association de armar a los ciudadanos para realizar lo que él consideraría como “tiroteos” defensivos con hombres armados. Ha vulgarizado a tal grado nuestra política que sigue contendiendo a la presidencia a pesar de plantear que su adversaria podría ser un blanco de tiro.

Los electores también deberán considerar el silencio de Trump en relación con otros aspectos de la vida nacional que exigen un cambio constructivo: ¿cómo va a mejorar nuestras escuelas? ¿Cómo va a sacar de la pobreza a más estadounidenses? ¿Cómo es que su condescendiente llamado a los electores estadounidenses de raza negra —un cínico indicador de cómo a los caucásicos moderados les preocupan sus seguidores racistas— se traducirá en iniciativas creíbles para promover el avance racial? ¿Cómo es que su llamado a supervisar e incluso cerrar algunas mezquitas afectará la vida y la reputación nacional en el mundo? ¿Sus candidatos a ocupar puestos en la Corte Suprema serán extensiones fervientes de Trump y compartirán su excesiva confianza?

En todas estas áreas, Clinton ha ofrecido propuestas constructivas. En respuesta, Trump ha fanfarroneado o no ha dicho nada. La política interna más detallada que Trump ha presentado, sobre las exenciones fiscales para cuidado infantil, favorecerían a los ricos.

Los electores atraídos por la fuerza de la personalidad de Trump deberían reflexionar sobre las cualidades exactas que irradia y lo convierten en un candidato diferente: fanfarronería, burla violenta hacia aquellos que lo cuestionan, comentarios denigrantes sobre las mujeres, deshonestidad y vulgares generalizaciones sobre naciones y religiones.

Nuestros presidentes son modelos a seguir para las generaciones de nuestros hijos. ¿Este es el ejemplo que queremos que sigan?

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Gracias por opinar

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...