Por El Duende
En la Cuba anterior a la Revolución en aquellos tiempos en que el Embajador de Estados Unidos en La Habana era el “hombre detrás del trono” que mandaba más que el propio presidente de turno, sin embargo ninguno de los Partidos políticos de entonces o sus dirigentes más reconocidos –aun los más sometidos a los dictados de Washington- se atrevían a admitir públicamente su estrecha relación con el gobierno norteamericano que era en realidad el que decía la última palabra en cuanto a la política cubana.
Diríamos que se guardaba la forma para que la república cubana- bananera sin plátanos- no apareciera ante el mundo como una neo colonia de los Estados Unidos. Y así fue por muchos años hasta que las cosas en Cuba cambiaron con la Revolución que se fue radicalizando en la misma medida en que Washington dictaba medidas agresivas con el propósito de hacer volver a la isla a su anterior estatus de sumisión política y económica.
Desde entonces- y hablo de la década de los años sesenta del pasado siglo XX- el gobierno norteamericano de turno ha tenido su mira puesta en Cuba y es así que para lograr un cambio de gobierno en la isla se ha pagado por Washington a una fabricada oposición interna- que hoy se llama “Disidencia defensora de los Derechos Humanos- que de no estar subvencionada económicamente por un gobierno extranjero el de Estados Unidos quizás tuviera alguna razón de ser como una verdadera fuerza política independiente con alguna significación en el escenario político cubano. Porque descontentos siempre habrá.
Viene este tema a colación precisamente porque se acaba de revelar en Washington- y así se publicó en la prensa- que en el nuevo presupuesto presentado ante el Congreso por la administración Republicana del presidente Donald Trump se eliminan los 20 millones de dólares asignados a los grupos de la llamada Disidencia” interna de Cuba para hacer sus labores de oposición al gobierno revolucionario.
Esa oposición pagada por Washington que ahora pudiera quedarse en la calle y sin llavín es en realidad el “Partido de los americanos en Cuba”. Habría que reconocer que los gobernantes norteamericanos de antes y sus servidores cubanos de ayer eran por lo menos más inteligentes y con algo de algún pudor en su actuación.
¿No querían los cubanos de derecha de Miami a Donald Trump en la presidencia de Unidos? Pues ahí está. Pues yo diría que no hay mal que por bien o venga.
Y hasta la próxima entrega de El Duende que con mi gallo me voy cantando a mi tumba fría. Bambarambay.
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