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La nación también necesita educar y capacitar a la población sobre seguridad alimentaria, según Letra con Vida.Crédito: Jorge Luis Baños/IPS.
Especialistas recomiendan optimizar el empleo de potencialidades humanas y tecnológicas en la agricultura cubana.
“Cuba debería alimentarse de su propia agricultura”, defiende Theodor Friedrich, representante de la organización de las Naciones Unidas para la alimentación y la agricultura (FAO), quien habló sobre seguridad durante la última edición del espacio Letra con Vida.
Para el agrónomo, la nación caribeña debe “incentivar más la producción nacional” mediante el cultivo de más tierras, pues cuenta con “áreas suficientes para alimentar a su población de una forma saludable, diversificada y sostenible”.
A su juicio, ese es el punto más importante para mejorar la seguridad y soberanía alimentarias en Cuba, una de las metas que aún persigue la reforma económica iniciada por el gobierno de Raúl Castro en 2008.
“Hay retos que el país todavía tiene que enfrentar”, valoró el experto, después de señalar problemas actuales que dificultan el acceso a la comida como “el deterioro de los precios, la libreta (cartilla de racionamiento) y de los ingresos de los cubanos”.
Observó que existe “un desfase grande de la realidad productiva con la potencialidad tecnológica” de la nación, que cuenta con más de 200 instituciones dedicadas a la investigación relacionada con la agricultura.
Además, se refirió a la relación entre seguridad alimentaria y salud de las poblaciones.
Indicó que la dieta común cubana no asegura una nutrición sana e insistió en la necesidad de promover más variedad de comidas, a partir del consumo de verduras, vitaminas y proteínas.
Indicó que la dieta común cubana no asegura una nutrición sana e insistió en la necesidad de promover más variedad de comidas, a partir del consumo de verduras, vitaminas y proteínas.
Para él, la limitada oferta de agroproductos, “la educación” y las costumbres son aspectos que pueden estar influenciando en el bajo valor nutricional de la dieta de la mayoría de los 11,2 millones de habitantes.
“Se asume siempre que en Cuba no se usan agroquímicos”, lamentó el agrónomo. Este hecho provoca la “ausencia de atención al tema” de la inocuidad de los alimentos en el país, amplió.
Instó a “ver con mucho cuidado el uso de cualquier insumo en la agricultura, porque los agroquímicos pueden provocar daños a la salud humana. Citó como ejemplo que hoy muchos productores aplicar sustancias químicas para acelerar la maduración de las frutas.
Friedrich habló también sobre la calidad de la cadena de valor, que comprende el acopio de los productos, su almacenaje en un lugar higiénico, la limpieza y el secado.
Según observó, “aquí hay muy poca capacidad de secado (…). Un grano que se cosecha en este clima en dos días tiene moho y hongos, que pueden ser no visibles pero tienen su efecto en la salud humana cuando se consumen los productos”.
Aunque destacó que en Cuba hay capacidad para mejorar la situación del almacenaje, recordó la imposibilidad aún de garantizar la cadena de frío ininterrumpida desde el campo hasta el consumidor.
Aunque destacó que en Cuba hay capacidad para mejorar la situación del almacenaje, recordó la imposibilidad aún de garantizar la cadena de frío ininterrumpida desde el campo hasta el consumidor.
Mientras más avance la sustitución de importaciones de alimentos por otros obtenidos en el país, mayor atención debe prestarse a la calidad de la cadena de valor, propuso.
Asimismo, el representante de la FAO en Cuba insistió en la importancia de favorecer “la conexión del consumidor con el productor” mediante una mejor infraestructura de transportes, almacenajes, procesamiento y también de un estructura de mercadeo, “que pueda responder a ofertas diferentes” y sea más flexible.
Grisel Tejeda, especialista del Instituto de Investigaciones Fundamentales en Agricultura Tropical, integró junto con Friedrich el panel que cada mes organiza ese espacio del Centro Cultural “Dulce María Loynaz”, en La Habana.
La experta valoró que la seguridad alimentaria no se logra solo con más producción.
“Hemos tenido casos en Santiago de Cuba (a 847 kilómetros al este de La Habana) y en Fomento (en la provincia central de Sancti Spíritus), donde ha habido grandes picos de producción y, sin embargo, se nos han echado a perder las cosechas”, ejemplificó.
“Requerimos cerrar el ciclo: garantizar la transportación adecuada y la industrialización de los alimentos que lo necesiten”, advirtió Tejeda.
Seguidamente mostró la experiencia del Programa de Apoyo a la Modernización Agropecuaria en Cuba, financiado por la Unión Europea e implementado entre el Ministerio de la Agricultura y el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, que persigue el incremento de la producción agrícola local.
El programa, en marcha por ahora en nueve municipios del país, ha generado “un proceso muy interactivo de innovación institucional y planificación estratégica para la sostenibilidad alimentaria a nivel local”.
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