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Era ríspido, pero didáctico y aleccionador, sumamente humano, predicaba
con su ejemplo, era incapaz de exigir algo que no pudiera llevar a cabo
él mismo; su espíritu de determinación y sacrificio constituía para sus
cercanos y lejanos compañeros, un ejemplo inigualable. Por eso, el CHE,
o el Argentino, para nosotros constituirá siempre un ejemplo,”… sin ningún tipo de tachadura o como quisiéramos que fueran nuestros hijos”, según lo expresado por el Comandante en Jefe.
A finales de 1959, sostuvo una reunión en el local de Saravia, cercano
al Estadio Latinoamericano (actual ubicación de la Dirección Técnica de
Investigaciones (DTI) con los que recién se incorporaban a la Policía
Nacional Revolucionaria. Algunos de sus fundamentos expresados entonces,
tienen hoy total vigencia, por lo que a continuación, los expongo
textualmente:
“….había dicho al principio, que la nueva tarea de la Policía
Nacional Revolucionaria es no sólo custodia del orden público, como va a
llamarse, sino también y fundamentalmente la investigación de la
opinión pública y la orientación de esa opinión.
No hay ningún miembro de todos nuestros cuerpos que esté tan cerca
del pueblo como ustedes, viven del pueblo, reciben a cada minuto todas
las pequeñas manifestaciones del descontento o la alegría popular.
Ustedes están mucho más cerca que nadie en la posibilidad de catar cada
acto del Gobierno Revolucionario o de los funcionarios del Gobierno
Revolucionario. Ustedes también tienen que cumplir la tarea que guarda
el orden público, encontrar precisamente esa equidistancia entre dos
tareas que aparentemente chocan, es la gran labor de quienes darán a
esta policía sus rasgos peculiares de eficacia y de Ejército Popular.
Porque nunca debemos olvidar que en caso de una agresión, la tarea
de la Policía será extraordinaria. No será la Policía un Cuerpo que se
desbande al primer tiro o que renuncie a luchar, porque sus compañeros
de otras ramas de las Fuerzas Armadas han sido derrotados, tendrán que
seguir luchando, porque todos, si hay guerra, si hay invasión, si hay
alguna agresión, tendremos que luchar hasta el final y aprender la
técnica, aprender la táctica de la lucha en las ciudades, tanto
defensiva como ofensiva; es otra de las tareas de la nueva Policía
Revolucionaria. Pero fundamentalmente donde nuestro trabajo debe ser más
grande y será más dificultoso también, es el hacer que no se pierda el
viejo espíritu, el hacer que cada momento de la acción diaria, recuerde
el vigilante revolucionario que antes que nada y por sobre todas las
cosas es un miembro del pueblo, que el hecho de ser pueblo uniformado,
le da deberes pero no derechos y debe entonces centrarse la educación
para hacer de cada uno de ustedes un modelo de cultura, un modelo en
cuanto a las relaciones sociales…..”
Consecuente con su prédica ejemplar, tengo otros ejemplos, bastante inéditos:
También, a fínales de 1959, sus visitas a la recién intervenida Cuban
Telephone Company, monopolio de la transnacional norteamericana ITT, aún
vigente en la Cuba Revolucionaria, eran frecuentes, para supervisar la
marcha del proceso previo a su total nacionalización acontecida un año
después. Un día, casi de madrugada, irrumpió con su traje de campaña
desaliñado y boina negra de estrella al frente, para visitar al
interventor designado por la Revolución, Capitán del Ejército Rebelde, a
quien conocíamos como Williams, sólo estaban dos milicianos de guardia
en la puerta de Águila y Dragones, uno de los cuales, solícito, le abrió
la puerta del elevador y con un hombre de su escolta personal, lo
condujo al 9no piso y lo esperó durante casi dos horas para bajarlo. A
su salida para acceder al auto que lo esperaba parqueado por la calle
Águila, se despidió de los custodios obreros, para regresar sobre sus
pasos de inmediato y dirigirse al miliciano que sentado en un taburete
hacia su turno de guardia, “… Vos estas fatigado, ¿eres asmático?, ¿tienes tratamiento? Respira fuerte y tomá mucho líquido…
Otra anécdota, a mí narrada, durante una misión de trabajo del
MININT en el exterior, por el principal hacedor de la vivencia. Casi
nacía su primogénita Aleidita, su madre era atendida por un médico del
Ejército Rebelde, el Capitán Adolfo “Cuco” Rodríguez de la Vega, quien
aunque no era ginecostetra, había sido designado por el CHE, para
atenderla previo al parto. Ella llega tarde y sudorosa a una de las
últimas consultas en el Hospital Calixto García, el “Cuco” indaga, ella
humilde y tímidamente responde “... Doctor es que las guaguas están muy malas y me demoré en llegar”, el otro casi salta en sobresalto de su asiento, “¿pero Aleida, tu casi tienes los nueve meses y el CHE no te manda a la consulta en automóvil?”, “Yo hablaré con él al respecto”, “por favor médico no vaya a plantearle que yo se lo dije…” dice la angustiada y primeriza madre.
Pocos días después, con algún pretexto, “Cuco” visita al CHE en su
despacho en el Banco Nacional de Cuba, y le expone con timidez, “CHE,
Aleida no puede seguir cogiendo guaguas para ir a mi consulta en el
estado avanzado de gestación que presenta, puede perjudicarla”. El Argentino, responde tan ríspido como cuando les habló en Sarabia a los de la PNR “¿Es
que ella te ha dicho que intercedas conmigo?, “Fíjate, cuando yo conocí
a Aleida en el Escambray, era una simple maestra, preparada
biológicamente, como todas las mujeres, para dar a luz en las más
difíciles condiciones, sin autos acompañantes etc., ella nunca pensó
casarse con un Ministro...”.
“Cuco” quedó anonadado, sin embargo, en la próxima visita de consulta periódica, Aleida se presentó sosegada y fresca e indagó “¿Doctor, Ud. habló algo con el CHE?, porque en esta ocasión me mandó a la visita con un carro de su escolta.
Así era ERNESTO GUEVARA DE LA SERNA, “EL CHE” inmortal, aleccionador,
didáctico, ejemplarizante, pero para nada extremista ni deshumanizado.
Primero daba una consideración irrefutablemente doctrinal y de
principios, siendo después capaz de atemperarla acorde a las
circunstancias prácticas.
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