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Estados Unidos, observando su histórica relación con Cuba, le causó daños, que aun la Isla no ha logrado superar. Estos son algunos de ellos:
-Convertir su cercanía geográfica al territorio de la Unión en un estigma que solo los años de resistencia revolucionaria, después de 1959, nos han ayudado a solucionar. “Si antes fue una desventaja estar tan cerca de los Estados Unidos; hoy es una desventaja para Estados Unidos estar tan cerca de Cuba”. Dicen que, “Si tienes los brazos cortos, arrímate al contrario”.
-La política imperial de los Estados Unidos nunca permitió que la Isla contara con una burguesía nacional. Esta última era demasiado dependiente y nunca fueron capaces de defender los intereses del país. Desde el siglo XIX, esta burguesía nunca fue revolucionaria y la parte que logró serlo (fracasó ante los intentos de los Estados Unidos por conquistar el poder de manos de España). La Resolución Conjunta engañó a los patriotas cubanos. La Enmienda Platt sujetó a la Isla, cercenándole cualquier intento de independencia y soberanía. Finalmente, los gobiernos republicanos, quedaron como simples custodios de los intereses norteamericanos en la Mayor de las Antillas. Estos últimos solamente protestaban ante un pequeño tamaño de la tajada. Así inauguró Estados Unidos su moderno colonialismo. Cuba fue el experimento. Por cierto, exitoso, dentro de sus límites.
-Los desplazados, no fueron capaces de organizar una “contrarrevolución legítima” después de 1959, para tratar de reconquistar el poder; la política norteamericana la asesinó dentro de lo que pudo ser el vientre materno, nunca nació, y hasta hoy, esa contrarrevolución tanto interna como externa, no es cubana, y no son más que simples mercenarios al servicio de una potencia extranjera.
-Estados Unidos marcó a la naciente sociedad cubana con una confrontación cultural que aun sobrevive, entre querer vivir como en los Estados Unidos y querer vivir como cubanos. La mayoría de los cubanos miran para adentro, pero no pocos miran para el norte.
-Aun el anexionismo y el independentismo, sobreviven en Cuba, como corrientes ideológicas contrapuestas, que marcan el ambiente político del país.
-Cuando los cubanos, que defienden a la Revolución, tienen que enfrentarse a las élites de poder estadounidense, lo tienen que hacer, no solo contra una derecha en los Estados Unidos, formada también por cubanos, que renunciaron a la patria, para cumplir órdenes de quien siempre ha sido el enemigo de la Isla. Sino también tiene que enfrentarse a una cultura política, donde Cuba siempre aparece como parte del territorio continental de Estados Unidos.
-Por eso, el único final que puede tener esa confrontación entre Cuba y los Estados Unidos, es que la Isla logre sobrevivir como nación independiente. Porque o los Estados Unidos renuncian a sus aspiraciones sobre Cuba, conviviendo con ella como nación independiente, o Cuba tendrá que estar siempre preparada para responder a los ataques de que sería objeto. Una larga lista de agresiones de Estados Unidos conforma esa historia.
Pero quiérase o no, Cuba no puede mudarse del territorio en que está enclavada, ni Estados Unidos tampoco y no se avizora un cambio en las esencias de la política de la potencia del norte hacia la Isla.
Entonces, para Cuba, de lo que se trata es de convertir sus potenciales desventajas en armas de defensa y sus inconvenientes y asimetrías frente a la política norteamericana en instrumentos políticos inteligentes, que nos permitan utilizar la “fuerza del contrario”. Tal y como tuvo lugar en la lucha entre David y Goliat. Es decir, utilizar “tácticas asimétricas”, en que podamos virar las fuerzas imperiales, convirtiéndolas en añadidos de nuestra propia fuerza.
Un ejemplo claro lo podemos extraer de cómo transcurrió la Crisis de Octubre. Si Cuba hubiera podido convencer a los soviéticos de cómo actuar, manteniendo los cohetes nucleares en Cuba y negociar sobre esa base, de manera conjunta, con los Estados Unidos, la crisis habría podido terminar de otro modo.
No obstante, ahora tenemos en nuestras manos un instrumento poderoso, que debemos saber utilizar con valentía, inteligencia y espíritu de flexibilidad política, para virar lo que siempre fue un instrumento de agresión de la política de Estados Unidos contra Cuba, la “cuestión migratoria”, convirtiéndolo en un instrumento para aventajar a los Estados Unidos en la confrontación.
La persistencia del bloqueo no nos puede oscurecer la realidad de que las medidas de Obama, hasta la más reciente de otorgar a los cubanos que quieran viajar a los Estados Unidos por asuntos familiares, visas múltiples por cinco años, pueden tener un impacto interno, y en las relaciones mutuas, que no resulta nada despreciable, especialmente para los momentos en que se encuentra la sociedad cubana.
Esta medida, unida a las facilidades que ha dado Cuba mediante las nuevas regulaciones migratorias, no parece ser otra cosa que el comienzo de un flujo casi incontrolable y masivo entre cubanos de acá y cubanos de allá. Que Estados Unidos no podrá detener; pues ya “abrió la pila”. Esas medidas servirán para que todos los que residen en Estados Unidos y así lo deseen, puedan viajar a Cuba y vivir en ella durante largos períodos, y los que residen en Cuba, puedan viajar frecuentemente a los Estados Unidos y permanecer allá por un período largo. Sicológicamente, ello tiene una gran ventaja, para Cuba, tanto económica, como emocional y política.
Antes, los cubanos se sentían encerrados en la Isla, ello afectaba la situación política interna, convirtiéndonos en una “Olla de Presión” y permitiendo la propaganda contra Cuba. Además de poder operar subversivamente, contra una sociedad civil descontenta. Se hacía poco menos que imposible pensar en un proyecto de vida, que incluyese la libertad de viajar. Poder retornar a Cuba y conservar los bienes personales. Pues todo ello tenía un matiz definitivo. No era posible regresar y mucho menos preservar las propiedades personales. Es cierto que ahora permanece el obstáculo de obtener una visa, para un ciudadano que trataba de viajar teniendo sobre si el estigma de quedarse. Pero mientras más normal sea para los cubanos viajar, convirtiéndose en algo común salir y regresar, más fácil le será obtener visas para viajar a cualquier lugar.
Todas eran armas, operaban a favor de los Estados Unidos. Por ello Cuba, al modificar sus regulaciones migratorias, ha hecho una jugada magistral, que va mucho más allá de sus implicaciones específicas, para devenir en un instrumento político, que Estados Unidos no podrá resistir. Porque antes, ellos podían invadirnos, si incumplíamos sus reglas migratorias; ahora somos nosotros los que estamos invadiéndolos a ellos, sin incumplir regla alguna. Porque el flujo de personas en ambas direcciones, y sin grandes limitaciones, es el arma más poderosa del intercambio internacional, que nosotros podemos utilizar para erosionar el bloqueo.
Con el bloqueo hemos sobrevivido y podemos continuar sobreviviendo, sobre todo ahora, que Cuba adopta medidas serias para hacer avanzar su economía. Con la cuestión migratoria no, porque era una bacteria mortal, que teníamos en el estómago de nuestra sociedad civil. Por eso Obama flexibiliza, porque cree que esas medidas que ha adoptado pueden ser instrumentos de subversión. Y lo son, solo que con la nueva política migratoria cubana se reduce mucho su efectividad. Además contamos con millones de cubanos, que disfrutaran de esas ventajas y ello no les va a cambiar la conciencia. Disfrutarán de los paquetes y las facilidades de visas familiares, en ambas direcciones, de las remesas incrementadas; pero entre las llamadas telefónicas que antes no lograban hacer a sus familiares, la correspondencia que demoraba, las remesas y los visados que Bush cortó y la situación de ahora, alcanzaran un alivio como ciudadanos, en lugar de virarse contra la Revolución. Las nuevas medidas migratorias aprobadas en Cuba benefician a los ciudadanos cubanos y por esa vía, lejos de perder amigos vamos a recuperar a mucha gente. Obama aún no se ha percatado, de que el “Tiro le salió por la culata”. Para cuando venga a reaccionar ya será demasiado tarde. Sobre todo, con el impacto adicional que tendrán los acuerdos que se están gestando sobre el correo entre ambos países y las intenciones que tiene el gobierno cubano de no retrasar el proceso iniciado.
Entonces, la cuestión migratoria, va dejando de ser un instrumento de política contra Cuba. Y la velocidad a que ello avance, depende solo de la inteligencia, con que nosotros continuemos ampliando el campo de juego. Sobre todo, dándole facilidades a los cubanos de afuera. Para que cada día se sientan más parte de esa política. Lo cual significa, que hasta un día, pueden sentirse de nuevo cubanos, con ciertos derechos. Lo cual es importante, para que los Estados Unidos, no puedan volver a tomarnos la delantera, haciéndonos perder una iniciativa, que para nosotros, es “cuestión de vida o muerte”. Porque es imposible mantener una sociedad descontenta, en asuntos tan importantes, como los familiares y los recursos para sobrevivir que les llegan por esa vía. Una política muy similar a esta, también inteligente, fue implementada por el gobierno cubano durante la administración Carter, cuando se produjo el primer diálogo con la comunidad cubana en el exterior, pero el advenimiento de la administración Reagan impidió que se siguiera avanzando e incluso se produjeron algunos retrocesos.
Todo ello apunta a que un grupo importante de cubanos, hacia un futuro no lejano, compartirán su vida entre Cuba y los Estados Unidos, lo que sin dudas, tendrá sus impactos políticos en ambas sociedades. De manera especial en la sociedad cubana, que tal vez logre recuperar una parte de su población emigrada; recibir crecientes inversiones por la vía familiar para pequeños y medianos negocios, compras de casas, incremento del intercambio cultural y científico, entrada de tecnología y como resultado de todo ello, la formación de una población transnacional entre ambos lados, sin que ninguno de esos grupos poblacionales pierda sus identidades. Situación para la cual debemos “modernizarnos”, evitando al máximo los esquemas de plaza sitiada, de mentalidad policíaca, prohibiciones innecesarias, esquematismos burocráticos, sacrificios impuestos y otros que hacen aun de nuestra sociedad algo muy cerrado, que ni los propios revolucionarios somos capaces de soportar.
En esas circunstancias, el bloqueo podría irse en disolvencia. Si en Vietnam el bloqueo terminó por la vía de la relación comercial creciente, con una economía que comenzó a recuperarse rápidamente de la guerra, con una población, que a pesar de las pérdidas, no cultivó el odio al norteamericano; en Cuba, podría terminar por la vía del intercambio migratorio creciente entre dos países, muy cercanos geográficamente, en que los cubanos residentes en ambos lados, comparten hábitos, intereses culturales, aspiraciones de vida, mucho de idiosincrasia y deseos de reencontrarse con sus familiares. En tal situación, las diferencias idiomáticas, no tendrán ningún significado sustancial. Aprovechando además la realidad histórica y de idiosincrasia, de que el cubano no emigra para quedarse definitivamente fuera del país. No está en su mentalidad, pues se trata de una persona, que por lo general lleva siempre dentro de sí a la tierra en que nació. Por lo general no pierde sus hábitos ni costumbres, gustos e inquietudes culturales, ni deja atrás definitivamente a sus familiares. Y salvo que le sea imposible, por otras razones, sueña todos los días con poner los pies en su país, sacrificando por ello cualquier contradicción ideológica que pueda tener. Solo los criminales no regresan, porque no pueden. Todos los demás añoran regresar, aunque no sea para quedarse a vivir de nuevo en Cuba. Aunque ante esa posibilidad debemos también estar preparados, porque estoy seguro que muchos querrán regresar a vivir en Cuba y tal vez, solo viajar a Estados Unidos de vez en cuando. O sea devendrán en emigrados en Cuba, que viajan con frecuencia a Estados Unidos. Estoy seguro que ya muchos, piensan vivir bien con sus familiares en Cuba, con el dinero que hayan logrado acumular. Manteniendo las facilidades regresar a buscar más. Solo habrá que facilitárselo y ocurrirá. Porque una alternativa de ese tipo, sería vista de manera muy favorable para muchos cubanos que hoy viven en los Estados Unidos. Y sería muy bienvenido por casi todos en Cuba.
Lo que comenzará a tener lugar, con los cambios en la política migratoria entre ambos países, tendrá un impacto hacia el futuro, generando un escenario, donde la política de la confrontación perderá liderazgo, cediéndole el puesto a la relación societal. Serán ambas sociedades, en sus mutuas interrelaciones, las que solucionarán el conflicto que hoy las aqueja, porque todos son víctimas, en contra de la voluntad (o de una voluntad que ya superada) para una masa creciente de ciudadanos en ambos países. Se aprecia con claridad, que la sociedad estadounidense en particular, ha comenzado a tener un papel más activo en la política hacia Cuba de lo que hace solo unos años habríamos podido imaginar.
Desde la segunda mitad de los años 70 las relaciones entre ambas sociedades ha crecido considerablemente. Ha aumentado el intercambio académico, científico, cultural, religioso, político, la solidaridad y el intercambio personal. Ya Cuba no es la Isla aislada, cuya información entraba a los Estados Unidos solo por los canales de la derecha. Las llamadas radio Martí y TV Martí continúan existiendo, pero su impacto no se acerca al esperado. Solo una derecha minoritaria continúa defendiendo la política de bloqueo. Pocas políticas gubernamentales en Estados Unidos han devenido tan impopulares. Son muchas las presiones para que se abran los viajes turísticos de los ciudadanos norteamericanos, se incrementan los viajes sin licencia, muchas universidades insisten en mantener el intercambio académico, se solicitan múltiples licencias para asistir a las actividades científicas y de todo tipo en Cuba. En fin, la política agresiva de Estados Unidos, no ha podido impedir el contacto entre ambas sociedades. Resultado de lo cual, el bloqueo va perdiendo la efectividad que antes exhibía, pues prestigio como política ya no le queda ninguno. Obama presiona, sobre todo, contra el gobierno cubano, pero le resulta imposible cubrir todas las brechas y mucho menos detener las múltiples acciones y el activismo estadounidense que busca crecientemente la relación con Cuba.
Y dentro de ello, debemos saber aprovechar que entre los cubanos que allá residen, esa dinámica ha sido mayor. Los cubanos de allá no han sufrido el impacto de la discriminación en la política migratoria como los hispanos u otros ciudadanos; han sido privilegiados, han sido supuestos emigrados, que al otro día vuelven a su país, a visitar la familia, han disfrutado de privilegios, que les han permitido crear una masa crítica, intelectual, técnica y en los negocios; masa dentro de la cual no pocos tienen la voluntad de emplearla en Cuba. Porque muchos, llevan en el alma la idea de beneficiar a su país de origen. Aun entre los que emigraron por contradicciones políticas con la revolución. El odio irremediable, contra Cuba, es solo patrimonio de una exigua extrema derecha, que a veces no encuentra repercusión ni en sus propios descendientes. Y no es odio contra Cuba, muchos de estos también la añoran, es odio más bien contra el régimen establecido en la Isla. Cosas todas que para no pocos, después de 50 años, pasan a un segundo plano, ante la realidad de morir sin volver a poner los pies en Cuba.
Todo lo anterior es el fruto del tiempo, sin que para muchos realizar las aspiraciones de volver a la Cuba se hayan perdido. Recuerden que todos esos, desde que se fueron, celebrarían la próxima navidad en Cuba. Por eso como dice Ortega, un principal aliado de Cuba en Miami, es la Funeraria Rivero.[i]
Eso también proviene de un paulatino cambio generacional de los cubanos que viven en los Estados Unidos, en los que muchos no se sienten ligados a las circunstancias políticas que hicieron emigrar a sus abuelos y a veces hasta a sus padres. El cambio generacional también ha tenido lugar en Cuba, para muchos jóvenes, que ven el contacto con los de allá de manera normal, menos apasionada y prejuiciada.
No ha existido nunca odio entre Cuba y los Estados Unidos. Muchos cubanos que viven hoy en la Isla lo hacen porque se sienten herederos de los tabaqueros patriotas de Tampa, que conocieron a José Martí y que prepararon junto a él la Guerra Necesaria. Otros que incluso hoy, viven en los Estados Unidos albergan similares sentimientos. Entonces el amor por la patria los une a todos, a partir de una historia común, de un camino que después la vida bifurcó. Para muchos, llevados a ese camino de la emigración, no por propia voluntad. Estando dentro de estos últimos, los que más sienten la necesidad de conocer la patria de la que no emigraron, la patria de la que sus padres no podían evitar hablarles. Ese sentimiento es muy fuerte.
Hoy muchos de ellos vienen a Cuba y conocen a sus familiares, visitan los lugares que solo conocieron por viejas fotos de familia y disfrutan intercambiar con quienes pudieron ser siempre sus compañeros de aula, de juegos y de aventuras juveniles, si sus padres no se los hubieran llevado. Asombrándose del parecido que tienen con los que no se fueron de Cuba.
Todos fueron víctimas de las mismas ansias de poder imperial. A algunos, no les interesa, porque ya llevaban en su alma (una Ileana Ross, un Díaz Balart, un Marco Rubio) las aspiraciones que sus padres, le habían inculcado. Que se norte americanizaron respondiendo a los intereses de la derecha. Pero otros, pequeños o sin la conciencia aun desarrollada, lo único que sabían es que abandonaban la casa donde nacieron, la calle y los amigos, junto a los cuales vivieron sus primeros años y experiencias de vida. Esos son los más recuperables, aquellos que llevaban ya la patria en el alma, sin a veces tener conciencia de ello.
Pero no todos emigraron con odio en el corazón, muchos, ya hombres y mujeres, lo hicieron por necesidades económicas, que les devoró la conciencia de patria ante la muy humana necesidad de sentir que podían vivir mejor fuera de Cuba; que sus familiares queridos, que aquí dejaban, podían ser beneficiarios de ese “sacrificio”, que los sigue golpeando y no los deja vivir ni disfrutar a muchos las riquezas que han adquirido, sino la comparten con sus familiares, madres, hermanos, padres, primos. Esos también son salvables, para una patria que los acoja con el amor que no quieren perder. Alimentándoles las ilusiones y las aspiraciones con que llegan al aeropuerto.
Por eso es tan importante y tan inteligente lo que Cuba ha hecho al variar las regulaciones migratorias, dejando que se junten todos los que quieran juntarse, aquí o allá.
No sería posible dejar de referir, las relaciones que se crean entre los Estudiantes norteamericanos que vienen a los cursos de la Universidad de La Habana, las positivas impresiones con que se marchan y el nivel de relaciones amistosas que se generan. Al encontrarse con una Cuba, que no se parece a la propaganda de que son objeto en los Estados Unidos.
Ya le queda muy poco tiempo a Obama, para producir un cambio sustancial en la política hacia Cuba. Pero eso no es tan importante. Primero, porque no debemos esperar el levantamiento del bloqueo de los Estados Unidos contra Cuba, sino levantar todo lo que huela a “bloqueo interno”. Para avanzar con decisión y lo más rápido posible, hacia un modelo económico que sea propio, sostenible y que nos haga ir adelante con nuestras propias fuerzas y todas las que podamos reunir. Fuerzas entre las cuales están también la de muchos cubanos que se fueron.
Pero debemos darnos cuenta, que las facilidades que nos ofrece la cuestión migratoria, las debemos aprovechar para rescatar todo lo que sea rescatable, de nuestra relación entre cubanos. Tanto si viven en Cuba como en los Estados Unidos o en otros lugares. Pues esa relación, en particular, la de ambos lados del estrecho de La Florida, puede traernos muchas cosas.
1- Cubanos que quieran compartir su vida entre Cuba y Estados Unidos.
2- Dinero para inversiones de pequeño y mediano porte.
3- Recursos y tecnología que ingresaría al país.
4- Potenciales inversores en Cuba. Que compraran casa a sus familiares, carros, artículos duraderos, acciones que mejorarían negocios.
5- Tranquilidad familiar e incremento de sus niveles de vida.
6- No pocos querrán pasar sus últimos años, con sus jubilaciones en Cuba.
7- Muchos que en la edad requerida querrán estudiar en Cuba.
8- No pocos querrán hacer sus aportes para mejorar sus pueblos y lugares de nacimiento.
Por supuesto, todo ello lleva implícito las mayores flexibilidades posibles de parte nuestra. Para que muchos de ellos vuelvan a sentir que se les trata como ciudadanos con todos sus derechos civiles y políticos.
Claro, que esa cercanía entre los de Estados Unidos y los de Cuba, Obama la quisiera poder convertir en una gran “Quinta columna”, para subvertir al país. Pero también los de allá engañan a Obama, haciéndoles creer que son sus emisarios y nosotros, obrando con inteligencia, podemos convertirle su estrategia en todo lo contrario. Pues aun y cuando el bloqueo persistiese, esos flujos de cubanos hacia un lado y otro, bien manejado, puede convertirse en lo que Obama tal vez no quiera que se convierta¸ en una forma de terminar con el bloqueo. Porque detrás del bloqueo no hay más que una medida ya absurda de agresión económica. Mientras que como trasfondo de la cuestión migratoria, están el corazón y el alma de millones de cubanos, de los que muy pocos se fueron para no regresar. Pues como me decía un viejo y querido amigo, “Fueron a coger agua y carbón”, para regresar y poner un negocito en Cuba. Fueron las circunstancias históricas, aunque muy legítimas, lo que no lo dejaban regresar. Confío en que ahora pueden volver, si así lo quisieran.
La Habana, 04 de octubre de 2013
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