Por Adalys Pilar Mireles
Pinar del Río, Cuba, 18 nov (PL) Muy animado por la afluencia de turistas europeos, La Guabina es un apartado paraje del occidente cubano que conserva sus encantos naturales gracias a la labor de guardabosques, campesinos e investigadores.Francia, Suiza y Holanda destacan entre los mercados emisores de viajeros a ese escenario rural de la provincia de Pinar del Río, donde decenas de pobladores conviven en armonía con un entorno seductor, comentó a Prensa Latina Jorge Luis Hernández, guía del lugar.
La observación de aves, dijo, es una de las opciones preferidas durante la estancia en ese sitio, el cual abriga a medio centenar de variedades de pájaros, a menudo sorprendidos por las cámaras de los recién llegados.
En esa área protegida abunda la fauna acuática, concentrada en una extensa laguna, cuyas aguas convergen con el nacimiento del río Guamá, mayor cauce de esta ciudad.
A siete kilómetros de la urbe, La Guabina regala una panorámica de las montañas circundantes, con sus pronunciados contrastes y sonidos.
Árboles como la Guayabita del Pinar, endémica de esta región, crecen en los predios de la finca, junto a la palma barrigona, ejemplar de abultado tallo, entre otros representantes del reino vegetal, explicó.
Helechos arborescentes y pinares coexisten en un mismo espacio, coincidencia considerada una curiosidad científica pues por lo general ambos viven en hábitats de diferentes características.
La lidia de gallos, tradición local, añade atractivos al lugar, allí vecinos de los alrededores crían a las aves para peleas de exhibición.
Otra de las singularidades de la propiedad, que data del siglo XIX, es la reproducción y mejoramiento genético de razas equinas, ganadoras en rodeos y ferias.
En verano, luego de pasear a caballo por la granja, muchos prefieren refrescarse en el lago o navegar en bote, antes de regresar a la ciudad.
Muy cerca de la laguna, cabañas de madera acogen a quienes optan por descansar una o varias noches en esa zona serrana.
La Guabina, pez que dio nombre al lugar por su abundancia en centurias pasadas, es vista aún en los espejos de agua de la demarcación, singular destino del turismo en la isla, afirmó Hernández.
La observación de aves, dijo, es una de las opciones preferidas durante la estancia en ese sitio, el cual abriga a medio centenar de variedades de pájaros, a menudo sorprendidos por las cámaras de los recién llegados.
En esa área protegida abunda la fauna acuática, concentrada en una extensa laguna, cuyas aguas convergen con el nacimiento del río Guamá, mayor cauce de esta ciudad.
A siete kilómetros de la urbe, La Guabina regala una panorámica de las montañas circundantes, con sus pronunciados contrastes y sonidos.
Árboles como la Guayabita del Pinar, endémica de esta región, crecen en los predios de la finca, junto a la palma barrigona, ejemplar de abultado tallo, entre otros representantes del reino vegetal, explicó.
Helechos arborescentes y pinares coexisten en un mismo espacio, coincidencia considerada una curiosidad científica pues por lo general ambos viven en hábitats de diferentes características.
La lidia de gallos, tradición local, añade atractivos al lugar, allí vecinos de los alrededores crían a las aves para peleas de exhibición.
Otra de las singularidades de la propiedad, que data del siglo XIX, es la reproducción y mejoramiento genético de razas equinas, ganadoras en rodeos y ferias.
En verano, luego de pasear a caballo por la granja, muchos prefieren refrescarse en el lago o navegar en bote, antes de regresar a la ciudad.
Muy cerca de la laguna, cabañas de madera acogen a quienes optan por descansar una o varias noches en esa zona serrana.
La Guabina, pez que dio nombre al lugar por su abundancia en centurias pasadas, es vista aún en los espejos de agua de la demarcación, singular destino del turismo en la isla, afirmó Hernández.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Gracias por opinar