Por Rafael Betancourt. Profesor. Colegio Universitario San Gerónimo, Universidad de La Habana.
Por Julia Sagebien. Profesora. Universidad de Dalhousie, Canadá.
La búsqueda de lecciones prácticas y teóricas que pudieran contribuir a revaluar el modelo de desarrollo cubano ha llevado a académicos y decisores a examinar diversas experiencias foráneas. Cualesquiera sean sus aportes, el modelo que se adopte deberá enfrentar la siguiente interrogante: ¿Cómo aprovechar las fuerzas del mercado de manera que: 1) generen crecimiento económico, 2) se controlen las disparidades que acompañan los procesos de transición, 3) se mantenga suficiente cohesión política para su rápida implementación, 4) se establezca un nuevo socialismo con mercado, basado en unidades económicas autogestionadas y diferentes formas de propiedad, que interactúen dentro de una economía planificada?
Este artículo propone analizar dos conjuntos de prácticas: el de las economías sociales y solidarias (ESS), compuesto por empresas socialmente responsables (ESR), y el de los modelos de desarrollo de mercados inclusivos (DMI). Un examen cuidadoso de su aplicación de forma integrada es de máxima relevancia para Cuba, pues parte de ambos enfoques ya se están aplicando en la Isla en condiciones ad hoc.
Puesto que el sector no estatal está llamado a jugar un papel importante en el nuevo modelo cubano de desarrollo es válido preguntarse si las empresas no estatales podrán convertirse en empresas socialmente responsables e impulsoras de la economía social y solidaria en Cuba.1
Definiciones, orígenes, aplicaciones
Las ESS son, en esencia, sistemas macroeconómicos compuestos por organizaciones solidarias que desempeñan actividades empresariales para lograr sus objetivos sociales y ambientales. Pueden abarcar, además de sociedades mutualistas y cooperativas no lucrativas, independientes del gobierno, otras formas de empresa, incluidas las estatales y privadas lucrativas, siempre que mantengan objetivos sociales y/o ambientales.2 En América Latina, este término y el de economía popular y solidaria (EPS) se utilizan indistintamente aunque en esa última el sector informal suele tener un peso mayor, a diferencia de las ESS en países desarrollados.3
Las ESR —empresas individuales que aspiran a metas sociales y ambientales, con o sin objetivos de gestión o propiedad solidaria— emplean como herramienta de gestión el «triple balance empresarial»: financiero, social y ambiental. Con frecuencia se las califica como «emprendedores sociales» o «empresa social».4
En países capitalistas, la economía social y solidaria y sus ESR son creadas principalmente por individuos y organizaciones de la sociedad civil. Sin embargo, dependen de relaciones estratégicas con el Estado y los sectores privados.
El desarrollo de mercados inclusivos (DMI) abarca políticas y estrategias que extienden a los pobres, y otras personas excluidas, las oportunidades que ofrecen los mercados a los productores, consumidores y trabajadores. Las políticas asociadas al DMI encaran las barreras de carácter institucional y financiero, la de carencia de infraestructura o acceso a cadenas de valor, y de conocimiento y capacidades. Dichas políticas surgen mayormente de agencias de desarrollo internacional en conjunto con gobiernos nacionales, aunque, dado su impacto sobre barreras económicas sistémicas, su éxito depende del apoyo y participación del sector privado y el protagonismo de la sociedad civil.
Las ESS y el DMI aparecen en las naciones capitalistas como respuesta al fracaso del mercado por lograr crecimiento inclusivo y desarrollo sostenible, y a las «brechas de gobernabilidad» abiertas por las capacidades disminuidas de un Estado menguado. El enfrentamiento a impactos sociales y ambientales negativos surge principalmente desde las comunidades y los gobiernos progresistas, con el apoyo de universidades y centros de investigación donde se desarrollaron teorías de innovación social.
En Cuba, la responsabilidad social y la solidaridad constituyen la razón de ser de la actividad económica con predominio del sector estatal y son promovidas desde el gobierno central «de arriba hacia abajo». El acercamiento a las experiencias de ESS en el sector no estatal es un fenómeno reciente,5 a partir de los cambios en el modelo económico que, según Rafael Hernández, director de la revista Temas, tienden a la
descentralización y participación; la concepción de la propiedad social como algo distinto de la estatal; la ampliación del sector no estatal […] no solo en la pequeña empresa privada, sino sobre todo en las formas de producción y distribución cooperativas; la superación del paternalismo estatal y de lo que se ha dado en llamar el «igualitarismo»; el reforzamiento del orden jurídico y el papel fundamental de la ley en el funcionamiento de las instituciones del sistema; el reconocimiento a la legitimidad de todos los ingresos surgidos del trabajo.6
ESS y ESR en el ámbito político cubano
La Actualización no es un abandono del socialismo. Por tanto, los discursos de ESS y ESR son muy relevantes para el contexto cubano. Las empresas no estatales no son controladas directamente por el Estado. Incluyen negocios privados, cooperativas agropecuarias y de producción y servicios no agrícolas, y «trabajadores por cuenta propia» (TCP). Según el discurso oficial, dentro de esta última categoría se encuentran trabajadores autónomos o autoempleados (que no contratan mano de obra), la microempresa (unidades económicas privadas que contratan mano de obra asalariada), y las PyME (pequeñas y medianas empresas privadas, de acuerdo con el nivel de facturación, número de personas contratadas y volumen de activos fijos).7
En Cuba se exploran vías alternativas para desarrollar a través de organizaciones sociales autogestionarias el sector no estatal y una ESS de orientación socialista. El nuevo modelo pretende conservar en manos públicas el grueso de la propiedad de los medios de producción, y transferir a manos privadas —principalmente por medio de la cooperativa— la gestión de las producciones y servicios no estratégicos. Según algunos economistas, la cooperativa es la forma ideal de organización social autogestionaria para el modelo cubano actualizado, porque: es consistente con el marco teórico y valores del socialismo (propiedad común solidaria, preocupación por el bienestar colectivo más allá del beneficio individual y dinámicas perniciosas entre empleados y empleadores, etc.); puede acatar las directivas de una economía centralmente planificada y responder a las exigencias de iniciativas de desarrollo local; es socialmente responsable, y consagra los atributos de solidaridad y gestión democrática, con mecanismos internos para contrarrestar la corrupción, no obstante la necesidad de una supervisión estrecha del Estado.8
Sin embargo, está por comprobarse si en la práctica una economía de tradición verticalista y planificación centralizada como la cubana puede desarrollar estilos de dirección consultivos e inclusivos que fomenten economías solidarias.
El cambio en la cultura política y administrativa deberá propiciar la transformación del papel del Estado de «implementador» a «facilitador». Como las ESS y sus ESR surgen con más facilidad de abajo hacia arriba, este tendrá que aprender a crear mayor espacio para la gestión independiente y autónoma de las empresas no estatales. Ese ámbito operativo deberá ser respetado (para promover la eficiencia) y propiciado a través de políticas de incentivos (para compensar por las complejidades adicionales de operar una empresa de triple balance). Afortunadamente, la nueva dimensión que la esfera local y comunitaria ha ganado como componente del desarrollo económico territorial contribuye a la descentralización estatal, mayor participación comunitaria, visibilidad e intercambio intersectorial de conocimientos.
Quizás el encuentro mayor entre el enfoque de ESS y DMI y la Actualización cubana es la preocupación de ambos por el bienestar socioeconómico de los ciudadanos. Los dos privilegian la mejora de las condiciones de vida de la población, y buscan soluciones de mercado novedosas. Dichos enfoques nacen del agotamiento de sistemas económicos convencionales para generar, al mismo tiempo, suficiente crecimiento e inclusión. Asimismo, consideran que formalizar la economía informal resulta clave a fin de conseguir estos objetivos. Sin embargo, el entorno regulatorio, las condiciones de la demanda interna, y el balance comercial externo que enfrentan son muy diferentes.
Las dificultades asociadas a la escasez de insumos se pueden resolver con más facilidad que las derivadas de una mentalidad y una práctica de cincuenta años, y de la incertidumbre sobre el impacto que los cambios pudieran acarrear sobre las relaciones entre el aparato estatal y los grupos sociales emergentes de ciudadanos/empresarios y sus financistas. La falta de espacios para actuar independientemente del Estado, unida a la desconfianza hacia la concentración de ingresos en manos privadas, y el fortalecimiento de esos grupos, pueden obstaculizar de manera continuada el surgimiento de una economía empresarial pujante, así como de la ESS.
En este contexto, ¿cómo pueden las empresas no estatales convertirse en socialmente responsables e impulsar la economía social y solidaria?
Paso 1 (adelante): Políticas públicas en pro de las empresas no estatales
Ante todo, Cuba tendrá que contar con un sector empresarial no estatal viable y rentable. Ello pudiera lograrse del siguiente modo:
1. Impulsar una planificación y una gestión económica territorial que tomen en cuenta el sector no estatal.
Según los Lineamientos,9 primará la planificación, teniendo en cuenta el mercado, mediante nuevos métodos, que cambiarán las formas de control sobre la economía y la gestión de las entidades: se reducirá el peso de los mecanismos administrativos, se aplicarán otros de carácter económico-financieros, y se establecerá una jerarquía de planes territoriales que potencien el desarrollo local. Las políticas y estrategias multisectorales asociadas con el DMI están diseñadas para desbloquear las trabas al funcionamiento eficiente de los mercados de base, tanto como para formalizar los intercambios económicos del mercado informal.
Durante mucho tiempo se han utilizado en Cuba métodos de planificación estratégica para el desarrollo local y comunitario, aunque sin tomar en cuenta el sector no estatal. Considerar el sector no estatal implica diagnosticar sus necesidades y potencialidades, sus impactos sociales y ambientales; valorar su real y posible contribución al ingreso y empleo; fomentar cadenas de suministro y valor que incluyan todo tipo de empresas. Este enfoque integral para aprovechar al máximo los recursos endógenos permitiría desatar fuerzas de producción y desarrollo locales notables que, entre otros beneficios, pudieran reducir los plazos y montos para ejecutar inversiones públicas.
2. Crear vínculos con sectores que operan en CUC y CUP.
Cadenas de valor y vínculos de mercado entre las empresas no estatales y sectores con capacidad de compra deben ser fomentados con rapidez. Ello incluye establecer cadenas de suministro con las entidades estatales, el sector interno y el externo que operan en pesos convertibles (CUC), e incluso con grandes sectores urbanos que realizan sus operaciones en pesos no convertibles (CUP). Se necesitan sistemas de apoyo especialmente diseñados, e intermediarios (por ejemplo, grupos comerciales y sistemas de control de calidad), para facilitar la creación y aglomeración de empresas y aumentar su peso relativo en el mercado.
Ya ha comenzado el suministro directo al turismo (a hoteles, restaurantes) por parte de cooperativas agropecuarias, y la posibilidad de que las empresas estatales y las entidades públicas contraten los servicios de trabajadores privados.
El Estado pudiera impulsar a los socios extranjeros de expresas mixtas, en particular en la minería, la energía y el turismo, a convertirse en promotores y adoptar en Cuba las estrategias de «responsabilidad empresarial» a favor de los más necesitados que algunos de ellos practican en otras partes del mundo.
3. Modernizar y abrir el sector de las finanzas empresariales.
La estructura cubana de servicios financieros al sector empresarial necesita de ampliación y modernización.10 La Iniciativa Municipal de Desarrollo Local (IMDL), del Ministerio de Economía y Planificación (MEP), es un programa de microcréditos para empresas estatales locales interesadas en acometer proyectos que contribuyan a las estrategias de desarrollo elaboradas por los gobiernos municipales, sustituir importaciones, aumentar la capacidad de gerencia y fortalecer las cadenas de valor y producción locales. No obstante, en la actualidad ese mecanismo excluye las empresas no estatales, pues los préstamos son en moneda convertible y ellas solo pueden tener cuentas bancarias en CUP. Tampoco existe la posibilidad de que las iniciativas que sustituyen importaciones reciban CUC por ello y devuelvan los préstamos en esa moneda.
Como Cuba no es miembro del Fondo Monetario Internacional (FMI), el Banco Mundial o el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), tiene poco acceso a capitales para el desarrollo.11 Además, apenas cuenta con crédito comercial y soberano. Por tanto, se requerirán otros tipos y fuentes de capital de inversión y desarrollo. Para ello debe explorarse la factibilidad de crear empresas mixtas con organizaciones internacionales de microfinanzas e inversiones de impacto.
En 2011, se incrementó y diversificó la oferta de crédito a personas naturales: trabajadores privados, agricultores pequeños y a quienes desean construir o reparar sus viviendas y adquirir bienes personales. Sin embargo, dichos créditos solo se otorgan en CUP y no se puede poner en garantía la vivienda, por lo que los trabajadores privados apenas han aprovechado esta posibilidad de obtener capital de inversión, y se han apoyado más en ahorros y en remesas procedentes del exterior.
Hasta ahora el Estado cubano ha asumido con reserva las remesas, entre otras razones por la falta de control sobre la inversión y fuentes de crédito que estas representan. Debe ser una prioridad incrementar, manejar y apalancar dichas remesas para el desarrollo y crecimiento empresarial de manera aceptable, tanto para el país como para los emisores. Asegurar la transparencia de los flujos financieros facilitaría la estimación y recaudación de impuestos.
4. Establecer nuevos marcos legales.
En las naciones capitalistas existen marcos legales para empresas y microempresas sociales (empresas de beneficio), mecanismos establecidos por el Estado como parte de su política económica (beneficios fiscales, acceso preferencial a créditos, etc.), y programas privados de certificación (corporación B) que, de integrarse, pueden estimular el desarrollo de empresas no estatales rentables y sostenibles que incorporan la responsabilidad social desde sus inicios.
Cuba pudiera convertirse en una singular incubadora de estos modelos de innovación empresarial. Constituye un antecedente el hecho de que algunas cooperativas ya incluyen en sus estatutos y reglamento interno la obligatoriedad de cumplir con la responsabilidad social y han establecido como norma la realización del balance social, así como la presentación del informe anual de la gestión social a los asociados y a la comunidad.
Paso 2 (adelante): Promover la responsabilidad social de las empresas no estatales
Si el Estado cubano permite que se arraiguen las medidas esbozadas en el Paso 1, algunas empresas no estatales pudieran establecerse como ESR o ser alentadas a transformarse en empresas sociales. Para ello sería útil:
1. Propiciar redes de conocimiento y foros sobre ESS y ESR.
Incipientes investigaciones académicas e indagaciones sobre los trabajadores autónomos cubanos indican que estos carecen de conocimiento acerca de la ESR y cuando practican algunos de sus preceptos es de forma espontánea, motivados en muchos casos por los valores socialistas que han adquirido en la familia y la comunidad.12 Se impone que la academia y las organizaciones profesionales y de cooperativistas investiguen al respecto, como paso previo para caracterizar, orientar, facilitar y promover la ESR.
Pudieran fomentarse redes de empresas no estatales socialmente responsables que promuevan las buenas prácticas, en espacios donde confluyan sus pares, como la asociación de campesinos (ANAP), las de técnicos y productores agropecuarios (ACPA, ACTAF, ATAC), las de economistas, arquitectos, ingenieros, escritores y artistas (ANEC, UNAICC, UNEAC), la recién creada Red de Ciudades Patrimoniales,13 entre otros.
2. Agilizar la creación de nuevas cooperativas en sectores no agrícolas y adoptar modelos de la ESS.
La forma de empresa no estatal más favorecida, en cuanto a marco legal e impositivo, y la predominante, según la política oficial deberá ser la cooperativa —de primer, segundo y tercer grados. Podrá negociar con otras, con individuos y entidades estatales, y fijar precios libremente, excepto en aquellos casos que «el Estado determine».14 El gobierno cubano arrendará establecimientos gastronómicos y de servicios para que sus empleados los gestionen bajo el régimen de cooperativa. Estrategias explícitas de ESS pudieran fomentar en esas entidades, desde su formación, conciencia y estímulos hacia el ejercicio de la responsabilidad social.
La experiencia de las franquicias en países capitalistas ofrece ejemplos útiles y formatos prelaborados para la transformación de servicios estatales en cooperativas.15 Esa modalidad aumenta la tasa de éxito empresarial al reducir los costos de los insumos y brindar sistemas sencillos y paso-a-paso de administración. En esencia, cualquier mercado que se presta a franquicias puede servirse de cooperativas de primer, segundo y tercer grados, y modificar el régimen de propiedad de franquicia privada a colectiva.
3. Resolver cuellos de botella mediante la cooperativa.
Las mayores dificultades en el desarrollo de empresas sociales y cooperativas serán similares a las del sector no estatal en general: limitado acceso a financiamiento, al mercado mayorista y a redes de transporte y distribución. Las cooperativas que agrupan a consumidores y las de productores que se unen para comprar al por mayor pudieran aliviar cuellos de botella generados por la escasez de productos.
Algunos expertos sugieren la introducción en Cuba de cooperativas concesionarias, donde gran número de comerciantes minoristas son también dueños de la empresa mayorista en varios sectores de la economía.16 Este modelo de cooperativa puede resultar decisivo en la conversión de comercios estatales en empresas gestionadas por sus trabajadores.
4. Promover activamente proyectos de ESR.
Se puede contribuir a la agenda estatal de seguridad alimentaria y sustitución de importaciones a través de estrategias de ESR a favor de los productores locales no estatales. El poder adquisitivo del sector turístico es clave en estos esfuerzos. La actual política de impulsar las ventas directas por parte de cooperativas agropecuarias a los hoteles y restaurantes vinculados al turismo es un paso en esa dirección.
Además de desarrollar proyectos internacionales con los socios comerciales e inversionistas existentes, se pudiera atraer nuevos socios con interés de practicar estrategias de ESR. Por ejemplo, la empresa Nestlé, presente en Cuba, apoya el sector cafetalero en varios países, y pudiera ser invitada a establecer un programa piloto en la Isla. Cadbur y Cocoa Partnership, una iniciativa multisectorial diseñada para asegurar un medio de vida sostenible a millones de productores de cacao en el mundo, pudiera incorporar productores cubanos.
5. Aprovechar la infraestructura educacional cubana para masificar la educación empresarial.
La formación técnica y empresarial es un componente clave de numerosas redes internacionales de ESS y ESR. En Cuba se puede hacer mucho más para brindarla, de manera práctica, a trabajadores autónomos que se convierten en empresarios, enseñarles las herramientas básicas para el éxito empresarial y promover la ESR.
Una de las necesidades apremiantes es desarrollar programas para insertar a la juventud en el nuevo modelo económico. La educación tecnológica es parte integral del sistema educacional cubano y muchos la ven hoy como una vía rápida para acceder al trabajo por cuenta propia. Pero el alcance del Estado para este sector, como otros, es reducido, pues no es capaz de satisfacer todas sus necesidades.
La Asociación Nacional de Economistas y Contadores de Cuba (ANEC) imparte, desde 2012, cursos sobre contabilidad, finanzas y control de los recursos a representantes del sector no estatal de la economía. Comenzó capacitando a cobradores-pagadores y tenedores de libros (contadores) que brindan servicios a trabajadores y pequeños empresarios privados. Además de explicar los aspectos generales del modelo de gestión económica, los profesores intentan fortalecer los valores humanos y de comportamiento social del nuevo empresario, en aras de que asuma una adecuada conducta ética.17
Se pudieran crear pequeñas escuelas de oficios con adiestramiento y trabajo pagado, bajo el modelo de cooperativa, financiadas por el Estado o los gobiernos locales (directamente o a través de incentivos fiscales) en alianza con empresas no estatales.
6. Aprovechar los aprendizajes de las ESR piloto cubanas.
En el movimiento cooperativista de la Isla existen múltiples ejemplos de responsabilidad social que esperan por un estudio sistemático y profundo. El ambiente propicio creado por los programas de desarrollo local, así como los esfuerzos de la Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana (OHCH), han generado emprendedores, inspirados por sentimientos espontáneos de solidaridad hacia sus vecinos y compañeros de trabajo, y un sentido de pertenencia comunitaria, aunque desconozcan el concepto y los principios de la economía solidaria o el movimiento que la promueve.
Entre las nuevas ESR privadas asentadas en La Habana Vieja están el restaurante La Moneda Cubana, que patrocina un proyecto comunitario para capacitar en oficios gastronómicos a jóvenes desvinculados y ayuda a los graduados a encontrar empleo; y el salón Artecorte, sede del museo dedicado a la historia de la barbería en Cuba, y auspiciador de varios proyectos sociales, entre ellos una escuela de peluquería donde jóvenes del barrio aprenden las destrezas del oficio y los valores de la solidaridad. El Billar de Pancho, en el rudo barrio habanero de El Canal, en el municipio Cerro, promueve el deporte sano, y a la vez imparte clases gratuitas a niños y a personas desempleadas, incluidos exreclusos.
De igual modo, el documental Razones, de Lizette Vila, muestra a emprendedores privados socialmente responsables.18 Otras experiencias también aguardan y merecen ser promovidas y replicadas, como las patrocinadas por el Centro Memorial Martin Luther King Jr., el Centro de Intercambio y Referencia Iniciativa Comunitaria (CIERIC), y la Unión Nacional de Arquitectos e Ingenieros de la Construcción de Cuba (UNAICC).19
7. Aprovechar el capital social de las comunidades.
En el surgimiento de las empresas que forman las economías sociales solidarias frecuentemente intervienen factores asociativos naturales como familia, raza, género, edad. Así ocurre con las del Barrio Chino de La Habana, que muestra un sector empresarial informal afianzado, exitoso, muy emprendedor, y beneficiado con recursos de la comunidad china de ultramar.20
Existen otras redes informales, algunas transnacionales, que merecen ser reconocidas y respaldadas. Por ejemplo, el proyecto cultural Cabildo Quisicuaba, que por su buen trabajo comunitario cuenta con el respaldo del gobierno municipal de Centro Habana, integra una red internacional de cabildos de afrodescendientes.
8. Desarrollar empresas socialmente responsables en el sector de servicios sociales.
En otros países las ESR son bastante comunes en el sector encargado del cuidado de ancianos y enfermos, instrucción y adiestramiento, servicios del hogar, etc. El Estado cubano solo está comenzando a permitir el trabajo por cuenta propia en esa esfera, y con muchas limitaciones, para no alentar la privatización de servicios públicos insignes como la salud y la educación. Sin embargo, la empresa no estatal puede ser un complemento. Ahora que la salud pública cubana se preocupa por reducir el costo de sus servicios, sin disminuir la calidad, sería oportuno analizar cuáles de ellos pudieran encargarse o subcontratarse a dichas empresas.
Pequeñas cooperativas podrían asumir el cuidado de ancianos, incluidos aquellos que emigraron y luego, ante la crisis económica y las reducciones en las compensaciones para adultos mayores en sus países de residencia, deciden regresar a Cuba a vivir el resto de sus años. Esto constituye una oportunidad de percibir ingresos, enmarcados en el concepto de «turismo de salud». Algunas de estas cooperativas pudieran armarse como corporaciones B, y establecer en sus estatutos que una parte de las utilidades se dediquen a la capacitación de trabajadores del sector y /o al cuidado de ancianos sin ahorros o ingresos suplementarios.
9. Fomentar la solidaridad a través de formas de propiedad no colectivas.
No todas las empresas pueden prosperar como cooperativas. Por tanto, deben promoverse otras formas de «socializarlas» y crear mecanismos solidarios.
Esquemas de peer lending comunes fuera de Cuba en el microcrédito brindan servicios financieros sobre la base de la solidaridad de grupo. Estos esquemas permiten a dueños de pequeños negocios asociarse para hacer frente a una deuda común; vecinos y comunidades juntan recursos y solicitan crédito a sus compañeros para apoyar la creación de pequeñas empresas privadas y cooperativas.
En Europa y Norteamérica son comunes los arreglos para compartir vehículos: las personas se asocian a una organización que administra una flota de autos y pagan por usarlos. También existen empresas que alquilan equipos y herramientas(para reparar automóviles, o de construcción), o brindan servicios industriales o empresariales que requieren de equipamiento específico (ej. copiadoras, limpiadoras, etc.), aportado por los socios.
Algunas de las nuevas cooperativas cubanas se han creado partiendo de empresas estatales que arriendan los medios a sus trabajadores, ahora organizados en cooperativas, como es el caso de microbuses para el transporte urbano, conocidos como «ómnibus ruteros».
10. Propiciar mayor apoyo de ONG internacionales hacia las ESR y ESS.
Agencias multilaterales y bilaterales de ayuda al desarrollo como el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), la Agencia Suiza para el Desarrollo y la Cooperación (COSUDE), la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID) y la Agencia Canadiense de Desarrollo Internacional (ACDI); así como otras ONG extranjeras, entre ellas CARE, Oxfam y la fundación Mondukide, han apoyado numerosas iniciativas de ESS propuestas por organizaciones de la sociedad civil, cooperativas agropecuarias y gobiernos locales en Cuba. Para que la cooperación internacional beneficie a otras empresas no estatales, por ejemplo las nuevas cooperativas no agrícolas, se requiere una apertura adicional del gobierno cubano a este tipo de ayuda y a la cooperación con ONG locales.21
Antes de que esto pueda suceder a gran escala, la legislación y la política hacia las asociaciones tendrán que ser «actualizadas». Desde 1996 rige una moratoria en la aprobación de nuevas asociaciones en Cuba. La legislación actual es fragmentada, incompleta y anacrónica, favorece la estabilidad de «élites asociativas» y otorga demasiados poderes discrecionales a los órganos de relación gubernamentales.22
Paso 3 (hacia atrás): Devolver el protagonismo a otros actores
Las experiencias de ESR y ESS en el mundo demuestran que la sociedad civil debe ser el principal actor en la formación de empresas, y el Estado esencialmente un facilitador. Los dirigentes y planificadores cubanos deben resistir la tentación de controlar e intervenir directamente en el sector no estatal, los empresarios deben gozar de autonomía.
En lugar de ser de «arriba hacia abajo», el paradigma de gestión debería ser de «abajo hacia arriba». Por ejemplo, existe gran cantidad de conocimiento empresarial acumulado en el sector informal y en las cooperativas agropecuarias. Ayudaría al éxito de las nuevas empresas no estatales si esas entidades pudieran contribuir a trazar e implementar políticas estatales favorecedoras del desarrollo empresarial.
Descentralizar el poder político y económico hacia los gobiernos locales, municipios y comunidades, permitirá aprovechar mejor los recursos endógenos, en beneficio del desarrollo territorial y responder a las necesidades sociales a partir de los ingresos fiscales generados. «Esa es la raíz y esa es la sal de la libertad: el municipio», aseveró José Martí.23 Las experiencias que se llevan a cabo en las nuevas provincias de Artemisa y Mayabeque pueden alumbrar el camino.
Toca a los trabajadores privados y a las empresas no estatales, en primer lugar, cumplir con sus compromisos legales y fiscales —deber cívico que no están acostumbrados a acatar—, así como con las políticas y planes integrales trazados por el Estado en función de una estrategia nacional de desarrollo.
Conclusiones
La adopción de un modelo hecho a la medida de la economía social y solidaria fundamentada en un sector de las empresas no estatales nutrido por políticas de desarrollo de mercados inclusivos brindaría a Cuba diversos beneficios:
• Políticas diseñadas para abordar las externalidades socioambientales del crecimiento económico a través de la responsabilidad social empresarial de todas las formas de propiedad.
• Vinculación de todos los sectores económicos y formas de propiedad a redes empresariales que pueden generar resultados de triple saldo positivo (económico, social y ambiental).
• Valioso apoyo internacional materializado en recursos financieros, know-how y acceso a mercados.
• Las empresas sociales pueden ser rentables a través de sus ingresos y de ese modo aliviar las finanzas públicas en áreas como la provisión de servicios sociales y ambientales.
• Desde la perspectiva de la eficiencia empresarial, la variedad de ejemplos de empresas y sistemas de responsabilidad social sugiere que no es necesario depender exclusivamente de estructuras de propiedad cooperativa para mantener los valores de socialismo y solidaridad.
Las empresas no estatales pueden convertirse en socialmente responsables, impulsoras de la economía social y solidaria en Cuba, lo cual equivale a construir el socialismo; pero solo si al sector no estatal se le permite crecer mucho más rápido que ahora, y si la responsabilidad social se convierte en política transversal, pública y privada.
El gobierno cubano está dando forma a su modelo económico «actualizado». Cuando este sea revelado, veremos cuán profundamente los principios de ESS, la ESR y el DMI han sido incorporados, y si la opinión pública aboga por una mayor presencia de ellos. La actual apertura del mercado interno cubano, dentro del marco socialista, representa una excepcional oportunidad para promover la creación de una economía social y solidaria viable a nivel nacional, proceso que, a pesar de enormes retos y dificultades, ya ha empezado a ocurrir.
Notas
1. Una versión más extensa y detallada de este artículo, con una bibliografía amplia y referencias a portales especializados, será publicada en inglés bajo el título «Socially Responsible Non-State Enterprises: A Key to Inclusive Growth», en Claes Brundenius y Ricardo Torres Pérez, comp., No More Free Lunch: Reflections on the Cuban Economic Reform Process and Challenges for Transformation, Springer Verlag, Nueva York (en proceso de edición).
2. Véase Academia de Economía Social y Solidaria de la Organización Internacional del Trabajo, «Social and Solidarity Economy: Our Common Road Towards Decent Work», Reader for the ILO Academy on Social and Solidarity Academy, Organización Internacional del Trabajo, 2011, y los sitios web del Centro Internacional de Referencia y Redes de Políticas Públicas para la Economía Social y Solidaria, RELIESS (http://reliess.org/about/?lang=en), y de Chantier de l’economie sociale (www.chantier.qc.ca).
3. El término EPS (acuñado en Ecuador) se aplica al sistema económico que integra formas organizativas públicas, privadas, mixtas, populares y solidarias; e incluye asociativos, cooperativas, unidades económicas populares (UEP) y el sector comunitario.
4. Véanse los siguientes sitios web: The Social Venture Network (www. svn.org), The Global Impact Investment Network (www.thegiin.org), Microcredit Summit (www.microcreditsummit.org), Fair Trade International (www.fairtrade.net), B Corps (www.bcorporation.net), Instituto ETHOS (www.ethos.org.br), The Skoll Foundation (www.skollfoundation.org), Ashoka (www.ashoka.org)y Fundación AVINA (www.avina.net).
5. Desde finales de 2010, organizaciones cubanas e internacionales han trabajado de manera conjunta en el proyecto denominado «Responsabilidad social empresarial, desarrollo local en Cuba» (ESRDLC), para fomentar el diálogo sobre este tema mencionado anteriormente.
6. Rafael Hernández et al., «¿Hacia dónde va el modelo cubano?», Espacio Laical, a. VII, n. 25, La Habana, enero-marzo de 2011, p. 4, disponible en http://espaciolaical.org/contens/25/2447.pdf.
7. Luis del Castillo Sánchez, «Las EPS y los emprendimientos dentro del sector no estatal», Facultad de Economía, Universidad de La Habana, 2013.
8. Camila Piñeiro Harnecker, Cooperativas y socialismo: Una mirada desde Cuba, Editorial Caminos, La Habana, 2011.
9 . Véase Partido Comunista de Cuba, Lineamientos de la política económica y social del Partido y la Revolución (Resolución del VI Congreso del PCC), junio de 2011, disponible en www.congresopcc.cip.cu.
10. Pável Vidal, «Microfinance in Cuba», en Colloquium Economic Transformation in Cuba, The Cuba Project/Bildner Center for Western Hemisphere Studies, 2012.
11. Richard E. Feinberg, «Reaching Out: Cuba’s New Economy and the International Response», Latin America Initiative at Brookings, 2011, disponible en http://thecubaneconomy.com/wp-content/uploads/2011/11/Richard-E.-Feinberg-Cu
bas-New-Economy-and-the-International-Response-Brookings-November-2011.pdf.
12. Véase Razones, Proyecto Palomas/ICAIC, 2013 (dir. Lizette Vila), en el cual se entrevista a un grupo de empresarios privados.
13. Véase Ministerio de Justicia, «Acuerdo del Consejo de Estado», Gaceta Oficial, v. CXI, n. 10, La Habana, febrero de 2013, pp. 417-9.
14. A partir del 1º de julio de 2013, comenzaron a funcionar en el país, de manera experimental, 124 cooperativas en diversos sectores de la economía, como los mercados agropecuarios, la construcción, el transporte, los servicios técnicos y la recogida de desechos. De ellas, 112 surgen del sector estatal y 12 del no estatal. Se espera que muchas más sean aprobadas en los próximos meses.
15. La franquicia es la práctica de utilizar la concesión de derechos de explotación de un producto, actividad o nombre comercial, otorgada por una empresa a otra en una zona determinada. A cambio de la cesión, el franquiciador recibe una regalía o royalty.
16. En la red de ferreterías canadienses Home Hardware, los dueños de los comercios son, a su vez, socios de una gran cooperativa que logra economías de escala en compras mayoristas, publicidad, gestión de inventario y distribución, y sistemas de administración de tiendas. Véase Archibald Ritter, «The “Home Hardware” Cooperative Model and its Relevance for Cuba», 19 de octubre de 2011, disponible en www.thecubaneconomy.com/articles/2011/10/the-“home-hardware”-cooperative-model-and-its-relevance-for-cuba.
17. En instituciones de la Iglesia católica en Cuba también se imparten cursos, entre ellas el Centro Pastoral La Salle, ubicado en la parroquia de Jesús del Monte, en La Habana, y el Centro Cultural Félix Varela, de la Arquidiócesis habanera, donde profesores de la Universidad Católica de Murcia y algunos cubanos ofrecen una maestría que «se propone formar profesionales con habilidades y conocimientos avanzados en el liderazgo empresarial, fundamentalmente en la gestión de pequeñas y medianas empresas». Véase IPS-Cuba, «Centro católico ofrece maestría en dirección empresarial», La Habana, 30 de junio de 2012, disponible en www.ipscuba.net/index.php?option=com_k2&view=item&id=4661:centro-católico-ofrece-maestría-en-dirección-empresarial&Itemid=5.
18. El Grupo Prisma, de La Habana, forma en el arte del mosaico a jóvenes de la comunidad; la finca integral La Yoandra, ubicada en el municipio habanero de Arroyo Naranjo y premiada por el Programa Nacional de Agricultura Urbana, dedica parte de su producción a hogares de ancianos y a un jardín infantil que construyó con recursos propios; criadores de caballos brindan, en La Habana del Este, equinoterapia a niños discapacitados; productores de hortalizas de Villa Clara suministran vegetales a un hogar materno; artistas del barrio de Santo Ángel, en La Habana Vieja, hacen trabajo comunitario y ambientan la zona con su arte. Véase Razones, ob. cit.
19. Estas organizaciones han implementado proyectos piloto e iniciativas de ESS y ESR. Por ejemplo, el CIERIC apoya artistas y otros trabajadores de la cultura local para realizar actividades cuyos ingresos incidan en el desarrollo de sus comunidades. La UNAICC promueve la producción local de materiales de construcción, la edificación de viviendas de bajo costo, y la transformación de talleres y brigadas —creados al amparo de proyectos de colaboración internacional— en cooperativas autosuficientes.
20. Adrian H. Hearn, Cuba: Religion, Social Capital and Development, Duke University Press, Rawlings, 2008.
21. «La cifra total de ayuda económica [disponible para Cuba] es demasiado pequeña para tener un impacto macro sobre el crecimiento económico, pero a nivel micro, hay evidencia de que la ayuda internacional puede hacer la diferencia». Richard E. Feinberg, ob. cit., p. 7.
22. Rafael Betancourt, Civil Society in Cuba and Canadian Linkages, informe encomendado por la Embajada de Canadá, 2012 (inédito).
23. José Martí, «Un libro del Norte sobre las instituciones españolas en los estados que fueron de México» [El Partido Liberal, México, 25 de noviembre de 1891], Obras completas, t. VII, Editorial Nacional de Cuba, La Habana, 1975, p. 60.
Por Julia Sagebien. Profesora. Universidad de Dalhousie, Canadá.
La búsqueda de lecciones prácticas y teóricas que pudieran contribuir a revaluar el modelo de desarrollo cubano ha llevado a académicos y decisores a examinar diversas experiencias foráneas. Cualesquiera sean sus aportes, el modelo que se adopte deberá enfrentar la siguiente interrogante: ¿Cómo aprovechar las fuerzas del mercado de manera que: 1) generen crecimiento económico, 2) se controlen las disparidades que acompañan los procesos de transición, 3) se mantenga suficiente cohesión política para su rápida implementación, 4) se establezca un nuevo socialismo con mercado, basado en unidades económicas autogestionadas y diferentes formas de propiedad, que interactúen dentro de una economía planificada?
Este artículo propone analizar dos conjuntos de prácticas: el de las economías sociales y solidarias (ESS), compuesto por empresas socialmente responsables (ESR), y el de los modelos de desarrollo de mercados inclusivos (DMI). Un examen cuidadoso de su aplicación de forma integrada es de máxima relevancia para Cuba, pues parte de ambos enfoques ya se están aplicando en la Isla en condiciones ad hoc.
Puesto que el sector no estatal está llamado a jugar un papel importante en el nuevo modelo cubano de desarrollo es válido preguntarse si las empresas no estatales podrán convertirse en empresas socialmente responsables e impulsoras de la economía social y solidaria en Cuba.1
Definiciones, orígenes, aplicaciones
Las ESS son, en esencia, sistemas macroeconómicos compuestos por organizaciones solidarias que desempeñan actividades empresariales para lograr sus objetivos sociales y ambientales. Pueden abarcar, además de sociedades mutualistas y cooperativas no lucrativas, independientes del gobierno, otras formas de empresa, incluidas las estatales y privadas lucrativas, siempre que mantengan objetivos sociales y/o ambientales.2 En América Latina, este término y el de economía popular y solidaria (EPS) se utilizan indistintamente aunque en esa última el sector informal suele tener un peso mayor, a diferencia de las ESS en países desarrollados.3
Las ESR —empresas individuales que aspiran a metas sociales y ambientales, con o sin objetivos de gestión o propiedad solidaria— emplean como herramienta de gestión el «triple balance empresarial»: financiero, social y ambiental. Con frecuencia se las califica como «emprendedores sociales» o «empresa social».4
En países capitalistas, la economía social y solidaria y sus ESR son creadas principalmente por individuos y organizaciones de la sociedad civil. Sin embargo, dependen de relaciones estratégicas con el Estado y los sectores privados.
El desarrollo de mercados inclusivos (DMI) abarca políticas y estrategias que extienden a los pobres, y otras personas excluidas, las oportunidades que ofrecen los mercados a los productores, consumidores y trabajadores. Las políticas asociadas al DMI encaran las barreras de carácter institucional y financiero, la de carencia de infraestructura o acceso a cadenas de valor, y de conocimiento y capacidades. Dichas políticas surgen mayormente de agencias de desarrollo internacional en conjunto con gobiernos nacionales, aunque, dado su impacto sobre barreras económicas sistémicas, su éxito depende del apoyo y participación del sector privado y el protagonismo de la sociedad civil.
Las ESS y el DMI aparecen en las naciones capitalistas como respuesta al fracaso del mercado por lograr crecimiento inclusivo y desarrollo sostenible, y a las «brechas de gobernabilidad» abiertas por las capacidades disminuidas de un Estado menguado. El enfrentamiento a impactos sociales y ambientales negativos surge principalmente desde las comunidades y los gobiernos progresistas, con el apoyo de universidades y centros de investigación donde se desarrollaron teorías de innovación social.
En Cuba, la responsabilidad social y la solidaridad constituyen la razón de ser de la actividad económica con predominio del sector estatal y son promovidas desde el gobierno central «de arriba hacia abajo». El acercamiento a las experiencias de ESS en el sector no estatal es un fenómeno reciente,5 a partir de los cambios en el modelo económico que, según Rafael Hernández, director de la revista Temas, tienden a la
descentralización y participación; la concepción de la propiedad social como algo distinto de la estatal; la ampliación del sector no estatal […] no solo en la pequeña empresa privada, sino sobre todo en las formas de producción y distribución cooperativas; la superación del paternalismo estatal y de lo que se ha dado en llamar el «igualitarismo»; el reforzamiento del orden jurídico y el papel fundamental de la ley en el funcionamiento de las instituciones del sistema; el reconocimiento a la legitimidad de todos los ingresos surgidos del trabajo.6
ESS y ESR en el ámbito político cubano
La Actualización no es un abandono del socialismo. Por tanto, los discursos de ESS y ESR son muy relevantes para el contexto cubano. Las empresas no estatales no son controladas directamente por el Estado. Incluyen negocios privados, cooperativas agropecuarias y de producción y servicios no agrícolas, y «trabajadores por cuenta propia» (TCP). Según el discurso oficial, dentro de esta última categoría se encuentran trabajadores autónomos o autoempleados (que no contratan mano de obra), la microempresa (unidades económicas privadas que contratan mano de obra asalariada), y las PyME (pequeñas y medianas empresas privadas, de acuerdo con el nivel de facturación, número de personas contratadas y volumen de activos fijos).7
En Cuba se exploran vías alternativas para desarrollar a través de organizaciones sociales autogestionarias el sector no estatal y una ESS de orientación socialista. El nuevo modelo pretende conservar en manos públicas el grueso de la propiedad de los medios de producción, y transferir a manos privadas —principalmente por medio de la cooperativa— la gestión de las producciones y servicios no estratégicos. Según algunos economistas, la cooperativa es la forma ideal de organización social autogestionaria para el modelo cubano actualizado, porque: es consistente con el marco teórico y valores del socialismo (propiedad común solidaria, preocupación por el bienestar colectivo más allá del beneficio individual y dinámicas perniciosas entre empleados y empleadores, etc.); puede acatar las directivas de una economía centralmente planificada y responder a las exigencias de iniciativas de desarrollo local; es socialmente responsable, y consagra los atributos de solidaridad y gestión democrática, con mecanismos internos para contrarrestar la corrupción, no obstante la necesidad de una supervisión estrecha del Estado.8
Sin embargo, está por comprobarse si en la práctica una economía de tradición verticalista y planificación centralizada como la cubana puede desarrollar estilos de dirección consultivos e inclusivos que fomenten economías solidarias.
El cambio en la cultura política y administrativa deberá propiciar la transformación del papel del Estado de «implementador» a «facilitador». Como las ESS y sus ESR surgen con más facilidad de abajo hacia arriba, este tendrá que aprender a crear mayor espacio para la gestión independiente y autónoma de las empresas no estatales. Ese ámbito operativo deberá ser respetado (para promover la eficiencia) y propiciado a través de políticas de incentivos (para compensar por las complejidades adicionales de operar una empresa de triple balance). Afortunadamente, la nueva dimensión que la esfera local y comunitaria ha ganado como componente del desarrollo económico territorial contribuye a la descentralización estatal, mayor participación comunitaria, visibilidad e intercambio intersectorial de conocimientos.
Quizás el encuentro mayor entre el enfoque de ESS y DMI y la Actualización cubana es la preocupación de ambos por el bienestar socioeconómico de los ciudadanos. Los dos privilegian la mejora de las condiciones de vida de la población, y buscan soluciones de mercado novedosas. Dichos enfoques nacen del agotamiento de sistemas económicos convencionales para generar, al mismo tiempo, suficiente crecimiento e inclusión. Asimismo, consideran que formalizar la economía informal resulta clave a fin de conseguir estos objetivos. Sin embargo, el entorno regulatorio, las condiciones de la demanda interna, y el balance comercial externo que enfrentan son muy diferentes.
Las dificultades asociadas a la escasez de insumos se pueden resolver con más facilidad que las derivadas de una mentalidad y una práctica de cincuenta años, y de la incertidumbre sobre el impacto que los cambios pudieran acarrear sobre las relaciones entre el aparato estatal y los grupos sociales emergentes de ciudadanos/empresarios y sus financistas. La falta de espacios para actuar independientemente del Estado, unida a la desconfianza hacia la concentración de ingresos en manos privadas, y el fortalecimiento de esos grupos, pueden obstaculizar de manera continuada el surgimiento de una economía empresarial pujante, así como de la ESS.
En este contexto, ¿cómo pueden las empresas no estatales convertirse en socialmente responsables e impulsar la economía social y solidaria?
Paso 1 (adelante): Políticas públicas en pro de las empresas no estatales
Ante todo, Cuba tendrá que contar con un sector empresarial no estatal viable y rentable. Ello pudiera lograrse del siguiente modo:
1. Impulsar una planificación y una gestión económica territorial que tomen en cuenta el sector no estatal.
Según los Lineamientos,9 primará la planificación, teniendo en cuenta el mercado, mediante nuevos métodos, que cambiarán las formas de control sobre la economía y la gestión de las entidades: se reducirá el peso de los mecanismos administrativos, se aplicarán otros de carácter económico-financieros, y se establecerá una jerarquía de planes territoriales que potencien el desarrollo local. Las políticas y estrategias multisectorales asociadas con el DMI están diseñadas para desbloquear las trabas al funcionamiento eficiente de los mercados de base, tanto como para formalizar los intercambios económicos del mercado informal.
Durante mucho tiempo se han utilizado en Cuba métodos de planificación estratégica para el desarrollo local y comunitario, aunque sin tomar en cuenta el sector no estatal. Considerar el sector no estatal implica diagnosticar sus necesidades y potencialidades, sus impactos sociales y ambientales; valorar su real y posible contribución al ingreso y empleo; fomentar cadenas de suministro y valor que incluyan todo tipo de empresas. Este enfoque integral para aprovechar al máximo los recursos endógenos permitiría desatar fuerzas de producción y desarrollo locales notables que, entre otros beneficios, pudieran reducir los plazos y montos para ejecutar inversiones públicas.
2. Crear vínculos con sectores que operan en CUC y CUP.
Cadenas de valor y vínculos de mercado entre las empresas no estatales y sectores con capacidad de compra deben ser fomentados con rapidez. Ello incluye establecer cadenas de suministro con las entidades estatales, el sector interno y el externo que operan en pesos convertibles (CUC), e incluso con grandes sectores urbanos que realizan sus operaciones en pesos no convertibles (CUP). Se necesitan sistemas de apoyo especialmente diseñados, e intermediarios (por ejemplo, grupos comerciales y sistemas de control de calidad), para facilitar la creación y aglomeración de empresas y aumentar su peso relativo en el mercado.
Ya ha comenzado el suministro directo al turismo (a hoteles, restaurantes) por parte de cooperativas agropecuarias, y la posibilidad de que las empresas estatales y las entidades públicas contraten los servicios de trabajadores privados.
El Estado pudiera impulsar a los socios extranjeros de expresas mixtas, en particular en la minería, la energía y el turismo, a convertirse en promotores y adoptar en Cuba las estrategias de «responsabilidad empresarial» a favor de los más necesitados que algunos de ellos practican en otras partes del mundo.
3. Modernizar y abrir el sector de las finanzas empresariales.
La estructura cubana de servicios financieros al sector empresarial necesita de ampliación y modernización.10 La Iniciativa Municipal de Desarrollo Local (IMDL), del Ministerio de Economía y Planificación (MEP), es un programa de microcréditos para empresas estatales locales interesadas en acometer proyectos que contribuyan a las estrategias de desarrollo elaboradas por los gobiernos municipales, sustituir importaciones, aumentar la capacidad de gerencia y fortalecer las cadenas de valor y producción locales. No obstante, en la actualidad ese mecanismo excluye las empresas no estatales, pues los préstamos son en moneda convertible y ellas solo pueden tener cuentas bancarias en CUP. Tampoco existe la posibilidad de que las iniciativas que sustituyen importaciones reciban CUC por ello y devuelvan los préstamos en esa moneda.
Como Cuba no es miembro del Fondo Monetario Internacional (FMI), el Banco Mundial o el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), tiene poco acceso a capitales para el desarrollo.11 Además, apenas cuenta con crédito comercial y soberano. Por tanto, se requerirán otros tipos y fuentes de capital de inversión y desarrollo. Para ello debe explorarse la factibilidad de crear empresas mixtas con organizaciones internacionales de microfinanzas e inversiones de impacto.
En 2011, se incrementó y diversificó la oferta de crédito a personas naturales: trabajadores privados, agricultores pequeños y a quienes desean construir o reparar sus viviendas y adquirir bienes personales. Sin embargo, dichos créditos solo se otorgan en CUP y no se puede poner en garantía la vivienda, por lo que los trabajadores privados apenas han aprovechado esta posibilidad de obtener capital de inversión, y se han apoyado más en ahorros y en remesas procedentes del exterior.
Hasta ahora el Estado cubano ha asumido con reserva las remesas, entre otras razones por la falta de control sobre la inversión y fuentes de crédito que estas representan. Debe ser una prioridad incrementar, manejar y apalancar dichas remesas para el desarrollo y crecimiento empresarial de manera aceptable, tanto para el país como para los emisores. Asegurar la transparencia de los flujos financieros facilitaría la estimación y recaudación de impuestos.
4. Establecer nuevos marcos legales.
En las naciones capitalistas existen marcos legales para empresas y microempresas sociales (empresas de beneficio), mecanismos establecidos por el Estado como parte de su política económica (beneficios fiscales, acceso preferencial a créditos, etc.), y programas privados de certificación (corporación B) que, de integrarse, pueden estimular el desarrollo de empresas no estatales rentables y sostenibles que incorporan la responsabilidad social desde sus inicios.
Cuba pudiera convertirse en una singular incubadora de estos modelos de innovación empresarial. Constituye un antecedente el hecho de que algunas cooperativas ya incluyen en sus estatutos y reglamento interno la obligatoriedad de cumplir con la responsabilidad social y han establecido como norma la realización del balance social, así como la presentación del informe anual de la gestión social a los asociados y a la comunidad.
Paso 2 (adelante): Promover la responsabilidad social de las empresas no estatales
Si el Estado cubano permite que se arraiguen las medidas esbozadas en el Paso 1, algunas empresas no estatales pudieran establecerse como ESR o ser alentadas a transformarse en empresas sociales. Para ello sería útil:
1. Propiciar redes de conocimiento y foros sobre ESS y ESR.
Incipientes investigaciones académicas e indagaciones sobre los trabajadores autónomos cubanos indican que estos carecen de conocimiento acerca de la ESR y cuando practican algunos de sus preceptos es de forma espontánea, motivados en muchos casos por los valores socialistas que han adquirido en la familia y la comunidad.12 Se impone que la academia y las organizaciones profesionales y de cooperativistas investiguen al respecto, como paso previo para caracterizar, orientar, facilitar y promover la ESR.
Pudieran fomentarse redes de empresas no estatales socialmente responsables que promuevan las buenas prácticas, en espacios donde confluyan sus pares, como la asociación de campesinos (ANAP), las de técnicos y productores agropecuarios (ACPA, ACTAF, ATAC), las de economistas, arquitectos, ingenieros, escritores y artistas (ANEC, UNAICC, UNEAC), la recién creada Red de Ciudades Patrimoniales,13 entre otros.
2. Agilizar la creación de nuevas cooperativas en sectores no agrícolas y adoptar modelos de la ESS.
La forma de empresa no estatal más favorecida, en cuanto a marco legal e impositivo, y la predominante, según la política oficial deberá ser la cooperativa —de primer, segundo y tercer grados. Podrá negociar con otras, con individuos y entidades estatales, y fijar precios libremente, excepto en aquellos casos que «el Estado determine».14 El gobierno cubano arrendará establecimientos gastronómicos y de servicios para que sus empleados los gestionen bajo el régimen de cooperativa. Estrategias explícitas de ESS pudieran fomentar en esas entidades, desde su formación, conciencia y estímulos hacia el ejercicio de la responsabilidad social.
La experiencia de las franquicias en países capitalistas ofrece ejemplos útiles y formatos prelaborados para la transformación de servicios estatales en cooperativas.15 Esa modalidad aumenta la tasa de éxito empresarial al reducir los costos de los insumos y brindar sistemas sencillos y paso-a-paso de administración. En esencia, cualquier mercado que se presta a franquicias puede servirse de cooperativas de primer, segundo y tercer grados, y modificar el régimen de propiedad de franquicia privada a colectiva.
3. Resolver cuellos de botella mediante la cooperativa.
Las mayores dificultades en el desarrollo de empresas sociales y cooperativas serán similares a las del sector no estatal en general: limitado acceso a financiamiento, al mercado mayorista y a redes de transporte y distribución. Las cooperativas que agrupan a consumidores y las de productores que se unen para comprar al por mayor pudieran aliviar cuellos de botella generados por la escasez de productos.
Algunos expertos sugieren la introducción en Cuba de cooperativas concesionarias, donde gran número de comerciantes minoristas son también dueños de la empresa mayorista en varios sectores de la economía.16 Este modelo de cooperativa puede resultar decisivo en la conversión de comercios estatales en empresas gestionadas por sus trabajadores.
4. Promover activamente proyectos de ESR.
Se puede contribuir a la agenda estatal de seguridad alimentaria y sustitución de importaciones a través de estrategias de ESR a favor de los productores locales no estatales. El poder adquisitivo del sector turístico es clave en estos esfuerzos. La actual política de impulsar las ventas directas por parte de cooperativas agropecuarias a los hoteles y restaurantes vinculados al turismo es un paso en esa dirección.
Además de desarrollar proyectos internacionales con los socios comerciales e inversionistas existentes, se pudiera atraer nuevos socios con interés de practicar estrategias de ESR. Por ejemplo, la empresa Nestlé, presente en Cuba, apoya el sector cafetalero en varios países, y pudiera ser invitada a establecer un programa piloto en la Isla. Cadbur y Cocoa Partnership, una iniciativa multisectorial diseñada para asegurar un medio de vida sostenible a millones de productores de cacao en el mundo, pudiera incorporar productores cubanos.
5. Aprovechar la infraestructura educacional cubana para masificar la educación empresarial.
La formación técnica y empresarial es un componente clave de numerosas redes internacionales de ESS y ESR. En Cuba se puede hacer mucho más para brindarla, de manera práctica, a trabajadores autónomos que se convierten en empresarios, enseñarles las herramientas básicas para el éxito empresarial y promover la ESR.
Una de las necesidades apremiantes es desarrollar programas para insertar a la juventud en el nuevo modelo económico. La educación tecnológica es parte integral del sistema educacional cubano y muchos la ven hoy como una vía rápida para acceder al trabajo por cuenta propia. Pero el alcance del Estado para este sector, como otros, es reducido, pues no es capaz de satisfacer todas sus necesidades.
La Asociación Nacional de Economistas y Contadores de Cuba (ANEC) imparte, desde 2012, cursos sobre contabilidad, finanzas y control de los recursos a representantes del sector no estatal de la economía. Comenzó capacitando a cobradores-pagadores y tenedores de libros (contadores) que brindan servicios a trabajadores y pequeños empresarios privados. Además de explicar los aspectos generales del modelo de gestión económica, los profesores intentan fortalecer los valores humanos y de comportamiento social del nuevo empresario, en aras de que asuma una adecuada conducta ética.17
Se pudieran crear pequeñas escuelas de oficios con adiestramiento y trabajo pagado, bajo el modelo de cooperativa, financiadas por el Estado o los gobiernos locales (directamente o a través de incentivos fiscales) en alianza con empresas no estatales.
6. Aprovechar los aprendizajes de las ESR piloto cubanas.
En el movimiento cooperativista de la Isla existen múltiples ejemplos de responsabilidad social que esperan por un estudio sistemático y profundo. El ambiente propicio creado por los programas de desarrollo local, así como los esfuerzos de la Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana (OHCH), han generado emprendedores, inspirados por sentimientos espontáneos de solidaridad hacia sus vecinos y compañeros de trabajo, y un sentido de pertenencia comunitaria, aunque desconozcan el concepto y los principios de la economía solidaria o el movimiento que la promueve.
Entre las nuevas ESR privadas asentadas en La Habana Vieja están el restaurante La Moneda Cubana, que patrocina un proyecto comunitario para capacitar en oficios gastronómicos a jóvenes desvinculados y ayuda a los graduados a encontrar empleo; y el salón Artecorte, sede del museo dedicado a la historia de la barbería en Cuba, y auspiciador de varios proyectos sociales, entre ellos una escuela de peluquería donde jóvenes del barrio aprenden las destrezas del oficio y los valores de la solidaridad. El Billar de Pancho, en el rudo barrio habanero de El Canal, en el municipio Cerro, promueve el deporte sano, y a la vez imparte clases gratuitas a niños y a personas desempleadas, incluidos exreclusos.
De igual modo, el documental Razones, de Lizette Vila, muestra a emprendedores privados socialmente responsables.18 Otras experiencias también aguardan y merecen ser promovidas y replicadas, como las patrocinadas por el Centro Memorial Martin Luther King Jr., el Centro de Intercambio y Referencia Iniciativa Comunitaria (CIERIC), y la Unión Nacional de Arquitectos e Ingenieros de la Construcción de Cuba (UNAICC).19
7. Aprovechar el capital social de las comunidades.
En el surgimiento de las empresas que forman las economías sociales solidarias frecuentemente intervienen factores asociativos naturales como familia, raza, género, edad. Así ocurre con las del Barrio Chino de La Habana, que muestra un sector empresarial informal afianzado, exitoso, muy emprendedor, y beneficiado con recursos de la comunidad china de ultramar.20
Existen otras redes informales, algunas transnacionales, que merecen ser reconocidas y respaldadas. Por ejemplo, el proyecto cultural Cabildo Quisicuaba, que por su buen trabajo comunitario cuenta con el respaldo del gobierno municipal de Centro Habana, integra una red internacional de cabildos de afrodescendientes.
8. Desarrollar empresas socialmente responsables en el sector de servicios sociales.
En otros países las ESR son bastante comunes en el sector encargado del cuidado de ancianos y enfermos, instrucción y adiestramiento, servicios del hogar, etc. El Estado cubano solo está comenzando a permitir el trabajo por cuenta propia en esa esfera, y con muchas limitaciones, para no alentar la privatización de servicios públicos insignes como la salud y la educación. Sin embargo, la empresa no estatal puede ser un complemento. Ahora que la salud pública cubana se preocupa por reducir el costo de sus servicios, sin disminuir la calidad, sería oportuno analizar cuáles de ellos pudieran encargarse o subcontratarse a dichas empresas.
Pequeñas cooperativas podrían asumir el cuidado de ancianos, incluidos aquellos que emigraron y luego, ante la crisis económica y las reducciones en las compensaciones para adultos mayores en sus países de residencia, deciden regresar a Cuba a vivir el resto de sus años. Esto constituye una oportunidad de percibir ingresos, enmarcados en el concepto de «turismo de salud». Algunas de estas cooperativas pudieran armarse como corporaciones B, y establecer en sus estatutos que una parte de las utilidades se dediquen a la capacitación de trabajadores del sector y /o al cuidado de ancianos sin ahorros o ingresos suplementarios.
9. Fomentar la solidaridad a través de formas de propiedad no colectivas.
No todas las empresas pueden prosperar como cooperativas. Por tanto, deben promoverse otras formas de «socializarlas» y crear mecanismos solidarios.
Esquemas de peer lending comunes fuera de Cuba en el microcrédito brindan servicios financieros sobre la base de la solidaridad de grupo. Estos esquemas permiten a dueños de pequeños negocios asociarse para hacer frente a una deuda común; vecinos y comunidades juntan recursos y solicitan crédito a sus compañeros para apoyar la creación de pequeñas empresas privadas y cooperativas.
En Europa y Norteamérica son comunes los arreglos para compartir vehículos: las personas se asocian a una organización que administra una flota de autos y pagan por usarlos. También existen empresas que alquilan equipos y herramientas(para reparar automóviles, o de construcción), o brindan servicios industriales o empresariales que requieren de equipamiento específico (ej. copiadoras, limpiadoras, etc.), aportado por los socios.
Algunas de las nuevas cooperativas cubanas se han creado partiendo de empresas estatales que arriendan los medios a sus trabajadores, ahora organizados en cooperativas, como es el caso de microbuses para el transporte urbano, conocidos como «ómnibus ruteros».
10. Propiciar mayor apoyo de ONG internacionales hacia las ESR y ESS.
Agencias multilaterales y bilaterales de ayuda al desarrollo como el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), la Agencia Suiza para el Desarrollo y la Cooperación (COSUDE), la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID) y la Agencia Canadiense de Desarrollo Internacional (ACDI); así como otras ONG extranjeras, entre ellas CARE, Oxfam y la fundación Mondukide, han apoyado numerosas iniciativas de ESS propuestas por organizaciones de la sociedad civil, cooperativas agropecuarias y gobiernos locales en Cuba. Para que la cooperación internacional beneficie a otras empresas no estatales, por ejemplo las nuevas cooperativas no agrícolas, se requiere una apertura adicional del gobierno cubano a este tipo de ayuda y a la cooperación con ONG locales.21
Antes de que esto pueda suceder a gran escala, la legislación y la política hacia las asociaciones tendrán que ser «actualizadas». Desde 1996 rige una moratoria en la aprobación de nuevas asociaciones en Cuba. La legislación actual es fragmentada, incompleta y anacrónica, favorece la estabilidad de «élites asociativas» y otorga demasiados poderes discrecionales a los órganos de relación gubernamentales.22
Paso 3 (hacia atrás): Devolver el protagonismo a otros actores
Las experiencias de ESR y ESS en el mundo demuestran que la sociedad civil debe ser el principal actor en la formación de empresas, y el Estado esencialmente un facilitador. Los dirigentes y planificadores cubanos deben resistir la tentación de controlar e intervenir directamente en el sector no estatal, los empresarios deben gozar de autonomía.
En lugar de ser de «arriba hacia abajo», el paradigma de gestión debería ser de «abajo hacia arriba». Por ejemplo, existe gran cantidad de conocimiento empresarial acumulado en el sector informal y en las cooperativas agropecuarias. Ayudaría al éxito de las nuevas empresas no estatales si esas entidades pudieran contribuir a trazar e implementar políticas estatales favorecedoras del desarrollo empresarial.
Descentralizar el poder político y económico hacia los gobiernos locales, municipios y comunidades, permitirá aprovechar mejor los recursos endógenos, en beneficio del desarrollo territorial y responder a las necesidades sociales a partir de los ingresos fiscales generados. «Esa es la raíz y esa es la sal de la libertad: el municipio», aseveró José Martí.23 Las experiencias que se llevan a cabo en las nuevas provincias de Artemisa y Mayabeque pueden alumbrar el camino.
Toca a los trabajadores privados y a las empresas no estatales, en primer lugar, cumplir con sus compromisos legales y fiscales —deber cívico que no están acostumbrados a acatar—, así como con las políticas y planes integrales trazados por el Estado en función de una estrategia nacional de desarrollo.
Conclusiones
La adopción de un modelo hecho a la medida de la economía social y solidaria fundamentada en un sector de las empresas no estatales nutrido por políticas de desarrollo de mercados inclusivos brindaría a Cuba diversos beneficios:
• Políticas diseñadas para abordar las externalidades socioambientales del crecimiento económico a través de la responsabilidad social empresarial de todas las formas de propiedad.
• Vinculación de todos los sectores económicos y formas de propiedad a redes empresariales que pueden generar resultados de triple saldo positivo (económico, social y ambiental).
• Valioso apoyo internacional materializado en recursos financieros, know-how y acceso a mercados.
• Las empresas sociales pueden ser rentables a través de sus ingresos y de ese modo aliviar las finanzas públicas en áreas como la provisión de servicios sociales y ambientales.
• Desde la perspectiva de la eficiencia empresarial, la variedad de ejemplos de empresas y sistemas de responsabilidad social sugiere que no es necesario depender exclusivamente de estructuras de propiedad cooperativa para mantener los valores de socialismo y solidaridad.
Las empresas no estatales pueden convertirse en socialmente responsables, impulsoras de la economía social y solidaria en Cuba, lo cual equivale a construir el socialismo; pero solo si al sector no estatal se le permite crecer mucho más rápido que ahora, y si la responsabilidad social se convierte en política transversal, pública y privada.
El gobierno cubano está dando forma a su modelo económico «actualizado». Cuando este sea revelado, veremos cuán profundamente los principios de ESS, la ESR y el DMI han sido incorporados, y si la opinión pública aboga por una mayor presencia de ellos. La actual apertura del mercado interno cubano, dentro del marco socialista, representa una excepcional oportunidad para promover la creación de una economía social y solidaria viable a nivel nacional, proceso que, a pesar de enormes retos y dificultades, ya ha empezado a ocurrir.
Notas
1. Una versión más extensa y detallada de este artículo, con una bibliografía amplia y referencias a portales especializados, será publicada en inglés bajo el título «Socially Responsible Non-State Enterprises: A Key to Inclusive Growth», en Claes Brundenius y Ricardo Torres Pérez, comp., No More Free Lunch: Reflections on the Cuban Economic Reform Process and Challenges for Transformation, Springer Verlag, Nueva York (en proceso de edición).
2. Véase Academia de Economía Social y Solidaria de la Organización Internacional del Trabajo, «Social and Solidarity Economy: Our Common Road Towards Decent Work», Reader for the ILO Academy on Social and Solidarity Academy, Organización Internacional del Trabajo, 2011, y los sitios web del Centro Internacional de Referencia y Redes de Políticas Públicas para la Economía Social y Solidaria, RELIESS (http://reliess.org/about/?lang=en), y de Chantier de l’economie sociale (www.chantier.qc.ca).
3. El término EPS (acuñado en Ecuador) se aplica al sistema económico que integra formas organizativas públicas, privadas, mixtas, populares y solidarias; e incluye asociativos, cooperativas, unidades económicas populares (UEP) y el sector comunitario.
4. Véanse los siguientes sitios web: The Social Venture Network (www. svn.org), The Global Impact Investment Network (www.thegiin.org), Microcredit Summit (www.microcreditsummit.org), Fair Trade International (www.fairtrade.net), B Corps (www.bcorporation.net), Instituto ETHOS (www.ethos.org.br), The Skoll Foundation (www.skollfoundation.org), Ashoka (www.ashoka.org)y Fundación AVINA (www.avina.net).
5. Desde finales de 2010, organizaciones cubanas e internacionales han trabajado de manera conjunta en el proyecto denominado «Responsabilidad social empresarial, desarrollo local en Cuba» (ESRDLC), para fomentar el diálogo sobre este tema mencionado anteriormente.
6. Rafael Hernández et al., «¿Hacia dónde va el modelo cubano?», Espacio Laical, a. VII, n. 25, La Habana, enero-marzo de 2011, p. 4, disponible en http://espaciolaical.org/contens/25/2447.pdf.
7. Luis del Castillo Sánchez, «Las EPS y los emprendimientos dentro del sector no estatal», Facultad de Economía, Universidad de La Habana, 2013.
8. Camila Piñeiro Harnecker, Cooperativas y socialismo: Una mirada desde Cuba, Editorial Caminos, La Habana, 2011.
9 . Véase Partido Comunista de Cuba, Lineamientos de la política económica y social del Partido y la Revolución (Resolución del VI Congreso del PCC), junio de 2011, disponible en www.congresopcc.cip.cu.
10. Pável Vidal, «Microfinance in Cuba», en Colloquium Economic Transformation in Cuba, The Cuba Project/Bildner Center for Western Hemisphere Studies, 2012.
11. Richard E. Feinberg, «Reaching Out: Cuba’s New Economy and the International Response», Latin America Initiative at Brookings, 2011, disponible en http://thecubaneconomy.com/wp-content/uploads/2011/11/Richard-E.-Feinberg-Cu
bas-New-Economy-and-the-International-Response-Brookings-November-2011.pdf.
12. Véase Razones, Proyecto Palomas/ICAIC, 2013 (dir. Lizette Vila), en el cual se entrevista a un grupo de empresarios privados.
13. Véase Ministerio de Justicia, «Acuerdo del Consejo de Estado», Gaceta Oficial, v. CXI, n. 10, La Habana, febrero de 2013, pp. 417-9.
14. A partir del 1º de julio de 2013, comenzaron a funcionar en el país, de manera experimental, 124 cooperativas en diversos sectores de la economía, como los mercados agropecuarios, la construcción, el transporte, los servicios técnicos y la recogida de desechos. De ellas, 112 surgen del sector estatal y 12 del no estatal. Se espera que muchas más sean aprobadas en los próximos meses.
15. La franquicia es la práctica de utilizar la concesión de derechos de explotación de un producto, actividad o nombre comercial, otorgada por una empresa a otra en una zona determinada. A cambio de la cesión, el franquiciador recibe una regalía o royalty.
16. En la red de ferreterías canadienses Home Hardware, los dueños de los comercios son, a su vez, socios de una gran cooperativa que logra economías de escala en compras mayoristas, publicidad, gestión de inventario y distribución, y sistemas de administración de tiendas. Véase Archibald Ritter, «The “Home Hardware” Cooperative Model and its Relevance for Cuba», 19 de octubre de 2011, disponible en www.thecubaneconomy.com/articles/2011/10/the-“home-hardware”-cooperative-model-and-its-relevance-for-cuba.
17. En instituciones de la Iglesia católica en Cuba también se imparten cursos, entre ellas el Centro Pastoral La Salle, ubicado en la parroquia de Jesús del Monte, en La Habana, y el Centro Cultural Félix Varela, de la Arquidiócesis habanera, donde profesores de la Universidad Católica de Murcia y algunos cubanos ofrecen una maestría que «se propone formar profesionales con habilidades y conocimientos avanzados en el liderazgo empresarial, fundamentalmente en la gestión de pequeñas y medianas empresas». Véase IPS-Cuba, «Centro católico ofrece maestría en dirección empresarial», La Habana, 30 de junio de 2012, disponible en www.ipscuba.net/index.php?option=com_k2&view=item&id=4661:centro-católico-ofrece-maestría-en-dirección-empresarial&Itemid=5.
18. El Grupo Prisma, de La Habana, forma en el arte del mosaico a jóvenes de la comunidad; la finca integral La Yoandra, ubicada en el municipio habanero de Arroyo Naranjo y premiada por el Programa Nacional de Agricultura Urbana, dedica parte de su producción a hogares de ancianos y a un jardín infantil que construyó con recursos propios; criadores de caballos brindan, en La Habana del Este, equinoterapia a niños discapacitados; productores de hortalizas de Villa Clara suministran vegetales a un hogar materno; artistas del barrio de Santo Ángel, en La Habana Vieja, hacen trabajo comunitario y ambientan la zona con su arte. Véase Razones, ob. cit.
19. Estas organizaciones han implementado proyectos piloto e iniciativas de ESS y ESR. Por ejemplo, el CIERIC apoya artistas y otros trabajadores de la cultura local para realizar actividades cuyos ingresos incidan en el desarrollo de sus comunidades. La UNAICC promueve la producción local de materiales de construcción, la edificación de viviendas de bajo costo, y la transformación de talleres y brigadas —creados al amparo de proyectos de colaboración internacional— en cooperativas autosuficientes.
20. Adrian H. Hearn, Cuba: Religion, Social Capital and Development, Duke University Press, Rawlings, 2008.
21. «La cifra total de ayuda económica [disponible para Cuba] es demasiado pequeña para tener un impacto macro sobre el crecimiento económico, pero a nivel micro, hay evidencia de que la ayuda internacional puede hacer la diferencia». Richard E. Feinberg, ob. cit., p. 7.
22. Rafael Betancourt, Civil Society in Cuba and Canadian Linkages, informe encomendado por la Embajada de Canadá, 2012 (inédito).
23. José Martí, «Un libro del Norte sobre las instituciones españolas en los estados que fueron de México» [El Partido Liberal, México, 25 de noviembre de 1891], Obras completas, t. VII, Editorial Nacional de Cuba, La Habana, 1975, p. 60.
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