Por Jose Luis Rodriguez
Luego de un primer decenio de notable crecimiento en el turismo, varios factores externos e internos comenzaron a incidir en los ritmos de crecimiento alcanzados hasta ese momento. Es preciso tomarlos en cuenta y, para este análisis, considerar las opiniones de especialistas como Miguel Figueras, Rogelio Quintana, Ramón Martín y Julián Rodríguez. En este último caso, vale apuntar que sus comentarios a la primera parte de este trabajo resultaron de mucho interés.
Según los datos de la ONEI, luego de una rápida expansión inicial -el número de turistas que arribaban a Cuba había crecido siete veces entre 1990 y el 2005-, entre este último año y el 2013 el incremento se redujo al 23%.
Por otro lado, las inversiones en hoteles y restaurantes promediaron 350,6 millones de pesos anuales de 1994 a 2005, y aumentaron a una media de 471,5 millones entre en 2006 y 2012, pero los niveles de ocupación descendieron de 62,9% en 1995 a un estimado de 52,6% en 2013.
Finalmente, los ingresos brutos por turista bajaron de 1.098 pesos en 2000 a 837,3 pesos en 2013.
Para explicar estas tendencias, un primer elemento lo aportaron los atentados del 11 de septiembre de 2001, coyuntura que afectó durante varios años a la industria del ocio en todo el mundo, y que llevó a que el turismo internacional en Cuba no creciera ese año y decreciera -por primera vez- 5% en 2002. No obstante, todavía entre 2000 y 2005 el número de turistas aumentó 33%.
Un segundo elemento que no se puede desconocer es que la crisis económica más impactante desde los años 30 del pasado siglo golpeó -y aún continúa golpeando- los ingresos de la mayor parte de la población en los países emisores de turismo hacia Cuba en el último lustro.
Esto ha sido particularmente relevante para el segmento mayoritario de turistas que se ubican en la franja de ingresos medios y bajos, lo cual se ha reflejado en la ralentización del crecimiento en el número de visitantes ya apuntado, y también en el descenso de alrededor de 9% del ingreso por turista-día en once años.
Un tercer grupo de elementos que estuvieron presentes en las primeras casi dos décadas de desarrollo turístico iría posteriormente reduciendo su impacto inicial.
En este caso pueden incluirse la propia irrupción de Cuba en el mercado, con una notable calidad en el entorno geográfico natural prácticamente virgen en muchos casos, instalaciones hoteleras recién construidas, y atractivos históricos y culturales novedosos para la mayoría de los visitantes que llegaban por primera vez.
Dentro de este conjunto de elementos puede decirse que el factor novedad, que impactó en buena parte de los 37 millones de turistas que visitaron la Isla por primera ocasión entre 1990 y 2012, debió ser sustituido por otros elementos que lograran una mayor repetición de los viajeros a mediano y largo plazo.
Por último, puede añadirse que la concentración entre 71 y 78% del turismo en el destino de sol y playa durante los últimos años, con la modalidad de todo incluido, ha limitado el incremento del gasto por turista-día, por lo que se demanda la diversificación de la oferta para incrementar la satisfacción del visitante en instalaciones extra hoteleras.
Precisamente, es en este último aspecto en el que pueden apreciarse las mayores potencialidades para crecer en el turismo internacional.
Dentro de los nuevos productos posibles se encuentran el turismo de salud, de ciudad, de naturaleza, de eventos y el cultural, entre los más significativos.
No obstante, la disponibilidad actual de las instalaciones para su desarrollo es limitada, considerando la existencia de sólo dos parques temáticos, dos campos de golf (sólo uno de 18 hoyos) y una red muy reducida de teatros, cines, cabarets y parques de diversiones, con un notable nivel de deterioro en muchas de estas construcciones.
Algunos procesos inversionistas en ciernes apuntan a modificar esta situación. En este sentido, se reportó que -en los marcos de un proyecto que abarca la construcción de 16 instalaciones- el pasado año se firmó el contrato para la construcción de un nuevo campo de golf en Varadero por valor de 350 millones de dólares entre el británico Esencia Group y el Grupo Palmares del MINTUR.
Esta inversión incluye la construcción de 650 apartamentos asociados al campo de golf, lo que supone una solución puntual al tema inmobiliario.
Igualmente, las inversiones en diversos puertos del país deben propiciar un mayor desarrollo del turismo de cruceros, aunque en este último presiona negativamente el bloqueo de Estados Unidos, sobre todo en el entorno caribeño.
En el ámbito de las mayores inversiones continuará teniendo un importante papel la participación de capital extranjero, especialmente en lo referido a contratos de administración, aunque otras alternativas deberán abrirse con la nueva Ley de Inversión Extranjera.
No obstante, afrontar otros aspectos que hoy constituyen quejas de los turistas demanda otro tipo de soluciones no tan costosas. Ese es el caso de la relación calidad-precio en los servicios, en la que incide fuertemente la calificación y profesionalidad de la fuerza de trabajo.
También es importante desarrollar un programa de recapitalización de instalaciones culturales, así como la ampliación de capacidades para el turismo de salud.
En todo caso, resulta evidente que el turismo internacional continuará proporcionando una importante fuente de ingresos al país.
En este año se espera un crecimiento de 10,4% en el número de visitantes, lo que supone llegar a 3.150.000 turistas, cifra que supondrá un esfuerzo comercializador extraordinario, tomando en cuenta que en 2013 el sector solo creció 0,5%, y que un incremento interanual como el que se propone resultaría extraordinario en un período en que la economía crecerá sólo 2,2%.
Luego de un primer decenio de notable crecimiento en el turismo, varios factores externos e internos comenzaron a incidir en los ritmos de crecimiento alcanzados hasta ese momento. Es preciso tomarlos en cuenta y, para este análisis, considerar las opiniones de especialistas como Miguel Figueras, Rogelio Quintana, Ramón Martín y Julián Rodríguez. En este último caso, vale apuntar que sus comentarios a la primera parte de este trabajo resultaron de mucho interés.
Según los datos de la ONEI, luego de una rápida expansión inicial -el número de turistas que arribaban a Cuba había crecido siete veces entre 1990 y el 2005-, entre este último año y el 2013 el incremento se redujo al 23%.
Por otro lado, las inversiones en hoteles y restaurantes promediaron 350,6 millones de pesos anuales de 1994 a 2005, y aumentaron a una media de 471,5 millones entre en 2006 y 2012, pero los niveles de ocupación descendieron de 62,9% en 1995 a un estimado de 52,6% en 2013.
Finalmente, los ingresos brutos por turista bajaron de 1.098 pesos en 2000 a 837,3 pesos en 2013.
Para explicar estas tendencias, un primer elemento lo aportaron los atentados del 11 de septiembre de 2001, coyuntura que afectó durante varios años a la industria del ocio en todo el mundo, y que llevó a que el turismo internacional en Cuba no creciera ese año y decreciera -por primera vez- 5% en 2002. No obstante, todavía entre 2000 y 2005 el número de turistas aumentó 33%.
Un segundo elemento que no se puede desconocer es que la crisis económica más impactante desde los años 30 del pasado siglo golpeó -y aún continúa golpeando- los ingresos de la mayor parte de la población en los países emisores de turismo hacia Cuba en el último lustro.
Esto ha sido particularmente relevante para el segmento mayoritario de turistas que se ubican en la franja de ingresos medios y bajos, lo cual se ha reflejado en la ralentización del crecimiento en el número de visitantes ya apuntado, y también en el descenso de alrededor de 9% del ingreso por turista-día en once años.
Un tercer grupo de elementos que estuvieron presentes en las primeras casi dos décadas de desarrollo turístico iría posteriormente reduciendo su impacto inicial.
En este caso pueden incluirse la propia irrupción de Cuba en el mercado, con una notable calidad en el entorno geográfico natural prácticamente virgen en muchos casos, instalaciones hoteleras recién construidas, y atractivos históricos y culturales novedosos para la mayoría de los visitantes que llegaban por primera vez.
Dentro de este conjunto de elementos puede decirse que el factor novedad, que impactó en buena parte de los 37 millones de turistas que visitaron la Isla por primera ocasión entre 1990 y 2012, debió ser sustituido por otros elementos que lograran una mayor repetición de los viajeros a mediano y largo plazo.
Por último, puede añadirse que la concentración entre 71 y 78% del turismo en el destino de sol y playa durante los últimos años, con la modalidad de todo incluido, ha limitado el incremento del gasto por turista-día, por lo que se demanda la diversificación de la oferta para incrementar la satisfacción del visitante en instalaciones extra hoteleras.
Precisamente, es en este último aspecto en el que pueden apreciarse las mayores potencialidades para crecer en el turismo internacional.
Dentro de los nuevos productos posibles se encuentran el turismo de salud, de ciudad, de naturaleza, de eventos y el cultural, entre los más significativos.
No obstante, la disponibilidad actual de las instalaciones para su desarrollo es limitada, considerando la existencia de sólo dos parques temáticos, dos campos de golf (sólo uno de 18 hoyos) y una red muy reducida de teatros, cines, cabarets y parques de diversiones, con un notable nivel de deterioro en muchas de estas construcciones.
Algunos procesos inversionistas en ciernes apuntan a modificar esta situación. En este sentido, se reportó que -en los marcos de un proyecto que abarca la construcción de 16 instalaciones- el pasado año se firmó el contrato para la construcción de un nuevo campo de golf en Varadero por valor de 350 millones de dólares entre el británico Esencia Group y el Grupo Palmares del MINTUR.
Esta inversión incluye la construcción de 650 apartamentos asociados al campo de golf, lo que supone una solución puntual al tema inmobiliario.
Igualmente, las inversiones en diversos puertos del país deben propiciar un mayor desarrollo del turismo de cruceros, aunque en este último presiona negativamente el bloqueo de Estados Unidos, sobre todo en el entorno caribeño.
En el ámbito de las mayores inversiones continuará teniendo un importante papel la participación de capital extranjero, especialmente en lo referido a contratos de administración, aunque otras alternativas deberán abrirse con la nueva Ley de Inversión Extranjera.
No obstante, afrontar otros aspectos que hoy constituyen quejas de los turistas demanda otro tipo de soluciones no tan costosas. Ese es el caso de la relación calidad-precio en los servicios, en la que incide fuertemente la calificación y profesionalidad de la fuerza de trabajo.
También es importante desarrollar un programa de recapitalización de instalaciones culturales, así como la ampliación de capacidades para el turismo de salud.
En todo caso, resulta evidente que el turismo internacional continuará proporcionando una importante fuente de ingresos al país.
En este año se espera un crecimiento de 10,4% en el número de visitantes, lo que supone llegar a 3.150.000 turistas, cifra que supondrá un esfuerzo comercializador extraordinario, tomando en cuenta que en 2013 el sector solo creció 0,5%, y que un incremento interanual como el que se propone resultaría extraordinario en un período en que la economía crecerá sólo 2,2%.
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