"De pensamiento es la guerra mayor que se nos hace: ganémosla a pensamiento" José Martí

sábado, 10 de mayo de 2014

Los directivos del Riksbank llevan a Suecia a una trampa

Por Paul Krugman Premio Nobel Economía

Una persona que me escribió recientemente me hablaba de una noticia de Suecia, que ha dejado de flirtear con la deflación y se dirige directamente hacia ella. Es sorprendente: el país, que al principio capeó la reciente crisis bastante bien y no sufrió ninguna de las restricciones institucionales que se le habrían impuesto por ser miembro de la eurozona, ha logrado –de manera totalmente gratuita– caer en una trampa deflacionaria.

Los directivos del Riksbank (el banco central sueco( afirman, de hecho, que nadie podría haber previsto esta situación. Pero, naturalmente, el exsubgobernador del banco –y mi antiguo colega- Lars Svensson, advirtió más o menos frenéticamente el año pasado de que el banco central sueco estaba cometiendo un terrible error al aumentar los tipos de interés a pesar de la baja inflación y de la gran inactividad económica. Lo que consiguió fue un mayor aislamiento, y, finalmente, se marchó. Ya ven ustedes, todos los SMS -Suecos Muy Serios– sabían que era importante subir los tipos de interés porque, bueno, porque sí.

Y va a resultar muy difícil salir de la trampa.

Me gustaría pensar que la gente admitirá que Lars estuvo en lo cierto desde el principio y que, en general, el ansia de sanear ha sido muy destructiva. Pero supongo que se seguirá considerando que está equivocado –fue antideflacionista antes de tiempo– y que a los defensores de la restricción monetaria los seguirán considerando personas prudentes y de fiar aunque lleven a todo el mundo a un estancamiento a largo plazo.

‘Sadomonetarismo’

En realidad, la caída de Suecia en la deflación nos ofrece al resto de nosotros varias lecciones relevantes.

La primera es una lección práctica sobre el poder del sadomonetarismo, el deseo de muchas autoridades monetarias de incrementar los tipos de interés porque, bueno, porque sí. En 2010, Suecia registraba un alto desempleo y una baja inflación; la macroeconomía básica debería haber indicado que no era el momento de subir los tipos. Sin embargo, el Riksbank siguió adelante y lo hizo de todas formas. ¿Por qué?

Las autoridades dicen ahora que todo fue por la estabilidad financiera y por el temor de que los precios inmobiliarios y los créditos fuesen excesivos. Pero eso no es lo que decían por aquel entonces. Stefan Ingves, el gobernador del Riksbank, declaró en un chat en Internet en 2010 en el sitio web del banco que se aumentaban los tipos por la inflación: “Si el tipo de interés no se sube ahora”, escribió, “correremos el riesgo de sufrir una inflación excesiva en el futuro. Eso no sería bueno para la economía. Nuestra tarea más importante es garantizar que cumplimos nuestro objetivo de inflación del 2%”.

Aunque parezca mentira, cuando la inflación empezó a estar muy por debajo del objetivo, el Riksbank siguió aumentando los tipos, y pasó a justificarlo con la estabilidad financiera.

La segunda es que la experiencia sueca ayuda a aclarar una controversia histórica sobre la política en EE UU. Existe un número considerable de detractores de la Reserva Federal que insisten en que todo el ciclo del estallido de la burbuja de la pasada década fue culpa de la Reserva, y en que mantuvo los tipos de interés demasiado bajos durante demasiado tiempo. Sin embargo, si lo piensan, en torno a 2003 y 2004 la Reserva se enfrentaba a una situación muy parecida a la del Riksbank en 2010: el desempleo seguía siendo alto pero estaba disminuyendo, la inflación era baja y los precios inmobiliarios estaban subiendo. 

Por tanto, lo que dicen los que critican a la Reserva es que el banco –al que le preocupaba la inflación por aquella época– debería haber hecho lo que hizo el Riksbank. (¿Siguen estando seguros de eso?) 

Y, por último, la historia sueca es un duro ejemplo de los límites de la influencia intelectual. En una época en la que la política estaba descarrilando, Svensson –uno de los principales macroeconomistas del mundo y, concretamente, un experto en riesgos de deflación y en trampas de liquidez– era subgobernador del Riksbank. Protestó enérgicamente por el giro que estaba dando la política, y quedó totalmente marginado por sus colegas, que estaban seguros de que sabían más que él. 

Y observen que en este caso no es que sus colegas se aferraran a la ortodoxia económica y él estuviera proponiendo unas ideas nuevas y radicales; era el único que proponía argumentos de Economía básica, mientras que ellos se inventaban sobre la marcha nuevas razones para la restricción. 

© 2014 The New York Times.

Traducción de News Clips.

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