"De pensamiento es la guerra mayor que se nos hace: ganémosla a pensamiento" José Martí

miércoles, 11 de junio de 2014

MONARQUIAS EN EL TERCER MUNDO*


Por Jorge Gómez Barata

La existencia de monarquías o repúblicas no es sinónimo de desarrollo o subdesarrollo; tampoco de eficiencia del modelo político ni de justicia social. En el mundo existen 44 países regidos por casas reales aunque solo hay unos 20 reyes y reinas. Los monarcas de Inglaterra y Holanda son soberanas de unos 25 países y territorios de ultramar que fueron antiguas colonias.

De los países gobernados por monarquías unos 30 pertenecen al Tercer Mundo, todos son miembros de la ONU, algunos militan en el Movimiento de Países No Alineados y en el Grupo de los 77 y, circunstancialmente han asumido posiciones de izquierda; un monarca es (erróneamente) llamado el “Emir Rojo”. De los reinos tercermundistas: 15 están en Asia, tres en África y dos en Oceanía.

Para colmo de paradojas en las Cumbres iberoamericanas, una reunión de republicanos, el rey de España es una especie de estrella que en su momento se permitió el atrevimiento de mandar a callar al presidente Hugo Chávez.

Algunos territorios con diferente status político, no necesariamente colonias, por razones históricas tienen como jefes de estado o soberanos a monarcas extranjeros. Australia y Canadá son súbditos británicos sin ser colonias. En igual situación se encuentran, entre otros, Barbados y Jamaica.

Algunas monarquías tercermundistas son de las llamadas absolutas, es decir, encabezan sistemas de gobierno en los cuales los reyes ejercen un poder absoluto que no deja espacios a ejercicios democráticos y con frecuencia conducen al establecimiento de verdaderas tiranías. Este tipo de modelo político prevalece en Arabia Saudita, Brunei, Omán y Suazilandia. En algunos de ellos se ligan a la sharia musulmana lo cual acentúa el perfil totalitario.

Hasta la Revolución Francesa, en Europa a los monarcas se otorgaba alguna condición divina, cosa hoy totalmente abandonada que, sin embargo sobrevive en algunos países del Tercer Mundo, por ejemplo en Arabia Saudita y Marruecos los monarcas son presentados como descendientes de Mahona que, dicho sea de paso no es una divinidad sino un personaje histórico.

Los reyes y reinas habitan en palacios y para funcionar son asistidos por las “cortes” cuyos integrantes suelen ser llamados “cortesanos”. Las cortes están formadas por nobles y plebeyos: ministros, secretarios, amas de llaves, institutrices y preceptores. En el Oriente se incluyen los harenes. Entre los cargos de las cortes hay algunos tan exóticos como los de: bufón, “palafrenero del rey” y chamberlain copero”. En el antiguo Egipto llegó a existir el “trepanador real” y en algunos reinos existió el “mamporrero” del rey.

Junto a las cortes existe la familia real y la realeza. La primera está integrada por los parientes del rey o la reina, mientras que la segunda la forman quienes ostentan algún título nobiliario obtenido por derecho de sangre, dádiva o por méritos de servicio, también por matrimonio o herencia. En Arabia Saudita de la familia forman parte unos 15 000 príncipes y 5000 princesas.

En América Latina, en el siglo XIX, además del independentismo predominaron otras dos corrientes políticas: el realismo y el anexionismo. El independentismo estuvo ligado al liberalismo y al nacionalismo, el realismo al legado monárquico de España y Portugal y el anexionismo a la admiración por el sistema político de los Estados Unidos.

Aunque el independentismo y el republicanismo prevalecieron abrumadoramente, en tres países de América Latina: Brasil, Haití y México, con posterioridad a la independencia, se instauraron dignidades monárquicas; ellas fueron los emperadores: Pedro I en Brasil, Jean Jacques, Dessalines y Henri Cristopher en Haití y Agustín Iturbe y Maximiliano de Habsburgo en México.

En realidad, la forma de gobierno que cada país adopte es irrelevante es si en el modo de operar del sistema político se práctica o no la democracia y su alcance, el grado en que se respetan las libertades, se satisfacen las expectativas de todos los sectores de la población, se abre paso al progreso y se hace a la gente más feliz.

Los principios son obligados, lo demás es electivo. Allá nos vemos.

*Se refiere a Estados o a entidades que funcionan como tales, por ejemplo el “Principado de Mónaco” y no aluden a sultanatos, kanatos ni a jerarquías tribales.

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