Reconocida desde los años 50 como casa especializada en mariscos y comida internacional, se hizo famosa por sus langostas, camarones, langostinos y almejas, además de ofertar una exquisita paella
"Detén el paso, caminante, (…) Verás una imagen hecha hoy en la piedra, es decir el último de noviembre en el año 1754". Y tal pareciera que esa invocación al visitante -nacional o foráneo- deviene invitación certera para visitar un ícono de la gastronomía marinera cubana: el restaurante El Templete.
Así puede leer quien indague en la red de redes sobre la mencionada instalación habanera, donde también se afirma: "Otrora muy visitado por marineros, capitanes de barcos y prácticos de puerto, (…), es hoy uno de los sitios turísticos más visitados de la capital cubana, por el renovado ambiente marinero y la exquisitez de la variada carta".
Reconocida desde los años 50 como casa especializada en mariscos y comida internacional, se hizo famosa por sus langostas, camarones, langostinos y almejas, además de ofertar una exquisita paella.
Actualmente, pertenece a la corporación Habaguanex, y está ubicado en un entorno irrepetible de la calle San Pedro, esquina Narciso López, en la Avenida del Puerto, en La Habana Vieja. Posee dos salones: un comedor interior y la terraza.
"Hoy el restaurante El Templete revive la tradición marinera en el mismo seductor entorno y nos ofrece platos exquisitos preparados por su excelente chef. Pasado y presente se conjugan armoniosamente para ofrecernos un servicio de elevada calidad y variedad", puede leerse en Internet.
Bueno desde siempre
Desde la primera década del siglo XX aproximadamente, varias personas de apellido Mier ocuparon el inmueble, que sirvió de domicilio a la sociedad Mier y CIA, proveedores de buques, cuyos gerentes eran, J. L. Mier, V. Mier y Martínez que ofrecían servicios de remolcadores.
Pero entre 1928 y 1931 abrieron el restaurante y no fue el primero con esa nominación pues anteriormente existió otro en la ciudad: en 1900, en la calle Enna (Narciso López) # 4 tenía domicilio la fonda El Templete, de Manuel Suárez. La dirección exacta del establecimiento en el momento de su apertura era Enna No. 1 (luego Narciso López) esquina a San Pedro.
Arsenio Mier fue el propietario de ese restaurante donde, en aquella época, también ofrecían servicios para banquetes y buffets a la par que fue escenario de muchas despedidas de solteros, costumbre de entonces.
Dicen que la fama de El Templete se originó, además de por su oferta de camarones, langostas, langostinos y almejas, por la profesionalidad de sus cantineros.
Era uno de los sitios más frecuentados por el publico por su excelente situación frente al mar, con una amplia marquesina que permitía disfrutar de los variados platos de su exquisito menú, al aire libre con completo dominio del bello panorama de la Bahía de La Habana.
Desde sus inicios gozó de mucho prestigio y la comparaban con la Zaragozana, considerada la mejor la casa de vinos, y con el Centro Vasco de Malecón. Hubo etapas en las que se ambientaba musicalmente con un cuarteto, cuyo cantante era Pío Leyva, y se cuenta que estaba en la preferencia de marineros, capitanes de barcos y prácticos del puerto.
Según narra la historia, en 1864 Bissier y CIA, banqueros Enna, ocupaban el sitio al cual accedió en 1960 Arsenio Mier y Santiago, cuyo domicilio particular estaba en los altos del establecimiento. En noviembre, el gobierno provincial aprobó un reglamento de la Cooperativa de Obreros y Empleados del restaurante-bar-cafetería El Templete, cuyo objeto consistía en operar de forma naturalista el referido establecimiento, presentando un servicio eficiente y al menor costo posible.
Como dato curioso puede referirse que entre la fecha fundacional y hasta este último momento, el lugar tuvo 16 ocupantes.
Tradiciones vivas
Muy cerca de la instalación de Habaguanex, está el sitio homónimo donde está comprobado que se constituyó el primer cabildo y se efectuó la primera misa. Es el segundo monumento erigido para conmemorar la fundación de la ciudad, después de la denominada Columna de Cajijal, que data de 1754 y ocupa el lugar de la primitiva Ceiba, bajo la cual aconteció el histórico acontecimiento.
En esa columna conmemorativa hay una inscripción en latín, casi borrada, que testimonia:
"Detén el paso, caminante, adorna este sitio con un árbol, una ceiba frondosa, más bien diré signo memorable de la prudencia y antigua religión de la joven ciudad, pues ciertamente bajo su sombra fue inmolado solemnemente en esta ciudad el autor de la salud. Fue tenida por primera vez la reunión de los prudentes concejales hace ya más de dos siglos: era conservado por una tradición perpetua: sin embargo, cedió al tiempo. Verás una imagen hecha hoy en la piedra, es decir el último de noviembre en el año 1754".
Al pie de la ceiba, cada 16 de noviembre, acuden cubanos y extranjeros, para cumplir un rito: dar tres vueltas alrededor del árbol, tocar su tronco, depositar monedas y pedir -en silencio- un deseo.
Solo quien hace la solicitud puede dar cuenta de si se cumple o no lo pedido, pero lo cierto es que la peregrinación hasta El Templete posibilita conocer nuevos amigos y vivir inolvidables momentos en un sitio mágico, integrante del patrimonio de la Humanidad que es La Habana Vieja, y también componente de esta Ciudad Maravilla del mundo, que es capital de todos los cubanos.
"Detén el paso, caminante, (…) Verás una imagen hecha hoy en la piedra, es decir el último de noviembre en el año 1754". Y tal pareciera que esa invocación al visitante -nacional o foráneo- deviene invitación certera para visitar un ícono de la gastronomía marinera cubana: el restaurante El Templete.
Así puede leer quien indague en la red de redes sobre la mencionada instalación habanera, donde también se afirma: "Otrora muy visitado por marineros, capitanes de barcos y prácticos de puerto, (…), es hoy uno de los sitios turísticos más visitados de la capital cubana, por el renovado ambiente marinero y la exquisitez de la variada carta".
Reconocida desde los años 50 como casa especializada en mariscos y comida internacional, se hizo famosa por sus langostas, camarones, langostinos y almejas, además de ofertar una exquisita paella.
Actualmente, pertenece a la corporación Habaguanex, y está ubicado en un entorno irrepetible de la calle San Pedro, esquina Narciso López, en la Avenida del Puerto, en La Habana Vieja. Posee dos salones: un comedor interior y la terraza.
"Hoy el restaurante El Templete revive la tradición marinera en el mismo seductor entorno y nos ofrece platos exquisitos preparados por su excelente chef. Pasado y presente se conjugan armoniosamente para ofrecernos un servicio de elevada calidad y variedad", puede leerse en Internet.
Bueno desde siempre
Desde la primera década del siglo XX aproximadamente, varias personas de apellido Mier ocuparon el inmueble, que sirvió de domicilio a la sociedad Mier y CIA, proveedores de buques, cuyos gerentes eran, J. L. Mier, V. Mier y Martínez que ofrecían servicios de remolcadores.
Pero entre 1928 y 1931 abrieron el restaurante y no fue el primero con esa nominación pues anteriormente existió otro en la ciudad: en 1900, en la calle Enna (Narciso López) # 4 tenía domicilio la fonda El Templete, de Manuel Suárez. La dirección exacta del establecimiento en el momento de su apertura era Enna No. 1 (luego Narciso López) esquina a San Pedro.
Arsenio Mier fue el propietario de ese restaurante donde, en aquella época, también ofrecían servicios para banquetes y buffets a la par que fue escenario de muchas despedidas de solteros, costumbre de entonces.
Dicen que la fama de El Templete se originó, además de por su oferta de camarones, langostas, langostinos y almejas, por la profesionalidad de sus cantineros.
Era uno de los sitios más frecuentados por el publico por su excelente situación frente al mar, con una amplia marquesina que permitía disfrutar de los variados platos de su exquisito menú, al aire libre con completo dominio del bello panorama de la Bahía de La Habana.
Desde sus inicios gozó de mucho prestigio y la comparaban con la Zaragozana, considerada la mejor la casa de vinos, y con el Centro Vasco de Malecón. Hubo etapas en las que se ambientaba musicalmente con un cuarteto, cuyo cantante era Pío Leyva, y se cuenta que estaba en la preferencia de marineros, capitanes de barcos y prácticos del puerto.
Según narra la historia, en 1864 Bissier y CIA, banqueros Enna, ocupaban el sitio al cual accedió en 1960 Arsenio Mier y Santiago, cuyo domicilio particular estaba en los altos del establecimiento. En noviembre, el gobierno provincial aprobó un reglamento de la Cooperativa de Obreros y Empleados del restaurante-bar-cafetería El Templete, cuyo objeto consistía en operar de forma naturalista el referido establecimiento, presentando un servicio eficiente y al menor costo posible.
Como dato curioso puede referirse que entre la fecha fundacional y hasta este último momento, el lugar tuvo 16 ocupantes.
Tradiciones vivas
Muy cerca de la instalación de Habaguanex, está el sitio homónimo donde está comprobado que se constituyó el primer cabildo y se efectuó la primera misa. Es el segundo monumento erigido para conmemorar la fundación de la ciudad, después de la denominada Columna de Cajijal, que data de 1754 y ocupa el lugar de la primitiva Ceiba, bajo la cual aconteció el histórico acontecimiento.
En esa columna conmemorativa hay una inscripción en latín, casi borrada, que testimonia:
"Detén el paso, caminante, adorna este sitio con un árbol, una ceiba frondosa, más bien diré signo memorable de la prudencia y antigua religión de la joven ciudad, pues ciertamente bajo su sombra fue inmolado solemnemente en esta ciudad el autor de la salud. Fue tenida por primera vez la reunión de los prudentes concejales hace ya más de dos siglos: era conservado por una tradición perpetua: sin embargo, cedió al tiempo. Verás una imagen hecha hoy en la piedra, es decir el último de noviembre en el año 1754".
Al pie de la ceiba, cada 16 de noviembre, acuden cubanos y extranjeros, para cumplir un rito: dar tres vueltas alrededor del árbol, tocar su tronco, depositar monedas y pedir -en silencio- un deseo.
Solo quien hace la solicitud puede dar cuenta de si se cumple o no lo pedido, pero lo cierto es que la peregrinación hasta El Templete posibilita conocer nuevos amigos y vivir inolvidables momentos en un sitio mágico, integrante del patrimonio de la Humanidad que es La Habana Vieja, y también componente de esta Ciudad Maravilla del mundo, que es capital de todos los cubanos.
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