"De pensamiento es la guerra mayor que se nos hace: ganémosla a pensamiento" José Martí

miércoles, 14 de enero de 2015

Tránsito a fuentes renovables de energía es una necesidad

 
Un enfoque integral y coordinado de las políticas sectoriales de desarrollo con las energéticas permitiría entender y, por ende, simplificar y abaratar los cambios requeridos, sostiene el vicepresidente de Relaciones Públicas de Cubasolar, Julio Torres Martínez.

Hondo, muchos siglos bajo tierra. Cuando algunos solo creen que agoniza, hay quienes ya “enterraron” la era del petróleo. “Debería de convertirse en Historia Antigua, para enseñar a las nuevas generaciones los disparates a que nos llevó el modelo capitalista de desarrollo industrial, a pesar de sus logros materiales y tecnológicos”, dice Julio Torres Martínez, vicepresidente de Relaciones Públicas de la Sociedad Cubana para la promoción de las fuentes renovables y el respeto ambiental, conocida por Cubasolar.

De hecho, un cambio (menos adictivo) en nuestra relación con la energía es uno de los propósitos de Cubasolar, entidad que Torres contribuyó a fundar en 1994 y para cuya Junta Directiva ha sido electo varias veces.

En 2012, siendo vicepresidente de Desarrollo y Proyectos, redactó una propuesta de un Programa Nacional a mediano-largo plazo con vistas a “crear un nuevo sistema electro-energético descentralizado, capaz de resolver la generación de electricidad en Cuba a partir de la biomasa cañera”.

Fue, recuerda, “una contribución más” al inicio de lo que llama “la tercera transición energética hacia las fuentes renovables de energía y de una energética sustentable” en la isla.

¿Cuál es su punto? Si “todo el desarrollo de la agroindustria azucarera en Cuba siempre estuvo enfocado solo en fabricar y exportar azúcar”, en lo adelante lo estratégico sería “cogenerar y generar, con costo virtual cero en combustible, toda la electricidad base que demanda el país, a partir de la biomasa cañera”, sin dejar de fabricar el azúcar y otros derivados también necesarios.

Esa idea –“que nadie impugnó, aunque tampoco ha sido materializada”–, contempla la obtención de cantidades variables de electricidad, azúcar, alcohol y otros derivados “con costos mínimos”, en momentos en que los precios del dulce en el mercado mundial resultan “suficientemente altos” para hacer rentable su producción.

Pura lógica, dice alzando los hombros. Para Torres es tan simple como citar al Club de Roma en su famoso libro Los límites al crecimiento, y repetir, con cadencia de disco de vinilo, que los recursos naturales (como el petróleo) no solo son finitos, sino que quemarlos, sobre el supuesto de crecer infinitamente, solo puede constituir “un absurdo total”.

Ecologista y directo, si habla del “secuestro del carbono de la hulla”, se apoya en el antebrazo y lo llama por un nombre: “propaganda”. En su mundo esta es la diplomacia: al pan, pan, y al vino, añejo.

Con la promesa de hablar muy pronto de su absoluta pasión: caña de azúcar y energía en Cuba, dejé su oficina la última vez que tuve el privilegio de charlar con quien fuera “primero, maestro” y para quien no hay nada tan placentero como vaciar el cuenco de un cerebro y soltar piezas como esta: multifacética, multidimensional, tangente a todo y viceversa; esta es la temática de la energía, un asunto complejo y complicado, en el cual todo cuenta. “Hasta un sencillo clic”.

O sea que un clic, un simple gesto a menudo inconsciente, ¿nos hace variables importantes en la ecuación energética?

Sí, haciendo cosas tan aparentemente intrascendentes como encender o apagar una luz. En la energía eléctrica influimos todos y es una necesidad para todos. Encender un bombillo, eso que parece tan sencillo, tan poco importante, llega al despacho de carga nacional. No el impacto de la carga, pero sí su consecuencia.

Porque hablamos de un sistema muy inerte, muy pesado. Los sistemas de generación, transmisión y distribución de electricidad con corriente alterna, como los que existen en todo el mundo desde principios del siglo XX, tienen que operar estrictamente balanceados. La capacidad de generación que está operando en un momento dado tiene que estar balanceada con la demanda del sistema, donde intervienes tú como individuo.

Por tanto, es un sistema que depende de muchas dimensiones (subjetivas y objetivas). Un apagón como el de fines de 2012 aquí, en Cuba, es casi nada comparado con el que hubo en Estados Unidos en 2003. Porque no estamos hablando de un problema de subdesarrollo –esto es muy importante tenerlo presente. Ocurrió no porque los cubanos no tengamos la cultura requerida... Aquí pueden ocurrir eventos similares a los que suceden en otras partes del mundo, incluso en países ricos e industrializados, por errores humanos y por incidentes de muchos tipos, como descargas eléctricas sobre las líneas de transmisión, árboles no podados a tiempo que ocasionan fallas en dichas líneas, etcétera.

En 2003, por ejemplo, todo el este de Estados Unidos y gran parte de Canadá se apagaron. Durante varios días, millones de personas quedaron sin electricidad. Para una ciudad como Nueva York, fue como si se acabara el mundo; en 2006 hubo un ‘apagón’ similar en Europa, que afectó varios países y también millones de personas quedaron sin electricidad durante horas y días.

Por eso ahora se estudia mundialmente la descentralización de los sistemas electroenergéticos (algo que comenzamos a hacer en Cuba cuando la Revolución Energética de 2004 y 2005, con los Grupos Electrógenos para reducir o evitar las afectaciones de los huracanes).

Muchos pensamos que las FRE (fuentes renovables de energía), por su naturaleza distribuida, pueden contribuir aún más a simplificar los sistemas electroenergéticos y hacerlos más flexibles, más resistentes a los fallos que produjeron los “apagones” mencionados en los Estados Unidos, Canadá, Europa y Cuba, así como a reducir las afectaciones a las poblaciones cuando ocurran huracanes y otros “desastres naturales”. Por esos caminos habrá que avanzar, introducir cambios, nuevas tecnologías más modernas y en Cuba también hacemos y haremos nuestros esfuerzos, a partir de la nueva política energética aprobada por el país para las fuentes renovables y la eficiencia energética hasta 2030.

Frente al drama de un Nueva York en penumbras, el fenómeno de la alta dependencia energética condujo a algunos a hacerse estas preguntas: ¿paradojas de la evolución?, ¿la consecuencia de hacernos humanos?

Bueno, ¿cuándo comienza el calentamiento global, como fenómeno? A mediados del siglo XVIII. El hombre inventó la máquina de vapor: un dispositivo extraordinario en ese momento. De ahí surgieron el ferrocarril, los vapores con motores, las industrias… ¿Cómo funcionaba en los primeros tiempos? Con leña, con madera, que eran FRE.

Pero coincidió con una época de escasez de leña, en Londres, donde estaban las industrias; y, ante eso, a alguien se le ocurrió emplear la hulla, que no solo resolvía el problema de la escasez de leña, sino que, al poseer doble contenido energético que la leña, reducía el trabajo manual de carga: si al día cargabas con leña tres veces, con hulla requerías solo vez y media.

Y fue muy conveniente para todos. En esa época estaba surgiendo el modelo industrial capitalista de desarrollo. La humanidad siempre había buscado la oportunidad de multiplicar sus fuerzas y emplear su tiempo en otras cosas. De ahí viene lo que denominamos servicios energéticos, que consisten en poner una fuente de energía a trabajar y ahorrar trabajo humano en tareas engorrosas, peligrosas, o que requieren de mucho tiempo y esfuerzo. Durante la prehistoria, y desde que el hombre dominó el fuego hasta mediados del siglo XVIII, se usaron la fuerza humana y de animales domesticados, con algunas FRE…

Y ese modelo de “desarrollo”, en algún punto, se volvió un bumerán…

Hasta hace unos 10 años, por ejemplo, no supe que, cuando se utilizaba el carbón mineral en el Reino Unido, hubo un economista inglés que llamó la atención sobre un hecho muy interesante, que trascendió como la ‘Paradoja de Jevons’.

Resulta que William Stanley Jevons hizo un estudio de cómo, cada vez que en la máquina de vapor se hacía una mejora tecnológica para aumentar la eficiencia termodinámica del dispositivo, el consumo de combustible en esa máquina se reducía, pero aumentaba el consumo de hulla en el país.

Cuando analizamos qué ha pasado con el crecimiento del consumo de las fuentes energéticas desde la pasada década del ochenta hasta la actualidad, vemos que aumenta el consumo de fuentes comerciales de energía, desde unos 7.000 millones de toneladas en 1987, hasta unos 12.500 millones en 2012 (ambas cifras en términos de petróleo equivalente). Por tanto, es un crecimiento constante. Eso, pese a que, durante la segunda mitad del siglo XX y principios del XXI, las sociedades capitalistas han introducido muchísimas medidas de eficiencia energética, supuestamente para reducir el consumo total.

Bueno, ¡pues no lo han conseguido! El consumo total aumenta. Esa es una característica del capitalismo. A Jevons le pareció peligroso porque consideraba que, a ese ritmo, podía acabarse la hulla y, como era el combustible que estaba impulsando el desarrollo del imperio inglés, temieron que el incremento del consumo pudiera causar un colapso. Hasta ahí lo vieron. Pero no analizaron que es un problema intrínseco del capitalismo. Cuando al capitalismo le sobra alguna cosa, crece en otra, porque está basado en el crecimiento constante e ilimitado para sostener su modelo.

Pero los modelos socialistas conocidos no parecen “inmunes” a esa tendencia…

Lo primero que hay considerar es que la mentalidad del crecimiento la tenemos todos. En Cuba, más reforzada por el carácter subdesarrollado de nuestra economía. Vemos lógico y natural que, teniendo necesidades insatisfechas, las satisfagamos, y que para eso crezca la demanda energética del país.

Somos de los privilegiados que tenemos más del 97 por ciento de la población electrificada, pero todavía una parte de la planificación de nuestro desarrollo se hace pensando en aumentar el per cápita de consumo de electricidad, y cómo ese consumo en el mundo se ve “natural” que siga creciendo y no se sabe hasta cuándo. Nosotros aquí lo asimilamos en nuestra mentalidad de que necesitamos desarrollarnos y crecer.

¿Cuál es su punto de vista?

Como ser humano y estudioso de estos temas, hace rato llegué a una conclusión, que no se me ocurrió a mí, sino que la aprendí de otros autores: la economía no puede seguir creciendo infinitamente.

Pero eso está planteado en términos concretos desde 1972. El famoso libro del Club de Roma, Los límites al crecimiento, demostró que la Tierra no tiene recursos para seguir creciendo de forma infinita porque los recursos son limitados. De manera que lidiar con recursos finitos, sobre el supuesto de que hay que crecer infinitamente, es un absurdo total.

Con la aprobación del Decreto Presidencial en 2012, Cuba entró “oficialmente” en una transición energética por mucho tiempo esperada, tal vez postergada, dirían algunos. Usted, que es de esos luchadores de larga data, recomienda, sin embargo, atajar la ansiedad. ¿Por qué?

El Decreto Presidencial de diciembre 2012 es la expresión legal de la voluntad política del gobierno que quiere impulsar las FRE y por eso busca que la máxima autoridad se encargue. Crea una comisión gubernamental en el máximo nivel del país y le ordena trabajar en el diagnóstico y desarrollo perspectivo de las FRE hasta 2030. En el último Consejo de Ministros se dijo que había que resolver el problema de las FRE para reducir la dependencia externa que tenemos del combustible importado.

Eso ya es una verdad aceptada y objetiva. Puede que hace 20 años muy pocos pensaran en esa independencia; y hace 30 años dependíamos del petróleo que venía de la URSS. Todo nuestro petróleo venía de allá, pero estábamos confiados, felices, tranquilos…, porque además, el sistema socialista es el sistema del futuro.

A pesar de eso, en 1984 en Cuba se celebró el primer Foro de Energía y se dieron indicaciones para una política energética. Allí se habló de ahorro de energía, de eficiencia energética, de sustituir combustibles fósiles por FRE.

De la misma manera, este Decreto Presidencial de 2012 es la expresión escrita, legal, de una voluntad política, pero eso no quiere decir que al día siguiente ya las FRE “campearan por su respeto”. No podía ser, porque los sistemas energéticos son inertes, complejos y complicados.

Si lo viéramos desde el punto de vista de emisiones de gases de efecto invernadero (GEI), tú dirías: bueno, ¿y por qué nosotros generamos la electricidad con petróleo cuando podemos hacerlo con FRE, además, evitando las emisiones de efecto invernadero? Ah, sí, pero ¿vas a apagar el Sistema Energético Nacional (SEN) basado en petróleo, hasta que termines de construir otro basado en FRE? Si estás dispuesto a renunciar a la electricidad durante unos cuantos años, es posible hacerlo. Pero normalmente los seres humanos no estamos dispuestos a vivir en una cueva durante una década, para después vivir con electricidad proveniente de FRE. No estamos dispuestos.

Además, hay un problema de voluntad de las personas. Si hay que darle participación al pueblo, tendríamos que discutir esto con los 11 millones de cubanos… Precisamente, la primera directiva de Cubasolar está dedicada a la capacitación, a la formación de una cultura, al entrenamiento de las personas: desde el que limpia las calles hasta el máximo dirigente del país.

Llevamos en la Tierra casi dos siglos viviendo de las fuentes fósiles de energía, entonces ¿ahora vamos a decir que hemos estado equivocados durante dos siglos, que mañana comenzaremos a vivir de las fuentes renovables? Es verdad que el modelo industrializador capitalista se “equivocó” durante más de dos siglos, pero no fue un error “inocente”; fue motivado por el diseño del modelo, concebido para enriquecer a unos pocos y los combustibles fósiles son “ideales” para esa finalidad. No es posible cambiar eso de un día para otro.

Pero es una transición social. No solo de quienes deciden ni de políticos. La transición a las FRE parece un tema para el parlamento cubano…

Sí, lo es sin dudas. El problema de hacer una transición hacia las FRE entraña que todo el mundo tiene que participar de ese proceso. Primero, cambiando su manera de pensar y de actuar respecto a la energía. Llevamos dos siglos pensando en (y utilizando) la energía procedente de combustibles fósiles, mayoritariamente.

En 2013 (que es el último año del que se tiene información estadística hasta cierto punto “confiable” de una trasnacional petrolera como la British Petroleum), todavía el sistema mundial de fuentes primarias comerciales de energía dependía casi 87 por ciento de combustibles fósiles. Esto, a nivel mundial. Si le sumas la nuclear, ya tienes más de 90 por ciento. Las FRE comerciales andaban por el dos por ciento del total, y el total eran más de 12.000 millones de toneladas equivalentes a petróleo en un solo año.

Sin embargo, ese mismo año el sol le “regaló” a la Tierra unas 9.000 veces esa cantidad de energía. Si en lugar de utilizar esas fuentes fósiles y la nuclear, nos hubiéramos dedicado a las FRE, y si, además, tuviéramos la convicción de vivir de ellas y contáramos con la infraestructura tecnológica necesaria para aprovechar esa energía solar…, nos sobraría.

Entonces, ¿qué estamos haciendo? Hace 40 años en el mundo entero estamos hablando del cambio climático antropogénico y de la necesidad de reducir y evitar las emisiones de GEI. El capitalismo no es capaz de entenderlo, ni de cambiarlo.

Ahora nos sentimos mal porque, en Cuba, que es un país así chiquitico, que emite menos del 0,01 por ciento de los GEI, no hemos sido capaces de cambiar la matriz energética. Es verdad, nos sentimos insatisfechos, incómodos con eso. Pero, ¡si es que en el mundo los que tienen los millones, la tecnología y, supuestamente, los que deberían tener la convicción porque lo han estudiado durante más años, no lo hacen tampoco!

Hay una variable decisiva en la educación y en la democratización del acceso al conocimiento, concretamente, a la información pública…

Pero también hay momentos (en la información sobre energía) en que deberíamos ser capaces de mantenerla siempre, porque si queremos educar a las personas en esa dirección tenemos que transmitir esas ideas. No puede ser cosa de un día, ni por un taller. Con la prensa está el tema de la inmediatez, pero eso muchas veces acaba con las líneas y las estrategias de información y educación. “¿Hablar otra vez del taller?”, me han dicho algunos periodistas.

¿Cree que falta imaginación para tratar estos temas?

A la prensa cubana le hace falta imaginación, cultura y convencimiento para lidiar con estos temas; actuar más o menos como sistema meta-estable: en cada momento lo que en cada momento se requiere. Pero entonces tenemos que pensar, la educación en FRE ¿se da en un momento o debería ser permanente?

Con la información sobre la Política para el desarrollo perspectivo de las fuentes renovables y uso eficiente de la energía para el periodo 2013-2030, el esfuerzo inicial no pareció suficiente… Por cierto, ¿en qué medida llenó sus expectativas?

En mi opinión, tiene que haber una mayor participación de la biomasa cañera y de la agroindustria azucarera en la generación de electricidad, y ahora esa participación es menor de la que yo creo que sería posible y necesaria, si nos empeñamos en eso.

Llevamos más de 20 años estudiando cómo puede organizarse el asunto en la agroindustria azucarera. Tenemos incluso un programa que se elaboró en 2012 con compañeros del Centro de Investigaciones y Pruebas Electroenergéticas (CIPEL) y no fue impugnado. Si ahora se proponen medidas que son menos avanzadas que las de ese programa, pudiéramos decir que esas medidas son insuficientes.

¿Por qué? Porque no contemplan la necesidad. Si podemos avanzar a un determinado ritmo, ¿por qué hacerlo a menos? Con un ritmo menor suceden varias cosas: siguen incrementándose las emisiones de GEI, continúa la dependencia petrolera –que incluso pudiera incrementarse–, siguen gastándose millones de pesos en comprar un petróleo que se quema…, entonces, creo que una parte de esos millones deberíamos invertirlos en promover el cambio de la energía eléctrica base en el sistema de generación de electricidad. Es una necesidad, no una alternativa.

Entonces, ¿energía eléctrica base y matriz energética no son equivalentes?

No. Y, además, hace falta hacer las dos cosas. Que son diferentes, pero debemos cambiarlas, cada una en lo suyo, para resolver nuestros problemas. Si cambiamos la generación eléctrica base del SEN (la electricidad que se consume durante las 24 horas del día), de hecho ya estaremos cambiando la matriz. Pero no necesitamos enfocar ese asunto como uno más, sino que se resuelve como consecuencia de resolver el primero. Precisamente, esa es una característica del desarrollo en la esfera energética, que permite simplificar y abaratar los cambios requeridos, que es el enfoque integral y coordinado de las políticas sectoriales de desarrollo con las energéticas, mediante el famoso enfoque holístico del problema”.`(2015).

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