Por Marco Antonio Moreno
El nuevo gobierno griego y los líderes del euro están llegando a un nivel de enfrentamiento que puede significar el desmoronamiento de la moneda única. El gobierno de Syriza ha dejado claro que no va a continuar aplicando las políticas que ha exigido la troika en los últimos años dado que han sido un fracaso. La troika ha declarado una brutal guerra económica contra Grecia y solo habla de extender los plazos de vencimiento de los créditos; Grecia pide un alivio real de la deuda dado que no tiene sentido extender el plazo a planes que han fracasado. Grecia quiere emprender los programas sociales de ayuda a los pobres, los desempleados y las pequeñas empresas en lugar de apoyar a los bancos y los oligarcas de Europa, como exige la troika.
Tsipras prometió que su gobierno sanará las heridas provocadas por los planes de austeridad, ofreciendo comida gratis y electricidad a los que han sufrido, así como restablecer a los funcionarios públicos que fueron despedidos como parte de los "planes de rescate" propuestos por la troika. El gobierno griego debe más de 273 mil millones de euros al FMI y el BCE y los bancos griegos y las empresas deben otros 200 mil millones de euros a los bancos extranjeros.
Lo de Grecia es el ejemplo vivo del fracaso de las políticas de la troika y el nuevo gobierno griego no quiere seguir reproduciendo esos errores. Hasta el momento, Europa no ha demostrado ninguna voluntad de satisfacer las demandas de Tsipras, por el temor de que otros países como Irlanda, Portugal, España e Italia se sumen a las demandas de Grecia y prosigan su ejemplo. La tensión recrudece a medida que los líderes europeos endurecen su posición y toman decisiones tan brutales como inauditas. El Banco Central Europeo señaló que a partir del 11 de febrero no aceptará los títulos públicos griegos cerrando toda posibilidad de financiamiento a Grecia y declarando una guerra abierta al gobierno de Tsipras.
Arma de doble filo
Esta estrategia es un arma de doble filo que solo aumenta las posibilidades de que Grecia abandone la zona euro y ponga en peligro la estabilidad europea. Grecia ha sido el único país que se ha animado a decir la verdad: la deuda es impagable y el país está en la quiebra. Hasta el momento, los países europeos que están en situación de quiebra la han negado porque resulta políticamente inconveniente asumir la bancarrota, dejando que el costo lo paguen los desempleados o el estancamiento económico.
El gobierno de Syriza ha hecho un cambio radical en la política al llamar a las cosas por su nombre. Tsipras ha dicho que las grandes cantidades de deuda acumulada por Grecia, facilitadas por las bajas tasas de interés en los inicios del euro y por los programas de impresión de dinero de los bancos centrales tras el estallido de la crisis, son simplemente impagables. Esto no debería sorprender a nadie dado que la deuda de Estados Unidos, Japón, Francia o el Reino Unido -al igual que la deuda de Italia, Portugal y España- es impagable y la deflación que sufre Europa la hace aún más monstruosamente impagable. Por cierto que a los líderes europeos no les gusta que se diga la verdad en forma tan descarnada, dado que gustan de la fantasía del ¿mundo feliz? del euro.
Si Grecia es empujada a abandonar la zona euro y volver al dracma, la nueva moneda griega tendría -con suerte- un valor del 50 por ciento del euro. Esto significa que las pérdidas superarían los 200 mil millones de euros que los gobiernos, los bancos y las corporaciones del resto de Europa deberán absorber. Solo Alemania podría sufrir una pérdida de 75 mil millones de euros. Por eso que el programa puente por mil millones de euros y el alivio de la deuda solicitado por Yanis Varoufakis es la mejor opción que tiene Europa para evitar el estallido de una espiral destructiva que pondría a Europa fuera de control.
La crisis financiera iniciada hace siete años toma ahora una nueva dimensión que deja al descubierto la brutalidad de las políticas emprendidas por la troika. Todos los planes de contención que permitieron a Angela Merkel postergar las decisiones con el respiradero artificial de los rescates para prolongar la agonía de la moneda única puede estar llegando a su fin. Alemania no va a ceder ante Grecia porque de inmediato España, Portugal e Italia exigirían condiciones similares... Pero la salida de Grecia del euro puede ser un paso adelante que de cuenta de las falencia del proyecto imperialista creado por Alemania. El euro no ha sido una unión entre iguales, y la dureza de la crisis ha demostrado que una unión monetaria carece de sentido sin una unión fiscal.
Tsipras prometió que su gobierno sanará las heridas provocadas por los planes de austeridad, ofreciendo comida gratis y electricidad a los que han sufrido, así como restablecer a los funcionarios públicos que fueron despedidos como parte de los "planes de rescate" propuestos por la troika. El gobierno griego debe más de 273 mil millones de euros al FMI y el BCE y los bancos griegos y las empresas deben otros 200 mil millones de euros a los bancos extranjeros.
Lo de Grecia es el ejemplo vivo del fracaso de las políticas de la troika y el nuevo gobierno griego no quiere seguir reproduciendo esos errores. Hasta el momento, Europa no ha demostrado ninguna voluntad de satisfacer las demandas de Tsipras, por el temor de que otros países como Irlanda, Portugal, España e Italia se sumen a las demandas de Grecia y prosigan su ejemplo. La tensión recrudece a medida que los líderes europeos endurecen su posición y toman decisiones tan brutales como inauditas. El Banco Central Europeo señaló que a partir del 11 de febrero no aceptará los títulos públicos griegos cerrando toda posibilidad de financiamiento a Grecia y declarando una guerra abierta al gobierno de Tsipras.
Arma de doble filo
Esta estrategia es un arma de doble filo que solo aumenta las posibilidades de que Grecia abandone la zona euro y ponga en peligro la estabilidad europea. Grecia ha sido el único país que se ha animado a decir la verdad: la deuda es impagable y el país está en la quiebra. Hasta el momento, los países europeos que están en situación de quiebra la han negado porque resulta políticamente inconveniente asumir la bancarrota, dejando que el costo lo paguen los desempleados o el estancamiento económico.
El gobierno de Syriza ha hecho un cambio radical en la política al llamar a las cosas por su nombre. Tsipras ha dicho que las grandes cantidades de deuda acumulada por Grecia, facilitadas por las bajas tasas de interés en los inicios del euro y por los programas de impresión de dinero de los bancos centrales tras el estallido de la crisis, son simplemente impagables. Esto no debería sorprender a nadie dado que la deuda de Estados Unidos, Japón, Francia o el Reino Unido -al igual que la deuda de Italia, Portugal y España- es impagable y la deflación que sufre Europa la hace aún más monstruosamente impagable. Por cierto que a los líderes europeos no les gusta que se diga la verdad en forma tan descarnada, dado que gustan de la fantasía del ¿mundo feliz? del euro.
Si Grecia es empujada a abandonar la zona euro y volver al dracma, la nueva moneda griega tendría -con suerte- un valor del 50 por ciento del euro. Esto significa que las pérdidas superarían los 200 mil millones de euros que los gobiernos, los bancos y las corporaciones del resto de Europa deberán absorber. Solo Alemania podría sufrir una pérdida de 75 mil millones de euros. Por eso que el programa puente por mil millones de euros y el alivio de la deuda solicitado por Yanis Varoufakis es la mejor opción que tiene Europa para evitar el estallido de una espiral destructiva que pondría a Europa fuera de control.
La crisis financiera iniciada hace siete años toma ahora una nueva dimensión que deja al descubierto la brutalidad de las políticas emprendidas por la troika. Todos los planes de contención que permitieron a Angela Merkel postergar las decisiones con el respiradero artificial de los rescates para prolongar la agonía de la moneda única puede estar llegando a su fin. Alemania no va a ceder ante Grecia porque de inmediato España, Portugal e Italia exigirían condiciones similares... Pero la salida de Grecia del euro puede ser un paso adelante que de cuenta de las falencia del proyecto imperialista creado por Alemania. El euro no ha sido una unión entre iguales, y la dureza de la crisis ha demostrado que una unión monetaria carece de sentido sin una unión fiscal.
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