Por Joanna Stern
Nuestras computadoras se han vuelto demasiado fáciles de usar.
Tan pronto las saca de sus cajas, ya están listas para usarse. No es necesario instalar sistemas operativos ni teclear en una línea de comandos como en los viejos tiempos. Ya ni siquiera es necesario apretar el botón de “guardar”.
La mayoría del tiempo, soy la primera en celebrar esto y decir que no extraño para nada el pasado. Salvo esta semana.
He estado utilizando la Raspberry Pi 2, una computadora ultrabásica Linux de US$35, y he redescubierto la emoción de juguetear con una máquina y su software. Por supuesto, esa emoción va acompañada del ocasional deseo de agarrar un bate de béisbol y golpear un objeto inanimado.
Al abrir la caja de cartón, lo único que uno encuentra es una placa verde cubierta de chips, circuitos y puertos. No tiene teclado, monitor o cable. Ni siquiera tiene un sistema operativo. Y todo esto es intencional.
Fue creada por la organización británica sin fines de lucro Raspberry Pi Foundation para alentar a los niños, de 10 años o más, a aprender más sobre cómo funcionan realmente las computadoras. Los niños hoy en día “tienen tecnologías maravillosas en sus vidas, pero no tienen la oportunidad de aprender cómo funcionan”, señala Eben Upton, cofundador de la fundación. Por lo tanto, mientras todos los demás fabricantes de electrónicos se han estado enfocando en elementos de facilidad de uso, Upton deliberadamente creó una computadora que reduce la accesibilidad para el usuario.
Después de usar la Pi 2, no tengo dudas de que es una forma estupenda para niños y adolescentes de aprender sobre hardware y software. También es genial para los adultos interesados en conocer más sobre los mundos de código abierto y programación de software, y a quienes no les moleste escribir comandos arcanos en una interfaz estilo DOS para lograrlo.
Pero no deje que eso lo asuste. Si usted es como yo, con poco o ningún conocimiento de programación, se maravillará con la cantidad de cosas que puede hacer con una computadora de US$35.
Una computadora con Linux de US$35
Raspbian provee un escritorio y menú básicos con acceso a programas y configuraciones. Drew Evans/The Wall Street Journal
Mi experiencia comenzó con reunir las piezas adecuadas para hacer de Pi mi computadora principal en los últimos días.
Además de no venir con un sistema operativo, Pi tampoco tiene un disco duro. Sin embargo, sí tiene una ranura para tarjetas MicroSD. Por lo tanto, hice lo que los muy útiles sitios web y comunidades de expertos de Raspberry Pi recomiendan hacer a los principiantes: compré una tarjeta de US$10 cargada con Raspbian, un sistema operativo Linux básico optimizado para la Pi. (También puede descargar el software gratuito y ponerlo en una tarjeta que ya tenga). Más adelante este año, una nueva versión de Windows será lanzada para la Pi.
De acuerdo, cuesta un poco más de US$35. También compré una caja de plástico para colocar la placa, un modem USB Wi-Fi de US$13 y un cable eléctrico MicroUSB compatible con la Pi de US$8 de Adafruit.com, un sitio web que vende la Pi y una selección de accesorios para la misma y ofrece instrucciones.
Al conectarle un mouse y teclado USB y un monitor HDMI que ya tenía, estaba lista para usarla. Para comenzar, tuve que escribir algo de texto en la línea de comandos y pasar por algunos procesos de instalación, pero fue rápido.
Raspbian ofrece un escritorio y menú básicos con acceso a programas y herramientas. Empleando el navegador precargado, pude hacer casi todo lo que hago en mi laptop: revisar e-mails, Twitter TWTR +0.84% y Facebook. FB +0.60% También descargué la suite gratuita LibreOffice de la tienda preinstalada Pi Store.
Sin embargo, no todo es tan fácil. Después de pasar dos horas intentando activar el sonido, casi descorché una botella de champaña cuando finalmente escuché música. El procesador ARM de cuatro núcleos y 1 GB de RAM, equivalente al poder de procesamiento de un smartphone de alta gama, mantuvieron el sistema en operación mejor de lo que había anticipado, más de seis veces más rápido que el modelo previo. No obstante, hubo momentos en que el sistema se atascó tanto que tuve tiempo para prepararme un café.
Una alternativa a una TV inteligente por US$35
Usando el software OSMC se puede convertir la Pi en un centro de medios. Drew Evans/The Wall Street Journal
Convertí la pequeña caja en una alternativa a un Apple TV o Roku con la ayuda de Sam Nazarko, quien desarrolló OSMC, un software especial de centro de medios para la Pi, cuando estaba en la secundaria.
Tras instalar el software gratuito, conecté la caja a mi televisor y descargué una aplicación inalámbrica compatible de control remoto en mi teléfono. Poco tiempo después, estaba viendo videos de YouTube e incluso haciendo streaming de videos de mi iPhone a mi televisión con AirPlay.
OSMC cuenta con varios canales de streaming de video y música, incluyendo Pandora, Rdio, ESPN, TED Talks y una selección de canales de noticias. No obstante, carece de los servicios más populares, como Netflix, Amazon y Hulu.
Un aparato de US$35 para moldear a su gusto
Con la ayuda de Limor Fried, fundadora de Adafruit.com, la columnista Joanna Stern convirtió la Pi en un pequeño robot. Drew Evans/The Wall Street Journal
La popularidad y el precio de la Pi implican que más y más personas la están usando para invenciones inusuales y asombrosas. Algunos han creado pequeñas consolas de juegos, impresoras e incluso alimentadores para perros conectados a Internet.
Yo no sabría ni dónde empezar para hacer cosas como esas, pero esa es la ventaja de la comunidad de ingenieros en línea de la Pi. La más conocida, Limor Fried, que muchos llaman LadyAda, publica videos y artículos explicativos sobre varios proyectos de hardware en Adafruit.com, que la ingeniera lanzó en 2005 para ayudar a personas de todas las edades a aprender a hacer electrónicos.
Tuve la suerte de recibir una lección en persona de LadyAda, que me ayudó a hacer un proyecto para principiantes: crear un motor robótico e impulsado por la Pi que hace girar una pequeña bandera.
El consejo de Fried para los principiantes es que se lancen. “La gente piensa que estos proyectos son realmente difíciles, pero incluso si no lo comprendes de inmediato, aprenderás destrezas que normalmente no aprenderías, y con suerte te divertirás”.
Cierto, la Pi no será el concepto de diversión para todos. Uno puede perder horas de su día intentando lograr una pequeña tarea en una computadora que es mucho más lenta que incluso la computadora con Windows más barata. Sin embargo, para las personas aventureras —y pacientes— ese tiempo dedicado al pensamiento crítico y a aprender cómo funcionan esas computadoras fáciles de usar que nos rodean puede ser sumamente satisfactorio. Y, al fin y al cabo, cuesta apenas US$35.
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