"De pensamiento es la guerra mayor que se nos hace: ganémosla a pensamiento" José Martí

domingo, 1 de marzo de 2015

Redefinir la prosperidad: Una economía verde y prosocial será una mejor economía

Por Yaiza Martínez.

Ya se sabía que la felicidad de la población no depende del PIB de los países (o que la macroeconomía no tiene por qué redundar en el bienestar de los ciudadanos). Ahora, investigadores del Reino Unido han medido lo contrario: cómo afecta al PIB el malestar de la población. Sus resultados señalan que la infelicidad y la enfermedad que generan los estilos de vida actuales cuestan mucho dinero a los países ricos. En consecuencia, proponen “redefinir la prosperidad”: buscar el bienestar de los ciudadanos para asegurar que la sociedad y la economía funcionen. 

Por Yaiza Martínez.

Fomentar un estilo de vida sostenible en la población puede beneficiar tanto a la salud de las personas como a la economía de los países. Esta es una de las conclusiones de un estudio realizado por especialistas de la Universidad de Essex, de la Escuela de Medicina de Exeter y de la NHS Sustainable Development Unit, todas ellas en el Reino Unido. 

Los investigadores enfocaron su análisis en la comprensión de por qué, en un país en el que cada año se incrementa el Producto Interior Bruto (PIB) no aumenta al mismo tiempo el bienestar de los ciudadanos. En otras palabras, por qué una magnitud macroeconómica sobre la situación de un país no está relacionada con la felicidad y la salud de sus habitantes. 

Concluyen, según un comunicado difundido por AlphaGalileo, que la causa está en que “nuestros estilos de vida modernos y materiales no nos están haciendo más felices, sino dañando nuestra salud”. Además, “ya no son sostenibles y cuestan a la economía nacional decenas de miles de millones de libras cada año”. 

Redefinir la “prosperidad” 

La solución a esta situación, proponen los autores del estudio, pasa por redefinir el concepto de “prosperidad”. En este nuevo marco, se debe impulsar el desarrollo de comunidades más robustas, el aumento de espacios verdes, una alimentación saludable, la promoción del consumo de bienes y servicios ecológicos y el turismo activo. 

Porque, según los investigadores, fomentar estilos de vida y comportamientos sostenibles beneficiaría tanto a las personas como a la economía. "Una economía más verde y prosocial es una mejor economía. Y además podría ayudar a salvar al planeta", aseguran. 

Seis factores críticos 

Los especialistas británicos señalan que existen seis factores esenciales para la mejora de la salud y el bienestar de la población. Estos factores son: el consumo de alimentos saludables; la actividad física, una buena salud mental; los vínculos con la comunidad humana (amigos, vecinos, familiares); el contacto con la naturaleza, y el apego a posesiones que resulten significativas. 

En países ricos como el Reino Unido, sin embargo, estos factores son a menudo erosionados (se come mal, se llevan vidas sedentarias, hay poco tiempo para compartir, etc), lo que está generando demencia, obesidad, diabetes, soledad, enfermedades cardiovasculares… en un gran número de personas. 

Pero estos problemas también afectan a la economía. Según los cálculos realizados sobre el Reino Unido por este equipo de investigación, solo los costes de salud derivados de los estilos de vida modernos alcanzan los 82 mil millones de euros al año. En total, se ha calculado que dichos estilos de vida cuestan al país unos 247.000 millones de euros anuales, lo que supone el 18,6% del PIB. 

El coautor de la investigación, el profesor Michael Depledge, de la Universidad de Exeter, concluye a partir de estos datos que: "Creemos que existe una oportunidad real de mejorar la salud y la economía: El movimiento hacia un crecimiento económico sostenible con el medio ambiente que priorice, además, los beneficios para el bienestar de los individuos. Eso nos ayudará a todos a vivir vidas más largas y saludables; y a proteger y a conservar el medio ambiente natural".

La Paradoja de la Felicidad 

Otros estudios recientes han demostrado que, en muchos países desarrollados, entre ellos Japón o EEUU (que ha incrementado en tres veces su PIB per cápita desde 1960 sin modificar el bienestar de sus ciudadanos), la felicidad no es proporcional a la riqueza económica. 

Este fenómeno, bautizado como la “Paradoja de la felicidad o Paradoja de Easterlin”, ha dado lugar a un debate internacional en los últimos años sobre cómo aumentar el bienestar de los individuos a través de políticas gubernamentales. 

Incluso ha llegado a crearse un concepto “paralelo” al del PIB, que ha sido bautizado como “Índice nacional bruto de felicidad”, centrado en la creencia de que el bienestar de un país puede y debe medirse más allá de ciertos indicadores tradicionales, como la productividad económica. 

A mediados de 2012, cientos de representantes de distintos gobiernos, investigadores y organizaciones de la sociedad civil se reunieron en la sede de las Naciones Unidas en Nueva York para hablar de este otro índice. 

También de aquellos factores sociales que ayudan al bienestar de la población independientemente de la riqueza de las naciones: fortaleza del apoyo social, la ausencia de corrupción o el grado de libertad personal son algunos de ellos. 

Como posibles medidas a tomar por los políticos se mencionaron las siguientes: cubrir las necesidades básicas de la población, reforzar los sistemas sociales, implementar las políticas activas de trabajo, mejorar los servicios de salud mental; promover la compasión, el altruismo y la honestidad o ayudar a la gente a resistir el exceso de mercantilismo. 

Ejemplos prácticos: Bután, Costa Rica, Dinamarca 

El Índice nacional bruto de felicidad o de Felicidad Nacional Bruta se ha convertido en un criterio central en el reino de Bután, situado en el tramo oriental de la cordillera del Himalaya, entre India y Tibet. 

Este país, situado en el octavo lugar en el ranking mundial de bienestar subjetivo, ha sido el primero del mundo en implementar en un 100% la agricultura ecológica y en el que, desde 2004, está prohibida la venta de tabaco. Por otra parte, su Carta Magna ordena que el 60% del territorio nacional sea dedicado a bosques, si bien llega al 72% la superficie forestal del territorio. 

Aunque su renta per cápita es muy baja, no hay paro, y tanto la sanidad como la educación son gratuitas. Bután, además, es un país que ha sabido compaginar la modernidad con la preservación de su cultura, ha explicado recientemente sobre él el Doctor en Medicina, investigador y profesor universitario Vicente Goyanes Villaescusa en un artículo de Tendencias21

Otro de los países actualmente considerado entre los más felices del mundo es Costa Rica. Este honor se ha conseguido gracias a la “construcción de una nación basada en la democracia, la solidaridad , la libertad, el culto a la paz y el respeto a la naturaleza”, explicó en el encuentro de la ONU en 2012 la presidenta del país, Laura Chinchilla. 

Por último, en 2013, una segunda edición del Informe Mundial sobre la Felicidad -que intenta mostrar qué factores influyen en el bienestar de las personas y cuáles son los países donde los ciudadanos disfrutan más de la vida- seleccionó a Dinamarca como “país más feliz de la Tierra”. El informe también destacó la relación entre economía y bienestar: las personas felices viven más tiempo, son más productivas y, por tanto, generan más riqueza.


Referencia bibliográfica: 

Jules Pretty, Jo Barton, Zareen Pervez Bharucha, Rachel Bragg, David Pencheon, Carly Wood, Michael H. Depledge. Improving health and well-being independently of GDP: dividends of greener and prosocial economies.International Journal of Environmental Health Research (2015). DOI: 10.1080/09603123.2015.1007841. 

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