LISSY VILLAR MUÑOZ
El próximo 2 de mayo a las 3:00 de la tarde en el Centro Cultural Cinematográfico Fresa y Chocolate proseguirán las conversaciones sobre la creación de una ley de cine en Cuba.
¿Por qué surge la necesidad de crear una ley de cine? ¿Por qué legalizar las productoras independientes? ¿Cuáles han sido las limitantes del proceso creativo de la ley de cine? ¿Qué organismos intervienen en la creación e implementación de este proyecto? ¿Cuáles han sido las principales resistencias? Estos son algunos de los presupuestos del llamado Grupo de los 20 (G20), activistas que reclaman la creación de una nueva ley de cine.
La idea de crear esta legislación nació de la aspiración de los cineastas cubanos para sentirse representados jurídicamente y poder articular políticas culturales que posibiliten el desarrollo de la creación cinematográfica en Cuba. Este grupo de creadores ha trascendido como el Grupo de los 20, integrado entre otros artistas por Fernando Pérez, Arturo Arango, Claudia Calviño, Senel Paz, Inti Herrera, Magda González, Manuel Pérez y Ernesto Daranas.
Los cineastas Rebeca Chávez y Pedro Luis Rodríguez, miembros también del G20, señalan la idea de concebir el cine cubano como un sistema, donde el ICAIC no sea la única vía de hacer cine en Cuba (aunque entienden que este es el medio para seguir dialogando y el mejor para que se escuchen sus exigencias), lo cual lleva a plantearse la situación actual de las productoras independientes y la urgencia de que estas sean reconocidas legalmente en un panorama donde la mayoría de las producciones cinematográficas cubanas se realizan fuera del marco institucional.
La creación de una ley de cine es un proceso complejo que debe trascender el gremio cinematográfico. Esperar sosegadamente las respuestas de plataformas gubernamentales que tienen otros proyectos de leyes iría en contra del formalismo que promulgan los propios miembros del G20.
Consenso —aceptando las diferencias—, respuesta, acción, son los sustantivos que deben liderar la materialización de este proyecto, el cual debe contar con los mecanismos legisladores, anclajes legales, dirección colectiva y la real participación de los cineastas.
El 6 de mayo de 2013 fue la primera asamblea del G20, en la cual surge el grupo y es el primer intento de diálogo en torno a los mecanismos de aprobación de la ley y la inclusión en la agenda parlamentaria.
Fernando Pérez en su artículo “El futuro podría ser ya el presente del cine cubano”, en la revista digital La Jiribilla, reflexionó sobre el fundamento de una ley cinematográfica que respalde a las realizadoras y realizadores de la cinematografía nacional cuando expresó que “la sustentación de que la producción cinematográfica es un bien cultural y, en su necesario proceso de transformación para hacerla más dinámica y flexible no puede primar un criterio ‘economicista’ —aunque se trate de una industria— porque sus frutos no son de consumo, sino de enriquecimiento del espíritu y el pensamiento de la nación”.
El realizador de filmes tan emblemáticos como Suite Habana, Madagascar, y su más reciente producción La pared de las palabras, en entrevista, como parte de los espacios teóricos del pasado XVI Festival IMAGO de la Facultad de Medios Audiovisuales del ISA, expuso que el elemento fundamental para una ley de cine es defender la identidad del audiovisual como medio de expresión artística. La ley fundamental del ICAIC empezaba así: “…el cine es un arte, y esa es una idea que debe primar y prevalecer en la futura ley que se piensa establecer. Hay que defender el cine como arte no como comercio; ni tampoco se debe convertir en negocio la medicina o la educación. No es que esté en contra de un cine de entretenimiento, pero se debe defender el cine como expresión artística, porque la expresión artística y la cultura no son rentables”.
Acotó además su afán por ubicar a Cuba en el mundo de hoy, su creencia en el mejoramiento humano y en las ideas justas que vendrán.
Como parte de sus diálogos y conferencias sobre el G20 desde su creación, Fernando Pérez ha señalado la importancia de la imagen para la articulación de la cultura de un país cuando recuerda la frase de Julio García Espinosa: “un país sin imagen no existe”.
Otra de las interrogantes que contestó fue: Cuba ¿un país sin imagen?
“Estamos tratando de articular la imagen de Cuba y de expresarla, no a partir de una mirada reductora, única, establecida en función de lo que deba ser, sino de lo que estamos viviendo, para defender así un sentido de identificación: lo que somos y lo que queremos ser a partir de la diversidad que nos define, como a cualquier otro país. Yo pienso que los problemas de Cuba son también los del mundo actual. Somos una isla, una isla que política y socialmente ha creado, durante cincuenta y tantos años, una realidad muy particular que va a contracorriente del mundo; pero no podemos olvidar el mundo en el cual vivimos. Y ese mundo en que vivimos es un lugar donde la uniformización de la imagen es lo predominante, apuntó.
Asistir a los debates del G20 puede ser un paso de apoyo a este grupo, que tiene como objetivo defender siempre la identidad y autenticidad de un cine nacional.
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