Un proyecto pretende recuperar 7.318 hectáreas de manglar y áreas de bosques de ciénaga tierra adentro.
MEDIO AMBIENTE Redacción IPS Cuba 29 julio, 2015
Las acciones ya tienen lugar en el sur de las occidentales provincias de Artemisa y Mayabeque.Foto: Jorge Luis Baños
La Habana, 29 jul .- Por las amenazas que pueden generar el cambio climático y el pronosticado ascenso del nivel del mar, Cuba desarrolla un proyecto de rescate de los manglares, considerado uno de los ecosistemas fundamentales para la protección costera.
El proyecto “Manglar vivo, barrera natural ante inundaciones costeras”, persigue la reducción de la vulnerabilidad a las inundaciones costeras en el sur de las occidentales provincias de Artemisa y Mayabeque.
El propósito de esta experiencia es la protección de la zona costera mediante la tecnología de adaptación basada en ecosistema (AbE) y aumentar la resiliencia a los efectos del cambio climático de las poblaciones que viven en las zonas próximas al mar en las dos provincias.
José Manuel Guzmán, director del Centro Nacional de Biodiversidad, del estatal Instituto de Ecología y Sistemática, dijo que la iniciativa surgió gracias al establecimiento del internacional Fondo de Adaptación.
Esta institución exige a los grandes emisores de carbono dar algún por ciento de su Producto Interno Bruto, para que otras naciones menos desarrolladas hagan acciones de restauración de sus ecosistemas y sean sumideros de carbono.
“Desde el huracán Wilma (2005) y otros eventos extremos, el país inició estudios de peligros, vulnerabilidad y riesgo de la zona costera, y empezó un macropoyecto financiado por el Fondo de Adaptación, que incluye varias iniciativas, entre ellas la de manglar”, amplió.
Especificó que esta última “fue aprobada en la primera convocatoria por tratarse de uno de los ecosistemas fundamentales para la protección costera”.
Los diagnósticos realizados por especialistas cubanos arrojaron que las dos áreas más vulnerables por la elevación del nivel del mar abarcan la zona norte de Holguín y el sur de Artemisa y Mayabeque –los municipios Artemisa, Alquízar, Güira de Melena, Batabanó, Melena y Güines-, sobre todo desde playa Majana hasta playa Rosario, consideradas una zona primaria de atención por el Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente.
Se comprobó también que debido a eventos hidrometeorológicos extremos y al ascenso del nivel del mar, las comunidades son vulnerables a recurrentes inundaciones costeras, se degradan los ecosistemas y los manglares; y la intrusión salina perjudica acuíferos subterráneos localizados entre 20 y 30 metros por debajo del nivel del mar.
Esto incidiría negativamente en la producción pesquera en el municipio de Batabanó, donde hoy se capturan especies como langostas, camarones y peces de escamas, reduciría la productividad agrícola en seis municipios y pondría en peligro la principal fuente de abasto de agua a la capital cubana, situada el norte de estos territorios.
“Estamos tratando de restaurar con la AbE la propiedad que los manglares tienen de soportar grandes presiones y que sigan dando servicio en ese territorio, sobre todo en sus áreas costeras”, explicó Sheila Chang, directora del proyecto del Fondo de Adaptación.
En la actualidad el trabajo se realiza fundamentalmente con las brigadas forestales y el área protegida Golfo de Batabanó.
“Vamos a tratar que el área recupere lo que había hace 500 años, cuando se estableció en la zona de Mayabeque la capital cubana. Lo primero es la restauración de manglares, pero no es sembrar por sembrar, sino hacerlo con condiciones de restauración ecológica, eliminando primero los impactos que le impiden al manglar crecer”, sostuvo Guzmán.
Además de los manglares, en el proyecto iniciado en julio de 2014 se trabajarán los bosques y herbazales de ciénaga, porque son los ecosistemas tampón que mantienen el agua dulce y evitan la escorrentía, como una vía para prevenir la desaparición de las comunidades.
“Se han hecho experimentos de siembra de mangle rojo y capacitado a los obreros forestales para que vean que el manglar no es un bosque como otro cualquiera, sino un ecosistema abierto y complejo, que depende de la influencia marina y terrestre, y aprendan a detectar los errores cometidos en la siembra”, dijo.
El proyecto persigue la participación de autoridades y comunidades en la planificación de la zona costera incorporando la AbE, el fortalecimiento de capacidades institucionales de los diversos actores locales y suministro de información para la efectividad y sostenibilidad de las medidas de adaptación.
“Una vez restaurado el manglar la diversidad de peces de la bahía va a aumentar y por lo tanto crecerá la capacidad de captura de pesca y la posibilidad de mejores condiciones económicas. Habrá alternativas a la tala del manglar y podría explotarse el de turismo de naturaleza”, consideró.
Manglar vivo protege además el acuífero que le da el agua dulce a la gran llanura de Artemisa y Mayabeque, que contribuye con la alimentación de más de 20 por ciento de la población cubana, de 11,2 millones de habitantes.
Al término del proyecto, en 2019, se espera beneficiar a 21.502 personas (45 por ciento mujeres) y recuperar 7.318 hectáreas de manglar y áreas de bosques de ciénaga tierra adentro, con la consiguiente disminución de los efectos de las inundaciones, la erosión e intrusión salina. (2015)
MEDIO AMBIENTE Redacción IPS Cuba 29 julio, 2015
Las acciones ya tienen lugar en el sur de las occidentales provincias de Artemisa y Mayabeque.Foto: Jorge Luis Baños
La Habana, 29 jul .- Por las amenazas que pueden generar el cambio climático y el pronosticado ascenso del nivel del mar, Cuba desarrolla un proyecto de rescate de los manglares, considerado uno de los ecosistemas fundamentales para la protección costera.
El proyecto “Manglar vivo, barrera natural ante inundaciones costeras”, persigue la reducción de la vulnerabilidad a las inundaciones costeras en el sur de las occidentales provincias de Artemisa y Mayabeque.
El propósito de esta experiencia es la protección de la zona costera mediante la tecnología de adaptación basada en ecosistema (AbE) y aumentar la resiliencia a los efectos del cambio climático de las poblaciones que viven en las zonas próximas al mar en las dos provincias.
José Manuel Guzmán, director del Centro Nacional de Biodiversidad, del estatal Instituto de Ecología y Sistemática, dijo que la iniciativa surgió gracias al establecimiento del internacional Fondo de Adaptación.
Esta institución exige a los grandes emisores de carbono dar algún por ciento de su Producto Interno Bruto, para que otras naciones menos desarrolladas hagan acciones de restauración de sus ecosistemas y sean sumideros de carbono.
“Desde el huracán Wilma (2005) y otros eventos extremos, el país inició estudios de peligros, vulnerabilidad y riesgo de la zona costera, y empezó un macropoyecto financiado por el Fondo de Adaptación, que incluye varias iniciativas, entre ellas la de manglar”, amplió.
Especificó que esta última “fue aprobada en la primera convocatoria por tratarse de uno de los ecosistemas fundamentales para la protección costera”.
Los diagnósticos realizados por especialistas cubanos arrojaron que las dos áreas más vulnerables por la elevación del nivel del mar abarcan la zona norte de Holguín y el sur de Artemisa y Mayabeque –los municipios Artemisa, Alquízar, Güira de Melena, Batabanó, Melena y Güines-, sobre todo desde playa Majana hasta playa Rosario, consideradas una zona primaria de atención por el Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente.
Se comprobó también que debido a eventos hidrometeorológicos extremos y al ascenso del nivel del mar, las comunidades son vulnerables a recurrentes inundaciones costeras, se degradan los ecosistemas y los manglares; y la intrusión salina perjudica acuíferos subterráneos localizados entre 20 y 30 metros por debajo del nivel del mar.
Esto incidiría negativamente en la producción pesquera en el municipio de Batabanó, donde hoy se capturan especies como langostas, camarones y peces de escamas, reduciría la productividad agrícola en seis municipios y pondría en peligro la principal fuente de abasto de agua a la capital cubana, situada el norte de estos territorios.
“Estamos tratando de restaurar con la AbE la propiedad que los manglares tienen de soportar grandes presiones y que sigan dando servicio en ese territorio, sobre todo en sus áreas costeras”, explicó Sheila Chang, directora del proyecto del Fondo de Adaptación.
En la actualidad el trabajo se realiza fundamentalmente con las brigadas forestales y el área protegida Golfo de Batabanó.
“Vamos a tratar que el área recupere lo que había hace 500 años, cuando se estableció en la zona de Mayabeque la capital cubana. Lo primero es la restauración de manglares, pero no es sembrar por sembrar, sino hacerlo con condiciones de restauración ecológica, eliminando primero los impactos que le impiden al manglar crecer”, sostuvo Guzmán.
Además de los manglares, en el proyecto iniciado en julio de 2014 se trabajarán los bosques y herbazales de ciénaga, porque son los ecosistemas tampón que mantienen el agua dulce y evitan la escorrentía, como una vía para prevenir la desaparición de las comunidades.
“Se han hecho experimentos de siembra de mangle rojo y capacitado a los obreros forestales para que vean que el manglar no es un bosque como otro cualquiera, sino un ecosistema abierto y complejo, que depende de la influencia marina y terrestre, y aprendan a detectar los errores cometidos en la siembra”, dijo.
El proyecto persigue la participación de autoridades y comunidades en la planificación de la zona costera incorporando la AbE, el fortalecimiento de capacidades institucionales de los diversos actores locales y suministro de información para la efectividad y sostenibilidad de las medidas de adaptación.
“Una vez restaurado el manglar la diversidad de peces de la bahía va a aumentar y por lo tanto crecerá la capacidad de captura de pesca y la posibilidad de mejores condiciones económicas. Habrá alternativas a la tala del manglar y podría explotarse el de turismo de naturaleza”, consideró.
Manglar vivo protege además el acuífero que le da el agua dulce a la gran llanura de Artemisa y Mayabeque, que contribuye con la alimentación de más de 20 por ciento de la población cubana, de 11,2 millones de habitantes.
Al término del proyecto, en 2019, se espera beneficiar a 21.502 personas (45 por ciento mujeres) y recuperar 7.318 hectáreas de manglar y áreas de bosques de ciénaga tierra adentro, con la consiguiente disminución de los efectos de las inundaciones, la erosión e intrusión salina. (2015)
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