Napoleón Gómez Urrutia, La Jornada
Durante los últimos meses, en el mundo ha surgido una corriente política moderna y de avanzada que está luchando en diferentes países para establecer la democracia social en el poder y por un nuevo modelo de desarrollo económico que genere más justicia y mayor bienestar para la población. Cansados y frustrados con la enorme desigualdad que se ha producido, la cual hoy concentra 99 por ciento de la riqueza mundial en uno por ciento de la población, los líderes sindicales, intelectuales y políticos progresistas están proponiendo ideas, estrategias específicas y programas para balancear la distribución de la riqueza y lograr mayor igualdad y equilibrio entre los miembros de la sociedad.
Con ello se busca desactivar los conflictos sociales y políticos, así como la explotación y la marginación que hoy recorren el planeta y que tantas injusticias y guerras están provocando. Son personas y grupos comprometidos con los ideales de la democracia, la libertad y mayor conciencia social, la cual buscan alcanzar. Esto sucedió recientemente en Inglaterra, donde para sorpresa de los conservadores en el poder y de muchos miembros de esa sociedad, el dirigente político Jeremy Corbyn fue electo por mayoría como líder del Partido Laborista, con una nueva visión de la social democracia y de los cambios profundos que se requieren en la estructura económica de esa destacada nación.
El objetivo de sus propuestas es reducir la desigualdad, crear un estado regulador y promotor de mayores inversiones y oportunidades, así como de más contenido social cercano a la clase trabajadora y a la mayoría de la sociedad. La victoria de Corbyn fue vista como un hecho refrescante que renovó las esperanzas y la inspiración a miles de jóvenes para integrarse a las filas del Partido Laborista inglés, el cual habían abandonado en el pasado reciente.
Al mismo tiempo, Canadá está en un proceso avanzado para elegir al nuevo gobierno, hasta hoy encabezado por el primer ministro Stephen Harper, del Partido Conservador, y las elecciones se llevarán a cabo el ya muy próximo primero de octubre. Las encuestas recientes favorecen por primera vez en la historia al Partido Nuevo Demócrata (NDP, por sus siglas en inglés), que dirige Thomas Mulcair. La ideología de los nuevos demócratas es progresista, con un alto sentido de democracia social y un claro compromiso con las grandes mayorías de la población canadiense y del sector laboral de ese país.
Por su parte, el primer ministro de Suecia, Stefan Löfven, quien fue dirigente del sindicato de IFMettal, se reunió hace unos días en Viena con el canciller de Austria, Werner Faymann, y el vicecanciller de Alemania, Sigmar Gabriel, para concretar un plan que promueve cambios al Tratado de la Comunidad Europea, los cuales contemplan fortalecer los derechos de los trabajadores. De acuerdo con la página web del gobierno sueco, los políticos, todos ellos miembros y líderes de la social democracia de sus respectivos países, junto con las confederaciones de trabajadores de cada uno de ellos, analizaron y negociaron todo un esquema para regular y asegurar condiciones decentes en el mercado de trabajo europeo.
Los demócratas sociales y los sindicatos de Europa quieren y promueven que haya mayor balance entre libertad y derechos, y están convencidos de que las economías de libre mercado, el crecimiento y el movimiento del capital y de las personas, así como los bienes y servicios, no deben ser más importantes que los derechos sociales bajo ninguna circunstancia. Hoy, la mayoría de las compañías están en competencia abierta para ofrecer salarios cada vez más bajos y condiciones de trabajo denigrantes, así lo afirmó Stefan Löfven durante las reuniones. Terminó subrayando a la agencia de noticias TT de Suecia que cuando exista un conflicto entre la competencia y la flexibilidad que buscan las empresas, y los derechos laborales y sociales, estos deben prevalecer, y ese es el objetivo principal del acuerdo al cual llamaron el Protocolo Social.
En otros países, como Brasil, que está atravesando por una crisis de credibilidad y de fracturas en su sistema económico, de repente vuelve a aparecer el ex presidente Lula da Silva para anunciar su regreso a la política. Lula fue el líder nacional de los trabajadores metalúrgicos de esa gran nación de Sudamérica, donde logró reducir los niveles de pobreza, abrir nuevas y mejores oportunidades de empleos, convertir a su país en una potencia con gran futuro y elevar la imagen nacional.
El papa Francisco ha condenado la desigualdad que prevalece en el mundo, la ha calificado de inmoral y propone regresar a la racionalidad por medio de políticas y estrategias que estén más cerca de las necesidades de las mayorías que sufren en la pobreza y el abandono, y, desde luego, sugiere que el mundo vuelva a los caminos de la justicia y el humanismo con dignidad. La influencia del Papa es creciente y siempre busca dar aliento a los más necesitados y presionar a los que más tienen para que compartan su riqueza, respeten la integridad de las personas y reconozcan su derecho a una vida mejor.
Hay muchos otros casos de dirigentes y líderes de organizaciones académicas, sindicales, religiosas y políticas de diferentes países que están proponiendo cambios estructurales al modelo de crecimiento económico para transformarlo, mediante diversas estrategias, en sistemas de prosperidad compartida y de mayor equidad.
En México, la clase empresarial y los políticos conservadores e insensibles parecen ignorar los cambios que están sucediendo en el medio internacional, porque desde luego lo que menos les preocupa son las necesidades de la gente o el futuro del país. Se sienten protegidos por sus riquezas y por la acumulación desmedida de capital y bienes materiales con que se rodean. Sin embargo, sería útil que reconocieran que la realidad los va a rebasar a ellos y a sus familias, por no haberse dado cuenta, por su ignorancia y falta de sensibilidad, que el fantasma de la democracia social que está en contra del estancamiento, de la desigualdad y de la pobreza, tarde o temprano los alcanzará.
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