El doctor Ovidio D´ Angelo, reconocido investigador, profesor y cientista social, le ha enviado este análisis a Cuba Posible. En su misiva solicita que el texto sea estudiado y debatido por los miembros de nuestro Consejo de Dirección y, además, publicado en nuestros medios.
La realidad cubana del momento (sobre todo a partir de la aprobación de los Lineamientos de la Política Económica y Social, hace varios años), se mueve en algunas direcciones, con sentidos diferentes al de momentos anteriores –aunque no bien precisos y sujetos a incertidumbres a despejar- y ha traído nuevas opciones, a la vez que limitaciones y desafíos, al campo social del país.
Desde diversos grupos de pensamiento y de opciones políticas –a veces contrapuestas- se han generado, en estos años, plataformas de posicionamiento y perspectiva socio-política, que muchas veces son desconocidas para la gran masa de población y circulan en los medios digitales, preferentemente –a falta de la existencia de otros aprobados por el Estado.
Actualmente se habla de grupos y corrientes heterogéneas al interior del país, no legitimados oficialmente, aunque operativos en diversos espacios y medios limitados, cada uno con sus propuestas –para no mencionar los grupos de exiliados en Estados Unidos y otros países, generalmente más orientados hacia una derecha recalcitrante y agresiva, no sin excepciones?, muchos de ellos centrados en personas que los encabezan. La lista puede ser amplia: Estado de Sats, Damas de Blanco, Unión Patriótica de Cuba (UNPACU), Socialdemocracia, Movimiento Cristiano Liberación, periodistas independientes, Socialismo Participativo y Democrático (SPD)(1), Observatorio Crítico, Izquierda Unida, Movimiento de Derechos Humanos, etc. Se mencionan también, además de los grupos en sí mismos, espacios o proyectos que reúnen a varios de ellos en una especie de programa mínimo confluyente desde su diversidad: Espacio Abierto, Arco Progresista y otros, dentro del espectro denominado grupos de oposición.
Han surgido espacios sistemáticos de debate profundo, en el ámbito de la intelectualidad cubana, como Último Jueves de Temas –con su revista y DVD´s de las sesiones-, otros en la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC), e iniciativas en instituciones profesionales, académicas y culturales. Existen otros ámbitos críticos nacidos desde las iglesias cristianas, con medios de publicación, como: revista Caminos y, aún de mayor amplitud participativa y divulgativa, la revista Espacio Laical (EL), sobre todo en su primera época.
Desde la dirección de esta última surgió el proyecto Cuba Posible, acogido, con vocación ecuménica, por el Centro de Reflexión y Diálogo de Cárdenas (CCRD-C), en el que se mantienen las líneas deliberativas y de debate constructivo iniciadas en EL. Este proyecto tiene, entre sus virtudes, el haber podido sumar personalidades de diferentes corrientes de pensamiento constructivo-crítico, incluidos profesionales, laicos, intelectuales y miembros de algunos grupos alternativos, en debates temáticos de cuestiones centrales para el país en estos momentos y que han tenido un grado excepcional de difusión digital y escrita, asequible a distintos sectores de la población.
Sin embargo, casi todos estos espacios mencionados –con excepción del último- permanecen más bien cerrados a públicos específicos, aunque contando con medios de difusión –igualmente más o menos limitados en alcance a la población. Muchos se definen como movimientos alternativos o de oposición: unos apostando a una postura beligerante donde lo que se pretende es el cambio de sistema a un capitalismo desembozado, afín a los intereses norteamericanos, que los considera como la única sociedad civil cubana.
Otros grupos, o personas –casi siempre intelectuales a título individual o proyectos más inclusivos, o bien de posiciones más de izquierda y centro-, se ubican con posturas críticas constructivas de una nueva sociedad –no necesariamente capitalista y más bien conservando rasgos importantes de logros sociales del viejo socialismo estatal y de aportes importantes de diversas corrientes de pensamiento universal, de carácter marxista, anarquista, liberal, cristiana, etc. Estos se han distinguido como oposición constructiva (también, en algunos casos denominada moderada o leal –en la correcta acepción del término como: propositiva, no violenta, no sometida a intereses foráneos y en contra de medidas imperialistas como el bloqueo norteamericano, etc.).
En este sentido, me voy a referir a las potencialidades que considero muy positivas del actual proyecto Cuba Posible (CP), como espacio aglutinador para una plataforma de diálogo nacional, en el entendido de que sí hay varias Cubas posibles, pero deberíamos reflexionar sobre cuáles de esas Cubas avanzarían a un programa de soberanía nacional, democracia participativa (lo que requiere precisiones novedosas), ejercicio de derechos humanos (también con aclaraciones necesarias) en su acepción más amplia y profunda para toda la ciudadanía, para construir la Patria “con todos y para el bien de todos”.
CP es un proyecto inclusivo, en el que caben diferentes corrientes de pensamiento y de acción política no definidos por el obcecado desmantelamiento de todo lo realizado en el período revolucionario (a pesar de sus extremos, limitaciones y desaciertos en varios campos). Eso implica los objetivos del proceso y marca una diferencia con los grupos de derecha y extrema derecha del interior y el exterior del país, que pulsan por un pase de cuentas a la “tiranía castrista” en una política de tierra arrasada, en la que ellos se sitúan como campeones de la libertad (al más rancio estilo norteamericano, supuestamente defensor de todas las libertades y del ejercicio democrático –entendido a la manera de acción de los lobbys financieros del establisment) y su propósito es instaurar un régimen capitalista que mantenga los privilegios de clases y la inequidad social, que ya los cubanos conocimos en las repúblicas anteriores.
En cambio, CP, como lo interpreto, promueve la crítica –dura en ocasiones pero constructiva e inclusiva de todos los sectores del país- hacia propuestas de una sociedad mejor, en la que se pueden insertar todos los que aspiren a un ideal de igualdad, equidad social, estado de derecho y convivencia armónica entre las diferencias de posiciones, en la que se establezcan garantías para el ejercicio de la justicia social, la participación ciudadana (en el sentido más amplio y actual del término).
En esta propuesta, no caben los pases de cuenta –sin perder de vista las reparaciones necesarias producto de los excesos cometidos en acciones de represión o posibles acciones punitivas no aclaradas-, sino reconocer la realidad actual del status gubernamental en sus logros, limitaciones y dificultades. No se trata de un proyecto reformista, sino de reconstrucción nacional profunda, en la que también tendrían cabida aquellas posiciones de derecha que pasen de la beligerancia ofuscada al diálogo civilizado por la construcción de una nación de progreso y justicia social, con el mayor consenso posible de todos.
En este sentido, se elaboran, desde diferentes grupos y espacios de confluencias, determinadas plataformas mínimas. Sin embargo, la polaridad de las posiciones extremas contrasta aún con la posibilidad real de su promoción como vías efectivas. Igualmente, y por esa misma polarización, una posición oficial encerrada en sí misma y adherida a un modelo de socialismo estatal-partidario inoperante desde hace mucho tiempo, aún cree en la ilusión de la homogeneidad social en la defensa de los intereses “patrióticos” de los que se consideran garantes exclusivos, justificando las acciones represivas de los críticos, alternativos o beligerantes, a partir de su consideración, generalizadora e injusta, de que todos son “mercenarios del imperio”.
Retomando a Juan Valdés Paz(2), en la web de Cuba Posible, destacaría el papel de este proyecto, por la importancia inclusiva desde una posición propositiva crítica de avance hacia una sociedad sin odios, de progreso económico-social y de democracia real. En palabras de Juan Valdés Paz, en una reciente compilación de trabajos de varios autores en EL:
«Los textos de Veiga y de González (gestores del proyecto Cuba Posible –n. del a.-) en particular, se caracterizan por su ubicación en el centro del espectro político, el cual advierten cada vez más diverso y menos representado en las actuales instituciones políticas y civiles del país».
«Desde ese centro, no tan distante de propuestas del gobierno cubano, enuncian políticas reformistas graduales; así como numerosas reformas puntuales que, opinan, están ausentes en el actual proceso y que son tan necesarias como posibles. En esta perspectiva entienden que las reformas, necesarias o deseables, admiten la conciliación y permanencia de algunas de las instituciones que han caracterizado al régimen revolucionario cubano en estas décadas, tales como: la primacía de la defensa y ejercicio de la soberanía nacional, la política social de la Revolución, el papel de Raúl Castro y la dirección histórica en la le¬gitimización del gobierno y las políticas de reforma, el papel dirigente del PCC, el rol de las Fuerzas Armadas; la opción socialista de desarrollo; el papel regulador del Estado en la economía y la preservación de un sector estatal de la economía a cargo de los “sectores nacionales estratégicos”, etc».
(No obstante, en mi opinión, los planteos de estos y otros autores que hemos estado incluidos en los trabajos de EL y CP abordan innumerables aspectos críticos acerca de esos temas, como Juan Valdés Paz enumera más abajo –n. del a.-)
«Obviamente y a la par –continúa la cita de Valdés Paz-, estas reformas deberían acompañarse de importantes transformaciones constitucionales, institucionales e ideológico-culturales, signadas por el regreso a la tradición martiana y a su paradigma de una República “con to¬dos y para el bien de todos”».
«También desde esta perspectiva, los autores reclaman una reforma política y civil que acompañe desde ahora la reforma económica en curso y de cuenta de la diversidad social y la pluralidad política de la sociedad cubana actual».
Algunos de los temas, a consideración de Juan Valdés Paz, en su excelente compilación (enumeradas con puntos en negrita), son: (apunto en cursiva algunos de los asuntos pendientes de consideración o conclusión en los debates realizados, algunos ya planteados por los propios participantes en los mismos, a manera de breve resumen inconcluso y aclaratorio –n. del a.-):
• El diagnóstico socioeconómico y sociopolítico de la sociedad cubana actual. Cambios estructurales y tendencias.
(¿Hacia una sociedad de capitalismo liberal o de Estado, o hacia una sociedad con justicia socioeconómica redistributiva de los beneficios entre Estado-Capital, dinero y capital-trabajo –lo que plantearía una nueva teoría de la equidad socioeconómica basada en principios de fraternidad y solidaridad social?).
• El alcance, ritmo y estilo, de la reforma económica en curso
(La acumulación de necesidades de la población exige una modificación radical de la conservadora consigna gubernamental: “sin prisas, pero sin pausas. Sin políticas de choque se puede avanzar de manera mucho más expedita hacia una sociedad de progreso, levantando muchas limitaciones jurídicas existentes.).
• Su complementación con una reforma política y civil
(O, inclusive, más que un complemento, como necesidad prioritaria del ejercicio de una nueva democracia, no signada por intereses de poder político o económico, sino basada en la real participación ciudadana, protagónica y decisora en los asuntos de la localidad y del Estado –concepto que requiere otros espacios de abordaje más amplios). Esto nos distanciaría de la “democracia formal” predominante en muchos países y del autoritarismo estatal que nos define.
• La reforma del Estado
(Con la necesidad de poderes independientes y elegidos por la población, de manera que se articulen, dinámicamente, como representantes reales del pueblo, con una organización eficiente y de amplitud reducida, garante de los derechos ciudadanos de manera integral y de la ejecución de políticas públicas socialmente concertadas).
• El papel del Gobierno en esos procesos de cambio
(Como ente regulador basado en la supervisión y dirección popular desde una democracia directa y de representantes con agendas legítimamente constituidas, no como el Decisor de todas las políticas ni a partir de “representantes” seleccionados desde arriba o por control de instituciones partidarias).
• La ampliación de las libertades y las responsabilidades sociales
(La reconstrucción de una sociedad civil de participación ciudadana amplia, por oposición a su definición como los grupos de oposición más agresivos o por la sujeción estatal-partidaria de organizaciones sociales supuestamente independientes).
• La instauración de un Estado de derecho
(Básicamente hacia un Estado republicano de derechos y oportunidades para todos, incluidos garantías claras, elaboración de políticas y control transparente del funcionariado por la población y sus agrupaciones sociales diversas).
• La reforma de la Constitución de la República y su implementación irrestricta.
(La Constitución actual, no solo ha quedado obsoleta por los cambios en los Lineamientos, sino por su visión general de la Sociedad y el Socialismo, por tanto debería tener en cuenta los argumentos de diferentes grupos de pensamiento y otros actores populares y ser sometida a amplios espacios deliberativos y referendo).
• La reforma del sistema de representación y participación social y política.
(No sólo debería basarse en las agendas de los postulantes, sino eliminar cuotas del Partido en el caso de las representatividades; la participación ciudadana debería tener un balance entre esas representatividades y la democracia directa, participativa y decisoria).
• La creación de una esfera pública autónoma, comunicacional y deliberativa.
(La creación de una real sociedad civil amplia y no definida por la oposición al gobierno, necesariamente, con medios de expresión populares y de grupos sociales, de manera que se convierta en una sociedad múltiplemente deliberativa)
• La refundación del PCC.
(El PCC debería ser una entre otras organizaciones políticas y movimientos sociales inscritos por la cantidad mínima de membresía aceptable. Debería existir una separación entre Estado y Partidos y movimientos sociales, cada uno con sus roles específicos. El PCC no responde a la elección de la población, no responde al Soberano, por tanto, no podría imponer sus políticas a través del uso de los mecanismos del Estado y marcar sus direcciones).
• La creación y desarrollo de una clase política. El relevo generacional.
(Esto debería ser obra de la participación popular ciudadana generalizada)
• El papel de las Instituciones Armadas en el proceso de reforma y en el futuro de la sociedad cubana.
(Las instituciones armadas tienen el deber de ser garantes de la estabilidad interna y externa del país, no ser parte principal de su dirección económica y política; sin ser neutrales tendrán que someterse al dictado de las políticas públicas generadas desde el pueblo).
• La promoción de una cultura de la inclusión, del diálogo y del debate.
(Esta sería la base de una sociedad civil sana y propiciadora de modos de concertación y consenso en los temas principales del país).
• El papel de la Iglesia Católica y de su laicado.
(Imprescindible por su papel internacional, junto a otras denominaciones cristianas y religiosas en general, además de que se fortalecería su papel con la mediación y próxima visita del Papa Francisco al país. La Iglesia –en general? tiene un rol muy importante en el balance moral de la sociedad y su progreso en la profusión de valores éticos y espirituales en los ciudadanos).
• El papel de la intelectualidad
(Es esencial una intelectualidad comprometida, no de doble discurso y en eso hemos avanzado bastante, aunque no hay suficientes espacios públicos para su influencia y la expresión de ideas novedosas; por otro lado, debe jugar un papel importante junto a otros grupos de pensamiento en el ordenamiento futuro de la sociedad y en el asesoramiento de los sectores e instituciones de gobierno de democracia representativa real y participativa).
• El proyecto de nación. Los consensos mínimos.
(Esto es un resumen de todo lo anterior y ha sido también ampliamente abordado –como las temáticas anteriores en EL y CP).
Otros autores, comentados o no en la compilación de Juan Valdés Paz, tienen posiciones más drásticas sobre algunos de los temas en debate. Lo positivo de las reflexiones mostradas en EL y CP, a partir del posicionamiento de los autores principales mencionados, es que no son impositivas y quedan como interrogantes a partir de las cuales se pueden construir plataformas de entendimiento, tan necesarias hoy incluso para un reposicionamiento oficial del gobierno, en conjunción con toda la sociedad civil cubana.
La apelación de los trabajos reseñados va por la vía de la conveniencia colectiva y el bien común y llama a renunciar a las posiciones de consenso forzado –desde dentro y desde fuera- que, en la situación de los nuevos tiempos, se hace insostenible.
Cuba Posible es un proyecto que llama al diálogo respetuoso, a la negociación de posiciones diversas, sin ceder a principios de dignidad y soberanía nacional, con vistas a lograr un proceso democrático y un Estado de Derecho que, como lo entiendo, no pueden estar sujetos a una visión dominante exclusiva y deberían ser fruto de una concertación de los actores, organizaciones e instituciones de toda la sociedad (exclusión de los beligerantes opositores a todo lo que realmente existe, o sometidos a modelos e intereses extranjeros no patrióticos propios de una ultraderecha recalcitrante, mientras mantengan esas actitudes, en mi opinión).
Como también se ha expresado en diversas ocasiones, los problemas de los cubanos debemos resolverlos los propios cubanos, sin interferencias foráneas –por mucho que la distención en las relaciones históricas entre Cuba y Estados Unidos pueda favorecer el clima apropiado para ello. Pero entonces, tenemos que resolverlos internamente, y no hay otra vía que la de la concertación democrática. Una posibilidad es la convocatoria de una Plataforma de Encuentro Social amplia y contando con otros diferentes proyectos-movimientos de carácter constructivo y propositivo, incluso sería probablemente oportuna la participación de mediadores de países bien intencionados (¿CELAC y de otras regiones?), como salida hacia adelante y no como retroceso al progreso económico, político y social de la nación cubana.
Quedaría pendiente la pregunta: ¿Cuáles fuerzas sociales o posiciones políticas, estarán dispuestas a compartir, de manera concreta, esos principios fundantes? ¿Serían capaces, algunos de los representantes de las posiciones extremas, a ambos lados de la ecuación política nacional –incluida la oficial gubernamental- de abrirse a nuevos reposicionamientos en aras del interés patriótico y del desarrollo de la calidad de vida, la justicia social y la soberanía popular?
Notas al pie:
1. El colectivo de SPD (Socialismo Participativo y Democrático), por ejemplo, propuso, desde hace algunos años, una Plataforma Programática interesante para la renovación del socialismo cubano.
2. Comentarios sobre la compilación y comentarios de Juan Valdés Paz, Premio Nacional de Ciencias Sociales: Urgencias del presente, Cuaderno Cuba Posible no. 8-2015, en el sitio web www.cubaposible.net. Esta compilación de trabajos de Roberto Veiga, Lenier González y otros autores, en la revista Espacio Laical y materiales de Cuba Posible, es titulada por Juan Valdés Paz: PROPUESTAS CONCRETAS DE REFORMAS A LOS SISTEMAS ECONÓMICO, POLÍTICO Y CIVIL DE LA SOCIEDAD CUBANA.
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