Ser o no ser, esa es la cuestión
Vamos a ver cómo te lo explico, Fernando Ravsberg.
Quién aquí te escribe es ese cubano residente en Alemania al que tú acusas de haber acusado a jóvenes periodistas cubanos de haber sido financiados por el “enemigo”.
Según tu opinión, yo soy un cubano “aparentemente revolucionario” que vive hace más de 20 años en Alemania, que “abandonó Cuba en medio de la peor crisis económica que vivió la revolución cubana, cuando muchos creían que naufragaría”.
Tú Fernando, al parecer eres un uruguayo que en el momento más difícil de la revolución cubana decidió vivir en Cuba para documentar el “naufragio”. Por eso llevas tanto tiempo mandándonos “Carticas desde Cuba".
Como te gusta tanto mi país, decidiste utilizar tus “ahorros” para seguir “des-informándonos”, después que la BBC se dio cuenta de que ya no le servías.
¡Cómo has cambiado Fernando!
Ya se te olvidó el tiempo en el que estabas al servicio de la BBC cuando tenías la tarea de dar cobertura a los “disidentes” cubanos escribiendo notas de prensa y artículos rimbombantes que solo tenían como objetivo darle publicidad a una turba de vividores en las que ni tú, ni tus jefes creían.
Pero esa era la orden. Así funcionan y eso tú también lo sabes. Tú sabes bien cómo funciona, tú fuiste (o eres, ¿quién sabe?) parte del sistema.
Me ofende que un periodista como tú, que en su carrera profesional ha cambiado tantas veces de color, se otorgue el derecho, no solo de acusarme de haber acusado a los míos, sino también de haberlos abandonado cuando el barco parecía naufragar.
Me ofendes, Fernando, y es en este punto donde está el problema. Si tú y tus pagadores de Londres alguna vez creyeron que el barco iba a naufragar, yo no, yo nunca creí en naufragios.
Tú al parecer sí, decidiste vivir en Cuba, en la “primera línea del combate” como corresponsal, al servicio de los mismos medios leguleyos de siempre, para hacer lo que hacen la mayoría de los periodistas acreditados en La Habana, tergiversar la realidad cubana dándole cobertura a huelgas de hambre y disidentes inventados, aún a sabiendas de que todo es un montaje propagandístico para desacreditar a mi país.
En el caso tuyo hay que reconocer que lo hacías con un poco más de inteligencia que los otros, des-informándonos a tu forma. Tu mezcla fue siempre “una de cal y cuatro de arena”, una mezcla disonante que algunas veces confunde, pero no engaña.
A diferencia de los otros, eras un poco más cuidadoso, por eso desayunabas con Dios y comías con el diablo.
A decir de Enrique Ubieta, tú juegas a "estar y a no estar”. Pero la cuestión Fernando "es ser o no ser".
Fernando, yo no abandoné a los míos, yo salí de Cuba porque decidí vivir con mi esposa alemana a la que había conocido tres años antes durante mis estudios en la universidad. La misma esposa con la que hoy tengo dos hijos maravillosos. Una familia cubana-alemana de la que me siento orgulloso en extremo.
Esto demuestra que la decisión que tomamos hace más de 20 años fue bien tomada. Así que nada de barco, ni de naufragio y mucho menos de abandono de los míos.
Yo no sé cuánto tiempo tú llevas de casado pero yo ya llevo 26 años, así que lo mío no fue solo amor verdadero, sino también amor del bueno.
Mientras te escribo estas líneas, mi esposa y nuestra hija se encuentran en Cuba trabajando en los campos cubanos, formando parte de una brigada de trabajo solidario en los proyectos de la organización de solidaridad con Cuba “Cuba Sí”, de la cual soy coordinador en Alemania.
Aunque tú no lo creas hay alemanes que sacrifican sus vacaciones y se compran un pasaje de avión para ir a Cuba a guataquear con los cubanos en sus campos, entre ellos mi familia.
De eso también me siento orgulloso.
Me siento también orgulloso de formar parte de una organización que el próximo año tendrá el gusto de celebrar sus 25 años de fundada.
Una organización compuesta por compañeros que han hecho de la solidaridad con Cuba el sentido de sus vidas. Más de cuarenta grupos regionales diseminados por toda Alemania, compuestos por personas que no reciben un centavo por lo que hacen, todo lo contrario, dedican su tiempo libre a ser de sueños realidades.
No tienes ni una la más remota idea de las cosas que “Cuba Sí” ha logrado en Cuba, Fernando.
Si no me crees date una vuelta por Yateras en Guantánamo, Managuaco en Sancti Spiritus, Baró en Pinar del Rio o en San José de las Lajas en Mayabeque. Anda, date una vuelta por allá, pregunta por los proyectos de “Cuba Sí”.
Como ves, como cubano residente en el exterior tengo muchísimas razones para sentirme orgulloso de ayudar a mi país desde el primer día que puse un pie fuera de él.
Yo no estoy en la bobería, ni perdiendo mi tiempo disfrutando las “virtudes” del capitalismo alemán, yo estoy trabajando para que las cosas en mi país mejoren porque creo que un mundo mejor es posible.
Si me conocieras no estuvieras hablando las sandeces que has hablado.
Así fui, así soy y así seré y no le permito a nadie que me diga lo que puedo o no decir cuando se trata de mi país, mucho menos a quien como tú cambias de color según la mano de la que comes.
Yo jamás he acusado a nadie de ser financiado por el “enemigo”, eso es una calumnia, tampoco fue mi intención poner en entredicho las cualidades de revolucionarios de esos jóvenes cubanos que estuvieron en Berlín.
Solo quise llamar la atención de algo que nos toca como cubanos, porque tú y yo sabemos Fernando, que los mismos de siempre no han desistido de la idea de convertir a Cuba en su traspatio.
Te hablo de aquellos, a los que durante mucho tiempo, desde tu escritorio, serviste como un siervo.
Yo estuve en la actividad pública donde esos jóvenes participaron y como soy un hombre libre, que puede estar o no de acuerdo con una situación determinada, decidí dar mi opinión al respecto. Es mi derecho y personalmente lo consideré una obligación.
Si esa noche no hubiera dado mi opinión me hubiera reventado de pena.
La forma en la que en esa actividad se enfocó la realidad en Cuba la consideré contraproducente porque pienso que no se puede hablar en un escenario hostil sobre la situación del periodismo en Cuba, hablar sobre falta de libertad de expresión y de prensa, de sequías, de huracanes, de desahucios, y no mencionar ni tan siquiera una vez el injusto e inhumano Bloqueo, la Posición Común de la Unión Europea y las campañas mediáticas que tanto daño le hacen a nuestro pueblo.
Por eso pedí la palabra y di mi opinión al respecto y tú no tienes por ello derecho a ofenderme, ni mucho menos acusarme de inquisidor.
Lo dije allí mismo y nadie se paró a refutarme.
Pero hay una razón mucho más grande por la que decidí dar mi punto de vista al respecto.
Ahora te vas a enterar quién soy y quién me paga Fernando, te lo voy a contar:
Te voy a decir por qué no me canso de hablar de Bloqueos y de Posiciones Comunes.
Soy coordinador de “Cuba Sí”, una organización que desde hace más de 20 años financia proyectos de ayuda al desarrollo para contribuir a que la producción de leche en Cuba aumente, a que se proteja el medio ambiente y a que mejoren las condiciones de vida y de trabajo en los campos cubanos, entre otras cosas.
Somos una organización que desde hace décadas invierte grandes sumas de dinero en proyectos culturales y sociales.
Nos financiamos en un 100 % de donaciones de los contribuyentes alemanes. Yo soy uno de sus coordinadores y además de ser mi trabajo profesional, soy empleado del departamento de relaciones internacionales del Partido La Izquierda (Die Linke), al que “Cuba Sí” pertenece como Grupo de Trabajo. El Partido es el que me paga, no en Cuba, sino en Alemania.
Son incontables las veces que las administraciones estadounidenses nos han confiscado (robado) el dinero que hemos enviado a nuestras contrapartes a través de transacciones bancarias. Hace algunos años nos robaron una parte del dinero destinado a la compra de un bulldócer cuyo destino sería combatir el Marabú en los campos de Mayabeque. A la empresa que nos vendió el equipo le hicieron la vida tan imposible que tuvieron que cambiarle hasta el nombre.
Y ahora, casi al mismo tiempo en el que transcurría el Kuba Workshop en Berlín, la administración de Obama volvió a robarnos una parte del dinero que estaba destinado para la compra de alambre de púas y otros aditamentos que debían ser destinado al acuartonamiento de las áreas que habían sido limpiadas de Marabú por el buldócer que enviamos a Cuba.
Son estas las razones por la cuales se me ponen los pelos de punta cuando veo a un cubano paseándose por La Habana con la bandera de Estados Unidos de América en el pecho, o alabando las aparentes buenas intenciones de un gobierno que no persigue otro objetivo que destruir lo que le pueblo cubano con tanto sacrificio ha construido.
Se me ponen los pelos de punta también cuando veo a un quinta columnista como tú encendiendo hogueras y alimentando la discordia entre los cubanos y dando lecciones de moral y altruismo.
Así que no me hables de sacrificio, pudor o moral que ese discurso a ti no te pega.
Tú no me conoces Fernando, así que déjame tranquilo, a otra parte con tus lecciones.
Ya casi nadie cree en ti, ni aquellos a lo que una vez serviste, ni mucho menos esos a los que hoy pretendes azuzar contra mí.
No sé si me entendiste. Si te place puedo profundizar un poco más para que me entiendas mejor, la Internet está llena de tus artículos.
Coincido con los jóvenes que han manifestado en este debate “Replegarse, esconderse, atrincherarse no puede ser la solución”.
Pero no me pongo ese camisón porque a mí, ni me pega, ni me sirve. Yo fui a ese espacio a debatir y continuaré yendo a cuantos pueda.
No concuerdo con la idea de que “Si mañana la CIA, la NSA o la mismísima FNCA nos invitara a un evento donde pudiéramos hablarle a un grupo de personas sobre la realidad cubana, no dudaríamos un momento en asistir” que tú, Fernando, intentaste utilizar para dividirnos y sus propios autores se han encargado de esclarecer, dejándote colgado de la brocha.
Para nuestros jóvenes revolucionarios que se han expresado con honestidad, mi respeto.
Para ti y tus malas intenciones, Fernando Ravsberg, calabazas.
Justo Cruz.
Un cubano orgulloso de serlo y que aunque reside en Alemania, sigue estando ahí, entre los suyos.
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