La Habana, 2 oct (PL) La industria cubana, que juega un papel de primer orden en los planes de desarrollo de la isla, concita también en forma preferente acciones agresivas del bloqueo de Estados Unidos.
Una prueba de ello son las estadísticas demostrativas de que las pérdidas sufridas por esa razón durante el último año se elevan a 73 millones 416 mil 529 dólares, motivadas con los problemas ocasionados por el mencionado asedio económico, comercial y financiero.
Ese monto de daños es equivalente, nada menos, que a los costos de todo el programa inversionista de ese sector programado para 2014, algo ilustrativo de hasta donde llega el interés de quienes planifican y llevan adelante el cerco.
Como en otras áreas, las causas principales de la afectación señalada incluyen la reubicación geográfica de los mercados a los que se puede tener acceso, la inmovilización de recursos en los inventarios y las variaciones cambiarias para poder realizar operaciones de comercio exterior y financieras.
Un ejemplo trascendente es el del Grupo Empresarial de la Industria Sideromecánica, el cual reportó daños por 48 millones 471 mil 438 dólares, cifra realmente importante para sus necesidades de funcionamiento.
Los especialistas del Grupo señalaron que con ese monto de recursos podían haber cubierto una serie de necesidades confrontadas por el país y ejemplificaron esa afirmación de la siguiente forma:
Se podrían comprar 454 mil 545 discos de aluminio aleación 1050 para la fabricación de cocinas de inducción.
Igualmente, siete mil kits de componentes para la fabricación o reparación de camas para terapia intensiva en los hospitales.
También se costearía la compra de 154 cosechadoras cañeras.
Por último, Cuba hubiera podido comprar 15 mil 900 refrigeradores domésticos para el plan de reposición a la población.
Otras de las consecuencias de la vigencia del bloqueo en esta esfera de la economía pueden verse tras la compra del grupo Flint Iberia por la compañía estadounidense Golman Sachs Merchant.
Ello trajo como resultado la retirada a la empresa cubana Ficuba S.L., sin previo aviso, de la distribución de tintas para la impresión, poniendo en riesgo las tiradas del periódico Granma, rotativo nacional de alta demanda en el país.
Los ataques a la industria cubana constituyen así otro negro episodio en la historia del bloqueo que el Congreso estadounidense se niega hasta ahora a eliminar.
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