Por Emilio Ichikawa
Por la frecuencia con que suele suceder, no es difícil recordar una de esas disputas donde dos contendientes están cotejando puntos de vista diferentes, digamos que opuestos (como alguien ha dicho el blanco y el negro también forman parte de la coloratura sociológica), y aparece un tercero asegurando que la discusión es ficticia (aun cuando los rivales se estén dejando en ella el sentimiento y la piel) pues los dos tienen la razón, o los dos están igualmente equivocados.
Esta tercera posición, por mediar entre dos polos agonísticos, suele llamarse “de centro”. Desde este fiel quedan posicionadas como extremos la “izquierda” y la “derecha”.
No es una situación inédita ni endémica de Cuba. Por lo menos la tradición marxista cuenta con un ejemplo histórico paradigmático de esa formación, registrada en la llamada polémica acerca de los sindicatos; en la que Trotsky y Lenin debatieron en posiciones encontradas, opuestas, acerca de la relación entre Partido, Gobierno y Organización Obrera.
Nicolai Bujarin, un oportunista y entusiasta comunista moscovita quien para la fecha del debate tenía unos 23 años, trató de lucirse en el competitivo Partido Bolchevique diciendo que en la polémica (no preciso el contenido porque lo importante aquí es el Método) los camaradas Trotsky y Lenin tenían igual cuota de razón, por lo que debían reconsiderar sus diferencias por el bien de la revolución. Una revolución que, por cierto, en esa época estaba de “reformas” e instauraba el “capitalismo de estado” como parte de la llamada Nueva Política Económica (NEP).
¿Qué hicieron Trotsky y Lenin ante tan “moderada”, “civilizada” y “centrista” advertencia. Pues efectivamente dejaron de discutir y ambos se burlaron del pequeño Bujarin.
En la polémica más o menos directa entre Iroel Sánchez y Roberto Veiga acerca de la izquierda y el centro cubano, entre el radicalismo y la moderación, no puedo determinar aún si Sánchez es Trotsky o es Lenin… De lo que sí no tengo dudas es que Veiga es Bujarin.
Según los líderes de la entonces llamada socialdemocracia rusa, Lenin y Trotsky, el terciador Bujarin más que lograr una síntesis acababa estancado en el “eclecticismo”. El eclecticismo más que un Método es una técnica que ante la falta de resultados trata de mezclar dos posiciones excluyentes y preexistentes.
El eclecticismo, que es la columna vertebral del centrismo moderado, carece de punto de vista real; porque no se puede llamar “criterio” a lo que no es más que una jugada de inserción de la medianía intelectual en el locus donde se está gestando la Idea.
Roberto Veiga, por ejemplo, guarda su tercera distancia tanto de los castristas como de los anticastristas; le urticarizan las posiciones de izquierda y le dan roncha las de derecha.
Veiga no puede decir simple, honesta, humildemente, que está a favor del gobierno cubano… Lo está, pero debe agregar que para ganar su favor los Castro tienen que hacer reformas democráticas. O "acelerarlas", ya que a veces les da el placet. Tampoco puede decir que humilde, honesta, simplemente, está a favor del exilio cubano… Debe agregar que no se trata de exilio sino de emigración, y sacar de la Casa o más bien del “Efíchense Cuba” a los radicales inquilinos de Miami.
Veiga no tiene ideas claras y distintas, exigiencia del cartesiano mayor (que no era Renato sino Alejo). Como el tercer hermano de la canción, tiene el “ojo puesto en todo, ya ni sabe lo que ve”. Veiga representa al asno de Buridán, siempre indeciso entre la paja comunista y la paja neoliberal. Es el comodín, “el hombre disponible” de Musil; como le gustaba traducir a Malraux, quien rechazaba aquello de “el hombre sin atributos”.
Si Roberto Veiga fuera británico, no hubiera votado en el referéndum de ayer. Le hubiera perturbado que la boleta ofreciera solo dos opciones “extremas”: remain or leave; quedarse o irse. A marcar una sola vez una sola cruz en una sola casilla: "vote only once by putting a cross (X)". Desarmado por la ausencia de una tercera opción, a Veiga solo le resta la descortés indiferencia, el indecente silencio.
En unos comentarios metodológicos sobre la que quizás sea su principal obra escrita, El desarrollo del capitalismo en Rusia (1899), Lenin comenta que ser objetivo, balanceado, respetuoso, es hablar el lenguaje que habla el objeto. Si el objeto no es moderado en sí mismo, hablar moderadamente de él es sencillamente un acto de violencia… y la peor de las discriminaciones, que es mutilar la identidad del Ser para ponerse al servicio de la Apariencia.
-IMAGEN: Boleta sobre el “brexit”: En "político.eu"
El señor Ichikawa debería documentarse mejor. Hay dos errores importantes en lo que dice. Bujarin no era un jovenzuelo oportunista y entusiasta en el momento en que se produce la llamada polémica de los sindicatos (1920-1921). Bujarin era 10 años mayor de lo que se dice en el artículo (nació en 1888) y ya era una figura reconocida en el partido. El segundo error histórico es que, en esa polémica, en realidad Preobazhensky y Bujarin (y sus aliados dentro del partido) apoyaron a Trotsky. Bujarin manifestó abiertamente ese apoyo (que era una crítica abierta a Lenin) durante el 10mo congreso del partido, en marzo de 1921. Contrario a lo que dice Ichikawa, Lenin y Trotski no “tenían igual cuota de razón”. Se reconoce ampliamente que en ese debate la razón la tuvo Lenin y no Trotski. Además, no es cierto que Bujarin fue moderado y que se colocó a medio camino entre Lenin y Trotsky. Todo lo contrario, Bujarin fue un firme y radical aliado de Trotsky. Cualquiera que haya leído un poco de historia de la URSS sabe que las posiciones de Trotsky-Bujarin-Preobazhensky quedaron en minoría en ese congreso y que por tanto se impusieron las tesis de Lenin respecto a no subordinar los sindicatos al estado. Lenin supo manejar hábilmente la situación en interés de la unidad del partido. Poco después se inició la Nueva Politica Economica (NEP). El señor Ichikawa ha distorsionado la presentación de un hecho histórico para endilgarle una imagen de centrista a Bujarin, quien nunca fue considerado de centro ni nada por el estilo. Parece que todo este invento se ha hecho únicamente para decir que Roberto Veiga es una especie de Bujarin. Es un argumento que no se sostiene. El artículo está montado sobre una tosca tergiversación de la historia del movimiento comunista.
ResponderEliminarRolando muchas gracias, es asi y hay mas. Lenin en su testamento politico dijo de Bujarin: "En cuanto a los jóvenes miembros del CC, diré algunas palabras acerca de Bujarin y de Piatakov. Son, a mi juicio, los que más se destacan (entre los más jóvenes), y en ellos se debería tener en cuenta lo siguiente: Bujarin no sólo es un valiosísimo y notabilísimo teórico del Partido, sino que, además, se le considera legítimamente el favorito de todo el Partido; pero sus concepciones teóricas muy difícilmente pueden calificarse de enteramente marxistas, pues hay en él algo escolástico (jamás ha estudiado y creo que jamás ha comprendido por completo la dialéctica)." Finalmente Stalin lo fusiló en sus purgas y fue rehabilitado en 1988.
EliminarY antes de "echarse a Bujarin" y liquidar al 90 % de los generales y al 80% de los coroneles de Ejército Rojo,"Satalin" "se echó" a Serguei Kírov, el hombre que emergió en no recuerdo cual congreso (1936, quizás) como el destinado a defenestrar a "Satalin" por votación congresual. Se dice, no lo tengo confirmado, que el "padrecito" falsificó los resultados de la votación. Y saliendo del congreso, Kírov asesinado y su asesino también.
EliminarMuchas gracias Sr. Herrera Carles.
ResponderEliminarAhora veo que la edad de Bujarin ha sido arreglada en el post publicado en La Pupila Insomne y ademas, Ichikawa ha agregado comentarios, supongo que para aclarar los comentarios que hice anteriormente, pero que no fueron publicados en La Pupila Insomne (es el derecho del bloguista de no incluir comentarios, solamente llamo la atencion sobre el asunto)
En cualquier caso, los agregados hechos por Ichikawa no resuelven el problema. Cuatro comentarios puntuales para lo planteado por Ichikawa:
1. Trotsky y Lenin no tenían "igual cuota de razón" en el marco del debate sobre los sindicatos en 1920-1921 como se plantea en el artículo original. Ambos sostenían posiciones muy diferentes. Ichikawa cricaturiza a Lenin con tal planteamiento infundado en el texto inicial.
2. Bujarin, que cambiaba con frecuencia de posiciones, en ese debate particular, sin embargo, compartió tesis con Trotsky y se opuso a Lenin. Ese es un hecho histórico recogido en cuanto libro o artículo se ha escrito sobre el 10mo congreso del partido (marzo 1921).
3. El debate sobre los sindicatos, que es anterior al 10mo congreso (la polémica surgió con fuerza a principios de noviembre de 1920 en la Conferencia Sindical de Toda Rusia) enfrentó las tesis Trotsky- Bujarin- Preobazhensky contra el llamado grupo Lenin-Zinóviev, que en el 10mo congreso presentó un proyecto de resolución que prevaleció, la llamada resolución del “grupo de los diez” (Lenin, Zinóviev, Stalin, Kalinin, Tomski, Kaménev, Artem, Petroski, Lozovski y Rudzutak). Afirmar que Bujarin se mantuvo en el “centro” en ese debate no es sostenible. No hay un solo documento que pruebe que Bujarin se mantuvo equidistante en ese debate.
4. Ichikawa puede tener la interpretación que desee tener, pero no se basa en hechos históricos. Es una versión fantasiosa de la historia del movimiento comunista. Lejos de ilustrar, el artículo confunde.
A fuer de franco, esta polémica entre Iroel Sánchez y Roberto Veiga, a propósito de Cuba Posible, ya "apesta". Llamo la atención e que i uno, no otro, respondieron a mi llamado en Facebook, en el sentido de concentrarse en probleas más importantes para Cuba, como las "infernales" dualidades monetaria y cambiaria; el incremento de la desigualdad social y torso asuntos. Julio A. Fernández Estrada aunto que hay muchas maneras de "hablar de Cuba sin hablar de Cuba". Para el caso, me parece una observación más que acertada
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