“La naturaleza no ha podido formular una pregunta a la que no haya de dar al fin respuesta. En una obra tan lógica que, en su criatura más ruin se hallan los gérmenes de la criatura más alta, y en la más alta los gérmenes de la más ruin, - no puede haber esa porción ilógica. Los desterrados saben que la tristeza que inunda el alma en la tierra, es el dolor mismo del destierro. Hay almas que no saben nada de esto, - porque hay almas – nubes, y almas – montes, y almas – llanura, y almas – antros.”
1975, IX, 304: “Carta de Nueva York”. La Opinión Nacional, Caracas, 1882.
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