“Abomino los odios fanáticos, tanto como amo los corazones generosos. La libertad de mi patria, quisiera verla surgir de entre alas, no de entre charcas de sangre; pero a mi tierra la llevo en el alma, como a una hija querida, y a quien me ha admirado y consolado a mi tierra, y dado favor y cariño a sus hijos, a raudales le doy esta alma mía, para que haga con ella lo que quiera, ya que ella es tal que no dejará nunca que se haga de ella nada malo, y en un abrazo que no se acaba, aprieto a mi corazón al hombre generoso que puso una corona de sus flores libres en el ataúd de nuestros muertos, y dio amparo y calor en sus horas de desdicha a estos otros muertos, ¡los desterrados!”
Fragmento de un discurso en elogio de Santo Domingo, s.f. Obras Completas. Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1975. VII, 308:
Fragmento de un discurso en elogio de Santo Domingo, s.f. Obras Completas. Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1975. VII, 308:
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