"De pensamiento es la guerra mayor que se nos hace: ganémosla a pensamiento" José Martí

viernes, 3 de agosto de 2018

José Martí y la prosperidad.

Por Luis Toledo Sande

En estos días, o meses, ¿años ya?, se está citando con particular o curiosa frecuencia una expresión martiana que nunca debe estar oculta, ni hay por qué pasarla por alto: su observación sobre el nexo entre ser próspero y ser bueno. A eso me he referido en varias ocasiones, y ahora me parece conveniente retomar el asunto.

En el artículo “Maestros ambulantes”, publicado en mayo de 1884 en la revista La América, y que se lee en el octavo volumen (pp. 288-292) de las impresiones en uso de la edición menos incompleta (hasta que aparezca terminada la edición crítica en marcha) de sus Obras completas, José Martí escribió:

“Ser bueno es el único modo de ser dichoso. Ser culto es el único modo de ser libre. Pero, en lo común de la naturaleza humana, se necesita ser próspero para ser bueno. Y el único camino abierto a la prosperidad constante y fácil es el de conocer, cultivar y aprovechar los elementos inagotables e infatigables de la naturaleza. La naturaleza no tiene, celos, como los hombres. No tiene odios, ni miedo como los hombres. No cierra el paso a nadie, porque no teme de nadie. Los hombres siempre necesitarán de los productos de la naturaleza. Y como en cada región sólo se dan determinados productos, siempre se mantendrá su cambio activo, que asegura a todos los pueblos la comodidad y la riqueza.”

Vale añadir algún comentario, muy lejos de la pretensión de agotar un tema que da para mucho, para muchísimo más:

Hay quienes, como el autor de la frase aludida al inicio, que no debe ser leída aisladamente, no forma parte de “lo común de la naturaleza humana”, sino de lo extraordinario. Pequeño matiz. Y no confundía estrechamente prosperidad con riqueza material. Otro matiz diminuto. Pudo haberse hecho millonario, y echó de veras su suerte con los pobres de la tierra: fue uno de ellos, y así vivió, incluso —porque fue ejemplo de honradez— cuando manejaba los fondos recaudados para organizar la guerra con que emancipar a su patria. Eso, ¡qué matiz!

Para dichos fondos recibió aportes de ricos, millonarios incluso, que, a diferencia de la gran mayoría de ellos, integrada por los que frente a los peligros de la guerra dieron la espalda al ejemplo de patriotas como Francisco Vicente Aguilera, Carlos Manuel de Céspedes e Ignacio Agramonte, no habían renunciado el afán independentista. Pero él supo ver en los trabajadores “el arca de nuestra alianza”, y mereció el respeto, la confianza, la devoción por parte de ellos. Él mismo fue un trabajador de modestos ingresos, cuando talento para enriquecerse tenía, por lo que vale afirmar que escogió ser pobre. Va otro detallito, como en “el ala de un colibrí”, para seguir recordándolo incluso textualmente.


Martí con trabajadores emigrados cubanos en Cayo Hueso

Quizás nunca antes entre nosotros aquel artículo de José Martí, como tantos otros suyos, tuvo tanta vigencia, ni requirió tanta clara lectura. Aún quizás deba llamarse la atención sobre el empobrecimiento que sufrió una de sus máximas cardinales, “Ser culto es el único modo de ser libre”, cuando se le redujo a “Ser cultos para ser libres”, con el noble propósito de convertirla en lema bien intencionado, pero de mucho menor fuerza que el original martiano. Volvamos a sus textos: “Un detalle en el órgano es a veces una revolución en el sistema”, escribió en uno de sus cuadernos de apuntes cuando contaba apenas dieciocho años. Y hay detalles y detalles.

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