"De pensamiento es la guerra mayor que se nos hace: ganémosla a pensamiento" José Martí

miércoles, 22 de julio de 2020

Colombia. A 56 años de la fundación de las FARC-EP. 5ta parte.

Por: Tony López R 

En mi anterior artículo afirmé que los Estados Unidos y la oligarquía liberal-conservadora colombiana, tenían mucha paciencia y concibieron un plan de largo plazo, hábilmente conducido con el objetivo de desarmar a la guerrilla, con especial atención a la FARC-EP. Movimiento guerrillero que llegó a sobrepasar los 20 mil hombres armados y controlar cerca de 300 municipios de los 1050 que tiene el país. 

El plan, cada uno con sus característica y condiciones, tal como lo describe el ex presidente Juan Manuel Santos Calderón en su libro “La batalla por la paz”, se ha venido cumpliendo por etapas y ha tenido una duración de 16 años para concretar su objetivo, el que por cierto, no puede calificarse de exitoso, porque si bien desarmaron a una parte de las FARC-EP, no se puso fin al conflicto social y armado. 

Lamentablemente, el gobierno de Duque ha incumplido y violado los acuerdos y protocolos internacionales como es el caso del ELN, todo agravado, por la ola de crímenes de dirigentes sociales y ex combatientes desmovilizados, desplazamientos, represión brutal a las protestas sociales, corrupción. desmoralización en las Fuerzas Militares y en sus altos mandos, por sus vínculos y complicidad con el narco paramilitarismo denunciados por sus propios subordinados, graves violaciones de niñas por militares colombianos y como colofón la total violación del Estado de Derecho de un gobierno, ahora señalado de ilegitimo y comprado por el dinero del narcotráfico. Los sueños prometidos han terminado en una negra pesadilla. 

Los Acuerdos de La Habana, firmados el 27 de septiembre del 2016 en Cartagena de Indias, en presencia del Secretario General de la ONU Ban Ki- moon, y varios Jefes de Estado, fueron modificados después del triunfo del No a la Paz, en el plebiscito del 2 de octubre, y aunque este no era vinculante, el ex presidente Uribe Vélez exigió revisar y cambiar contenido de lo ya acordado. Para algunos un paso en falso del gobierno de Santos, que provocó no pocas incomprensiones en el seno de las FARC-EP, y que hoy observamos como se manifiesta en las diferencias y divisiones dentro de lo que fue, este movimiento. El debate sobre modificaciones y cambios duró dos meses y finalmente los Acuerdos definitivo se firmaron en Bogotá, el 24 de noviembre del 2016. 

Pero si bien esa entrega de armas y concentración de las fuerzas de las FARC que respaldaban sus posiciones a favor de la paz, sin que se pusieran en práctica y se aprobaran las leyes que debía poner en ejecución el gobierno de los puntos principales de los Acuerdos de La Habana. No hubo reciprocidad del gobierno de Santos, que en el tiempo que le quedaba de mandato de noviembre del 2016 al 6 agosto de 2018, (1 año y 7 meses) pudo haber dejado aprobadas varias leyes y en ejecución la implementación y cumplimiento de la mayoría de los acuerdos, entregando la presidencia a un mandatario y partido, que fue y es el mayor opositor y jurado enemigo de la paz en Colombia. 

Resulta evidente, que ese escenario era el más conveniente para ejecutar el plan de derrotar a las FARC-EP y así ha sido. Esto explica la negación del gobierno de Santos a que los Acuerdos de La Habana, fueran sometido a una Asamblea Nacional Constituyente Corporativa, sin ese instrumento aprobado por el soberano, los Acuerdos quedaban a merced del Congreso y de la Corte Constitucional, por cierto, nada favorables para la insurgencia. Mientras que por otra parte y al finalizar el mandató, quedaba en manos de un gobierno y un poder legislativo a fines a los intereses de la oligarquía liberal conservadora y totalmente subordinado a la política de Estados Unidos. Los hechos están allí y son irrefutable. 

Según el ex presidente Santos en 1997 medio centenar de colombianos representantes de “todos los sectores de la sociedad debatieron e imaginaron cuatro escenarios posibles para el futuro del país y que estos imaginados escenarios fueron proféticos”. (1) 

El primer escenario le llamó “amanecerá y veremos” este era el que se presentaba en el gobierno de Samper, que condujo a la perdida de autoridad estatal, el recrudecimiento de la violencia y al incremento de la pobreza y la inequidad social. Situación real heredada de los gobiernos anteriores y campaña en su contra liderada por el embajador Myles Frechette, quien con mucha habilidad desconocía la autoridad presidencial y militar, luego de ilegitimar al gobierno de Samper por el ingreso de dinero a su campaña presidencial del Cartel de Cali, información proporcionada por la DEA, a través de la Inteligencia de la Policía a Pastrana, quien hasta hace muy poco ocultó esa información, una clara conspiración, contra el gobierno de Samper, quien se proponía una política exterior y económica independiente de EE:UU. 

Ese estado de cosa era el que beneficiaba las posibilidades de lograr el segundo escenario, un debilitamiento del poder ejecutivo y de las Fuerzas Militares, que provocó que Estados Unidos suspendiera el apoyo a los militares y se lo proporcionara a la Policía Nacional, supuestamente abanderadas de la lucha contra el narcotráfico, un crecimiento y fortalecimiento de la insurgencia, también del narco-paramilitarismo y una acrecentada corrupción en el poder legislativo y judicial, fue la coyuntura propicia para pasar al segundo escenario, luego de las elecciones de 1998. 

El segundo escenario, según Santos, la denominaron “Mas vale pájaro en mano” y señala: “aludía a las concesiones ofrecidas a los grupos armados con tal de iniciar un proceso inmediato de reconstrucción de la democracia y de frenar el ciclo ascendente de muerte y violencia”. “Ya se verá cómo ese escenario – que equivale al proceso de paz del Caguán del gobierno de Pastrana, fracasó” 

Este segundo escenario, fue el que se utilizó, para lograr la “reconstrucción de la democracia y de frenar el ciclo ascendente de muerte y violencia” entiéndase ganar tiempo para recomponer a las Fuerzas Militares y reactivar las relaciones y apoyo de Estados Unidos, no para llegar a un acuerdo de paz con la insurgencia, se trataba de parar “el ciclo de ascendente de muerte y violencia” era la manera perversa de presentar este segundo escenario, para no aceptar, que se trataba de evitar el triunfo de una Revolución que sí produciría profundos cambios estructurales políticos, económicos y sociales. 

Para lograr ese objetivo, había que buscar el diálogo con las dos fuerzas guerrilleras más importantes del país, especialmente con las FARC-EP, porque equivocadamente la oligarquía colombiana, siempre ha pensado que neutralizada o derrotada las FARC, el ELN por la supuesta debilidad que le endilgan, sería más fácil acabar con ella. Por esa razón con el proceso del Caguán, se buscaba sí una solución política, pero el gobierno de Pastrana, había aceptado y firmado 12 puntos, que, aunque no cubría todos los intereses de lo que puede considerarse una Revolución radical, sí, conllevaba a cambios estructurales profundos en temas económicos, políticos y sociales, que el establishment y Estados Unidos no podían permitir. 

Fueron tres años y dos meses, de conversaciones en el Caguán con un apoyo de la comunidad internacional muy importante, y a petición de las partes se crearon dos Comisiones de Facilitación de Paz, conformadas por diez países, para el proceso de las FARC-Gobierno y la Comisión de Amigos, integrada por cinco países para el ELN, está última pudo funcionar muy poco, porque no se logró concretar la llamada Zona de Encuentro, porque el lugar escogido en el departamento de Santander, estaba prácticamente por el paramilitarismo y el Gobierno no busco alternativa. Aunque se le pidió apoyo al gobierno de Cuba en su condición de miembro de la Comisión de Amigo, desarrollándose varias reuniones de delegados del Gobierno con el ELN en la Habana. 

En esos tres años y dos meses en el Caguán, la Mesa de Dialogo de Paz, no pudo tratar a fondo ni el primer punto, que estaba relacionado con la Reforma Agraria Integral y Económica, ese punto planteaba fortalecer la industria nacional, así como la preservación minero-energética en favor del Estado y apoyar la inversión extranjera que no dañara al sector productivo nacional y una defensa irrestricta a los intereses económicos nacionales. 

Tampoco pudo tratar el tema de la Reforma Política que conllevaba a un cambio en el sistema electoral, las garantías para los partidos y organizaciones políticas; Reforma Judicial, cuyo principio era que jueces y magistrados fueran elegidos por elecciones del gremio judicial y que las Altas Cortes no dependiera de la terna que escogía el Presidente. Así como reforma en la política militar, que modificara la actual estrategia y que estos se concentraran en la defensa contra amenazas externas y fortalecer una Policía Nacional de defensa y preservación del orden público interior. Y no como ha venido sucediendo desde hace años que es el Ejército junto con la Policía el que se encarga del orden público interior. 

También el combate al cultivo ilícito, cuyos instrumentos estarían vinculados a la Reforma Agraria Integral que favorecería al campesinado, que no tendrían que depender de los cultivos ilícitos y no usar la aspersión aérea con el glifosato, un peligroso veneno que acaba con la fauna, la flora y muy grave para los pobladores expuestos a esa criminal práctica. 

Esta era la manera más efectiva de combatir el narcotráfico y exigir a los países consumidores que ejecuten una política de reprimir y eliminar los Carteles de la Drogas en sus territorios, de los que, por cierto, nadie habla. Por último, una política exterior independiente y soberana del país y favorecer el principio bolivariano de la integración latinoamericana. 

Nada de estos puntos pudo discutirse, que de haberse logrado hubiera provocado un vuelco sustancial al sistema imperante de explotación, miseria, violencia e inequidad y se hubiera establecido una justicia jurídica y social lejos de la corrupción y con una verdadera defensa de los intereses del pueblo y de la nación colombiana. 

Lamentablemente durante todo ese tiempo, se produjeron errores graves de ambas partes, acciones violentas que sindicaban a la FARC-EP con hechos falsos, atribución de acciones terroristas como la bicicleta bomba, el collar bomba, la bomba del Nogal, atribuidos a las FARC-EP y con el tiempo se ha conocido que fueron acciones cometidas por los Carteles de la Drogas por sus luchas internas. 

El intento del golpe de estado o el ruido de sable, por parte de lo militares en mayo de 1999, con la renuncia del ministro de Defensa y de altos mandos militares, sofocado por la intervención del embajador de los Estados Unidos y de una muy prudente y patriótica conducta del general Fernando Tapia. Acciones brutales y masacres de los paramilitares con la complicidad de las Fuerzas Militares, como los cerca de 200 campesinos asesinados entre el 8 al 20 de enero de 1999 ordenado por Carlos Castaño, acusados de colaboradores de la guerrilla, que provocó el primer congelamiento por parte de las FARC-EP del proceso de paz en protesta por dichos crímenes. 

La retención de los técnicos alemanes por las FARC y de otras muchas personas llevadas a la zona de distención, unas secuestradas y otras con intención de sumarse a la guerrilla, unos con sanas intenciones de incorporarse a la lucha, pero otros orientados por la Inteligencia Militar, no se podía pensar que un aparato con tanta experiencia, no aprovecharía el momento para llevar a cabo un plan de penetración para buscar información y tratar de escalar posiciones y desde adentro, sugerir y desarrollar acciones que representaran acciones repudiadas por la opinión pública y repercutieran negativamente contra las FARC-EP. 

El asesinato por el décimo frente de las FARC-EP de los tres indigenistas estadounidenses, en momentos que se había abierto conversaciones entre las FARC-EP y altos funcionarios del Departamento de Estado de Estados Unidos en Costa Rica provocó la ruptura de dichos diálogos. O el secuestro de la excandidata presidencial Ingrid Betancourt, una desconocida y fracasa dirigente política, colombo-francesa, cuyo plagio la convirtió en un personaje mundial. Las FARC que había tenido un exitoso trabajo en Europa, lo perdió y la campaña interna en su contra le creo un efecto políticamente negativo, que se acrecentó con la llamada Operación Jaque, que benefició la popularidad de Álvaro Uribe y de su ministro de defensa Juan Manuel Santos. Solo hay que preguntarse ¿A quiénes favoreció esas acciones? 

Todos esos graves errores fueron factores utilizados por los enemigos de la paz para desarrollar una fuerte campaña contra ese proceso del Caguán, de nada sirvió el gesto de paz cuando las FARC- EP liberó a casi 300 militares y policías prisioneros de guerra y que la prensa llamaba secuestrados. Los militares que caen en manos de su adversario en el marco del conflicto son prisioneros no secuestrados. Prisionero implicaba reconocer el conflicto armado interno y el estado de beligerancia sujeto a las convenciones internacionales, pero los gobiernos colombianos, y especialmente, el de Uribe Vélez, no reconocía el conflicto armado y denostaba a la insurgencia tratándolos de bandoleros o, siguiendo la orden de Washington, los calificaba de terroristas. 

Por su parte frente al gesto de las FARC, el Gobierno de Pastrana se había comprometido en liberar a 70 presos políticos de una lista entregada por las FARC-EP, entre ellos el comandante en jefe del EPL, Francisco Caraballo, prisionero en la cárcel de Itagüí, que el propio comandante Marulanda lo había incorporado en dicha lista, de ellos, solo liberaron a 14, la mayoría lideres comunales y sociales, acusados de colaboradores de la guerrilla, Caraballo siguió preso en Itagüí por varios años. 

Esta es una breve y resumida historia de lo que ha significado este 56 Aniversario de la Fundación de las FARC-EP, aún faltan por dar a conocer lo interno de la brusca ruptura del proceso del Caguán y del tercer y cuarto escenario que en 1997, se fijaron medio centenar de colombianos, representantes de diversos sectores. En este taller del Recinto Quirama, en Antioquia y que según el ex presidente Santos, se llamó “Destino Colombia”. Espero hacerle llegar muy pronto el sexto capítulo de está doloroso, pero apasionante historia. 

(*) Periodista, politólogo y analista internacional. 

La Habana, Cuba 22 de julio del 2020. 10.30 am. 

Bibliografia utilizada. 

1) La batalla por la paz. Edic. Planeta Colombia. 2019 1ra Edic. Pag. 75-76. 

Autor. Juan Manuel Santos Calderon

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