Suecia, que fue siempre visto como un ejemplo de equidad y justicia distributiva, ha comenzado a perder su brillo y así lo demuestra esta gráfica del coeficiente de Gini, que da cuenta del aumento de la desigualdad en los últimos 30 años en el país nórdico. De acuerdo a los datos de la OECD para un registro de 15 años, de 1985 a 2000, Suecia fue el país en que más aumentó la desigualdad entre los 34 países miembros de la OECD, superando incluso el ritmo del incremento en la desigualdad de países como Estados Unidos. En esos 15 años la desigualdad aumentó más de un 30 por ciento. Esto demuestra que Suecia no ha sido capaz de escapar a la pandemia neoliberal que ha hecho del mercado lo único que importa. Las reformas del mercado y la reducción del aparato público realizado en las últimas dos décadas están llevando a Suecia a despedirse del Estado de Bienestar que caracterizó a esta economía desde mediados del siglo pasado. El punto de inflexión se produjo el año 2006 cuando el gobierno de centro-derecha llegó al poder y puso fin a la era socialdemócrata que se extendió durante gran parte del siglo XX. El gasto en prestaciones sociales como las pensiones, el desempleo y la asistencia a la incapacidad se ha reducido de un tercio del PIB a principios de los 90, al 13 por ciento actual, poniendo a Suecia levemente por encima del 11 por ciento promedio de la OCDE. Asimismo, los cambios en los impuestos y las reformas en el mercado de la vivienda han hecho más ricos a los ricos y han empobrecido a la clase media. Desde mediados de los años 80, los ingresos de los ahorros, las pensiones privadas y los alquileres, subieron un 10 por ciento en el quintil más rico de la población, mientras se redujeron en el uno por ciento para el 20 por ciento más pobre. Después de varias décadas de practicar el "modelo sueco" de las prestaciones sociales generosas, desde los años 90 Suecia ha estado reduciendo el papel del Estado, e impulsando el crecimiento más rápido de la desigualdad que cualquier otra economía avanzada OCDE. Si bien el nivel de vida promedio sueco se encuentra aún entre los más altos de Europa, los gobiernos no han logrado reducir sustancialmente el desempleo juvenil de larga duración y la pobreza, que han afectado fuertemente a las comunidades inmigrantes.
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