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Por Redacción IPS Cuba
Por Redacción IPS Cuba
Los mercados agropecuarios es la actividad predominante entre las primeras cooperativas creadas en Cuba fuera de la producción agrícola y pecuaria.
Las cooperativas asomaron finalmente este mes de julio en el sector no agrario de la economía cubana, después de dominar entre las estructuras productivas de la agricultura. El paso constituye, según el parecer de muchos observadores del patio, uno de los más osados entre las medidas asumidas por el gobierno. Y es una de las razones que mueven a las autoridades a hablar del inicio de una etapa más compleja y profunda, en la reforma económica emprendida bajo el título de Actualización del modelo económico.
El primer grupo de 124 cooperativas inició operaciones formalmente el lunes primero de julio en una cantidad todavía reducida de actividades. Una reunión celebrada por el Consejo de Ministros el pasado 28 de junio anunció la aprobación de un segundo grupo de 71 entidades de ese tipo, que deben sumarse en breve.
Un dato confirma uno de los objetivos reconocidos por miembros de la Comisión Permanente de Implementación y Desarrollo de los Lineamientos (estructura gubernamental responsable de la conducción del programa de transformaciones acordado por el Congreso del Partido Comunista en el 2011): el grueso de las cooperativas del primer grupo, 112, eran entidades estatales anteriormente. Con esta nueva fórmula de gestión, las autoridades buscan respuesta a la ineficiencia del Estado para administrar negocios de pequeña escala.
actividades que estatalmente no han sido eficientes. Ello, además, le permite al Estado irse desprendiendo de asuntos que no son trascendentales en el desarrollo de la economía".
La jefa del Grupo de Perfeccionamiento Empresarial de la Comisión, Grisel Tristá Arbesú, admitió que "estamos apostando a gestionar, de forma cooperativa,
Del total de 195 cooperativas entre ambos grupos, la mayoría se asocia a la solución de una actividad afectada por viejos conflictos: la venta de productos agrícolas y pecuarios. De las 124 que abrieron fuego el pasado lunes, 99 se organizaron en mercados agropecuarios, 12 son brigadas de la construcción, 5 funcionan en el transporte de pasajeros, incluido el escolar, 6 se dedican a las reparaciones, chapistería, fregado de autos y otros servicios al transporte y 2 al reciclaje y recuperación de materias primas.
A juzgar por la información ofrecida por el Jefe de la Comisión de los Lineamientos y Vicepresidente del Consejo de Ministros, Marino Murillo, en el segundo grupo aparecen nuevas actividades y un mejor equilibrio entre las mismas: 22 actúan en el comercio, la gastronomía y otros servicios a la población, 16 son pequeñas industrias, 12 se suman a la construcción, 2 son productoras de alimentos, 2 más se agregan en el transporte y, sorpresivamente, la ornitología entra en este nuevo escenario con 17 cooperativas.
El parto de las nuevas entidades parece haber sido difícil. Demoró más de medio año. Las normas legales que regulan la expansión de las cooperativas hacia el sector no agrario fueron dictadas en noviembre del año pasado: decretos leyes 305 y 306, del Consejo de Estado, decreto 309 del Consejo de Ministros y resoluciones del Ministerio de Finanzas y Precios y del Ministerio de Economía y Planificación. La aprobación de esas cooperativas recorrió un largo camino de validaciones desde el gobierno provincial, el organismo correspondiente a su actividad y finalmente el Consejo de Ministros, en una reedición de la centralización que trata de volar justamente el desarrollo de esa forma de producción no estatal.
Pero si cumplen lo estipulado en la legislación, esta nueva estructura productiva o de servicios abre las puertas a una manera muy diferente de entender y manejar la economía cubana. Las cooperativas nacen con personalidad jurídica y esto las coloca en igualdad de condiciones a una empresa, pero con una ventaja sustancial sobre otras entidades económicas. Aunque deben respetar las normas rectoras del país en cada actividad, estas cooperativas no se subordinan administrativamente a ningún organismo del Estado o del gobierno –en línea con el principio de descentralización recogido en los Lineamientos de la Política Económica y Social.
Su máximo órgano de dirección es la Asamblea General, en la cual cada socio tiene un voto.
Esta libertad para operar se extiende incluso a los precios, que serán ajustados por las cooperativas según el dictado de la oferta y demanda del mercado. Las primeras señales de alza ya han despertado resquemores entre la población, de acuerdo con declaraciones recogidas por noticieros de la televisión cubana.
Murillo aclaró que solo algunos precios serán regulados por el Estado: en los mercados agropecuarios, el arroz, la papa y los chícharos (arvejas), tres alimentos básicos en la dieta cubana. Las autoridades también controlarán los precios en productos de cafeterías suministrados por empresas estatales –por ejemplo, cigarros- y en el transporte de pasajeros.
A juzgar por los pasos que viene dando, el Gobierno muestra mucho interés en la expansión de esta alternativa de gestión no estatal. Incluso, según ha declarado más de un funcionario pudiera atraerle más que el modelo no estatal del autoempleo autorizado primero. A diferencia del trabajo por cuenta propia –que sirve también de sombrilla a la contratación en microempresas privadas-, la legislación permite la formación de cooperativas en actividades profesionales, pese a que por el momento solo apuesta a una cifra muy limitada: traducción, informática y contabilidad.
Aún así, el gobierno se mueve con la cautela mostrada en este proceso de cambios: las primeras cooperativas no agropecuarios operan experimentalmente solo en tres provincias: La Habana, Artemisa y Mayabeque. Pero, a juzgar por el enorme interés con que las esperan en otras provincias, esta alternativa podría recibir luz verde pronto en el resto del territorio nacional y en otras actividades.
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