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La más reciente edición del espacio de debate “Dialogar, dialogar”, nos acerca a un panel compuesto por dos expertos de la economía cubana y un periodista especializado en el tema, unidos en la empresa sentar algunos puntos de importancia en torno al proceso llamado de actualización, su dinámica, las nuevas reglas de juego, los problemas no resueltos, entre otros aspectos.
OnCuba recomienda la lectura de las intervenciones en este panel compuesto por Juan Triana Cordoví, Doctor en Ciencias Económicas, Profesor e Investigador Titular del Centro de Estudios de la Economía Cubana; Oscar Fernández Estrada, Doctor en Ciencias Económicas, Profesor de la Universidad de La Habana, y Ariel Terrero Escalante, Periodista especializado en temas económicos, miembro no profesional de la dirección nacional de la UPEC, con la moderación del historiador Elier Ramírez.
Las opiniones expuestas en el intercambio, propias de un criterio autorizado, permiten recrear un panorama del estado actual del proceso de transformaciones económicas, a partir de algunos de sus precedentes y con proyección hacia el futuro a corto y mediano plazo.
OnCuba presenta, conformado por temas, un resumen extenso que focaliza aquellos aspectos aportadores de información y provocadores a la reflexión:
Nuevos roles, nuevas reglas del juego
Oscar Fernández
El actual proceso de transformación no comenzó con el VI Congreso del Partido, sino que tiene antecedentes en los años 90 e incluso más atrás. Pero esta etapa específica que, a mi juicio, inició en octubre de 2010 con las primeras resoluciones que autorizaban la expansión del trabajo por cuenta propia, ya va cumpliendo 3 años. Aquí ya se va configurando –apesar de que no hay una conceptualización clara, en el sentido de que no hay un documento que sintetice nuestras aspiraciones desde el punto de vista de la Economía Política–cuál es la sociedad socialista que queremos, a partir de un grupo de ideas que comienzan a aparecer recogidas en los Lineamientos.
Todo esto ha venido a configurar un panorama con nuevos actores, con viejos actores con nuevos roles y, a la misma vez, nuevas reglas del juego. Algunas han venido concibiéndose desde el “árbitro central”, pero otras que han venido estableciéndose por los propios “jugadores”, que a veces están incluso al margen de lo que el árbitro central ha intentado propiciar.
Este proceso contiene una visión específica de cómo superar el modelo anquilosado previo que, en los últimos años, vino desarrollándose al margen de algunas condiciones objetivas de la reproducción y que, a su vez, era portador de un considerable riesgo de reversión sistémica, en tanto no consigue interpretar lo que realmente está ocurriendo.
Esta visión creo que está avanzando –aunque no se ha dicho en ningún lugar,me apoyo en una interpretación sistémica de todas las medidas que se han venido tomando o que están anunciadas– hacia una economía donde básicamente los mercados funcionen con bastante plenitud. Podemos acuñarla como una economía de mercado, lo cual no significaría una economía capitalista necesariamente porque hay otros elementos en medio.
Sería una economía de mercado muy sui generis, porqueno parece vislumbrarse que tendría un predominio de la propiedad estatal sobre los medios de producción tal cual ha sido concebida hasta ahora; y a su veztendría una amplia participación del sector privado, tanto doméstico como foráneo, aunque todavía no hay pasos explícitos en la parte de lo foráneo. También bajo una mirada reguladora del Estado. Todo con la pretensión de asegurar una progresión en este proceso tan irregular que es la transición socialista.
Creo que ciertamente el desarrollo aún no está en la agenda de las acciones que hasta ahora se han desatado. Y entiendo por desarrollo no solo la transformación de la base productiva.La comprensión del desarrollo tiene que ser un proceso mucho más abarcador, que incluya tanto los niveles de pobreza que toleraremos, la inserción de grupos vulnerables, las aspiraciones culturales que tendíamos como sociedad, los equilibrios territoriales, etc.
Este proceso de actualización, sin embargo, a mi juicio parece que se va a ir desatando en diferentes etapas. Creo que estamos en una primera etapa del proceso, en la cual el objetivo fundamental es una modificación de las reglas de funcionamiento de la economía. Y que en una segunda etapa vendría el objetivo de la transformación de la estructura productiva y social. Aunque lo esbozo como dos etapas, no hay que verlas de manera aislada, no tienen que verse en orden secuencial, no hay que terminar una para empezar la otra, porque son procesos que pueden solaparse en alguna medida.
Me parece que este es el momento hemos intentado concentrarnos más en aquello que yo creo que después puede ser incluso propiciador del desarrollo, una vez que se comience a pensar en el desarrollo, que incluso está anunciado con la elaboración del programa de desarrollo económico a largo plazo.
En esta primera etapa, la modificación de la manera en que ha funcionado la economía tomará unos cuantos años porque hay demasiadas barreras. Por suerte, esta transformación está viniendo de un liderazgo histórico que está rompiendo él mismo con un modelo anterior; pero, aun así, hay mucha resistencia consciente o inconsciente. Esoes un fenómeno que no se soluciona en el corto plazo. Aunque el propio presidente Raúl Castro ha anunciado que el proceso de actualización tardaría, al menos, cinco años, considero que es un pronóstico optimista para la magnitud de la transformación, sobre todo en términos conceptuales. Son transformaciones profundas, abarcadoras, aunque en este momento su impacto es más sobre los paradigmas establecidos y un poco menos sobre los efectos en la sociedad.
Quisiera abordar cinco aspectos que han sido introducidos como objetivos, al menos implícitamente:
- Incremento del peso relativo de la propiedad no estatal en la economía, sea en formas privadas, de trabajo individual o propiedad colectiva, cooperativa.
- Transformación del ineficaz modelo de gestión de la empresa estatal.
- Reordenamiento de las funciones de las instituciones del Estado.
- Compatibilización del papel rector de la planificación con el ambiente de mercado en que se van a desempeñar los actores económicos.
- Logro de la correspondencia entre el nivel de vida de la población y la trascendencia social del trabajo.
Este último está explícitamente declarado como un objetivo. Ha tenido varias expresiones en documentos normativos. La situación actual realmente es complicada: primero, hay un salario erigido en un diapasón muy estrecho; segundo, hay diferencias remunerativas que no premian ni la complejidad, ni la responsabilidad, ni los resultados.Las magnitudes no satisfacen la necesidad ni siquiera de la reproducción de la fuerza de trabajo. Y, por otra parte, existen elementos retributivos no monetarios que se aplican discrecionalmente en determinadas instituciones. Entonces, al final, se accede a bienes y servicios subsidiados igualitariamente y todo esto suma entonces un entorno que no estimula la productividad del trabajo.
¿Cuál es el punto de partida? Creo que hay reservas en la esfera de la redistribución, y que es preciso un mecanismo de redistribución, intentando una reforma salarial –que no significa un incremento general de los salarios: son dos cosas distintas–que envíe las señales adecuadas, que corrija las distorsiones internas del sector estatal y, además, reevalúe al sector estatal propio, porque está cada vez más expuesto a la competencia por los recursos humanos que viene desarrollando el sector privado.
Esto no puede esperar, a mi juicio, la recuperación de la economía, sino que tiene que diseñarse sobre la marcha porque es justamente uno de los puntales de la recuperación de la economía.
Tenemos el fenómeno de la emigración de la fuerza de trabajo joven, primero hacia el sector no estatal y segundo hacia otros países. Podemos no entenderla como algo negativo, pero tiende a descapitalizar también sectores que son estratégicos. No es el salario la única causa, pero en definitiva es preciso recomponer las fuentes de ingresos, repensar la manera en que se van a originar esas fuentes de ingreso y cómo hacer que el origen de las diferencias sociales sea realmente un origen legítimo para el socialismo; o sea, que el origen de las diferencias sociales esté asociado justamente a la trascendencia social del trabajo. No creo que haya que esperar a que despegue la productividad para comenzar este proceso. Es complejo, hay que acometerlo cuanto antes. Estas normas salariales que todavía están imperando son “ancianas”. Tanto, que responden a un contexto absolutamente diferente al que se nos presenta. Entonces se generan distorsiones tan grandes como que, por ejemplo, un ministro X de un ramo puede tener un salario inferior a un obrero de una empresa, que quizás está vinculado directamente a los resultados de la producción y entonces puede ganar un plus mensual, y el ministro tener un salario fijo de 600 pesos. Claro, hay otras retribuciones no financieras que entonces entran a complementar esas carencias del sistema retributivo, pero que terminan siendo administrativas y discrecionales. Eso hay que transparentarlo todo, para ver cuánto en realidad es que gana un cirujano y cuánto un funcionario en determinado nivel.
Existen algunas barreras o retos, como la imposibilidad de la medición certera de los hechos económicos, lanecesidad de aprender a regular los mercados, la toma en cuenta de la necesidad de financiamiento para la reforma, las transformaciones… Este proceso requiere ser presupuestado, porque hay costos de la transformación institucional; la transformación tiene ganadores y perdedores, y cuando los perdedores son, digamos, los agentes no deseados, necesita financiamiento para compensar ese resultado; y, por otra parte, a los actores que se intente incentivar precisan un estímulo, ese incentivo requiere financiamiento. Por último, el tema de la medición, la evaluación de los impactos de las medidas que se van tomando, que es clave. ¿Cuál es el objetivo, cómo se mide? Y después evaluar cuál es el impacto de esa medida para poder “corregir el tiro” de manera oportuna.
En la cuestión de los viejos actores con nuevas reglas del juego, en estos mismos términos, no en términos generacionales, sino como agentes económicos, los distintos roles en que incluso un mismo individuo se puede desempeñar, puede ser en un escenario como obrero y en otro como consumidor; o cuentapropista o funcionario a determinado nivel. Esto se refiere a la aparición de nuevos actores, aunque no son totalmente nuevos en la sociedad, porque ya existieron en otro momento, en otro contexto. En cualquier caso, son dinámicas que hay que tener en cuenta.
Están ocurriendo muchas cosas en el país en distintos niveles y no necesariamente nos estamos enterando todos, y no estoy hablando de actividades ilícitas, sino de que este nuevo modelo con estas nuevas reglas de funcionamiento, está generando determinados comportamientos que luego hacen emerger determinados actores.
No creo que sea un problema estrictamente generacional, si bien a determinada edad es un poco más difícil conservar el espíritu innovador y estar dispuesto a transformarlo todo. Hay siempre personas más propensas que otras. En todo hay que hacer un balance y este tema no se puede plantear de manera absoluta.
Juan Triana
Hay que preguntarse si realmente existe un ambiente tal que permita que haya nuevos actores con nuevas maneras de pensar. Yo aprecio desde el liderazgo político del país, específicamente desde Raúl Castro, una actitud muy abierta hacia la discrepancia. El presidente ha intentado introducir la cultura de la discrepancia en un país intolerante. Esa es nuestra realidad. Y esa es una cultura difícil de desarraigar.
Sencillamente cuando los funcionarios públicos se atribuyen el papel de Dios y no el de ser servidores públicos, que es lo que son, hay una inversión total de roles: un funcionario público es un servidor público, no al revés; pero muchas veces se convierten en interpretadores de Dios o, como dice Silvio, en “perseguidores de nacimientos”.
Creo que hoy hay más espacio, definitivamente hay más oportunidad que hace diez años. Pero nos queda mucho por andar en ese camino. A mí me cuesta mucho trabajo pensar que desde los funcionarios que han trabajado por 20 años en el Ministerio de la Agricultura se pueda hacer una transformación realmente revolucionaria en el Ministerio de la Agricultura. Generalmente existe la tendencia a ver el futuro proyectando el pasado, y el futuro no se construye proyectando el pasado. El futuro en sí mismo el algo diferente al pasado, aunque lo contenga.
Los procesos revolucionarios necesitan de la juventud, como el cuerpo necesita de la sangre. Nosotros los que tenemos más de 55 nos podremos esforzar en ser muy revolucionarios, pero no somos ni fisiológica ni mentalmente capaces de llevarlo a cabo con la consecuencia que hace falta. Por eso hace falta que la juventud lidere esos procesos.
No solo hacen falta nuevos actores cumpliendo nuevos roles, sino, definitivamente, hay que identificar cuáles son los roles que nos hacen falta.
Los intereses existen y condicionan los procesos, a veces condicionan su velocidad. El presidente de Cuba ha repetido públicamente decenas de veces el tema de la resistencia a este proceso del cambio. ¿Y cuál es el partido de la resistencia en Cuba, cuál es el grupúsculo? No lo hay: somos todos, todos somos resistentes. Porque se nos está cuestionando nuestra propia cultura y nuestra propia manera de haber sido y eso nos hace ser resistentes, porque además todos pensamos que el Estado tiene que seguir proveyéndonos todo y que si no es desde el Estado no se puede generar empleo. Y eso es falso, la vida lo demostró.
A este Estado de 1990 hacia acá le costó mucho trabajo generar el empleo que al país le hacía falta; y en los últimos años quien ha generado empleo ha sido el sector privado o el sector no estatal. ¿Y eso es malo? Pues pienso que no, que eso es bueno. Eso, de hecho, alivia al Estado, lo descarga, pero además, genera otras potencialidades y alinea a personas que no necesariamente tienen que estar dentro de la propiedad estatal, en función de un país mejor, donde haya más posibilidades, más actores y más capacidades de participar.
Este proceso ha abierto esas oportunidades inmensas. Hay quien las ve y quien no, hay quien las sabe aprovechar, hay quien no las sabe aprovechar. ¿Que se va a producir un proceso de diferenciación? Ya se produjo antes, se va a volver a producir. Pero hace falta que sea funcional al propósito de que este país siga siendo socialista e independiente. Y si hay diferencias, bienvenidas sean. Yo sí pienso que desde el sector privado, si se trabaja mucho y se es muy bueno y exitoso, y gana mucho, qué bueno. Si vende su producción y le pagan un montón de dinero, y con eso puede irse de vacaciones: fantástico. ¿Por qué no? Esto me lleva altema de los agentes del desarrollo.
¿Qué es lo próspero? Bueno, Naciones Unidas inventó una cosa que es el índice de bienestar percibido, y hay un grupo de categorías para darlo. Lo que está claro es que los países avanzan cuando sus sectores sociales se mueven desde la indigencia hacia la pobreza, de la pobreza a la clase media, y de la clase media hasta las clases altas. Y ese proceso es ineludible en Cuba. Hay que saberlo aprovechar. Lo que sí podemos es decidir cuál es el sector medio de ingresos que nosotros queremos, cuál es el que nos es más funcional a este socialismo. Que ese sector medio esté compuesto por el científico de biotecnología, por el físico brillante, por el guagüero vanguardia. Ese es el sector que tenemos que promover. Yo no le tengo miedo a esa diferencia. Yo le tengo miedo al igualitarismo a ultranza, al igualitarismo sobre la base de la falsedad. Esa otra diferencia, sobre la base del producto del trabajo, de la capacidad de la gente para producir, de facilitarles la vida a las personas…: a esa le doy la bienvenida. Y creo que sobre esa nuestro Estado sí tiene que actuar y tiene que hacer definiciones para hacer incentivos positivos hacia esa diferencia. Hay que aprovechar mejor las capacidades de nuestro capital intelectual. Es una vergüenza que tengamos 186 categorías de trabajo por cuenta propia, y que ninguna incluya todavía el trabajo altamente calificado, por ejemplo. Ahí estamos desperdiciando un enorme potencial, en sectores donde el Estado no es capaz de generar empleo. Eso hay que revisarlo profundamente, para permitir que también esos sectores de alta calificación, desde posiciones no estatales, puedan contribuir a ese socialismo que si bien no tenemos la foto completa, sí tenemos un dibujo general.
Insisto: soy optimista. Creo que en los últimos tres años se ha hecho más de lo que se hizo en los 20 anteriores. Hay cosas que no han dado los frutos que tienen que dar, hay medidas que todavía no impactan en los resultados del producto bruto; pero, sin lugar a dudas, han sido tres años en que, cuando se enumeran los cambios, hacen una lista de más de 70 diferentes acciones que transforman maneras de comportarse y el contenido de nuestra economía.
Eso no es fácil, si estudiamos profundamente los procesos de cambio de muchos países, veremos que en muchos casos han tomado un tiempo largo.
Los cambios. Dinámica, velocidad
Ariel Terrero
Me referiré a la velocidad de los cambios, a su dinámica, su ritmo. ¿Vamos rápido, vamos lento? ¿Se puede ir más rápido? ¿Se aprovecha cada coyuntura? Antes de entrar en una valoración general, aclararé que voy a hablar de la velocidad de los cambios desde la aprobación de los Lineamientos.
Voy a referirme a tres escalas de velocidad a partir de entonces; que sonla acción legislativa del Estado; o sea, las medidas que adopta el gobierno para implementar esos Lineamientos; una segunda escala sería la implementación de esas medidas por los actores económicos de la sociedad; y una tercera escala que serían los resultados que tienen esas medidas para la sociedad.
Estamos hablando de un elemento sujeto a la percepción. Lo que para unos es rápido, para otros puede ser lento; es decir, que tiene un contenido subjetivo. Independientemente de eso, se pueden hacer algunas valoraciones.
Si hablamos desde el punto de vista de la legislación del Estado y de las medidas que ha tomado el gobierno para implementar estos cambios en la economía, ya se han mencionado algunos procesos profundos, que tocan incluso la propiedad. No solamente estamos hablando de la voluntad humana, sino en algunas ocasiones se trata de la propia influencia de la historia, porque cuando se hablaba de transformaciones de la empresa, se pensó en un momento llevar a cabo una experimentación en un grupo reducido de empresas (sector azucarero, biotecnología y la empresa de cultivo del camarón, básicamente) para después extenderlo a todo el sistema empresarial; pero la vida ha obligado a hacer ese experimento de forma mucho más extensiva. Desde ese punto de vista, las transformaciones han ido adquiriendo cada vez más velocidad.
Si vamos al nivel de la implementación de las medidas por los actores de la economía, cambian las cosas porque estamos hablando de nuevos y viejos actores en nuevos roles. Yo diría que se trata básicamente de viejos actores en nuevos roles, aun cuando se trate de trabajadores por cuenta propia, cooperativistas, etc.,estamos ante maneras de hacer, maneras de pensar, maneras de entender y ver la economía que ya estaban en cada uno de nosotros y que se reproducen. De ahí que cuando se adoptan determinadas medidas, hay empresas, hay cooperativas que reaccionan más rápidamente que otras. Estamos hablando de seres humanos, actores económicos que no en todos los casos tienen la misma preparación para asumir los cambios.
La tercera escala es la de peor comportamiento, porque los resultados, inevitablemente, van a demorar.
En este contexto, acerca de la información hay un grupo de condiciones que pueden influir en la aceleración de los cambios en la economía, sobre todo en la escala que se refiere a la implementación de los cambios por los actores económicos. Me refiero a condiciones materiales. Si no hay un financiamiento adecuado, es muy difícil implementar determinados cambios y eso tiene que ver con esa medida que se espera de flexibilizar, no tanto la ley de inversiones extranjeras, como las reglas del juego para abrir las puertas a ellas. También tienen que ver mucho las posibilidades que se van creando en la economía.
Es un proceso que requiere un estrecho control desde el punto de vista de que no se implemente una medida sin que estén creadas las condiciones para ello. Además, pudiera mencionar también las condiciones culturales, el cambio de mentalidad del que tanto se ha hablado, condiciones legales y jurídicas y, por último, una condición fundamental que es la que se refiere a la información.
Creo que todavía hay grandes vacíos en este terreno que hay que resolver. Hablo de información desde tres puntos de vista: uno es la medición, a partir de la cual se debe generar una información adecuada que debe ser comunicada a la sociedad. Esto es de suma importancia, por ser esencial para conocer la demanda, o sea, necesidades, y para conocer la oferta, la competencia. Sin este conocimiento, sin la comunicación que lo facilite, no es posible planificar y la tesis de que esta sea una economía planificada va a ser una ambición y no una realidad.
Otro elemento radica en orientar al consumidor. Si tenemos la información adecuada, se podrá tomar decisiones, orientar las transformaciones y reducir la incertidumbre natural que surge en cualquier proceso de transformaciones, más si va unido a un proceso de crisis. Es lógico que tengamos una enorme incertidumbre, no sabemos bien hacia dónde vamos. ¿Hacia dónde va la economía? ¿Cuáles son las prioridades reales que se va a abrir? ¿Cuándo se solucionará determinados problemas? La información debe fluir adecuadamente y no está ocurriendo así, incluso hay informaciones que se ofrecen que lo que hacen es desinformar, en ocasiones por parte de autoridades.
Tendremos que empezar a hablar de la economía en términos diferentes, de nuevas reglas del juego. Por lo que yo llamo “exceso de cautela”, quizás todavía se tomen medidas con determinada lentitud, con más lentitud reaccionarán los actores económicos, y con más lentitud vamos a ver los cambios. Estamos sometidos a un proceso de cambios profundo, y en la misma medida en que decidamos participar, en el que tengamos la información adecuada para participar, todo ese proceso podrá ir a mayor velocidad.
En cuanto al tema del salario, no podemos esperar una mejoría concretamente en el tema si no se transforma la economía en múltiples sentidos. Tampoco hay, ni mucho menos, que sentarse a esperar que un día mejore el salario. En julio de 2013, Raúl Castro, dice (siendo la primera vez que se emite este criterio desde el gobierno) que de la salida de la dualidad monetaria depende la solución de muchos otros problemas, como el del salario, tarifas, precios, etc., y cambia el orden en otras oportunidades se decía que había que resolver todo eso para resolver la cuestión de la dualidad monetaria. Son señales de cambio importantes.
Estamos en un necesario proceso de experimentación. Tenemos dos alternativas: le copiamos el modelo a alguien o hacemos nuestro propio modelo. Y hacer un modelo propio supone necesariamente experimentar.Estamos en un proceso de transformaciones gradual, tanto desde el punto de vista económico como desde el punto de vista cultural. Estamos hablando de una sociedad que era verticalista y centralizada en todos los ámbitos, y que ahora está cambiando su manera de ser.
La agenda del desarrollo. Problemas no resueltos en la transformación de la economía
Juan Triana
Acerca del tema del proceso de actualización, su evolución y su dinámica, quisiera subrayar que desde mi perspectiva este es un proceso de transformación que tiene en esta fase de actualización digamos que su etapa actual, porque en realidad la historia no comenzó en 2006. Comenzó mucho antes, en 1990. Definitivamente ha sido un proceso largo de transformaciones que ha acompañado una crisis de la cual nuestro país no ha salido. O sea, Cuba lleva más de 20 años en crisis, administrando una crisis –lo dijo Raúl en diciembre– y es algo que en algún momento tiene que terminar. Por eso los temas del desarrollo son tan relevantes a la hora de mirar a nuestro país actualmente y pensar en qué es lo que debemos hacer.
Evidentemente, como todo proceso, es un proceso vivo, complejo, que involucra a toda la sociedad y a todos sus sectores, y hay un tema que está permanentemente sobre la mesa: esa relación entre las ideas y la realidad, y qué pone los límites en esa relación. Es muy difícil en realidad, porque es un proceso constantemente innovador por las propias características que tiene, y por las características de nuestro país, por esa triple condición de ser un país subdesarrollado, pobre y bloqueado.
En cuanto a los problemas no resueltos, creo que hay un grupo importante. Uno es la relación entre la política económica de la actualización como la entendemos hoy y la economía política de la transición al socialismo. Ahí hay un grupo de asuntos de los cuales se puede estar hablando meses. Por ejemplo, el primero: cuáles son los rasgos que definirán al socialismo cubano, no los sabemos. Siempre he creído que nosotros nos aproximamos más al socialismo por la negación que por la afirmación. Ya sabemos que cosa no es el socialismo; o sea, sabemos qué no queremos que sea nuestro socialismo, pero no sabemos bien qué sí. Estamos en una –digamos– situación de incertidumbre en cuanto a qué es lo que queremos que sea de una manera total, no como un esbozo grande, sino ya como una fotografía con todos sus detalles; lo cual me parece, además, lógico por este mismo asunto de que es un proceso muy innovador y muy vivo.
El segundo asunto de este tema de las políticas económicas de la actualización y la economía política es qué entender por medios de producción fundamentales, que no debemos caer en la trampa de decir que el socialismo es la propiedad del Estado sobre los medios de producción fundamentales, sino que en algún momento tenemos que concretar eso y decir: los medios de producción fundamentales para el socialismo que queremos son estos, y estos no son fundamentales. Y por lo tanto, sobre esa base ya concreta, se pueden definir políticas y acciones concretas, valga la redundancia. Porque al final hay que definir políticas concretas: la economía se construye ladrillo a ladrillo.
Lo tercero: cómo ejercer de forma efectiva la propiedad social sobre los medios de producción que están en manos del Estado. ¿Qué va a solucionar ese problema?
Lo cuarto: ¿Cuáles son los límites entre lo social, lo estatal, lo colectivo y lo privado? ¿Dónde están, quién los pone? Durante mucho tiempo la prensa manejó la idea de que un dirigente de la revolución dijo que un 50% del empleo, un 40% de la producción, o algo así. ¿Es ese el límite? ¿Alguien lo sabe en realidad? ¿Es eso lo que nos conviene para el socialismo que queremos, cuando definamos qué cosa es el socialismo que queremos?
Esas son cosas de la Economía Política que no están resueltas hoy. Yo creo que en mucha razón no pueden estarlo, porque eso no está escrito. “Cómo hacer el socialismo cubano en 10 minutos” nadie lo ha escrito todavía.
Un segundo aspecto que tiene que ver con los problemas no resueltos es el de la agenda de desarrollo. Voy a hacer algunas preguntas:
¿Es posible el socialismo sin el desarrollo? Durante mucho tiempo pensamos que sí; de hecho, los que tenemos alguna responsabilidad en la enseñanza de la Economía Política, durante mucho tiempo les explicamos a nuestros alumnos que sí, que era posible el socialismo en un país subdesarrollado. Después la vida demostró que parece que no es así. De hecho, lo países que han alcanzado el desarrollo en los últimos 25 años, lo han hecho desde el capitalismo, no desde el socialismo y, para colmo de males, aquellos que eran socialistas y de pronto “nacieron” al capitalismo se vieron más atrasados que muchos de los países que habían sido capitalistas durante mucho tiempo.
Por lo tanto, eso le plantea a nuestras ciencias y a nuestro esfuerzo una cota alta en términos de solución teórica.
Lasegunda: ¿Es posible desarrollarse sin crecer? También durante mucho tiempo en Cuba se esparció la idea de que era posible el desarrollo sin el crecimiento económico. Hoy parece que la vida ha demostrado –si somos marxistas y materialistas dialécticos– que no es posible alcanzar el desarrollo sin el crecimiento.
Los países que han sido exitosos (eso está documentado, hay pruebas de la realidad) en este esfuerzo de desarrollo han logrado tasas de crecimiento mayores casi siempre del 6% durante periodos de 20 o 25 años. Ahí hay un grupo de 18 países que lo han hecho y han pasado de un status de países muy pobres a países emergentes en desarrollo.
La tercera: ¿Qué hace falta para crecer? –Una pregunta importante en un país que crece a una tasa del 3%; o sea, estamos a la mitad de esa tasa deseada–. Hay un grupo de ideas sobre eso: hace falta ahorrar, hace falta inversión extranjera; pero hace falta también un grupo de condiciones macroeconómicas que garantizan que el crecimiento sea estable y sin esas no podemos crecer.Hoy Cuba tiene realmente grandes distorsiones macroeconómicas todavía no resueltas, de las cuales algunas no nacieron en el año 1990.
Siempre hablamos de la doble circulación monetaria, de la sobrevaluación de la tasa oficial de cambio oficial de Cuba; pero la sobrevaluación de la tasa oficial del peso cubano viene desde 1958, que era cuando Cuba tenía que haber devaluado su moneda y el Banco Central no quiso por un problema de déficit en su balance comercial. Desde entonces lo hemos arrastrado y realmente ha sido desde la fiscalidad desde donde se ha asumido una parte importante de los problemas monetarios; por lo tanto esa es una de ellas.
Esto influye además en otros problemas, como el de los precios relativos. Y evidentemente esos precios tienen que estar evidenciados por las condiciones internacionales, cosa que durante mucho tiempo nuestra economía evitó. Yo sé que todavía hoy hay muchos compañeros que aspiran a que el boniato se pueda vender de nuevo a 20 kilos y le echan la culpa a la oferta y la demanda. Quitémonos esa aspiración: nunca se volverá a vender el boniato en Cuba a 20 kilos a menos que nos estemos muriendo de hambre absolutamente todos; porque sencillamente los costos de producción del boniato han aumentado. Cuando el boniato se vendía a 20 kilos, los campesinos compraban el petróleo en la bolsa negra a 2 pesos el litro. Hoy tienen que pagar 10. Si el precio del petróleo se ha multiplicado por 10, nadie puede pretender que el precio del boniato no se multiplique por 5, por 6 o por 8. Por lo tanto, más allá de la oferta y la demanda, que a veces juegan algún papel, hay que entender que los costos de producción también juegan un papel. Habría que pretender poder comprar con un salario adecuado, pero no al revés.
En el tema del desarrollo, las condiciones macroeconómicas son fundamentales, porque si no, alteran las señales de la economía, se asignan recursos a aquello que no es eficiente y se desperdician recursos.
Algo más que debemos preguntarnos con relación al desarrollo es quiénes deben ser sus agentes. Durante mucho tiempo en Cuba, por la manera en que asumimos nuestra economía, fue el Estado el principal responsable como agente del desarrollo; pero ahora nuestra economía es mucho más diversa. En aquellos tiempos el Estado era el 90% de la economía; la propiedad estatal abarcaba prácticamente toda la economía, con excepción de algunas islas en la agricultura y en flete, la transportación por camiones.
Hoy no es así. Entonces si hoy hay una diversidad de formas productivas, y todas esas formas productivas deben ser o pueden ser agentes del desarrollo. La pregunta es cómo incorporarlas de manera proactiva a ese proceso de desarrollo, y eso no está resuelto; porque muchas veces nuestra propia cultura –esaque todavía tenemos que nos agarra desde atrás y nos hala hala hacia atrás– nos impide ver las oportunidades que esas diversas formas dan a nuestra economía. Y, de hecho, eso después se plasma en instituciones, regulaciones que existen y que muchas veces impiden que esas formas participen.
Lo más notorio, que tiene que ver con la regulación discrecional, es lo que divulgaron hace muy poco la prensa y la Gaceta Oficial ampliando la participación en las ventas de los hoteles a los campesinos privados.Nos demoramos dos años para aprender que los campesinos privados también podían venderle a los hoteles; pero ahora que lo ampliamos, les dijimos a los campesinos que podían vender huevos de gallina y de codorniz: de pato no. Por tanto, el que tenga una cría de patos cerca de un hotel, y las patas casualmente pongas huevos, no podrá venderle huevos de pato al hotel. Eso es discrecionalidad positiva, que es una de las cosas peores que puede pasar en la economía, que es cuando a uno le norman qué puede hacer y todo lo que no está normado que se puede hacer, está prohibido. Por lo tanto, les van pasando por delante a oportunidades de negocio una detrás otra. Eso pasó con el objeto social, que creo anda cerca su funeral. Le decíamos a la empresa hasta en la moneda en que tenía que comerciar, y si tenía un negocio fabuloso en otra moneda, no podía ser, y sencillamente lo perdía.
Nadie ha sacado la cuenta de cuánto cuesta eso. Jamás nadie ha sacado la cuenta de cuánto dinero el país tuvo que gastar en importaciones porque los campesinos privados no podían venderle a los hoteles. Son de las cosas que cuestan en el desarrollo.
Eso me lleva al tema de las instituciones y el desarrollo; o sea, evidentemente este es un proceso donde se actualizan muchas cosas, pero donde se crean muchas cosas nuevas. La economía hoy, nuestra sociedad es tan nueva, pero tan nueva, que hay muchas cosas que no se pueden actualizar porque no existen sino que hay que crearlas. Por ejemplo, la expansión de las relaciones de mercado lleva a instituciones para que el mercado funcione bien. Ahí no hay que actualizar nada: no existían.
En Cuba no hay un organismo que regule la competencia. ¿Por qué? Porque no aceptamos la competencia. Bueno, hay que aceptarla, porque hoy un cuentapropista, una cooperativa puede hacer lo mismo que una empresa estatal y mejor; pero si le doy el monopolio a la empresa estatal, entonces nunca el cuentapropista o la cooperativa podrán competir con ella, y entonces asignaremos recursos de manera errónea a una empresa estatal que los desperdicia, que los usa ineficientemente, porque no podemos contratar a un cuentapropista.
El ejemplo de las cooperativas no agropecuarias es especial. ¿Quién decide qué cooperativa se aprueba? El organismo de referencia, que es juez y es parte. Eso no funciona. Ha ido funcionando, pero no es así. Tenemos que ir aprendiendo en esos procesos, y estamos en los primeros pasos, imagino que después eso se abra, que sea mucho más fluido, que la gente por vocación propia se una para montar un negocio cooperativo, y no tenga que esperar por que lo apruebe el ministerio de cualquier cosa, porque si no el proceso se tarda mucho.
Otro aspecto: Evidentemente a nosotros nos hacen falta reglas para evitar la discrecionalidad positiva. Y evidentemente nos hace falta que funcione mejor un grupo de instituciones que ya existen y que sí hay que actualizar. Entre ellas, la planificación. Solo lo voy a enunciar, pero con el estilo de planificación que tiene Cuba hoy no es posible avanzar en lo que queremos. No es suficientemente dinámica, no es suficientemente flexible para manejar tantas formas de propiedad diferentes.
Con relación al desarrollo, lo que nos queda es definir qué país queremos. Yo creo que el presidente Raúl ha avanzado algo. Todos desfilamos el 1ro de Mayo bajo una consigna de lo más impresionante: Queremos un país socialista próspero y sostenible.
El asunto está en quién le pone el cascabel al gato. El tema de la prosperidad no es tan fácil. Es muy bonito decir que el socialismo está asociado a la prosperidad de las personas; pero en Cuba la varilla de la prosperidad está muy alta. Mientras que en Bolivia una familia se considera próspera si su hijo puede matricular en una escuela, en Cuba eso lo resolvió la Revolución hace 40 años. Mientas que en un país como El Salvador una familia se considera próspera si de los tres niños que nacen, uno o dos llegan a la edad de adultos, en Cuba prácticamente llegan todos. Eso lo resolvió la Revolución hace 30 años. Entonces cuando usted toma los índices de bienestar que usa Naciones Unidas, ya Cuba pasó esa varilla: estamos en el nivel alto, por lo tanto la varilla de la prosperidad en Cuba es muy alta y muy distinta a otros países, y mucho más compleja. Pero necesariamente tenemos que ser un país próspero.
Para mí, ser próspero es que el P12 (ómnibus) pase cada 3 minutos frente a mi casa, por ejemplo. Pero en Mayarí Arriba ser próspero es lograr que un camión serrano pueda sacarlo una vez al día hasta la carretera. Son dos tipos de prosperidad totalmente diferentes. Y en ese sentido es complejo y lo subrayo, porque la meta del desarrollo no es una meta simple: es una meta compleja.
Quiero terminar con una frase de José Martí. Dice: “Ser bueno es el único modo de ser dichoso. Ser culto es el único modo de ser libre. Pero en lo común de la naturaleza humana, se necesita ser próspero para ser bueno”. De eso se trata, de lograr una sociedad buena; pero para lograr una sociedad buena tenemos que ser una sociedad próspera; si no, no lo vamos a lograr. De la miseria salen miserables y, de vez en cuando, algún virtuoso. Pero las revoluciones no se hicieron desde la miseria, no es la miseria lo que las provoca: las provoca la desigualdad. Los miserables, los que apenas tienen para comer, prácticamente no tienen tiempo para pensar en revoluciones. Por eso hace falta ser próspero, para además poder pensar en el futuro. Tenemos que pensar en el presente, en lo cotidiano, en las necesidades vitales, o no podemos proyectar el futuro.
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