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Las cooperativas no agropecuarias se
expanden por el país como otra fórmula para liberar las fuerzas productivas. Al
igual que a toda criatura, no le faltan tropiezos
Antes mandaban cualquier cosa, y
aunque estuviera a punto de perderse no podíamos bajar el precio. Ahora
determinamos qué se vende y por cuánto, y además podemos comercializar los
productos libremente, se ufana Carlos Rodríguez, vicepresidente de la
cooperativa no agropecuaria de 26 y 41, en el Vedado capitalino, con el
convencimiento de quien comienza a tener la autonomía y autoridad que antes le
eran negadas.
Esa cooperativa, que se dedica a la
venta de productos agrícolas, fue de las aprobadas en julio de este año por la
dirección del país, como parte del primer grupo experimental.
«Con esta nueva forma de gestión
aumentaron nuestros ingresos. Antiguamente el salario mínimo era de 250 pesos y
ahora el anticipo que recibimos mensualmente ha estado alrededor de los 450,
según las ventas y lo que acordamos entregar entre todos los socios», comentó
Rodríguez.
Ya suman 270 cooperativas no
agropecuarias aprobadas en Cuba, de las cuales 124 comparten el escenario
económico desde el 1ro. de julio. Otras dos sugeridas por el Estado no
estuvieron de acuerdo en constituirse y continuaron con su forma de gestión
estatal. Este 1ro. de octubre 71 iniciaron sus labores, en tanto otras 73
fueron aprobadas recientemente por el Consejo de Ministros y deben comenzar a
funcionar a finales de año.
Incipientes aún, las cooperativas no
agropecuarias son otro paso en el interés de liberar las fuerzas productivas.
Es diferente al trabajo por cuenta
propia en cuanto a concepción, procedimientos legales de creación, adquisición
de materias primas, formas de pago y desenvolvimiento.
Del primer grupo, 112 se
desprendieron del sector estatal y el resto surgieron esencialmente de
trabajadores por cuenta propia, explica Sergio Espinosa, segundo jefe del Grupo
de Perfeccionamiento Empresarial de la Comisión Permanente para la
Implementación y Desarrollo de los Lineamientos. No obstante, señala, las ideas
también parten de personas naturales y hasta el momento ninguna de las
propuestas ha sido rechazada.
En el caso de los interesados que no
muestran opiniones claras o proyectos definidos, especialistas del Grupo de
Perfeccionamiento Empresarial los asesoran en la fundamentación de la
propuesta. Además, resalta Espinosa, que en la cadena de aprobaciones solo pueden
hacerse sugerencias, pero nadie está facultado para impedir el proceso.
Las cooperativas, comenta, tienen
aprobada la compra de útiles y herramientas, así como el arrendamiento de
inmuebles y medios de transporte. «Su llegada no implica privatización, pues el
Estado, en representación del pueblo, mantiene la propiedad sobre los medios
fundamentales», aunque ello no debe implicar ceder en la independencia clásica
de esta forma asociativa.
Por su escaso desarrollo, algunas
personas aún tienen temores y esperan su evolución antes de decidirse. Datos
del Ministerio de Trabajo y Seguridad Social publicados en JRrevelan que el trabajo por cuenta propia ha aumentado
en un nueve por ciento en los últimos ocho meses, lo que no ocurre con el
cooperativismo, por ser este un proceso más experimental, y por el posible
desconocimiento de sus ventajas, que ocasiona que no sean muchas las
solicitudes de constitución.
Vladimir Regueiro, director de
Ingresos del Ministerio de Finanzas y Precios, afirma que esta es una forma más
atractiva desde el punto de vista impositivo. El tributo para las cooperativas,
establecido en la Ley 113, toma en consideración la participación y el nivel de
distribución de la ganancia que se ha generado y es menos gravoso que para los
trabajadores por cuenta propia.
«En el caso de las cooperativas no
agropecuarias hay una consideración de los gastos en que esta haya incurrido,
mientras que para los trabajadores por cuenta propia se descuenta lo estipulado
sin contemplar los gastos. También se exoneran del pago del arrendamiento hasta
un año a aquellas cooperativas que asuman en el transcurso del primero de su
existencia la reparación de las instalaciones estatales arrendadas.
«Otra diferencia es que los
trabajadores por cuenta propia contribuyen con una base de un 25 por ciento y,
en el caso de las cooperativas, es de un 20. Ello muestra que el país favorece
formas más socializadas de gestión», explicó el especialista.
Historias
de socios
Los socios del mercado de 26 y 41
dicen trabajar ahora con más ánimo y dedicación, porque saben que sus ganancias
dependen del resultado. Wilmer López, uno de ellos, define este paso como
beneficioso, pues opina que a la larga creará competencia, mayor calidad y
reducción de precios.
«En el primer mes nos fue bien,
aunque en el segundo bajaron las ventas. Sin embargo, se pagó la misma cantidad
a los socios porque el análisis se hace por año fiscal. Al final de este se
calculan las utilidades, se crean reservas y se reparten las ganancias reales
de las que disponemos. Eso es mayor que un salario fijo», afirma satisfecho el
vicepresidente de esta cooperativa.
Este tipo de sociedad sustituyó a los
mercados agropecuarios estatales (MAE), muchos deprimidos en cuanto a calidad y
variedad de mercancía, y ahora renacen con grandes ofertas, aunque a precios
más elevados en algunos casos, como lamenta Maritza Pérez, cliente asidua de 26
y 41.
Para adquirir los productos, los
cooperativistas acuden, sin necesidad de intermediarios, al punto de venta del
mercado concentrador de 114, en Marianao. De las ventas del día anterior, una
cantidad de las ganancias se utiliza para las compras, y otro fondo, depositado
en el banco, se emplea para gastos extra. Además, pueden suministrarles
productos a las empresas.
Según establece el Decreto Ley 305,
para realizar los trámites de la conformación, se confecciona un expediente con
diversos aspectos, como el objeto social, diseño financiero, inmuebles y otros
bienes para arrendar; medios, utensilios y herramientas que se van a
vender; bienes o servicios que constituyen el pedido estatal y precios de
bienes y servicios que se brindarán, entre otros.
Seguidamente se presenta al notario,
al Banco, a la Oficina Nacional de Administración Tributaria y al registro
mercantil para legalizar la cooperativa.
Cada cooperativa aplica normas
específicas de contabilidad y elabora sus planes de ingreso y gasto en
correspondencia con el nivel de producción y servicios proyectado. Al final de
cada ejercicio fiscal se determinan las utilidades que se van a distribuir, de
acuerdo con lo establecido en sus estatutos.
Como dictan sus documentos rectores,
elaboran sus planes anuales de producción, servicios, ingresos y gastos. De la
utilidad obtenida después de pagar los impuestos, la asamblea general de socios
determina la proporción que se distribuirá, según el trabajo de cada cual.
También se fija lo que se empleará para otros gastos.
Si alguna de las cooperativas tiene
deudas con el presupuesto del Estado o los bancos, variará la distribución de
utilidades. Si existen pérdidas, se solventarán por medio de la reserva para
cubrir contingencias, según estipula el Decreto que estableció su constitución.
Según señalan las leyes de esta forma
de gestión, como personas jurídicas que son consideradas legalmente,
pueden participar en la importación y exportación mediante los mecanismos
establecidos en el país para todas las empresas, y acatando las regulaciones de
los ministerios de Comercio Exterior y la Inversión Extranjera.
¿Cómo
se maneja una guarandinga?
Al transporte público se le intenta
despertar con este modelo de gestión. En Artemisa y Mayabeque ya se observan
los primeros beneficios, gracias a la presencia de los llamados semiómnibus,
bautizados popularmente en otro momento como guarandingas.
Yanitza Martínez, pasajera habitual,
agradece la aparición del cooperativismo en este sector. «Cuando los
semiómnibus comenzaron a circular de forma estatal, el horario era irregular y
fallaban. Ahora tienen mayor constancia».
Ricardo Córdova, presidente de esta
cooperativa en Artemisa, expone que 69 socios cumplen el encargo social de
cubrir, en los horarios establecidos, las 19 rutas existentes hacia municipios
y poblados de la provincia. Una vez cumplido el viaje, pueden alquilar el
semiómnibus con otros destinos.
Declara que los pasajeros agradecen
el cumplimiento de las rutas, además de las buenas condiciones de los vehículos
y que durante el período de prueba, trasladaron como promedio unas 11 500
personas al mes y recuperaron conexiones hacia zonas de difícil acceso.
A la capital también llegaron las
cooperativas sobre ruedas. En plena faena de mantenimiento encontramos a
algunos de los socios de la de Taxis Ruteros 1, ubicada en Cuatro Caminos, que
cubre la ruta desde el parque El Curita hasta Santiago de las Vegas y Micro X,
en Alamar.
Cuenta con 105 socios entre
administrativos, mecánicos, jefes de turno, obreros de mantenimiento y
choferes. Tienen capacidad para arrendar 46 vehículos y solo utilizan 37,
porque los restantes no poseen las condiciones técnicas.
Según Alexander Leyva, su presidente,
estos ómnibus operan con una concepción distinta. Su misión es el transporte de
pasajeros, «pero ahora todos somos socios de la cooperativa y buscamos,
gestionamos y garantizamos el trabajo de la misma. En el mes de agosto se
transportaron 174 724 pasajeros con 24 ómnibus trabajando. De enero a julio,
con el mismo número de vehículos, no habíamos alcanzado esa cantidad.
«Los ruteros y el local fueron
arrendados a la Empresa de Taxis Servicio Regular de La Habana. El Estado vende
el combustible, las baterías, neumáticos y piezas de repuesto fundamentales con
un precio diferenciado, lo que garantiza que el precio del pasaje no sobrepase
los cinco pesos.
«Esta diferencia, con respecto al
combustible, consiste en una conversión especial que nos permite adquirir un
CUC con 10 CUP, en lugar de los 24 que establece la tasa oficial, por lo que el
litro lo obtenemos por un valor de 12 pesos».
Mantienen las mismas rutas, paradas y
horarios y, según el presidente, los carros están mejor identificados, con
confort y limpieza. Para arrendarlos tienen la posibilidad de solicitar crédito
bancario, y reciben anticipos mayores al que tenían como salario cuando eran
empleados públicos.
«En una asamblea tomamos nuestras
decisiones, seleccionamos al presidente y elaboramos los reglamentos, aspectos
que revisamos todos los meses. No hemos acudido al Banco a solicitar créditos
porque no ha hecho falta, debido al aporte de 500 pesos que hizo cada socio con
el propósito de conformar un capital para sostener las operaciones iniciales.
«Como en todos los cambios, aún se
precisa interactuar. Los trabajadores con más de 30 años de servicio tienen sus
dudas sobre el éxito. Existen la motivación y los deseos porque todos sabemos
que un anticipo mensual es mayor que un salario, pero el proceso tiene sus
incógnitas, como es lógico en estos cambios, y fluye lentamente», arguye.
Como explicaba Sergio Espinosa, en el
caso del aporte inicial puede ser distinto, según las posibilidades de cada cual
y depende del acuerdo de los socios. «Ello no quita que tengan los mismos
derechos y deberes; no habrá un beneficio superior por contribuir con más
capital. Lo que define el ingreso es el trabajo de cada quien».
Las cooperativas de servicios
auxiliares al transporte también apoyan el movimiento de personas. La fregadora
de vehículos La Cubana, ubicada en la calle Zapata, reabrió gracias a esta
nueva forma de gestión. Hoy ofrece servicios como cooperativa a personas
jurídicas y naturales.
Según José Ballén —uno de sus cuatro
asociados— han mejorado las condiciones de trabajo y ofrecen un servicio
completo, de mayor calidad, con variedades que antes no tenían, aunque el
precio varió de 3,50 a 50 pesos.
De esto da fe Léster Lezcano,
visitante habitual de la entidad, quien atestigua que ahora aumentó la rapidez
y eficiencia del trabajo. «Es verdad que antes el precio era menor, pero no
había todos los medios ni servicios de fregado a presión, aspiradora y
silicona», indica.
Lo que fue salario se ha convertido en
anticipo y aumentó de 250 pesos mensuales hasta los 500 o 600 que últimamente
han repartido. Como han establecido los socios, en su caso ingresan al Banco la
recaudación total semanalmente, reservando siempre en el centro un fondo para
gastos inesperados.
Al final del mes se decide lo que
recibirán como anticipo y lo que quedará como utilidades, dejando el margen
para pagos necesarios como el agua, la electricidad y el arrendamiento del
lugar, así como la compra de útiles imprescindibles como los que adquirieron
con el aporte inicial de la cooperativa.
La nueva forma de gestión también ha
dado sus frutos en la recogida de materias primas. Los asociados de la
cooperativa de este tipo ubicada en Artemisa compran a la población y trabajan
en la contratación con las empresas. Orlando Falgueiras, su presidente,
puntualiza que su encargo social entraña la recuperación de 14 productos como
acero, aluminio, bronce, cartón, cristal y papel.
«La recuperación creció en alrededor
de 180 toneladas de materia prima, comparada con igual etapa del año anterior,
cuando funcionábamos como unidad básica empresarial (UEB) y ello permitió
ingresar al Estado cerca de un millón de pesos.
«La actual forma de gestión garantiza
el pago en efectivo y al momento a los clientes particulares, lo cual
constituye un estímulo, mientras que las empresas cobran todos los productos
que reciclan, como las baterías y la chatarra electrónica, que antes no eran
comerciables en la UEB», explicó su director.
Oferta
y demanda: ¿quién paga?
Las cooperativas no han contribuido a
la disminución de precios que muchos esperan. Sin embargo, estos no responden a
capricho o imposición. Existen diversos criterios sobre si en Cuba debe haber
disminución de precios o incremento de salario, en base a las condiciones
actuales de la economía, como fundamentan especialistas.
En las entidades del transporte los
precios al público no tuvieron variaciones significativas, pues compran un
combustible con precio diferenciado por el Estado, pero la variación de tarifas
en los mercados agropecuarios afectó a los ciudadanos de menos ingresos.
«Es cierto que los MAE tenían ofertas
insuficientes, pero a menor precio, que permitían a un jubilado como yo comprar
alguna viandita. Con estos precios la cuenta no da», lamenta Juan Manuel
Álvarez.
Según el vicepresidente del mercado
de 26 y 41, los precios han subido porque ahora el cooperativista compra el
producto al campesino, y agrega, según estime, un 25 o 30 por ciento en la
venta. «Pago a 3,50 y vendo a 5, por ejemplo», ilustra.
A lo anterior se suma que los
asociados deben cubrir costos que antes asumía la Empresa Provincial de Mercado
Agropecuario: pago de arrendamiento del local, transporte, electricidad, agua,
gas, telefonía…
De las variaciones de precios en los
mercados agropecuarios están exentos el arroz, la papa y el chícharo,
protegidos por decisión del Estado, que los suministra a las nuevas
cooperativas con un 20 por ciento de descuento. En el caso de la recuperación
de deshechos, tampoco varían los precios porque no puede encarecerse el
producto final, según establece la ley.
Más
socios
A partir del 1ro. de octubre sectores
como la gastronomía y servicios al cliente, entre estos lavanderías, barberías
y salones de belleza, comenzaron a experimentar como cooperativas, en lo que
las autoridades competentes llaman el segundo grupo de esta experiencia.
En la capitalina esquina de 1ra. y F,
la cafetería El Recodo debió iniciar también, pero problemas en la plomería del
lugar ocasionan tupiciones e inundaciones, por lo que los socios están a la
espera de la Empresa Provincial de Saneamiento.
Juan Antonio Baso, quien trabaja hace
cuatro años en el centro como dependiente y ahora se convirtió en presidente de
la cooperativa por el voto de los socios, dijo que el reporte de la situación
está hecho desde el pasado día 30 y, aunque tienen el apoyo de las autoridades,
la situación persiste.
«La Empresa de Comercio y Gastronomía
sigue abasteciendo productos de elaboración industrial como el cigarro y el
ron, con precios topados. Otros alimentos se compran con el establecido
descuento del 15 por ciento.
«Con esta nueva forma de gestión
planificamos elaborar y vender otros productos que la gastronomía del sector
estatal no permite y brindar servicios como juegos y música, que contribuyen a
una mejor estancia para los clientes», enfatiza.
Sobre este segundo grupo de
cooperativas, Sergio Espinosa argumenta que ya están expandidas en todo el
país, con al menos tres asociaciones en cada territorio. «En el nuevo paquete
hay, además de los sectores ya existentes, dos de producción alimentaria, 15
encaminadas al diseño y producción de muebles y 16 ornitológicas.
«Entre las de comercio existen dos
restaurantes que llevaban años cerrados por su deterioro; estaban casi
abandonados y hoy renacen. También se rescataron oficios tradicionales que
brinda la Oficina del Historiador de La Habana, como el transporte en coches y
el trabajo con vidrio, piel y hierro».
El especialista recuerda que no
hablamos de un proceso masivo, sino de experimentación y aplicación gradual en
sectores fundamentales para el país. Además, adelanta que la aspiración es que
el tercer grupo, aprobado recientemente, comience a funcionar antes de que
termine el año.
En este se contemplan 73
cooperativas. De estas, 41 se desgajan de la actividad estatal y 32 de la no
estatal; 38 se dedicarán al comercio y la gastronomía, una a la industria, 33 a
las construcciones y una al transporte.
Se han establecido asociaciones en
servicios de traducción, informática y contabilidad, pues solo se aprueba lo
que está recogido entre las actividades del trabajo por cuenta propia. Sin
embargo, el país sigue trabajando por ampliar el diapasón, como muestra la reciente
resolución instituida en el sector no estatal, dijo Espinosa.
Tropiezos
Pablo Chaviano, logístico de la
cooperativa capitalina de Taxis Ruteros 1, advierte que la planificación de
ingresos para constituir la asociación se realizó con vehículos de 22 y 23
asientos y hoy solo tienen de 17, lo que influye directamente en los ingresos.
«El índice de consumo es de cuatro
kilómetros por litro de petróleo. Si en el día caminan 400 kilómetros y
utilizan 102 litros, el carro tiene un gasto en combustible de 1 224 pesos
diarios, con una recaudación aproximada de solo 1 500 pesos. El margen
comercial es poco para otras operaciones. Peor ocurre con los carros de 11
asientos».
Comenta Chaviano que aún no existe el
ambiente necesario para cumplir las proyecciones monetarias de la cooperativa
pues, además de la situación con los asientos, presentan dificultades en las
condiciones constructivas del local donde residen y se aplica el mantenimiento
a los vehículos.
Aunque el anticipo constituye una
ventaja si se compara con el salario, inferior a 500 pesos mensuales; de los 2
500 pesos estimados con un funcionamiento óptimo, en agosto cada socio recibió
entre 1 100 y 1 500, una cifra mayor que el salario que recibían como empleados
públicos, pero que, al decir de sus directivos, no era la calculada.
«No tenemos una utilidad
representativa porque el gasto de combustible representa el 64 por ciento de
los ingresos. Ello quiere decir que de cada peso que producimos, demandamos
gastar 64 centavos en combustible. Solo quedan entonces 36 centavos para
arrendamiento de local y vehículos, pago de seguro del ómnibus, gastos en las
piezas que adquirimos, a precios diferenciados, mediante los contratos con
distintas suministradoras estatales, pagos de agua y electricidad. Y aún debe existir
un extra para pagar el anticipo a los socios», subraya Leyva.
Además precisa que el local donde se
encuentran es el mismo en que han trabajado durante cuatro años y no posee
baño, agua ni comedor. «La Empresa de Taxis Servicio Regular de La Habana, que
es la arrendadora, está financiando toda la reparación, que aún demora.
«Realizamos los contratos de
electricidad, agua y teléfono, pero no tenemos fecha de terminación con el
asfalto. Eso deteriora la técnica y el sistema interno de la base, ya que el pavimento
está muy deteriorado y la Empresa de Viales solo se encargó de la entrada, aun
cuando se hicieron los contratos», dice.
Sergio Espinosa reafirma que no todo
anda bien y refiere algunos de los contratiempos que enfrenta hoy el
cooperativismo. El primero está en la compra de materiales, pues algunos
organismos les niegan el descuento del 20 por ciento en las ventas mayoristas.
«En el sector de la construcción hay
entidades que todavía no saben que pueden contratar a la cooperativa como a
cualquier otro sujeto económico. Algunas empresas trabajan con un
cuentapropista, y si este pasó a una cooperativa, quieren cancelarle el contrato,
pero ambos son sujetos económicos y están en igualdad de condiciones para
recibir y ejecutar acciones».
Según declaró Espinosa, uno de los
problemas es que algunas entidades alegan no tener facultades para realizar
operaciones con las cooperativas.
La inexperiencia también provoca
molestias a algunos asociados y alarga los procesos de aprobación. Tal como
advertían algunos lectores que se comunicaron con el periódico, la cadena de
aprobaciones debe estar a la altura del enorme salto de actualización y
flexibilidad que implica esta medida.
Solo se espera que estas dificultades
sean expresión de una criatura que nace, porque esta fórmula debe ser la que la
economía y la sociedad cubanas necesitan.
Tomado Juventud Rebelde
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