Foto: Ismael Francisco/Cubadebate.
Por Jessica Arroyo, Thais Gárciga, Anniet Navarrete y Lied Lorain, estudiantes de Periodismo.
Hace días no veo bien a Duquesa, no quiere comer, ni jugar, tampoco ladra cuando pasa el panadero; voy a llevarla a la clínica.
Después de examinar a mi perra, el veterinario le diagnostica neumonía. En un método indica forticillín, pero acto seguido señala que en la clínica en esos momentos no hay. En su lugar recomienda penicilina o rosefín, no disponibles para los animales. Ante la situación le pido dispense una, pero alega que los veterinarios no disponen de prescripciones para la red de farmacias de Salud Pública.
La mayoría de los dueños de animales afectivos que se acercan hoy a las clínicas y consultorios veterinarios, se quejan porque no existe un lugar donde poder adquirir las medicinas que faltan en estos centros.
En Cuba, hasta mediados de los años 90, los veterinarios sí estaban facultados para recetar medicamentos disponibles en la red de farmacias. Como consecuencia de la posterior escasez de materias primas y la crisis socioeconómica del Período Especial, los limitaron a solo expedir métodos.Simultáneamente, las clínicas no cuentan con las medicinas (antipiréticos, antieméticos y anticonvulsivos) para completar los tratamientos contra un grupo de enfermedades.
“Si una mascota está enferma y su dueño la lleva al veterinario, este le da un método donde indica el procedimiento a aplicar y si el medicamento se encuentra en el área de farmacia de Salud Pública, tiene que gestionar su compra, porque no es válida la emisión de recetas por parte nuestra para ese tipo de establecimiento”, explica Waldo Hernández, especialista a nivel provincial en Clínicas y Consultorios Veterinarios.
Casi el total de los dueños de animales afectivos, aunque sea una vez en la vida de su mascota, visitan las clínicas veterinarias. Foto: Thais Gárciga/Cubadebate.
“Como a veces no hay, ellos (los veterinarios) te dicen, bueno, cómprale diez bulbos de penicilina, pero quien tiene que emitir la receta es el médico de la familia” acota Emerio Santos, Director Provincial del Instituto de Medicina Veterinaria (IMV).
Lila Marban, protectora de animales, nos dice: “existen farmacias para mascotas como Almiquí y Animalia, que ofrecen sus productos en CUC. En ocasiones solo venden, por ejemplo, un antibiótico de 50 mililitros (ml) en 25 pesos, cuando en realidad mi perro solo necesita cinco o seis mililitros”.
“Nosotros respondemos al Instituto de Medicina Veterinaria, que a su vez, se subordina al Ministerio de la Agricultura, por lo que nuestro único proveedor es el Grupo Empresarial Laboratorios Biológicos Farmacéuticos (LABIOFAM). Esta es la causa del desabastecimiento en las clínicas; los medicamentos que no produce ni comercializa LABIOFAM, nadie nos lo da, explica Miguel Ángel Ruiz, especialista principal y director de la clínica de animales afectivos “José Luis Callejas”, más conocida como “la de Carlos III”.
LABIOFAM es la mayor empresa productora de medicamentos para uso veterinario en el país y aunque no constituye la única de su tipo, sí posee el peso y la responsabilidad social mayor.
“Esta es una empresa estatal y su interés es social. A nosotros sí nos interesa que llegue a todos, desde las cooperativas hasta el que tiene mascota en su casa. Ahora, nuestro catálogo está hecho con la finalidad de satisfacer primero la demanda de los animales que aportan beneficios (carne, dinero, etc.) y en un segundo plano, animales de tipo afectivo.”, declara Lyam Lam Vargas, asesor jurídico de la Empresa de Productos inyectables de LABIOFAM.
Muchas personas consideran que poseer una mascota en nuestros días se está convirtiendo en un lujo y a la vez en un problema. Jessica Arroyo/Cubadebate.
“Aunque tú quieras tener un perro, eso es algo muy personal tuyo, y no conozco que se hayan hecho estudios de la efectividad de estos productos en animales afectivos; nuestra línea farmacéutica no está pensada para ellos”, agrega, al ser interrogado sobre el objeto social al que está destinada la producción.
Similar situación ocurre con los anestésicos generales, insumos y materiales: placas, yeso, gaza, jeringuillas, guantes, hilo de sutura, bisturí, algodón y alcohol. En el caso de estos últimos, son esporádicamente surtidos por el Establecimiento de Suministros Médicos (ENSUME).
Al respecto, Waldo Hernández precisa: “nosotros no tenemos convenio con ningún otro laboratorio, porque pertenecen al Ministerio de Salud Pública (MINSAP). Sin embargo, el mercado de mascotas tiene necesidad de estos medicamentos. En este caso, por ejemplo, los garrapaticidas son importados y, por tanto destinados a animales económicos”, en resumen, el IMV no cuenta con todo el apoyo de otras instituciones para mejorar o solucionar estos obstáculos.
“Nosotros mantenemos con el MINSAP relaciones profesionales; o sea, que el departamento de Zoonosis lo atiende un veterinario para enfermedades como la rabia o la leptospira que son transmisibles; pero desde el punto de vista administrativo, para adquirir medicamentos, no tenemos ningún vinculo con dicha institución.” explica Emerio Santos, Director del Instituto Provincial de Veterinaria.
Luego de probar suerte con los botiquines de los amigos, en policlínicos y hasta en un cuerpo de guardia, ¡al fin tengo los bulbos de penicilina! Voy corriendo hacia la clínica para que el veterinario me inyecte a Duquesa. Espero poder resolver.
“Nosotros los veterinarios aceptamos que las personas traigan medicamentos cuando llegan a la clínica. Cómo negárselo, si yo aquí en el consultorio muchas veces no los tengo disponibles. Por ética humana y amor a la profesión, mi deber primero consiste en salvarle la vida a un animal; por tanto, no les voy a decir: ´lo siento, pero no puedo aceptar ese medicamento´, y dejar que el animal se vaya adolorido, o en el peor de los casos se muera”, nos relata el Licenciado en Veterinaria Ibrahim Acosta, mientras presenciamos una operación que realiza en su consultorio en el municipio Centro Habana.
Otro especialista, Juan Antonio Portales, ex-vicedirector de la clínica veterinaria de Playa, comparte ese punto de vista: “las operaciones en las clínicas y consultorios son fruto de los trámites extras por parte de dueños y veterinarios que desean salvar la vida de los animales. Al no recibir la anestesia general, las cirugías se llevan a cabo gracias a las gestiones de ambas partes o a donaciones de terceros, como pueden ser las Organizaciones No Gubernamentales (ONG)”.
En el caso de las donaciones de medicamentos, el doctor Ruiz aclara que sí se registran en un acta cuando llegan, aunque no se cobran; solo se paga el servicio del veterinario. A la par, no existe un mecanismo de control para los fármacos traídos por los clientes al centro, y “sí conocemos que existe la venta ilegal; sin embargo, es difícil detectarla, mas, cuando se descubre se sanciona, de lo contrario el veterinario queda como el salvador de la mascota”.
Cuando las clínicas o consultorios están faltos de los recursos para la aplicación de una cura para los animales, el dueño acude lo mismo a un policlínico, a la farmacia del MINSAP, que al cuerpo de guardia más cercano implorando por una gentamicina o penicilina. Las personas no escatiman esfuerzos para salvar la vida de sus animalitos. Para ellos, sus perros, gatos, aves, no son una mera compañía o entretenimiento, sino un miembro más de la familia, y a nadie le gusta ver sufrir a un ser querido, mucho menos dejarlo morir.
Foto: Rossana Berjaga/Cubadebate.
Hoy día el nivel de oferta de medicamentos se encuentra por debajo de la demanda. Así lo refieren Laura González, dueña de un dálmata de un año; Alejandro Pérez, junto a su pastor alemán de tres meses; y varios clientes asiduos a cualquier clínica de la capital, donde la situación es similar en todas ellas.
El Instituto de Medicina Veterinaria, que se encarga de la distribución de fármacos, no posee un mecanismo que le permita conocer con exactitud la población animal; pese a ello, se vale de métodos como las campañas de vacunación y encuestas, según explica Santos.
“A nuestras clínicas no está asignada una cantidad determinada. Si estamos necesitados de antibióticos, vamos y hacemos el pedido (a LABIOFAM) en función de cubrir las necesidades. Si tenemos un stock, lo cubrimos. No almacenamos, porque se nos vencen los productos, y, en el caso nuestro, jugamos con una cantidad de dinero asignado”, acota Hernández.
Otra de las cuestiones que afecta el uso de los medicamentos existentes es su presentación; o sea, el tamaño del envase, lo cual, por una parte, confirma que estos productos son pensados para animales de producción, para que una vez abierto el frasco se use todo su contenido de una vez. No pasa así en las clínicas veterinarias, donde cada paciente puede necesitar un medicamento diferente, y donde, una vez abierto el frasco es difícil conservar su contenido pues las condiciones de las clínicas, para nada óptimas, no lo permiten.
Al respecto, Carla González Alfonso, Jefa de Unidad Comercial de la Empresa de Productos Inyectables de LABIOFAM, dice: “Nosotros tenemos presentaciones de 5 ml, que son frascos chiquitos, hasta de 500 ml, que son los sueros. Hay otros casos en los que un mismo producto tiene formatos diferentes, en dependencia de la demanda y de los frascos que tengamos en ese momento, los cuales son además importados.
“Si hay demanda de un producto en 100 ml y en ese momento no han llegado los frascos, yo lo produzco en otro, porque a la hora de atender al paciente lo que se necesita es tenerlo, y da igual cómo esté envasado”.
Sin embargo, el Director del Instituto Provincial de Veterinaria afirma: “Nosotros hemos tenido pérdidas por eso, incluso la vacuna contra el cólera nos llega en frascos de 25 dosis, y tenemos que ponerla antes de la hora porque después de ese tiempo se echa a perder. Si no hay 25 animales no la ponemos”.
Es decir, es este un problema que solo la industria puede solucionar, pero las mismas carencias de la institución lo impiden; o tal vez la mala gestión en cuanto a la compra de sus frascos, contra la demanda que han recibido de sus compradores, no permite la solución de un tema que solo ocasiona pérdidas.
Existe la idea generalizada de que los animales afectivos son de un interés meramente sentimental, porque su muerte no va a ocasionarle una pérdida económica al país; no obstante, la atención veterinaria no se ofrece de forma gratuita y reporta ganancias
Solo en La Habana, según Santos, estamos hablando de alrededor de los 300 mil pesos CUP y de unos cuatro mil o cinco mil pesos CUC mensuales. La pregunta sería entonces cómo el IMV que produce tal cifra cuenta con una infraestructura tan pobre.
“Ese dinero se deposita en los bancos del Estado, va al Ministerio de la Agricultura y es este quien le asigna un porciento al Instituto de Medicina Veterinaria; o sea, que de esa cantidad a nosotros nos dan un dos o tres por ciento. Nosotros somos presupuestados con carácter especial, porque nos dan dinero para inversiones, para construcciones, etc., pero somos presupuestados”, asegura Santos.
Para la compra anual de medicamentos la Dirección Provincial de La Habana del IMV recibe alrededor de medio millón de pesos, cifra muy cercana a lo que mensualmente producen las clínicas veterinarias, que no obtienen la totalidad de esa compra, ya que cerca de un 30 por ciento va destinado a animales productivos, cantidad que ha disminuido gracias a que las UBPC pueden comprar directamente sus medicamentos a LABIOFAM.
A cada clínica se le exige un plan de ingreso monetario cuyas metas rozan cifras fantásticas, pues estas no se corresponden con lo surtido que se le surten para trabajar mensualmente. Al indagar con el director de la clínica de Carlos III sobre cómo justifican y hacen posible que las cifran cumplan la norma nos responde: “Lo justificamos gracias al inmenso amor que la población le tiene a sus animales”.
Ya Duquesa se siente mejor, se le nota en sus ojos, hasta la cola vuelve a menear cada vez que tocan a la puerta. Suerte que no fue ninguna de esas enfermedades raras que provocan la muerte, o de las que se transmiten a los humanos, que llevan a que sean sacrificados para impedir su propagación.
No todas las enfermedades tienen igual prioridad en cuanto a disponibilidad y manejo de los remedios para ellas. La vacuna contra la rabia es manejada por el MINSAP, razón por la cual no se ofrece en las clínicas, mientras que la de leptospira sí figura dentro del listado de precios, junto a la del parvovirus.
“Soy de la opinión que las vacunas contra la rabia y la leptospira deberían aplicarse gratis, para así crear el hábito a la población de prevenir las zoonosis”, argumenta el cirujano Portales .
“Nosotros tenemos la responsabilidad moral de que ningún animal se nos muera”, asegura Lyan Lam, pero es solo un compromiso moral, realmente si el animalito fallece no pasa nada. ¿Y por qué no pasa nada?
“En este momento no existe en la Isla ninguna ley de protección animal. La Comisión Nacional de Bienestar Animal, a partir de 2001 comenzó a investigar si existía alguna que abordara este tema. Dentro del sector veterinario aparece la 137, del Sistema de la Veterinaria en Cuba, referida al bienestar. Desde entonces nos dimos a la tarea de proponer algún proyecto de ley para la creación de una norma jurídica.
“El primero se presentó al Ministerio de la Agricultura el año 2004, pero nunca recibimos constancia de que se fuera a tramitar. Para el 2008, se mostró un segundo anteproyecto mejor elaborado, con resultados similares al anterior.
Foto: Ismael Francisco/Cubadebate.
El desconocimiento de la cantidad real de animales domésticos es uno de las barreras que atentan contra el éxito de dichas propuestas, puesto que no se conoce la cifra exacta o aproximada de cuántos serían beneficiados con esta moción. Así mismo se ve afectada la distribución, pues se realiza sobre un estimado empírico basado en las campañas de vacunación.
En Cuba no existe un control estadístico para cuantificar la población de animales afectivos. Por ejemplo, hace solo unos meses se realizó el Censo de Población y Vivienda y no era parte del cuestionario indagar por los animales que habitaban en cada hogar.
Tremendo trabajo que pasé para ver nuevamente a mi Duque ladrar. Me pregunto, si otra vez volviese a enfermar… ¿se repetiría la historia?
Según Emerio Santos, “ya para enero de 2014 deben instaurarse las farmacias veterinarias, que pienso deberán contar con una gama más amplia de medicamentos; así el dueño en vez de comprarlos en las de Salud Pública, se dirigirá a estas”.
“Soy de la idea que las clínicas veterinarias son una carga para el Estado; deberían ser particulares con precios topados, como primera alternativa, o pudiésemos, a partir de plantas medicinales, crear medicamentos en un laboratorio. Una tercera opción, sería lograr un acuerdo entre Salud Pública y el IMV para los materiales y algunos medicamentos que se vuelven inutilizables para uso humano; esto conllevaría a un ahorro al país”, expone Portales como opciones emergentes para mejorar la situación por la que atraviesan los servicios de clínicas de animales afectivos.
Estas iniciativas no constituyen soluciones definitivas, pero pudieran ser el primer escalón para repensar la misión de las clínicas veterinarias afectivas y las instancias que las atienden.
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