"De pensamiento es la guerra mayor que se nos hace: ganémosla a pensamiento" José Martí

miércoles, 18 de diciembre de 2013

Bernanke, el presidente de la Fed que evitó otra Depresión pero no reactivó a EE.UU.

Por JON HILSENRATH

A pesar de no haber previsto la crisis financiera, Ben Bernanke sacó a la economía estadounidense de un pánico que podría haber sido devastador. Sin embargo, cinco años después, la debilidad de la recuperación que orquestó mediante medidas extraordinarias sigue siendo una fuente de frustración.

Mientras Bernanke vive sus últimos días como presidente de la Reserva Federal de Estados Unidos, empieza a tomar forma un legado marcado por una combinación de fallas, osadía, persistencia y frustración que ofrece un cuadro más claro tanto del poder como de las limitaciones de los bancos centrales modernos.

La Fed debe tomar otra decisión importante en su reunión del miércoles en Washington: si llegó el momento de empezar a reducir su programa de compra de bonos que asciende a US$85.000 millones mensuales.

En la raíz del problema hay un debate de larga data entre Bernanke y otros economistas acerca de cuánto puede y debe hacer un banco central para estimular una economía que no ha respondido al tratamiento que se le ha administrado.

Bloomberg

La gestión de Ben Bernanke al frente de la Reserva Federal de EE.UU. finaliza el 31 de enero.

Puede ser la última medida significativa de la Fed antes de que Bernanke deje la presidencia el mes entrante, ocho años después de asumirla en lo que él esperaba sería una época mucho menos turbulenta.

"La continuación de las políticas y las estrategias de política de la Fed de Greenspan será una de mis prioridades", dijo Bernanke durante su primera audiencia de confirmación en el Congreso en noviembre de 2005, en alusión a su predecesor, Alan Greenspan. En su declaración, sin embargo, no hubo ninguna mención a la amenaza de un mercado inmobiliario que ya en ese entonces mostraba grietas.

Sus defensores dicen que Bernanke pasará a la historia como un economista valiente que, una vez que estalló la crisis en 2008 y 2009, inundó de liquidez el sistema financiero e impidió que se desatara una Gran Depresión como la de los años 30. "Es como si nos hubiese salvado de la guerra nuclear", señala Ray Dalio, fundador del gigantesco fondo de cobertura Bridgewater Associates.

Mark Gertler, profesor de Economía de la Universidad de Nueva York y amigo de Bernanke, señala que el presidente de la Fed fue "al igual que Roosevelt, una influencia tranquilizadora, el adulto en la sala, durante los días más oscuros de las turbulencias económicas".

La mayoría de los especialistas cree que las políticas que Bernanke defendió durante y después de la crisis, como las tasas de interés ultra bajas, los préstamos a los bancos y los polémicos programas de compra de bonos, evitaron una debacle de la economía. Tales medidas, sin embargo, no produjeron una recuperación vigorosa y plantean el mayor signo de interrogación en torno a su legado.

"Me gustaría dejar el cargo con una tasa de desempleo de 5% en lugar de 7%", confesó Bernanke durante un encuentro en noviembre con profesores de secundaria.

La Fed ha prometido mantener las tasas de interés de corto plazo en casi cero hasta que el desempleo, que en noviembre se ubicó en 7%, caiga a 6,5%. En su empeño por reducir las tasas de largo plazo, la entidad ha acumulado más de US$3 billones (millones de millones) en bonos soberanos y valores hipotecarios. Además, inundó de liquidez el sistema financiero con el fin de que los bancos prestaran los fondos. Estas políticas de crédito barato debieran, en teoría, estimular el empleo.

No obstante, EE.UU. se ha expandido a un promedio anual de apenas 2,3% desde el fin de la recesión a mediados de 2009, lo que palidece frente a un crecimiento promedio de 4,1% durante las expansiones que han tenido lugar desde la Segunda Guerra Mundial. Si EE.UU. hubiese igualado ese promedio, su economía, que hoy asciende a los US$15,8 billones, sería US$1,25 billones más grande, el equivalente al Producto Interno Bruto de México.

Las explicaciones son complejas y variadas: los efectos del exceso de deuda acumulada por las familias estadounidenses; la austeridad de los gobiernos federal, estatal y local; los daños que la crisis causó en el sistema financiero; cambios estructurales como un menor crecimiento de la población; la aversión al riesgo tanto de las empresas como de los consumidores y las propias limitaciones del arsenal de herramientas a disposición de la Fed.

La Fed fija el flujo de dinero en circulación. Al ajustar ese suministro, hace que sea más barato o caro tomar dinero prestado.

Lawrence Summers, ex secretario del Tesoro y asesor de la Casa Blanca, se pregunta si EE.UU. sufre un "estancamiento secular", es decir una reducción de largo plazo del crecimiento relacionada a una expansión más lenta de la fuerza laboral o una menor productividad, un fenómeno que fue enmascarado por las burbujas tecnológica e inmobiliaria.

"Un banco central no puede arreglar eso", dice Summers, pero puede evitar que el problema se agrave al mantener las tasas de interés lo más bajas posibles para fomentar la actividad económica, añade. "Si (Bernanke) no hubiese mantenido una política monetaria relajada, podríamos hacer caído fácilmente en una nueva recesión" después de 2009, recalca.

Otra teoría es que la propia burbuja inmobiliaria fue la causa de fondo que explica la languidez de la economía, cuyas repercusiones siguen vigentes. La deuda de las familias estadounidenses se disparó desde 7 billones en 2000 a 13,8 billones a fines de 2008, un fenómeno que algunos atribuyen a las políticas de crédito fácil adoptadas por la Fed antes de la crisis financiera.

Bernanke rechaza tales críticas y dice que la crisis inmobiliaria fue provocada por otros factores, como una regulación financiera deficiente, la explosión de los créditos hipotecarios exóticos y una avalancha de fondos que llegó a EE.UU. desde otros países.

De todos modos, las familias estadounidenses han reducido su deuda en US$884.000 millones desde 2008, desviando fondos que podrían haber ido a parar al consumo. "Este es un gigantesco viento en contra para la política monetaria", observa Carmen Reinhart, profesora de la Universidad de Harvard. "Es muy fácil decir que el crecimiento ha sido decepcionante. Pero, ¿decepcionante en relación a lo que habría sido de no mediar la intervención de la Fed? Lo dudo".

Otro problema es que los esfuerzos de Bernanke para forjar un consenso en torno a las políticas que defendía, en ocasiones produjo mensajes contradictorios o retrasos antes de la implementación. El programa de compra de bonos lanzado en 2010, por ejemplo, se lanzó casi cinco meses después de que se empezara a analizar y fue menor a lo previsto.

El resultado ha sido un banco central que ha cambiado a menudo de opinión. La Fed anunció seis programas distintos de compra de bonos desde noviembre de 2008 y modificó en seis ocasiones el lenguaje que utiliza para enviar el mensaje de que las tasas de interés de corto plazo seguirán en cerca de cero.

En los últimos cuatro años, el banco central puso punto final a dos programas de compra de bonos, confiando en que la economía se estaba recuperando, para luego iniciar nuevos programas cuando el crecimiento se debilitaba o la inflación caía demasiado.

John Taylor, un profesor de la Universidad de Stanford, considera que esta clase de cambios constantes es uno de los problemas de la economía y sostiene que la incertidumbre generada por las múltiples intervenciones del banco central frena el gasto y la inversión de las personas y las empresas. "La política funcionó mejor cuando era más predecible", opina.

Asimismo, varios estudios de la propia Fed sugieren que los programas de compra de bonos no marcan una gran diferencia en el crecimiento de la economía, aunque algunos cuestionan estos resultados porque se basan en los mismos modelos que no predijeron la crisis financiera.

"Mi propia evaluación es que ha sido efectivo", dijo Bernanke en septiembre respecto al actual programa de compra de bonos. "Si uno observa la recuperación se da cuenta de que algunos de los sectores más fuertes (…), como los bienes raíces y los autos, son susceptibles a las tasas de interés".

Los defensores de Bernanke también recalcan que el desempeño de EE.UU. ha sido mejor que el de otras economías avanzadas cuyos bancos centrales han sido más pasivos. En junio de 2009, por ejemplo, el desempleo ascendía a 9,4% en la zona euro y a 9,5% en EE.UU. Desde entonces, ha caído en EE.UU. y subido a 12,1% en la zona euro.

Dalio, del fondo de cobertura Bridgewater, cree que elevar los precios de los activos "es el único camino que la Fed tiene a su disposición para estimular la economía", manifestó. "¿Están causando una burbuja financiera? La respuesta honesta es sí porque es lo que tienen que hacer", señaló.

Si Dalio está en lo cierto, la tarea de abordar este problema recaerá sobre los hombros de la probable sucesora de Bernanke, Janet Yellen. Se espera que el Senado confirme esta semana la nominación de Yellen, actual vicepresidenta de la Fed.

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