"De pensamiento es la guerra mayor que se nos hace: ganémosla a pensamiento" José Martí

domingo, 23 de febrero de 2014

Creatividad, palabra de oro

El espacio Sábado del Libro se prestigió una vez más con un texto pertinente en el contexto actual. Su autor es Agustín Lage Dávila, un científico que no pone reparos a la polémica

Por BÁRBARA AVENDAÑO

La mayor satisfacción y aspiración de 
Agustín Lage es que este libro sea una
herramienta útil 
(foto ORLANDO VILLA RODRÍGUEZ)

“Yo recuerdo al Comandante en Jefe un día sentado en una banqueta del laboratorio pidiendo información sobre las grandes industrias biotecnológicas del mundo. Por supuesto, le dimos la que teníamos, y él, señalando para nosotros nos dijo: ‘¿Y ustedes no piensan competir con esa gente?’ Y se logró”.

Así, concluyeron las palabras del Doctor en Ciencias Agustín Lage Dávila, director del Centro de Inmunología Molecular (CIM), dirigidas a quienes asistieron a mediados de enero al espacio destinado al Sábado del Libro, donde fue presentada su obra La Economía del conocimiento y el socialismo,publicada por el sello Editorial Academia. El texto, organizado en 10 capítulos, agrupa algunos de los análisis que el autor dio a conocer a partir del año 2000 en las revistas Cuba Socialista, órgano teórico del Partido; Temas; y la del Instituto de Filosofía.

La elaboración de la secuencia de artículos, al decir de su creador, “la recibimos inicialmente como una tarea que nos tocaba a algunos de los que vivimos el proceso fundacional de la biotecnología cubana. Contiene ideas que maduraron al calor de esa experiencia, y se capturaron a lo largo de muchas discusiones”.

Según contó el científico, la idea de escribir un volumen sobre este tema fue de Néstor del Prado Arza, director de la Editorial Academia. “Lamentablemente, el libro debía tener algún autor que sintetizara, pero créanme que incluye opiniones de cientos de personas. Hacerlo fue un deber, porque la experiencia de esa transformación no se puede perder cuando pase esta generación”.

Ante un auditorio nutrido, Lage recordó los primeros emprendimientos de la biotecnología cubana en el año 1981, cuando se fundó la pionera de las entidades de este tipo: el Centro de Investigaciones Biológicas, y también el Frente Biológico. Al incorporarse a ese grupo en el 85, empezó su aprendizaje acerca de aquel proceso precoz en el cual la biotecnología pasó de unos pocos investigadores que experimentaban con el Interferón (el primer hecho), a la rama de la economía que hoy es BioCubaFarma, con 22 mil trabajadores, 38 empresas, cifras de exportación de cientos de millones, más de 300 Doctores en ciencias, y graduados universitarios que superan los siete mil.
El capital humano tiene que volverse
recursos de la economía para el proceso
de reproducción ampliada de la vida
material de los cubanos 
(foto CORTESÍA CIM)

“Las ideas que expongo en el libro giran alrededor de una transformación que fue en nosotros mismos, porque teníamos la concepción de la ciencia de las décadas de los años 60 y 70 del siglo pasado: una actividad de individuos que tienen ideas brillantes, y las publican. Creíamos que estábamos en un emprendimiento científico, y lo pensaba la sociedad también que hablaba de los centros del Polo. Pero nos fuimos dando cuenta que estos no eran sino organizaciones económicas industriales que partían de la investigación como fuerza motriz. Y eso es otra cosa”, significa.

El texto publicado aborda precisamente el quehacer de esas organizaciones llamadas a convertir los resultados de la ciencia en productos trascendentes por su valor de uso y de cambio, además de profundizar en el marco teórico del complejo tema tratado.

Sin embargo, aunque la vivencia de quienes protagonizan el desarrollo de la biotecnología cubana origina las reflexiones del libro, en sus páginas se habla muy poco de esa rama. “Es el pretexto para conceptualizar cómo se inserta la ciencia en la economía, el verdadero centro del problema”, aclara Lage, quien ha hecho énfasis en que no es un economista, sino alguien a quien las circunstancias le brindaron la oportunidad de participar en dos experimentos socioeconómicos y hacer observaciones que ahora comparte.

Al presentar el tomo, el profesor Néstor del Prado afirmó que una de sus principales enseñanzas reside en la demostración de cómo se puede pensar, planificar, organizar y poner en marcha un sistema organizacional coherente y sostenible.

Lecciones
El método de pensamiento científico no es privativo de un
grupo de personas (foto AIN)

Sin querer contar la obra, Agustín Lage adelantó en qué consistieron los aprendizajes. “Lo primero que asimilamos fue que el proceso esencial no era el de investigación, a pesar de que estábamos formados como científicos, sino el vínculo de la ciencia con la economía. Este ha ocurrido en otros países, aunque a nosotros siempre nos gusta cubanizar el planeta, sin embargo, la experiencia nuestra es muy particular, porque dicho proceso ocurre en un país sin desarrollo industrial previo, en el contexto del Socialismo, y en el Período Especial, experiencia irrepetible”.

Esa conexión de la ciencia con la economía hace diferente el emprendimiento de la biotecnología cubana. “Ello se demuestra al comparar la experiencia de las ciencias biológicas de Cuba con las de otros países de América Latina -de los que ahora se les exportan nuestros productos-, los cuales también tienen buenos científicos, y en muchos ha habido recursos para la investigación, sin embargo no ha ocurrido un desarrollo industrial de la biotecnología”.

El hombre de ciencia narró cómo entonces comenzaron a capturar las ventajas del Socialismo. “No es una consigna a priori. Y quien quiera polemizar, polemizamos. Es una conclusión científicamente fundamentada de cómo la economía de mercado, entre la ciencia y la economía, crea algo que se llama costo de transacción, y en estos radica la ineficiencia del capitalismo. Carlos Marx, como revolucionario, previó el final de ese sistema por injusto, pero como científico, lo vaticinó porque iba a ser ineficaz”.

Y Lage echa mano a la experiencia práctica del Centro de Inmunología Molecular: “exporta a 30 países, el año pasado lo hizo a 31 (la biotecnología en su conjunto lo realiza a 51). Imagínense que en cada país de esos hay dos o tres productos nuestros. Sacando cuentas, por arriba, son 400 o 500 procesos negociadores con empresas capitalistas. Las ventajas del socialismo las fuimos viendo contrato tras contrato. ¿Qué no habremos aprendido de cómo funciona una empresa capitalista, y de cuáles son sus limitaciones?”

Tales opiniones quedaron asimismo ampliadas en las páginas del libro, del cual Néstor del Prado no alberga duda que tendrá la virtud de sembrar buenas ideas, encontrar respuestas a preguntas medulares y generar nuevas interrogantes.

Y se parecen
Lo hecho en el Polo Científico, más que producir determinados
medicamentos, o vacunas, ha generado un modelo de organización
empresarial (foto CORTESÍA CIM)

Al imaginar la unión de la ciencia con la economía viene a la mente un centro lleno de equipamiento de alta tecnología, y es verdad ¿pero eso es pertinente para un municipio rural donde se generan productos de la agricultura y la ganadería?, sondeó Lage a los participantes en la presentación del volumen, mientras se detenía a exponer el capítulo dedicado al conjunto de proyectos de desarrollo socioeconómico también cimentado en la gestión del conocimiento, aplicado en el municipio espirituano de Yaguajay.

“La tarea de trabajar como diputado de la Asamblea del Poder Popular en ese territorio la asumimos al principio con orgullo, dedicación y entusiasmo, pero poco a poco comprendimos que no era tan distinta de nuestro quehacer. Se trata de conectar el capital humano creado por la Revolución con el desarrollo económico: en la biotecnología con el Interferón o la vacuna de cáncer, y allá con el incremento de la cantidad de leche por vaca en la empresa pecuaria, o de tomate por hectárea en la de cultivos varios”.

Allí, de asamblea en asamblea del Poder Popular, Lage confirmó que aquello se parecía cada vez más al Polo Científico. “Se hablaba de proyectos de desarrollo, de identificación de procesos productivos que requieren aumentarles el componente tecnológico, y de diferenciación de productos con conocimiento incorporado”.

El primero de esos proyectos fue en la salud. Se propuso ir con mediciones e intervenciones más allá del tratamiento de las dolencias y del enfoque de riesgo, coherentes con la definición de los documentos fundadores de la OMS: “La salud es un estado de completo bienestar físico, psíquico y social; y no es solo la ausencia de enfermedad”.

Ello obligó a incursionar en temas como el rendimiento físico e intelectual de las poblaciones, la calidad de la nutrición, cohesión social, funcionalidad de los núcleos familiares… Esto tuvo un efecto multiplicador que dio origen a otros proyectos, los cuales abordaron problemas relacionados con la alimentación, el empleo, la vivienda, el medio ambiente, por citar algunos.

“La Revolución ha sido muy eficaz en transformar los recursos económicos en capital humano. Eso cuesta. Pero ahora ese ciclo hay que cerrarlo, y el capital humano tiene que volverse recursos de la economía para el proceso de reproducción ampliada de la vida material de los cubanos”, apuntó Lage.

El enlace de la ciencia con la cultura ha sido uno de los temas que igualmente al investigador más le apasiona, razón por la cual le dedicó otro capítulo del volumen. “Aprendimos que el método de pensamiento científico no es una cosa tan rara, ni privativa de un grupo de personas. Cuando uno empieza a sacar las conclusiones de por qué funciona el emprendimiento de la biotecnología y cómo puede andar en Yaguajay y en otros sectores de la economía, comprende que el método científico es esencialmente una manera de pensar”.
Un público heterogéneo nutrió la jornada del Sábado del Libro
en la que se presentó el volumen La economía del conocimiento
y el socialismo (foto ORLANDO VILLA RODRÍGUEZ)

La ciencia estructurada es una adquisición del desarrollo de la humanidad, y su esencia es la estructura de pensamiento. De que podemos convertirla en una herramienta intelectual que tengan todos los cubanos está seguro el experto. “¿Por qué no plantearnos que la capacidad de uso del método científico sea un atributo de la cultura del cubano? Pudiera parecer idealista y soñador, pero igual dijeron en el 61 cuando la campaña de alfabetización, y la hicimos. ¡Qué tarea más linda para la generación que tenga que conducir en el siglo XXI en Cuba!

“Por supuesto, que el tipo de organización basada en el conocimiento requiere técnicas de dirección diferentes. No es lo mismo la industria del capitalismo donde la palabra de oro es la estandarización, a la economía basada en el conocimiento, donde la palabra de oro es la creatividad. La manera en que se dirigen ambas no puede ser igual. Y tenemos que aprender a conducir este tipo de organización, donde el activo fundamental del que depende la productividad del trabajo es la motivación de la gente”.

Conectar las experiencias adquiridas con el modelo económico que construimos y sus desafíos, una economía obligada a crecer aceleradamente, es el intento de los dos últimos capítulos del libro.

“No se trata de gestionar un desarrollo, no es suficiente, sino una discontinuidad, un salto, y eso es otra cosa. No podemos hacer un desarrollo económico basado en la demanda interna, como China, que tiene mil millones de habitantes, y cualquier emprendimiento industrial en ese país tiene una acogida colosal lo cual hace que el ciclo económico funcione. Tampoco podemos realizar lo que otros países con enormes recursos naturales. Tenemos capital humano, y este tiene que convertirse cada vez más en motor de la economía.

“Soñamos con que lo hecho en el Polo Científico, más que producir determinados medicamentos, o vacunas, haya generado un modelo de organización empresarial capaz de ser reproducido por otros sectores de la economía”, concluye Agustín Lage. La mayor satisfacción y aspiración de este infatigable científico es que el texto publicado sirva de herramienta, porque está convencido de que puede ser pertinente en el contexto actual.

Quid de la competitividad

La expresión “economía basada en el conocimiento”, según el texto de Agustín Lage, engloba un conjunto de fenómenos nuevos como el crecimiento de sectores industriales (microelectrónica, software, nuevos materiales, biotecnología, telecomunicaciones…), que generan constantemente productos novedosos con un alto contenido de conocimiento en el precio, donde el acceso al conocimiento es el determinante principal de la competitividad, la cual tiende a ser por diferenciación de productos, más que por escala y costo.

A ello se añaden el uso masivo de la computación en la industria; la expansión de los sectores de servicios con la reducción de la fuerza de trabajo empleada en la manufactura; y el incremento de precios de servicios intensivos de conocimiento (educación y salud), con la consiguiente disminución relativa de los precios de productos manufacturados. Completan tales rasgos la necesidad de una fuerza de trabajo cada vez más calificada; el aumento de las transacciones sobre activos intangibles (patentes, marcas, tecnologías…), todo lo cual anuncia la creciente y nueva generación y explotación del conocimiento en la creación de riqueza y bienestar.

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