La economista Camila Piñeiro Hernecker profundiza en las nuevas formas de gestión no estatal en un texto presentado durante la feria internacional del libro.
La Habana, 19 feb.IPS- El papel de las empresas en los sistemas socialistas es uno de los temas medulares del proceso de conceptualización del modelo social cubano, un ejercicio que emprenden investigadores de distintas disciplinas, entre quienes se encuentra la ensayista Camila Piñeiro Harnecker.
Su texto Repensando el socialismo. Propuestas para una economía democrática y cooperativa, que publican el Centro de Investigación Cultural Juan Marinello y Ruth Casa Editorial, fue presentado este febrero durante la 23 edición de la Feria Internacional del Libro de La Habana.
La necesidad de promover de forma privilegiada las iniciativas colectivas autogestionadas dentro del actual proceso de transformaciones estructurales que vive el país, es una de las ideas fundamentales que defiende la autora en estas páginas.
El volumen, donde aparecen compilados algunos ensayos que vieron la luz entre 2010 y 2012 en publicaciones periódicas como la revista Temas, presenta una caracterización detallada de las empresas no estatales cubanas, dentro de las cuales se incluyen también las cooperativas.
A juicio de esta experta del Centro de Estudios de la Economía Cubana, el principal reto de estas formas de gestión “es encontrar la vía para que el sector no estatal responda a intereses sociales”, en un país “como el nuestro, comprometido con la construcción socialista”.
Los Lineamientos de la Política Económica y Social del Partido y la Revolución Cubana, aprobados en 2011 como la guía de los cambios que deben llevarse a cabo en Cuba reconocen que la empresa estatal es el escalón principal de la economía, pero a su vez, advierten que el resto de los modelos de gestión deben contribuir a elevar la eficiencia del trabajo social.
Piñeiro da cuenta de las distintas posiciones que se han manifestado en la sociedad a partir de que el gobierno abriera nuevas posibilidades al trabajo por cuenta propia y la cooperativización, y revela que, en muy pocos casos, se ha prestado atención a las relaciones sociales de los sujetos por encima de la cuestión redistributiva.
Es por ello que dedica una parte importante de su texto a justificar las ventajas de la gestión democrática, como “herramienta para motivar a los trabajadores a contribuir con sus capacidades, esfuerzo y conocimiento”.
Según la ensayista, para que una empresa sea útil a la construcción socialista (en cuanto a su organización interna), lo importante es que la autoridad suprema radique en el colectivo de trabajadores.
“La participación es entendida como un medio fundamental para que se desarrollen como los hombres y mujeres nuevos que necesita una sociedad de justicia plena: con competencias técnicas, gerenciales y democráticas, sentido de pertenencia y compromiso con todo el proceso de producción, confianza en sí mismos, creatividad y solidaridad”, apunta seguidamente la autora.
Para Piñeiro, en la medida en que el pensamiento socieconómico cubano “se libere de dogmas, tanto del socialismo estatista como del liberalismo económico”, aparecerán miradas mucho más profundas que pondrán atención a la naturaleza de las relaciones humanas en el contexto de cambios en Cuba.
Las autoridades cubanas han manifestado su voluntad de apoyar la cooperativización, al ser una vía “más socializada” de fomento de la economía. En julio de 2013, comenzaron a operar en el país 124 organizaciones de este tipo fuera del sector agropecuario, y para octubre ya se habían incrementado a 200.
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