Es el octavo país del mundo en el ránking de bienestar subjetivo, no tiene paro y la sanidad y la educación son gratuitas
En el reino de Bután, situado en el tramo oriental de la cordillera del Himalaya, entre India y Tibet, el principal principio político es el de la Felicidad Nacional Bruta, un criterio que ha situado a este país en el octavo lugar en el ranking mundial de bienestar subjetivo. Es el primer país del mundo que implementa en un 100% la agricultura ecológica y en el que desde 2004 está prohibida la venta de tabaco. Su Carta Magna ordena que el 60% del territorio nacional sea dedicado a bosques, si bien llega al 72% la superficie forestal del territorio. Aunque su renta per cápita es muy baja, no hay paro y tanto la sanidad como la educación son gratuitas. Es un país que ha sabido compaginar la modernidad con la preservación de su cultura. Por Vicente Goyanes Villaescusa (*)
Su Santidad Padtul Rimpoché con Vicente Goyanoes y su esposa. Foto: Goyanes/T21
Retirado de mi actividad profesional destino mi tiempo libre al hermoso arte de escribir novelas en las que intento converjan misticismo, ciencia y filosofía. Hará unos 6 años, iniciada ya la redacción de un texto ambientado en el budismo tántrico de Bután, decidí visitar este pequeño Reino para conocer de primera mano sus tradiciones religiosas, monasterios y las costumbres y creencias de ese pueblo himalayo.
Comenzaré con lo sucedido durante el vuelo en el pequeño avión de la aerolínea butanesa Drukair, la única compañía autorizada por el gobierno para transportar pasaje y bienes desde y hacia Bután.
En los asientos inmediatamente posteriores a los nuestros dos monjes budistas hablan y ríen. Uno de ellos, el superior, grueso y bonachón, insiste y acaba por entablar conversación con mi mujer.
Enseguida el más joven nos informa que su maestro, Su Santidad Padtul Rimpoché, es la quinta encarnación de una línea de abades del monasterio Kurjey Lhakhang, -se construyó en el lugar donde el Gurú Padmasambhava dejó la impronta de su cuerpo en la piedra por el año 746-. Inmediatamente, el Rimpoché, entre sonrisas, nos invita a visitar su cenobio y permanecer durante el tiempo que deseemos.
Aún no me he recuperado de mi asombro por esta conversación tan surrealista cuando, ya en tierra, el Rimpoché insiste en fotografiarse con nosotros para asombro de todos los butaneses presentes.
Tras las despedidas y tan pronto nos deja, se nos acerca un fotógrafo de National Geographic que ha llegado en nuestro mismo vuelo y nos pregunta muy sorprendido que cómo tenemos semejante trato familiar con Su Santidad.
-Es el tercer Rimpoché más importante de Bután. Parecería que ya os conociese de muy antiguo- nos comenta con una sonrisa pícara - ¿Quizá de una encarnación anterior?
-¿Cómo dice? ¡Qué idea tan extraña…! Respondo cada vez más atónito
-No lo crea. ¿Por qué no se lo pregunta directamente?
Me doy la vuelta buscándolo, pero su Santidad ya está desapareciendo por la puerta de los VIPs rodeado de varios funcionarios y multitud de devotos.
Turismo limitado y controlado
Finalizados los trámites de aduana, nos espera el señor Dorji, responsable de la agencia de viajes que gestionó en su día nuestros permisos de entrada al país. Conviene decir aquí que este pequeño reino himalayo sólo permite la entrada a un número limitado de turistas cuyo viaje organizado previamente con un agente local seguirá un itinerario flexible pero pactado previamente y con un desembolso diario igual o superior a 150 euros por persona y día (lo que incluye el costo de los guías, vehículos, comidas y alojamiento).
-Pretendemos conservar nuestras tradiciones y cultura- se justifica Dorji el agente- por eso restringimos mucho el turismo, incluso hay varias regiones del país donde el acceso a los extranjeros está prácticamente vetado. Además, así financiamos necesidades sociales básicas. Y al llegar al aparcamiento del aeropuerto, una agradable sorpresa: para todos los desplazamientos dispondremos de un todo-terreno completamente nuevo de gama alta, un guía y un chofer.
Llegados al Hostal oficial, situado en las afueras de la Capital, vemos colgado en un lugar de honor la foto de un joven fastuosamente vestido.
-Es nuestro Soberano Jigme Khesar Namgyel Wangchuk. Su padre abdicó por voluntad propia en Diciembre del 2006, pero Su Majestad actual no tomó posesión hasta el 6 de Noviembre del 2008 a las 08.31h. El instante más auspicioso según los cálculos astrológicos.
-¿Interesante, pero están ustedes en un régimen absolutista?
-En absoluto. Celebramos elecciones democráticas en 2008. Desde entonces somos una Monarquía parlamentaria como la de ustedes, con un partido gobernante, el Partido Democrático del Pueblo de Bután- me dicen con orgullo
-Y si me permiten- interviene el hospedero- a finales del añoi 2003 el propio Rey, al frente de su guardia y apoyado por efectivos hindúes expulsó de nuestro territorio a grupos separatistas. Eran maoístas que campaban a sus anchas por la frontera sur. Desde entonces todos lo tenemos por un héroe. ¿Sabe?
-Bután ocupa un lugar geoestratégico muy delicado en la región por su vecindad con China, India, Nepal y el cercano Bangla Desh- apostilla el agente.
Una vez en Thimphu, la capital, situada a 2.300 metros de altitud, con sus 74.000 habitantes (el 10% de todo el Reino) vemos que los transeúntes visten en su gran mayoría la ropa tradicional (Kira y gho). En cuanto a sus edificaciones tanto públicas como privadas están invariablemente construidas en estilo butanés tradicional, el único permitido en el Reino. Y mientras la recorremos en un santiamén comprobamos que no hay semáforos y solo un agente dirigiendo el tráfico.
-El nombre local de Bután es Drug Yul, “la tierra del dragón del trueno”, nos explican mientras callejeamos. Es por la creencia de que los truenos de las muchas tormentas que nos azotan durante los monzones invernales son los rugidos de dragones celestes. Por cierto, conviene que se acuesten temprano. Hay que reservar fuerzas para la jornada de mañana, nos aconseja Dorji.
¡Y vaya si tenía razón! A 3.000 metros de altitud y envuelto en la bruma, el mundialmente famoso monasterio de Taktshang el “Nido del Tigre”, visto desde la base de la montaña, aparece colgado en un reborde rocoso solo accesible por escarpados senderos de montaña.
-Este es el lugar más sagrado de Bután porque, según la leyenda, en el siglo VIII fue allí donde Padmasambhava, el segundo Buda, llegó volando a caballo de una tigresa. Este sabio es muy venerado por introducir el budismo tántrico Vajrayana en el Tibet y aquí en Bután, enseñando técnicas meditativas apoyadas en visualizaciones, experiencias psíquicas, ritos y el desarrollo de poderes paranormales
Al pie del sendero un lugareño alquila caballerías para facilitar el ascenso. Trato de acercarme, pero Dorji me detiene. “No haga eso. Ascender con esfuerzo le concederá una mejora muy grande en su karma. Este es un lugar muy sagrado. No desperdicie esta oportunidad”.
Una hora después, casi agotados y sin fuerzas, somos rebasados fácilmente por un amplio grupo de colegiales y sus profesores, que no parece en absoluto les pesen los pies. En esos momentos recordé a Indurain y sus épicas galopadas ascendiendo al Tourmalet. “Vicente, tienes que regular como aconsejaba el campeón” me digo “si no regulas, no llegarás”. Y a los pocos metros me lo repetí para darme ánimos.
Por fin llegamos a una especie de cafetería cercana a la meta. Y nos detenemos a recuperar el aliento. Hay refrescos, pero yo pido una bebida local para ir probando. Me sirven un té con mantequilla. ¡Delicioso!
En el banco de al lado un hombre de avanzada edad oye lo que le pregunto a nuestro agente y decide presentarse y participar.
Estadio Nacional en estilo butanés. Foto: Goyanes/T21
Felicidad Nacional Bruta
-Mi nombre es Thinley. Ocupé un alto cargo en el Gobierno de Su Majestad Jigme Singye Wangchuck el anterior monarca. Despachaba a diario con él. ¿Me permiten ofrecerles algunos datos?
Al oírlo, nuestro agente se hace inmediatamente a un lado.
-El nuestro es un Reino de confesión budista y esta filosofía lo impregna todo. Así, nuestro principal criterio político es la “Felicidad Nacional Bruta”. En los años 70 modernizamos el país sin perder ninguna de nuestras tradiciones. Está en nuestra política el conservar el medioambiente, le llamamos crecimiento sostenible. Somos el primer país del mundo que implementa en un 100% la agricultura ecológica y desde 2004 está prohibida la venta de tabaco. Es más, nuestra Carta Magna ordena que el 60% del territorio nacional sea dedicado a bosques y puedo decirles que actualmente superamos esa cifra llegando al 72%. Compaginamos criterios de modernidad con la preservación de nuestra cultura.
Trato de preguntar detalles sobre eso de la “felicidad bruta”, pero el hombre, embalado en sus explicaciones, continúa su perorata
-Permítanme que insista. Nuestros regidores tratan de mantener prioritariamente los niveles de bienestar de los ciudadanos. Nuestros criterios de buen gobierno están por encima del PIB y otros parámetros económicos de los demás países. En resumen, aunque nuestra renta per cápita es muy baja, aquí no hay paro y tanto la sanidad como la educación son gratuitas.
Por fin se detiene cuando le pido un momento para ir a buscar más té butanés
-¿De donde son ustedes? ¿Qué les parece nuestro país?
Le explico que vine solo en parte para hacer turismo. Que estoy escribiendo una novela y quiero contrastar datos y ser fidedigno en mis descripciones.
Finalmente ascendemos el último tramo hasta llegar al santuario. Antes de entrar, nuestro agente se coloca unos enormes puños de tela blanca superpuestos a las mangas de su gho y una amplia banda cruzando su pecho y espalda. Es su uniforme de gala y respeto hacia este lugar sagrado. En el interior reina la oscuridad y el silencio. En el altar central, Padmasambhava, y a ambos lados diversas deidades policromadas. En el centro del pequeño templo mujeres y dos hombres del pueblo haciendo postraciones. Se ponen en pie, luego se arrodillan, para finalmente echarse hacia adelante en el piso. Y volver a repetirlo una y otra vez. Nuestro agente se une a ellos y nos invita a participar. No hay discriminación.
A la vuelta, bajando, nos explica:
-Casi el 80% de los butaneses practican el budismo, en el oeste seguimos la escuela Drukpa Kagyu, la oficial del Estado y en el este la Nygmapa que practica el Dzogchen.
Y mientras descendemos, el anciano funcionario necesita detenerse para descansar. Pero no se despide, quedamos para almorzar y que nos siga informando.
De regreso en Thymphu, ya de noche, me sorprende ver muchos niños, algunos de corta edad, jugando libremente en las plazas por las que vamos cruzando. ¿Se deberá al casi inexistente índice de delincuencia de que disfruta este país?
Al siguiente día, una vez con el Señor Thinley sentados a la mesa en un restaurante típico y ante un Eue Chum, el arroz rojizo con sabor a nuez, aprovecho para interrogarle sobre eso de la Felicidad Nacional Bruta.
-Fue acuñado por el anterior monarca en 1972. Un hombre muy espiritual y con gran sentido común. Se trata de un criterio totalmente acorde con los valores del budismo, un parámetro único que nos sitúa en el 8º lugar en el ranking mundial en cuanto a niveles de bienestar subjetivo, es decir satisfacción con la vida que uno lleva (A.G.White, Universidad de Leicester). ¿Y saben donde queda España? en el 46. ¿Y Japón con su altísimos índices económicos? en el 90. Nuestra Constitución en su artículo 9.2 dice: “El Estados se esforzará en promover las condiciones que permitan la consecución de la felicidad interior bruta.” Seguramente coincidirán conmigo en que todos nacemos queriendo ser felices. Así, el objetivo prioritario de nuestra economía es lograr el bienestar social de los ciudadanos muy por encima de los bienes materiales.
-¿Y de donde provienen sus recursos económicos aparte del turismo? Aquí no he visto industria alguna.
-En Bután disponemos de un recurso inagotable, el agua de las nieves y los glaciares; la energía hidroeléctrica que vendemos a la India.
En días sucesivos nos llevan al Punakha Dzong, un típico monasterio-fortaleza de enormes dimensiones construido en 1637 y sede del gobierno hasta 1955. Situado en un entorno de gran paz y serenidad, es la residencia de invierno de la escuela budista Kagyu, la oficial del Estado. Estos monasterio-fortaleza albergaron durante siglos no sólo a los monjes, sino a todo el aparato administrativo y judicial de cada región. Tras sus altos muros encontramos un dédalo de calles que dan acceso a los dormitorios de los monjes, cocinas, almacenes, despachos, bibliotecas y en el centro una gran torre central que alberga en su planta baja el templo principal.
Y cada vez que nos desplazamos para visitar un nuevo lugar cruzamos por aldeas y campos de arroz. Bután es un país predominantemente rural, de gente pacífica y amigable. Las casas, solidamente construidas, muestran en el vértice del tejado una bandera blanca con inscripciones sagradas. Y en los pasos de montaña entre valles, postes con banderolas de oración. Vemos vacas y otros animales caminando sueltos al borde de la carretera. Nos llama la atención que entre los campos de cultivo no hay lindes ni cierres que los separen. Y más arriba, a media altura de las laderas, la naturaleza prístina hasta las cumbres nevadas. Se lo hago notar a Dorji, que me aclara:
-Una de las ventajas que supuso el permanecer aislados y con una geografía casi imposible es que ahora disfrutamos de uno de los ecosistemas más conservados del mundo. Hasta 1970 no se permitió la entrada de extranjeros, y no fue hasta 1973 que llegó la radio y en 1999 la televisión. Bután es uno de los 10 países con más biodiversidad del planeta. Los veranos son templados y los inviernos muy fríos, hasta se nos congela el agua en las cañerías.
Las carreteras son otro elemento a mencionar. Dado que no hay túneles ni viaductos, todas las calzadas bordean interminablemente cada loma, cada meandro de un río, haciendo que los vehículo se desplacen a una media de 25 Km/h Si usted quiere cruzar Bután de oeste a este (su tamaño es aproximado al de Cataluña) tardará 2 días en taxi.
Danza de Drametse, Patrimonio de la Humanidad. Foto: Goyanes/T21 Santuario de la felicidad
Y nos detenemos a visitar Chimi Lhakhang el santuario de la fertilidad, edificado en 1499 por el lama Drukpa, “El loco divino”. Con su “rayo energético” o “falo volador” venció a una diablesa y acabó por ser tan popular que su emblema es representado en algunas casas para proteger a sus inquilinos del mal de ojo.
En una siguiente ocasión que nos desplazamos para conocer el país, vemos a multitud de hombres practicando el tiro con arco.
-Es el deporte nacional, pero sabiendo de la capacidad futbolística española, nuestra primera visita de hoy será al estadio nacional de fútbol, bromea Dorji.
-Y no crean que… Nuestra selección comenzó en 1983. Y cuando nuestros “Dragones Amarillos” participaron en la Copa Surasiática, solo en semifinales fuimos derrotados por la potente selección India, y eso únicamente durante la prórroga.
Y efectivamente, una vez en el interior del recinto, presenciamos los inicios de un partido.
Me fijo en las modernas instalaciones. Y como no podía ser menos, tanto el palco real como las tribunas están construidos en estilo butanés tradicional. Me fijo en la bandera nacional ondeando sobre las instalaciones: Un dragón volador, rugiendo y sujetando 4 grandes bolas con sus garras.
¿Por qué será que me suena…? Y me viene a la imaginación Songoku y la serie mítica “Las bolas del Dragón” que hizo soñar a varias generaciones de niños? ¿Será este su origen?
Medicina holística
Y por fin llega el momento de una de las visitas más esperadas por mi, el Hospital de Medicina Tradicional Butanesa o Sowa Rigpa. Vemos una cola de más de 30 personas esperando a ser atendidas. Nuestro Agente Dorji arregla para lograrme una entrevista con uno de los doctores que me recibe entre dos consultas.
-La nuestra es una medicina holística, con procedimientos en parte heredados de la medicina china y tibetana. Consideramos al hombre un todo cuerpo-mente-espíritu. Curamos con remedios vegetales.
-¿Y qué sucede si le ingresan un paciente con una pierna rota? Le pregunto no sin cierta maledicencia.
-Lo remitimos de inmediato al hospital de medicina occidental. Y ellos, a su vez, nos envían los casos donde nuestros tratamientos con yerbas son más eficaces y no invasivos. No hay antagonismos en absoluto. En nuestros valles al pie de los himalayas crece una amplísima variedad de plantas medicinales, más de 300.
Festivales religiosos
Mención aparte merecen los festivales, siempre religiosos, que se celebran a lo largo del año. Me gustaría citar aquí la Danza de Máscaras y Tambores de Drametse, catalogada en 2005 por la UNESCO Patrimonio inmaterial de la Humanidad. Su origen, celestial como casi todo en Bután, se remonta a muchos siglos atrás cuando un santo fue ascendido temporalmente al cielo de Padmasambhava para aprender los pasos exactos de esta danza sagrada. Sus 16 monjes danzantes portan máscaras de madera representando animales y seres mitológicos (figura 9).
-Ejecutada con gran exactitud genera una inmensa cantidad de energía tántrica que bendice al mundo. Pero esta danza milagrosa aporta muchísimo más a los que la contemplen. Les enseña a reconocer a los demonios que les visitarán durante el bardo una vez muertos.
-¿El qué?
-Su tránsito por la muerte hasta la siguiente encarnación. ¿Nunca oyó hablar del bardo Todol, el libro tibetano de los muertos? Si en esos momentos ya conoces a estos seres fantasmagóricos no los temerás y te ayudarán.
Ya regresando y aún en pleno vuelo, medito sobre todo lo que hemos contemplado. Para los occidentales, cuya mente está entrenada a resolverlo todo de forma racional, una vez estás allí comienzas por tacharlo todo de ignorancia y superstición, pero si abandonas tus pre-juicios y comienzas a mirar mas allá de anécdotas y del pintoresquismo, su realidad te sorprende. Este pequeño reino es un ejemplo para el mundo de cómo son perfectamente viables otras fórmulas de convivencia, desarrollo sostenible y vida feliz.
Por cierto, si alguna vez te animas a conocer el Reino de Bután, te aconsejo ir justo antes de los monzones estivales, cuando los dafnes en flor impregnan el ambiente con su fragancia y la naturaleza se muestra en todo su esplendor.
(*) Vicente Goyanes (Cuenca 1943) es Doctor en Medicina, investigador y profesor universitario en España y USA ahora retirado. Fue miembro de la Asociación Americana para el Avance de las Ciencias y de la Academia de Ciencias de Nueva York. Es autor de la novela budista “Monasterio Cuántico ”, cuya preparación le llevó a conocer personalmente el reino de Bután.
En el reino de Bután, situado en el tramo oriental de la cordillera del Himalaya, entre India y Tibet, el principal principio político es el de la Felicidad Nacional Bruta, un criterio que ha situado a este país en el octavo lugar en el ranking mundial de bienestar subjetivo. Es el primer país del mundo que implementa en un 100% la agricultura ecológica y en el que desde 2004 está prohibida la venta de tabaco. Su Carta Magna ordena que el 60% del territorio nacional sea dedicado a bosques, si bien llega al 72% la superficie forestal del territorio. Aunque su renta per cápita es muy baja, no hay paro y tanto la sanidad como la educación son gratuitas. Es un país que ha sabido compaginar la modernidad con la preservación de su cultura. Por Vicente Goyanes Villaescusa (*)
Retirado de mi actividad profesional destino mi tiempo libre al hermoso arte de escribir novelas en las que intento converjan misticismo, ciencia y filosofía. Hará unos 6 años, iniciada ya la redacción de un texto ambientado en el budismo tántrico de Bután, decidí visitar este pequeño Reino para conocer de primera mano sus tradiciones religiosas, monasterios y las costumbres y creencias de ese pueblo himalayo.
Comenzaré con lo sucedido durante el vuelo en el pequeño avión de la aerolínea butanesa Drukair, la única compañía autorizada por el gobierno para transportar pasaje y bienes desde y hacia Bután.
En los asientos inmediatamente posteriores a los nuestros dos monjes budistas hablan y ríen. Uno de ellos, el superior, grueso y bonachón, insiste y acaba por entablar conversación con mi mujer.
Enseguida el más joven nos informa que su maestro, Su Santidad Padtul Rimpoché, es la quinta encarnación de una línea de abades del monasterio Kurjey Lhakhang, -se construyó en el lugar donde el Gurú Padmasambhava dejó la impronta de su cuerpo en la piedra por el año 746-. Inmediatamente, el Rimpoché, entre sonrisas, nos invita a visitar su cenobio y permanecer durante el tiempo que deseemos.
Aún no me he recuperado de mi asombro por esta conversación tan surrealista cuando, ya en tierra, el Rimpoché insiste en fotografiarse con nosotros para asombro de todos los butaneses presentes.
Tras las despedidas y tan pronto nos deja, se nos acerca un fotógrafo de National Geographic que ha llegado en nuestro mismo vuelo y nos pregunta muy sorprendido que cómo tenemos semejante trato familiar con Su Santidad.
-Es el tercer Rimpoché más importante de Bután. Parecería que ya os conociese de muy antiguo- nos comenta con una sonrisa pícara - ¿Quizá de una encarnación anterior?
-¿Cómo dice? ¡Qué idea tan extraña…! Respondo cada vez más atónito
-No lo crea. ¿Por qué no se lo pregunta directamente?
Me doy la vuelta buscándolo, pero su Santidad ya está desapareciendo por la puerta de los VIPs rodeado de varios funcionarios y multitud de devotos.
Turismo limitado y controlado
Finalizados los trámites de aduana, nos espera el señor Dorji, responsable de la agencia de viajes que gestionó en su día nuestros permisos de entrada al país. Conviene decir aquí que este pequeño reino himalayo sólo permite la entrada a un número limitado de turistas cuyo viaje organizado previamente con un agente local seguirá un itinerario flexible pero pactado previamente y con un desembolso diario igual o superior a 150 euros por persona y día (lo que incluye el costo de los guías, vehículos, comidas y alojamiento).
-Pretendemos conservar nuestras tradiciones y cultura- se justifica Dorji el agente- por eso restringimos mucho el turismo, incluso hay varias regiones del país donde el acceso a los extranjeros está prácticamente vetado. Además, así financiamos necesidades sociales básicas. Y al llegar al aparcamiento del aeropuerto, una agradable sorpresa: para todos los desplazamientos dispondremos de un todo-terreno completamente nuevo de gama alta, un guía y un chofer.
Llegados al Hostal oficial, situado en las afueras de la Capital, vemos colgado en un lugar de honor la foto de un joven fastuosamente vestido.
-Es nuestro Soberano Jigme Khesar Namgyel Wangchuk. Su padre abdicó por voluntad propia en Diciembre del 2006, pero Su Majestad actual no tomó posesión hasta el 6 de Noviembre del 2008 a las 08.31h. El instante más auspicioso según los cálculos astrológicos.
-¿Interesante, pero están ustedes en un régimen absolutista?
-En absoluto. Celebramos elecciones democráticas en 2008. Desde entonces somos una Monarquía parlamentaria como la de ustedes, con un partido gobernante, el Partido Democrático del Pueblo de Bután- me dicen con orgullo
-Y si me permiten- interviene el hospedero- a finales del añoi 2003 el propio Rey, al frente de su guardia y apoyado por efectivos hindúes expulsó de nuestro territorio a grupos separatistas. Eran maoístas que campaban a sus anchas por la frontera sur. Desde entonces todos lo tenemos por un héroe. ¿Sabe?
-Bután ocupa un lugar geoestratégico muy delicado en la región por su vecindad con China, India, Nepal y el cercano Bangla Desh- apostilla el agente.
Una vez en Thimphu, la capital, situada a 2.300 metros de altitud, con sus 74.000 habitantes (el 10% de todo el Reino) vemos que los transeúntes visten en su gran mayoría la ropa tradicional (Kira y gho). En cuanto a sus edificaciones tanto públicas como privadas están invariablemente construidas en estilo butanés tradicional, el único permitido en el Reino. Y mientras la recorremos en un santiamén comprobamos que no hay semáforos y solo un agente dirigiendo el tráfico.
-El nombre local de Bután es Drug Yul, “la tierra del dragón del trueno”, nos explican mientras callejeamos. Es por la creencia de que los truenos de las muchas tormentas que nos azotan durante los monzones invernales son los rugidos de dragones celestes. Por cierto, conviene que se acuesten temprano. Hay que reservar fuerzas para la jornada de mañana, nos aconseja Dorji.
¡Y vaya si tenía razón! A 3.000 metros de altitud y envuelto en la bruma, el mundialmente famoso monasterio de Taktshang el “Nido del Tigre”, visto desde la base de la montaña, aparece colgado en un reborde rocoso solo accesible por escarpados senderos de montaña.
-Este es el lugar más sagrado de Bután porque, según la leyenda, en el siglo VIII fue allí donde Padmasambhava, el segundo Buda, llegó volando a caballo de una tigresa. Este sabio es muy venerado por introducir el budismo tántrico Vajrayana en el Tibet y aquí en Bután, enseñando técnicas meditativas apoyadas en visualizaciones, experiencias psíquicas, ritos y el desarrollo de poderes paranormales
Al pie del sendero un lugareño alquila caballerías para facilitar el ascenso. Trato de acercarme, pero Dorji me detiene. “No haga eso. Ascender con esfuerzo le concederá una mejora muy grande en su karma. Este es un lugar muy sagrado. No desperdicie esta oportunidad”.
Una hora después, casi agotados y sin fuerzas, somos rebasados fácilmente por un amplio grupo de colegiales y sus profesores, que no parece en absoluto les pesen los pies. En esos momentos recordé a Indurain y sus épicas galopadas ascendiendo al Tourmalet. “Vicente, tienes que regular como aconsejaba el campeón” me digo “si no regulas, no llegarás”. Y a los pocos metros me lo repetí para darme ánimos.
Por fin llegamos a una especie de cafetería cercana a la meta. Y nos detenemos a recuperar el aliento. Hay refrescos, pero yo pido una bebida local para ir probando. Me sirven un té con mantequilla. ¡Delicioso!
En el banco de al lado un hombre de avanzada edad oye lo que le pregunto a nuestro agente y decide presentarse y participar.
Felicidad Nacional Bruta
-Mi nombre es Thinley. Ocupé un alto cargo en el Gobierno de Su Majestad Jigme Singye Wangchuck el anterior monarca. Despachaba a diario con él. ¿Me permiten ofrecerles algunos datos?
Al oírlo, nuestro agente se hace inmediatamente a un lado.
-El nuestro es un Reino de confesión budista y esta filosofía lo impregna todo. Así, nuestro principal criterio político es la “Felicidad Nacional Bruta”. En los años 70 modernizamos el país sin perder ninguna de nuestras tradiciones. Está en nuestra política el conservar el medioambiente, le llamamos crecimiento sostenible. Somos el primer país del mundo que implementa en un 100% la agricultura ecológica y desde 2004 está prohibida la venta de tabaco. Es más, nuestra Carta Magna ordena que el 60% del territorio nacional sea dedicado a bosques y puedo decirles que actualmente superamos esa cifra llegando al 72%. Compaginamos criterios de modernidad con la preservación de nuestra cultura.
Trato de preguntar detalles sobre eso de la “felicidad bruta”, pero el hombre, embalado en sus explicaciones, continúa su perorata
-Permítanme que insista. Nuestros regidores tratan de mantener prioritariamente los niveles de bienestar de los ciudadanos. Nuestros criterios de buen gobierno están por encima del PIB y otros parámetros económicos de los demás países. En resumen, aunque nuestra renta per cápita es muy baja, aquí no hay paro y tanto la sanidad como la educación son gratuitas.
Por fin se detiene cuando le pido un momento para ir a buscar más té butanés
-¿De donde son ustedes? ¿Qué les parece nuestro país?
Le explico que vine solo en parte para hacer turismo. Que estoy escribiendo una novela y quiero contrastar datos y ser fidedigno en mis descripciones.
Finalmente ascendemos el último tramo hasta llegar al santuario. Antes de entrar, nuestro agente se coloca unos enormes puños de tela blanca superpuestos a las mangas de su gho y una amplia banda cruzando su pecho y espalda. Es su uniforme de gala y respeto hacia este lugar sagrado. En el interior reina la oscuridad y el silencio. En el altar central, Padmasambhava, y a ambos lados diversas deidades policromadas. En el centro del pequeño templo mujeres y dos hombres del pueblo haciendo postraciones. Se ponen en pie, luego se arrodillan, para finalmente echarse hacia adelante en el piso. Y volver a repetirlo una y otra vez. Nuestro agente se une a ellos y nos invita a participar. No hay discriminación.
A la vuelta, bajando, nos explica:
-Casi el 80% de los butaneses practican el budismo, en el oeste seguimos la escuela Drukpa Kagyu, la oficial del Estado y en el este la Nygmapa que practica el Dzogchen.
Y mientras descendemos, el anciano funcionario necesita detenerse para descansar. Pero no se despide, quedamos para almorzar y que nos siga informando.
De regreso en Thymphu, ya de noche, me sorprende ver muchos niños, algunos de corta edad, jugando libremente en las plazas por las que vamos cruzando. ¿Se deberá al casi inexistente índice de delincuencia de que disfruta este país?
Al siguiente día, una vez con el Señor Thinley sentados a la mesa en un restaurante típico y ante un Eue Chum, el arroz rojizo con sabor a nuez, aprovecho para interrogarle sobre eso de la Felicidad Nacional Bruta.
-Fue acuñado por el anterior monarca en 1972. Un hombre muy espiritual y con gran sentido común. Se trata de un criterio totalmente acorde con los valores del budismo, un parámetro único que nos sitúa en el 8º lugar en el ranking mundial en cuanto a niveles de bienestar subjetivo, es decir satisfacción con la vida que uno lleva (A.G.White, Universidad de Leicester). ¿Y saben donde queda España? en el 46. ¿Y Japón con su altísimos índices económicos? en el 90. Nuestra Constitución en su artículo 9.2 dice: “El Estados se esforzará en promover las condiciones que permitan la consecución de la felicidad interior bruta.” Seguramente coincidirán conmigo en que todos nacemos queriendo ser felices. Así, el objetivo prioritario de nuestra economía es lograr el bienestar social de los ciudadanos muy por encima de los bienes materiales.
-¿Y de donde provienen sus recursos económicos aparte del turismo? Aquí no he visto industria alguna.
-En Bután disponemos de un recurso inagotable, el agua de las nieves y los glaciares; la energía hidroeléctrica que vendemos a la India.
En días sucesivos nos llevan al Punakha Dzong, un típico monasterio-fortaleza de enormes dimensiones construido en 1637 y sede del gobierno hasta 1955. Situado en un entorno de gran paz y serenidad, es la residencia de invierno de la escuela budista Kagyu, la oficial del Estado. Estos monasterio-fortaleza albergaron durante siglos no sólo a los monjes, sino a todo el aparato administrativo y judicial de cada región. Tras sus altos muros encontramos un dédalo de calles que dan acceso a los dormitorios de los monjes, cocinas, almacenes, despachos, bibliotecas y en el centro una gran torre central que alberga en su planta baja el templo principal.
Y cada vez que nos desplazamos para visitar un nuevo lugar cruzamos por aldeas y campos de arroz. Bután es un país predominantemente rural, de gente pacífica y amigable. Las casas, solidamente construidas, muestran en el vértice del tejado una bandera blanca con inscripciones sagradas. Y en los pasos de montaña entre valles, postes con banderolas de oración. Vemos vacas y otros animales caminando sueltos al borde de la carretera. Nos llama la atención que entre los campos de cultivo no hay lindes ni cierres que los separen. Y más arriba, a media altura de las laderas, la naturaleza prístina hasta las cumbres nevadas. Se lo hago notar a Dorji, que me aclara:
-Una de las ventajas que supuso el permanecer aislados y con una geografía casi imposible es que ahora disfrutamos de uno de los ecosistemas más conservados del mundo. Hasta 1970 no se permitió la entrada de extranjeros, y no fue hasta 1973 que llegó la radio y en 1999 la televisión. Bután es uno de los 10 países con más biodiversidad del planeta. Los veranos son templados y los inviernos muy fríos, hasta se nos congela el agua en las cañerías.
Las carreteras son otro elemento a mencionar. Dado que no hay túneles ni viaductos, todas las calzadas bordean interminablemente cada loma, cada meandro de un río, haciendo que los vehículo se desplacen a una media de 25 Km/h Si usted quiere cruzar Bután de oeste a este (su tamaño es aproximado al de Cataluña) tardará 2 días en taxi.
Y nos detenemos a visitar Chimi Lhakhang el santuario de la fertilidad, edificado en 1499 por el lama Drukpa, “El loco divino”. Con su “rayo energético” o “falo volador” venció a una diablesa y acabó por ser tan popular que su emblema es representado en algunas casas para proteger a sus inquilinos del mal de ojo.
En una siguiente ocasión que nos desplazamos para conocer el país, vemos a multitud de hombres practicando el tiro con arco.
-Es el deporte nacional, pero sabiendo de la capacidad futbolística española, nuestra primera visita de hoy será al estadio nacional de fútbol, bromea Dorji.
-Y no crean que… Nuestra selección comenzó en 1983. Y cuando nuestros “Dragones Amarillos” participaron en la Copa Surasiática, solo en semifinales fuimos derrotados por la potente selección India, y eso únicamente durante la prórroga.
Y efectivamente, una vez en el interior del recinto, presenciamos los inicios de un partido.
Me fijo en las modernas instalaciones. Y como no podía ser menos, tanto el palco real como las tribunas están construidos en estilo butanés tradicional. Me fijo en la bandera nacional ondeando sobre las instalaciones: Un dragón volador, rugiendo y sujetando 4 grandes bolas con sus garras.
¿Por qué será que me suena…? Y me viene a la imaginación Songoku y la serie mítica “Las bolas del Dragón” que hizo soñar a varias generaciones de niños? ¿Será este su origen?
Medicina holística
Y por fin llega el momento de una de las visitas más esperadas por mi, el Hospital de Medicina Tradicional Butanesa o Sowa Rigpa. Vemos una cola de más de 30 personas esperando a ser atendidas. Nuestro Agente Dorji arregla para lograrme una entrevista con uno de los doctores que me recibe entre dos consultas.
-La nuestra es una medicina holística, con procedimientos en parte heredados de la medicina china y tibetana. Consideramos al hombre un todo cuerpo-mente-espíritu. Curamos con remedios vegetales.
-¿Y qué sucede si le ingresan un paciente con una pierna rota? Le pregunto no sin cierta maledicencia.
-Lo remitimos de inmediato al hospital de medicina occidental. Y ellos, a su vez, nos envían los casos donde nuestros tratamientos con yerbas son más eficaces y no invasivos. No hay antagonismos en absoluto. En nuestros valles al pie de los himalayas crece una amplísima variedad de plantas medicinales, más de 300.
Festivales religiosos
Mención aparte merecen los festivales, siempre religiosos, que se celebran a lo largo del año. Me gustaría citar aquí la Danza de Máscaras y Tambores de Drametse, catalogada en 2005 por la UNESCO Patrimonio inmaterial de la Humanidad. Su origen, celestial como casi todo en Bután, se remonta a muchos siglos atrás cuando un santo fue ascendido temporalmente al cielo de Padmasambhava para aprender los pasos exactos de esta danza sagrada. Sus 16 monjes danzantes portan máscaras de madera representando animales y seres mitológicos (figura 9).
-Ejecutada con gran exactitud genera una inmensa cantidad de energía tántrica que bendice al mundo. Pero esta danza milagrosa aporta muchísimo más a los que la contemplen. Les enseña a reconocer a los demonios que les visitarán durante el bardo una vez muertos.
-¿El qué?
-Su tránsito por la muerte hasta la siguiente encarnación. ¿Nunca oyó hablar del bardo Todol, el libro tibetano de los muertos? Si en esos momentos ya conoces a estos seres fantasmagóricos no los temerás y te ayudarán.
Ya regresando y aún en pleno vuelo, medito sobre todo lo que hemos contemplado. Para los occidentales, cuya mente está entrenada a resolverlo todo de forma racional, una vez estás allí comienzas por tacharlo todo de ignorancia y superstición, pero si abandonas tus pre-juicios y comienzas a mirar mas allá de anécdotas y del pintoresquismo, su realidad te sorprende. Este pequeño reino es un ejemplo para el mundo de cómo son perfectamente viables otras fórmulas de convivencia, desarrollo sostenible y vida feliz.
Por cierto, si alguna vez te animas a conocer el Reino de Bután, te aconsejo ir justo antes de los monzones estivales, cuando los dafnes en flor impregnan el ambiente con su fragancia y la naturaleza se muestra en todo su esplendor.
(*) Vicente Goyanes (Cuenca 1943) es Doctor en Medicina, investigador y profesor universitario en España y USA ahora retirado. Fue miembro de la Asociación Americana para el Avance de las Ciencias y de la Academia de Ciencias de Nueva York. Es autor de la novela budista “Monasterio Cuántico ”, cuya preparación le llevó a conocer personalmente el reino de Bután.
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