El país establece prioridades para el empleo más eficaz de los recursos hídricos, y en primer término, aboga por el uso racional y productivo del agua disponible, la utilización eficiente de la infraestructura construida, la administración de riesgos en función de la calidad del líquido potable y de otros peligros asociados a eventos extremos del clima.
Y es que más que una estrategia, Cuba cuenta con una política orientada a la calificación técnica y profesional de sus trabajadores y directivos, a favor de un nuevo enfoque de gestión del agua tanto por el Instituto Nacional de Recursos Hidráulicos (INRH) como por cada uno de los Organismos de la Administración Central del Estado (OACE).
La ínsula caribeña aprovecha y maneja este recurso de forma integrada a escala de la sociedad, la economía y el medio natural, propiciando desarrollo sostenible y seguridad a una nación en la que elevar la calidad de los servicios de abasto de agua potable y saneamiento es, ante todo, una contribución a la salud humana y ambiental.
El director de Organización, Planificación e Información del INRH, Bladimir Matos Moya, se refirió a los esfuerzos de esa institución por asegurar la implementación objetiva de la política nacional del agua como vía de desarrollo del sector hídrico, a partir del avance de las inversiones que garanticen la contabilidad, eficiencia y sostenibilidad en su uso.
Fomentar el empleo racional y productivo del agua en función del desarrollo socioeconómico del país significa también asegurar la gestión integrada de esta por cuencas hidrográficas con vistas a su disponibilidad, protección y a la reducción de inundaciones, así como promover e introducir tecnologías y conocimientos que aseguren un uso eficaz y competente del agua.
Señaló Matos que cuentan para tales emprendimientos con la eficiencia económico-financiera del sistema empresarial del INRH, en el que parten de eliminar las principales deficiencias, referidas a indicadores como obras terminadas, valor de uso e impactos, la no evaluación de la objetividad en la calidad de los trabajos ejecutados y evidentes problemas que persisten en el balance de agua y su gestión, por no expresar el impacto en la economía, la población y el medioambiente.
Otro punto negativo es la actividad de control y fiscalización que aún está dispersa y no siempre se orienta a los objetivos priorizados en el país además de lograr mejorar el funcionamiento del INRH como autoridad nacional en la materia y la actualización de las normas jurídicas relacionadas con el sector hídrico (ya se alista una Ley del Agua), que regulará el uso equitativo y el derecho común a ese recurso, el pago de su uso, así como la necesidad de lograr una cultura de ahorro en los usuarios).
Desarrollan inversiones que garanticen la contabilidad, eficiencia y sostenibilidad en el uso del agua junto al cumplimiento de los Programas de Desarrollo Hidráulico expresado en las obras proyectadas entre 2014-2016, el avance físico-financiero en valores, la inversión terminada y la población beneficiada con las coberturas.
Indicó el directivo la necesidad de cumplir con la utilización productiva de las máquinas ingenieras y con el Coeficiente de disponibilidad técnica (CDT) planificado, actualizar el planeamiento hidráulico a mediano y largo plazo, mejorar el nivel de construcción, mantenimiento productivo y montaje en las inversiones.
Otras prioridades del Instituto son incrementar el nivel de informatización de procesos claves, la automatización, la cobertura de hidrometría, reducir las pérdidas en sistemas hidráulicos y el consumo planificado por encima de la norma, así como, mejorar la productividad del agua con énfasis en la actividad agrícola.
Se esmeran por un mayor aprovechamiento de los embalses subutilizados, por elevar el nivel de obras hidráulicas certificadas, además de mejorar la eficiencia energética de las estaciones de bombeo, sin olvidar el apoyo a los servicios técnicos en el exterior, la elaboración de una estrategia del INRH para la inversión extranjera y la elevación de la cantidad de proyectos de colaboración.
Enfatizó el ingeniero en la necesidad de elevar la calidad de los servicios de abasto de agua potable y saneamiento, de ampliar la cobertura del servicio de acueducto, y el tiempo medio de servicio estable, mantener 95 % de la calidad sanitaria del preciado líquido y favorecer todos los sistemas de abasto e incrementar el tratamiento del residual doméstico.
Se suman a los beneficios, una mejor dotación por habitantes con respecto a la norma, aumentar la población con servicio diario de agua potable y el tiempo de respuesta al fallo en sistemas de abasto, disminuir el ciclo de limpieza de fosas y las reclamaciones de la población con respecto a la calidad de las prestaciones, entre otros.
Por un uso racional y eficiente
El agua es un recurso natural renovable, pero finito, limitado y frágil, y aún existen incomprensiones e insuficiente reconocimiento sobre su carácter de indicador económico, tanto global como ramal.
El país cuenta con una infraestructura hidráulica portentosa: unas 240 presas, decenas de micropresas, cerca de 2420 acueductos, más de 22 000 kilómetros de redes, casi 70 plantas potabilizadoras y 5 316 kilómetros de alcantarillado, entre otras facilidades, a las cuales se suman derivadoras, canales magistrales, estaciones de bombeo y diques.
Cuba ejecuta diversos programas para hacer un uso adecuado y racional del agua mediante la utilización eficiente de esas instalaciones y una conciencia de ahorro en la población y las empresas, teniendo en cuenta la baja disponibilidad de ese recurso. Proyectos dirigidos también a enfrentar los problemas de la sequía, las inundaciones por intensas lluvias, así como a elevar la calidad del vital líquido y su distribución, además de reducir las pérdidas.
Otra prioridad ya en ejecución es el metraje del consumo hidráulico tanto para los centros estatales como el sector residencial, y se trabaja en la reparación o sustitución de estaciones de bombeo, el sistema de saneamiento y en un programa destinado a la producción de herrajes hidrosanitarios, con énfasis en la calidad y el estudio de precios asequibles para su comercialización.
Y es que la Política Nacional del Agua tiene carácter multisectorial, abarca desde las fuentes de abastecimiento (pozos) hasta que llega a cada usuario y se fundamenta en el uso racional y productivo de las cantidades disponibles, la explotación eficiente de la infraestructura construida, la gestión asociada a la calidad del líquido y los riesgos vinculados a eventos climáticos extremos.
La Perla del Caribe posee una capacidad máxima de recursos hidráulicos disponibles de alrededor de 13 600 millones de metros cúbicos, considerando las aguas superficiales y las subterráneas, volúmenes que superan las demandas actuales de la economía, la sociedad y la protección del medio ambiente.
El déficit está asociado, en muchas ocasiones, al comportamiento de las precipitaciones por debajo de lo esperado, pero, en la práctica, los problemas de eficiencia en el uso del agua inciden con un alto peso en la escasez relativa de ese recurso.
Y es que para lograr un balance del agua (relación entre la demanda y la disponibilidad) el INRH realiza periódicamente acciones vinculadas al aseguramiento del vital líquido para las diferentes ramas económicas y sectores sociales de acuerdo con las disponibilidades de las fuentes de abasto y tomando en cuenta las normas de consumo.
Se conoce también que el nivel de actividad de los consumidores del agua se planifica y controla por el INRH, aunque esta no sea la vía más efectiva y objetiva que mida y evalúe su rendimiento.
Hoy se logra, en coordinación con otros OACE, establecer un indicador físico que relaciona el uso del agua con la producción o servicios seleccionados, lo cual permite contribuir a su gestión eficiente y hacer corresponder su empleo con los resultados económicos, e incluso incentivar de forma permanente, que el rendimiento se asocie con su menor consumo.
En la actualidad, la motivación responde no solo a la necesidad de incrementar la eficiencia en la producción y los servicios, a disminuir el empleo de recursos naturales renovables o no, de materias primas y otros insumos, tanto en la industria como en la actividad agropecuaria.
Aunque todavía de manera limitada, se evalúan un grupo de indicadores con ese propósito, soportado por la introducción de prácticas de producción sostenibles, más limpia y de consumo, así como, las medidas de adaptación ante el impacto del cambio climático.
Se trata asimismo de asegurar la gestión integrada y sostenible por cuencas hidrográficas, reducir áreas y zonas de probable inundación con acciones de mantenimiento, regular la carga contaminante admisible de los cuerpos de agua receptores en las cuencas de interés nacional y reducir los focos contaminantes e incrementar el reuso de las aguas residuales.
Encaminan su actuación a gestionar el índice de calidad de agua superficial en cuencas, actualizar en 50 % los potenciales hídricos del país y elaborar el esquema de aprovechamiento hidráulico de 12 cuencas.
Prevén en 2014 mejorar la gestión integral del INRH y la eficiencia económico-financiera de su sistema empresarial, cumplir la rentabilidad del agua en las empresas del sistema, mejorar la correlación salario medio-productividad y reducir los ciclos de cobros y de pagos.
Priorizan el incremento del ahorro de divisas por reducción de pérdidas del líquido y planifican lograr una rotación efectiva del inventario, mejorar la fluctuación laboral de puestos claves y controlar los fondos de inversiones terminadas en explotación y en su rendimiento.
Y es que más que una estrategia, Cuba cuenta con una política orientada a la calificación técnica y profesional de sus trabajadores y directivos, a favor de un nuevo enfoque de gestión del agua tanto por el Instituto Nacional de Recursos Hidráulicos (INRH) como por cada uno de los Organismos de la Administración Central del Estado (OACE).
La ínsula caribeña aprovecha y maneja este recurso de forma integrada a escala de la sociedad, la economía y el medio natural, propiciando desarrollo sostenible y seguridad a una nación en la que elevar la calidad de los servicios de abasto de agua potable y saneamiento es, ante todo, una contribución a la salud humana y ambiental.
El director de Organización, Planificación e Información del INRH, Bladimir Matos Moya, se refirió a los esfuerzos de esa institución por asegurar la implementación objetiva de la política nacional del agua como vía de desarrollo del sector hídrico, a partir del avance de las inversiones que garanticen la contabilidad, eficiencia y sostenibilidad en su uso.
Fomentar el empleo racional y productivo del agua en función del desarrollo socioeconómico del país significa también asegurar la gestión integrada de esta por cuencas hidrográficas con vistas a su disponibilidad, protección y a la reducción de inundaciones, así como promover e introducir tecnologías y conocimientos que aseguren un uso eficaz y competente del agua.
Señaló Matos que cuentan para tales emprendimientos con la eficiencia económico-financiera del sistema empresarial del INRH, en el que parten de eliminar las principales deficiencias, referidas a indicadores como obras terminadas, valor de uso e impactos, la no evaluación de la objetividad en la calidad de los trabajos ejecutados y evidentes problemas que persisten en el balance de agua y su gestión, por no expresar el impacto en la economía, la población y el medioambiente.
Otro punto negativo es la actividad de control y fiscalización que aún está dispersa y no siempre se orienta a los objetivos priorizados en el país además de lograr mejorar el funcionamiento del INRH como autoridad nacional en la materia y la actualización de las normas jurídicas relacionadas con el sector hídrico (ya se alista una Ley del Agua), que regulará el uso equitativo y el derecho común a ese recurso, el pago de su uso, así como la necesidad de lograr una cultura de ahorro en los usuarios).
Desarrollan inversiones que garanticen la contabilidad, eficiencia y sostenibilidad en el uso del agua junto al cumplimiento de los Programas de Desarrollo Hidráulico expresado en las obras proyectadas entre 2014-2016, el avance físico-financiero en valores, la inversión terminada y la población beneficiada con las coberturas.
Indicó el directivo la necesidad de cumplir con la utilización productiva de las máquinas ingenieras y con el Coeficiente de disponibilidad técnica (CDT) planificado, actualizar el planeamiento hidráulico a mediano y largo plazo, mejorar el nivel de construcción, mantenimiento productivo y montaje en las inversiones.
Otras prioridades del Instituto son incrementar el nivel de informatización de procesos claves, la automatización, la cobertura de hidrometría, reducir las pérdidas en sistemas hidráulicos y el consumo planificado por encima de la norma, así como, mejorar la productividad del agua con énfasis en la actividad agrícola.
Se esmeran por un mayor aprovechamiento de los embalses subutilizados, por elevar el nivel de obras hidráulicas certificadas, además de mejorar la eficiencia energética de las estaciones de bombeo, sin olvidar el apoyo a los servicios técnicos en el exterior, la elaboración de una estrategia del INRH para la inversión extranjera y la elevación de la cantidad de proyectos de colaboración.
Enfatizó el ingeniero en la necesidad de elevar la calidad de los servicios de abasto de agua potable y saneamiento, de ampliar la cobertura del servicio de acueducto, y el tiempo medio de servicio estable, mantener 95 % de la calidad sanitaria del preciado líquido y favorecer todos los sistemas de abasto e incrementar el tratamiento del residual doméstico.
Se suman a los beneficios, una mejor dotación por habitantes con respecto a la norma, aumentar la población con servicio diario de agua potable y el tiempo de respuesta al fallo en sistemas de abasto, disminuir el ciclo de limpieza de fosas y las reclamaciones de la población con respecto a la calidad de las prestaciones, entre otros.
Por un uso racional y eficiente
El agua es un recurso natural renovable, pero finito, limitado y frágil, y aún existen incomprensiones e insuficiente reconocimiento sobre su carácter de indicador económico, tanto global como ramal.
El país cuenta con una infraestructura hidráulica portentosa: unas 240 presas, decenas de micropresas, cerca de 2420 acueductos, más de 22 000 kilómetros de redes, casi 70 plantas potabilizadoras y 5 316 kilómetros de alcantarillado, entre otras facilidades, a las cuales se suman derivadoras, canales magistrales, estaciones de bombeo y diques.
Cuba ejecuta diversos programas para hacer un uso adecuado y racional del agua mediante la utilización eficiente de esas instalaciones y una conciencia de ahorro en la población y las empresas, teniendo en cuenta la baja disponibilidad de ese recurso. Proyectos dirigidos también a enfrentar los problemas de la sequía, las inundaciones por intensas lluvias, así como a elevar la calidad del vital líquido y su distribución, además de reducir las pérdidas.
Otra prioridad ya en ejecución es el metraje del consumo hidráulico tanto para los centros estatales como el sector residencial, y se trabaja en la reparación o sustitución de estaciones de bombeo, el sistema de saneamiento y en un programa destinado a la producción de herrajes hidrosanitarios, con énfasis en la calidad y el estudio de precios asequibles para su comercialización.
Y es que la Política Nacional del Agua tiene carácter multisectorial, abarca desde las fuentes de abastecimiento (pozos) hasta que llega a cada usuario y se fundamenta en el uso racional y productivo de las cantidades disponibles, la explotación eficiente de la infraestructura construida, la gestión asociada a la calidad del líquido y los riesgos vinculados a eventos climáticos extremos.
La Perla del Caribe posee una capacidad máxima de recursos hidráulicos disponibles de alrededor de 13 600 millones de metros cúbicos, considerando las aguas superficiales y las subterráneas, volúmenes que superan las demandas actuales de la economía, la sociedad y la protección del medio ambiente.
El déficit está asociado, en muchas ocasiones, al comportamiento de las precipitaciones por debajo de lo esperado, pero, en la práctica, los problemas de eficiencia en el uso del agua inciden con un alto peso en la escasez relativa de ese recurso.
Y es que para lograr un balance del agua (relación entre la demanda y la disponibilidad) el INRH realiza periódicamente acciones vinculadas al aseguramiento del vital líquido para las diferentes ramas económicas y sectores sociales de acuerdo con las disponibilidades de las fuentes de abasto y tomando en cuenta las normas de consumo.
Se conoce también que el nivel de actividad de los consumidores del agua se planifica y controla por el INRH, aunque esta no sea la vía más efectiva y objetiva que mida y evalúe su rendimiento.
Hoy se logra, en coordinación con otros OACE, establecer un indicador físico que relaciona el uso del agua con la producción o servicios seleccionados, lo cual permite contribuir a su gestión eficiente y hacer corresponder su empleo con los resultados económicos, e incluso incentivar de forma permanente, que el rendimiento se asocie con su menor consumo.
En la actualidad, la motivación responde no solo a la necesidad de incrementar la eficiencia en la producción y los servicios, a disminuir el empleo de recursos naturales renovables o no, de materias primas y otros insumos, tanto en la industria como en la actividad agropecuaria.
Aunque todavía de manera limitada, se evalúan un grupo de indicadores con ese propósito, soportado por la introducción de prácticas de producción sostenibles, más limpia y de consumo, así como, las medidas de adaptación ante el impacto del cambio climático.
Se trata asimismo de asegurar la gestión integrada y sostenible por cuencas hidrográficas, reducir áreas y zonas de probable inundación con acciones de mantenimiento, regular la carga contaminante admisible de los cuerpos de agua receptores en las cuencas de interés nacional y reducir los focos contaminantes e incrementar el reuso de las aguas residuales.
Encaminan su actuación a gestionar el índice de calidad de agua superficial en cuencas, actualizar en 50 % los potenciales hídricos del país y elaborar el esquema de aprovechamiento hidráulico de 12 cuencas.
Prevén en 2014 mejorar la gestión integral del INRH y la eficiencia económico-financiera de su sistema empresarial, cumplir la rentabilidad del agua en las empresas del sistema, mejorar la correlación salario medio-productividad y reducir los ciclos de cobros y de pagos.
Priorizan el incremento del ahorro de divisas por reducción de pérdidas del líquido y planifican lograr una rotación efectiva del inventario, mejorar la fluctuación laboral de puestos claves y controlar los fondos de inversiones terminadas en explotación y en su rendimiento.
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